El primer ministro
paquistaní, Imran Khan, recordaba el 28 de febrero de 2019 que “con las armas
que tenemos ambos no podemos permitirnos un error de cálculo”. Esto es así
porque, tanto la India como Pakistán son potencias nucleares, aunque no estén
reconocidas como tales por el Tratado de No Proliferación Nuclear de 1968. Por
ese motivo, después de una nueva escalada en el conflicto que mantienen de
forma permanente desde la independencia en 1947 pedía: “Sentémonos juntos y
arreglemos esto dialogando”. Posiblemente estas buenas y renovadas intenciones
del primer ministro Khan venían después de los llamamientos realizados desde
Washington, Moscú, incluida la visita de Sergey Lavrov a Nueva Delhi (27-28 de
febrero de 2019), Pekín, Turquía y las diferentes monarquías del Golfo, la más
cercana de todas ellas al régimen militar de paquistaní, Arabia Saudí, de
reconducir el enfrentamiento con la India por vías pacíficas. Los choques
militares mutuos de los días 26 y 27 de febrero de 2019, incluido el derribo de
aviones de combate, han puesto de manifiesto que la India ya ha llegado al
hartazgo por el apoyo descarado que presta Islamabad a los grupos terroristas
musulmanes en la región fronteriza de Cachemira, que no cesan de atentar contra
los ciudadanos e intereses indios dentro y fuera de la India y, más importante
aún, que los dirigentes paquistaníes carecen de cualquier apoyo internacional
en caso de un conflicto bélico con la India. Por su parte, es evidente que
Nueva Delhi ha ido acrecentando su influencia internacional con una política
exterior basada en asociaciones estratégicas bilaterales con las principales
potencias y que actualmente se extiende a los Estados Unidos, Rusia -que su
tradicional proveedor de armamento-, la Unión Europa, Japón y Australia. De
este modo, mientras Pakistán se ve acorralado y abandonado incluso por China en
el conflicto, ya que no se juega nada en un enfrentamiento entre las dos
potencias nucleares del subcontinente indio, India se permite realizar una
ejemplificadora operación de castigo al interior del territorio pakistaní con profusión
de medios y recursos aéreos al más puro estilo de las incursiones aéreas
israelíes contra sus vecinos de Oriente Medio -de hecho, las armas guiadas
lanzadas el día 26 de febrero son de fabricación israelí- como respuesta al
gravísimo atentado terrorista del 14 de febrero de 2019 en el que murieron
cuarenta y dos miembros de la policía en la parte india de Cachemira. Y lo hace
sin ningún temor a represalias internacionales. Hasta se puede decir que Nueva
Delhi es de los pocos países inmunes a las sanciones internacionales, como lo
está demostrando recientemente ante el régimen de sanciones americanas a Irán
tras el abandono por parte de los Estados Unidos del del JCPOA de julio de 2015,
y ello gracias a las alianzas estratégicas globales que unen sus intereses con
los de “la más grande democracia del mundo”. Según los datos más recientes y
fiables aportados
por Hans Kristensen y Matt Korda (2018) la India posee unas 130-140
cargas nucleares lanzables desde aviones de combate, misiles de corto y medio
alcance y desde 2018 desde el primer submarino nuclear portamisiles clase
Arihant, un auténtico hito en el desarrollo del programa nuclear nacional, y
dispone del plutonio militar suficiente para fabricar otras 60-70 cargas
nucleares. No está claro que las autoridades indias se adhieran a la política
de no primer uso, lo que genera mayores incertidumbres en caso de escalada en un
conflicto militar, pero lo que parece claro como indican los autores anteriores
es que la modernización nuclear india está poniendo un énfasis creciente en la
relación estratégica con China -reiterando nuestra tesis de la preparación de
la próxima gran guerra-. Por su parte, Pakistán tiene unas 100-120 cargas nucleares y continúa destinando un presupuesto enorme a la División de Planes Estratégicos de las Fuerzas Armadas -organización responsable del programa nuclear militar- lo que ha permitido la apertura de una cuarta plante de producción de plutonio en enero de 2015 en Khursab. Este arsenal es objeto de permanente preocupación por parte de las grandes
potencias -interesadas en el mantenimiento del régimen de estabilidad
estratégica y uno de cuyos fundamentos es la no proliferación nuclear- porque Pakistán
ha sido el gran facilitador de la proliferación prestando asistencia a los
programas nucleares de Corea del Norte, Libia, Irán, Siria, y muy posiblemente en
tiempos muy recientes y con resultados alarmantes a Arabia Saudí. Sin embargo, En un informe de ese año el
analista Daniel DePetris enfatizaba que “el gobierno de los Estados
Unidos no solamente vigila el programa nuclear paquistaní. Se prepara para una
catástrofe y trata de convencer a Islamabad de que deje de invertir en la
expansión de su programa”, en referencia a la eventual pérdida de control del
arsenal nuclear por parte de las autoridades paquistaníes, que están sentadas sobre
una auténtica bomba de relojería de organizaciones terroristas creadas y
financiadas por el propio régimen para ganar influencia o crear inestabilidad
entre sus vecinos: Afganistán, India e Irán. Pero, de nuevo, para las
autoridades paquistaníes las armas nucleares son la última garantía de
seguridad que tiene en caso de un enfrentamiento militar con la India -Islamabad
acepta expresamente el primer uso de armas nucleares- y, de hecho, se han
convertido en el medio de salvación política del régimen militar que impera en
el país, porque esgrimiendo la posesión de la bomba atómica consigue que
Estados como Arabia Saudí les sigan financiando. Por tanto, a escala regional las
armas nucleares demuestran que son un limitador incuestionable en la escalada
del conflicto y garantizan la paz entre actores estatales, porque el enfrentamiento
siempre acarreará en última instancia daños de proporciones catastróficas.
“SOPLARÉ, SOPLARÉ Y VUESTRA CASITA DERRIBARÉ”: EL DISCURSO DEL PRESIDENTE PUTIN DEL 20 DE FEBRERO DE 2019
En un gran
escenario cargado de banderas y simbolismo el presidente Putin compareció en el
centro de convenciones Gostinni Dvor de Moscú el 20 de febrero de 2019 y durante una
hora y media pronunció el discurso anual a las dos cámaras del parlamento
federal, una suerte de “discurso sobre el estado de la Unión” a la rusa. Como
ocurrió con el anterior discurso del 1 de marzo de 2018, las palabras del
presidente Putin tuvieron un gran impacto en los medios de comunicación
globales, pero fueron los medios occidentales los que siguieron con especial
atención “las amenazas” veladas y directas que realizó el presidente ruso en su
extensa intervención. Pero, ¿qué es lo que dijo el presidente Putin para que
los medios occidentales lanzaran titulares del tipo: “Putin amenaza con apuntar
sus proyectiles hacia EEUU si Washington emplaza nuevos misiles en Europa” o “Putin
apuntará sus armas nucleares a EEUU si despliega misiles en Europa”? En su discurso
el presidente ruso reiteró que la retirada americana del Tratado INF tiene
consecuencias muy graves para la estabilidad estratégica. A pesar de que se
imputa a la parte rusa el incumplimiento del Tratado, los Estados Unidos fueron
los primeros en violarlo “desplegando lanzadores de misiles de crucero Tomahawk
en Polonia y Rumanía”: “Estados Unidos violó burdamente las disposiciones del Tratado
INF y lo hizo hace tiempo”. Según el presidente Putin, de este modo “los Estados
Unidos trataron de conseguir la hegemonía con su escudo antimisiles”. Sin
embargo, insistió en la idea de que “Rusia no será la primera en desplegar
misiles en Europa” pero, en el caso de que los Estados Unidos lo hagan, Moscú responderá
“con medidas tanto simétricas como asimétricas”. Esto será así porque este
tipo de misiles -equipados con cargas nucleares o convencionales- “pueden volar
hasta Moscú en un tiempo de 10 a 12 minutos”. Esto representa “una amenaza enorme para nosotros y agravaría radicalmente la
situación en el ámbito de la seguridad internacional”. En consecuencia, “Rusia se verá obligada a fabricar y
desplegar tipos de armamentos que pueden ser utilizados no solo contra los países
de donde provenga la amenaza directa, sino también contra los territorios donde se encuentren los centros de toma
de decisiones para el empleo de los sistemas de misiles que amenacen”. Algunos
de estos sistemas de armas ya fueron anunciados en el discurso de marzo de 2018
-que tratamos en nuestra entrada EL
PODER DOMINADOR DE LAS ARMAS NUCLEARES Y LA AMENAZA DE LA GUERRA de marzo
de 2018-, y otros han sido anunciados ahora: cohetes estratégicos pesados
Sarmat, ojivas nucleares hipersónicas Avangard, misiles de crucero hipersónicos
Kinzhal y Tsirkon, torpedos submarinos estratégicos propulsados por energía
nuclear Poseidón y sistemas láser terrestres Perevest, que ya están siendo desplegados
en algunas bases para la protección de los silos de ICBM de las Fuerzas de
Cohetes Estratégicos (RVSN). Según el presidente Putin todas estas medidas son de naturaleza esencialmente
disuasiva, puesto que “no estamos interesados en la confrontación y no la
queremos, especialmente con una potencia global como los Estados Unidos”, que “están en su derecho de pensar lo que
quieran, pero seguro que saben contar, pues que calculen primero el alcance y la velocidad de nuestros sistemas de
armas avanzados. Es todo lo que pedimos, que lo calculen y solo después que tomen
las decisiones que puedan provocar graves amenazas para nuestro país”. Ahora
bien, el presidente Putin no dedicó el discurso a amenazar con una nueva
confrontación de proporciones épicas del tipo de la Guerra Fría. Es más, el discurso
de 20 de febrero de 2019 estuvo dedicado casi en su totalidad a la política
económica, los impuestos, el funcionamiento de la Administración pública, el bienestar
social y las pensiones, de tal modo que, en un discurso de una hora y veintiocho
minutos de duración, el presidente Putin habló de temas de seguridad y defensa en
el minuto 64 cuando mencionó puntualmente el programa Avangard dentro del desarrollo
tecnológico del país y luego desde el minuto 72 hasta el 85. Sin embargo, en los medios de comunicación occidentales solo permaneció la idea de que el presidente ruso amenazó con “apuntar
los misiles hacia los Estados Unidos si despliega misiles en Europa”, cosa que por
otra parte tampoco dijo expresamente. Pero lo que si llama la atención del discurso
presidencial es la visión profundamente estatalista del pensamiento putiniano: “Rusia
era, es y será un Estado soberano, independiente. O será así o no será de
ninguna forma”, lo que nos reconcilia con la teoría realista de las relaciones
internacionales, el equilibro de poder, la estabilidad estratégica como garantía de la paz y la fatalidad
de la guerra nuclear.
El contenido completo del discurso está disponible aquí en inglés y se puede ver en vídeo aquí.
El contenido completo del discurso está disponible aquí en inglés y se puede ver en vídeo aquí.
ESTADOS UNIDOS, RUSIA Y LA UNIÓN EUROPEA AVANZAN EN EL CONTROL DEL ESPACIO
El 21 de febrero
de 2019 el presidente Trump firmó la orden ejecutiva dirigida al Congreso para la
aprobación de la ley que permitirá la creación del nuevo Mando Espacial separado
dentro de la Fuerza Aérea, destinado a “proteger a los satélites, abordar las
vulnerabilidades en el espacio y afirmar el dominio americano en órbita”. Aunque
el objetivo final es la creación de la Fuerza Espacial como componente independiente
de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, asunto del que hemos ido dando
cuenta en el blog -véase la entrada más reciente LA
MILITARIZACIÓN DEL ESPACIO HA LLEGADO de diciembre de 2018 y los enlaces
que recoge-. Como dijo el presidente Trump
en la firma de la orden ejecutiva, su Administración “ha hecho de la creación de una Fuerza Espacial un asunto de seguridad
nacional”. El mismo día el portavoz del Departamento de Defensa, Charlie
Summers, dijo que “el presidente Trump está situando a los Estados Unidos para
competir, disuadir y ganar en un complejo entorno de múltiples dominios caracterizado
por una gran competencia de poder”. Un día antes, el presidente Putin anunció
en el discurso anual a las dos Cámaras del parlamento federal de Rusia que el
gobierno había decidido la creación de un Centro Nacional del Espacio en Moscú:
“He encargado a Roscosmos junto a las autoridades de Moscú -mis colegas
vinieron y me informaron, es un buen proyecto- formar un Centro Nacional del
Espacio” con la finalidad de coordinar los trabajos de los diferentes organismos
especializados del sector espacial, los centro de investigación y la formación
de especialistas, técnicos y cosmonautas -el contenido completo del discurso esta disponible aquí-. Cinco días antes, la Agencia Espacial
Europea anunció que los cuatro últimos satélites del sistema de posicionamiento
global Galileo, puestos en órbita por un lanzador Ariane 5 el 25 de julio de
2018, ya estaban completamente operativos después de un extenso período de
pruebas que se llevó a cabo desde los diferentes centros de control en Alemania,
Francia e Italia, y que están preparados para realizar sus funciones dentro de
la constelación de navegación satelital europea. Actualmente el número de
satélites en órbita del sistema Galileo es de veintiséis y el próximo lanzamiento
está previsto para 2020 cuando alcanzará la capacidad operativa completa. Se
han tardado veinte años y se han gastado más de 10.000 millones de euros para
que la independencia espacial europea sea una realidad, porque hay que recordar
que el programa Galileo es propiedad y
está financiado por la Unión Europea -que hemos seguido en el blog a lo
largo del tiempo, véase la entrada más reciente TODAS
LAS VERDADES SON SENCILLAS DE ENTENDER UNA VEZ QUE SE DESCUBREN; EL PUNTO ES
DESCUBRIRLAS de diciembre de 2018 y los enlaces anteriores que recoge-. La Comisión
Europea tiene la responsabilidad general, la gestión y supervisión de todas las
actividades del programa y la Agencia Espacial Europea el despliegue de los
satélites y también el diseño y desarrollo de una nueva generación de satélites
de la constelación, así como el desarrollo técnico de las infraestructuras de
apoyo. Estas iniciativas cubren brechas importantes en la seguridad nacional de
las respectivas grandes potencias, incluidas China y la India, pero también los
tres grandes -los Estados Unidos con el GPS, Rusia con el Glonass y la Unión
Europea con el Galileo- compiten por un mercado de servicios de posicionamiento
global estimado en más de 135.000 millones de dólares en 2025 -en este sentido,
véanse los datos que se recogen en Infoespacial.com
en julio de 2017-. Tal es así que China intenta sumarse también a ese mercado y
en 2019 lanzará diez satélites del sistema de posicionamiento satelital Beidou -información
adicional en infoespacial.com
el 2 de febrero de 2019-.
A mi se suena el run run…
A mi se suena el run run…
FRANCIA Y LA MILITARIZACIÓN DEL ESPACIO
En
la entrada COHETES
Y MÁS COHETES de diciembre de 2017 hablamos de los satélites rusos Cosmos-2523
y Cosmos-2519 como sistemas espaciales dotados de la capacidad de maniobrar de
forma independiente en el espacio, acercarse a otros objetos en órbita y
eventualmente poder actuar sobre ellos y manipularlos, de ahí la denominación de
“satélites inspectores”, lo que fue reconocido oficialmente por parte del Ministerio
de Defensa de Rusia en septiembre de 2017. Pues bien, a finales de enero de 2019
se conoció que dos pequeños aparatos se habían separado del satélite militar de
comunicaciones americano Eagle, que
había sido puesto en órbita en abril de 2018 con la finalidad de “explorar una
forma potencialmente nueva de obtener imágenes de satélites de alta calidad”. La
pregunta es: ¿quién detectó estas operaciones? Se trata del Sistema Automatizado
de Advertencia de Situaciones Potencialmente Peligrosas en el Espacio Cercano (ASPOS OKP), según un
documento del Centro Astronómico de la Academia de Ciencias de Rusia, que catalogó
a los nuevos objetos como USA-285 y USA-286. Esto significa que las dos grandes
potencias espaciales disponen de la capacidad de vigilar, reconocer, manipular
y poner fuera de servicio satélites y equipos espaciales propios y ajenos. Se
trata, por tanto, de una capacidad nueva y que otorga una ventaja temporal a
quien disponga de dichos sistemas operando en el espacio. Es evidente que esto ha
generado profunda preocupación en otras potencias espaciales. Precisamente por ello,
el 15 de enero de 2019 la Asamblea Nacional francesa aprobó un informe
sobre las necesidades del sector espacial de defensa presentado a la
Comisión de Defensa Nacional y Fuerzas Armadas por los diputados Olivier Becht y Stéphane Trompille,
que han sido los encargados de elaborar dicho informe. En la presentación del documento, Becht explicó
que “los satélites son tan importantes en nuestra vida que no podemos prescindir
de ellos. Son utilizados en transacciones bancarias, transportes, telecomunicaciones,
internet, televisión o para usos militares.” Sin embargo, alertó del inicio de
una guerra espacial basada en el espionaje, la interceptación de las
comunicaciones y la vulnerabilidad de los equipos físicos que ya es imparable, y
afirmó enfáticamente que “la guerra en el espacio ha comenzado y Francia debe
saber realizar acciones ofensivas”. Según Becht “defender los satélites civiles
y militares para poder ver, evitar, actuar y neutralizar las amenazas se ha convertido
en un tema fundamental de soberanía nacional y europea.” Por ello, Francia necesita
urgentemente reforzar su capacidad de vigilancia en órbita baja, para lo que se
recomienda la adquisición de dos nuevos sistemas GRAVES necesarios para reforzar la vigilancia
del territorio europeo y la Guayana, aumentar la red de telescopios de
observación espacial Tarot operados por el CNES y el CNRS, que en la actualidad solo cubren el setenta por ciento de
la órbita geoestacionaria, las capacidades del Centro de Vigilancia de Objetos Militares de Mont Verdun con la construcción de un segundo centro en el área del Pacífico (Nueva Caledonia o Polinesia), de modo que se pueda disponer de la capacidad de conocer
dónde y cuándo operan los satélites en órbita, a quién pertenecen y qué tareas
llevan a cabo, y tener satélites que puedan permanecer en órbitas bajas durante
meses con equipos de comunicaciones y observación” dispuestos para operar
cuando sea necesario cubriendo las capacidades de otros satélites que hayan
sido inutilizados o destruidos. De este modo, “Francia tiene que ser capaz de
neutralizar una amenaza en el espacio”, es decir, necesita tener armas en el espacio -véase la entrevista en La Tribune, 17 de enero de 2019-. Para afrontar estas nuevas tareas se
propone la creación de un organismo militar independiente del Armée de L´Air dedicado a la defensa de
los sistemas satelitales, en línea con lo que están haciendo otras potencias
espaciales. Las necesidades de inversión para levantar este sistema de defensa
espacial se estiman en unos 3.000 millones de euros que se realizarían en dos
planes presupuestarios -el contenido de las intervenciones están disponibles en
el sitio
web de la Asamblea Nacional-. En perspectiva estratégica parecería que se trata de un
paso más hacia la independencia europea. Sin embargo, el subsecretario para Investigación e Ingeniería del Departamento de Defensa, Michel Griffin, dijo en enero de 2019 que para enfrentar las crecientes amenazas que representan los misiles de todos los tipos que tienen Rusia y China, incluidos los misiles hipersónico, "es necesario contar con una defensa espacial" y que "no podemos hacer lo que necesitamos hacer en defensa de misiles sin el espacio". Así que tranquilamente afirmó: "una red de mil misiles antibalísticos desplegados en lanzadores de satélites costará solamente (sic) 20.000 millones de dólares". Es terrible. La cifra y el número escandalizan y ponen de manifiesto la locura de la nueva carrera espacial que venimos comentando en el blog desde hace tiempo y parece que estamos ante una profecía autocumplida de Friedman en su extraordinario libro Los próximos cien años (2010) que tantas veces hemos citado.
DEMASIADOS PÁJAROS EN EL CIELO VERSIÓN 2019
Mientras estábamos
debatiendo las causas, los efectos y las consecuencias que tiene para mantenimiento
del régimen de estabilidad estratégica del abandono del Tratado de Misiles de Alcance
Intermedio (Tratado INF) por los Estados y Rusia anunciado en sendas notas
sucesivas del 2 de febrero de 2019 -véase la entrada SE
CONSUMA EL ABANDONO DEL TRATADO INF, las dos grandes potencias siguen poniendo
de manifiesto que van a lo suyo, es decir, que mantienen a sus Fuerzas Nucleares
Estratégicas en el máximo nivel operativo, reteniendo la capacidad de producir daños absolutamente catastróficos a cualquier potencial adversario. Y para demostrarlo volvieron a
poner en el cielo algunos de los “pájaros” más imponentes de su arsenal nuclear.
Por ello, recurrimos de nuevo a un título de entrada que ya es clásico en el
Blog: “Demasiados
pájaros en el cielo”. De este modo, la Fuerza Aérea de los Estados Unidos disparó
un misil estratégico (ICBM) Minuteman III desde la base aérea de Vandenberg en
California el 5 de febrero de 2019 a las 23:01 hora del Pacífico (7:01 del 6 de
febrero GMT) -video del lanzamiento disponible aquí-.
El ICBM voló unos 6.900 kilómetros hasta alcanzar el objetivo establecido en el
Pacífico central, posiblemente en el atolón de Kwajalein. Un avión E-6B Mercury
de la Armada americana se encargó de monitorizar el lanzamiento y la trayectoria
de vuelo del misil. Se trata del primer lanzamiento de un ICBM que realizan las
Fuerzas Armadas americanas en 2019. Exactamente una hora y media después (11:31
hora de Moscú, 8:31 GMT) las Fuerzas de Cohetes Estratégicos de Rusia (RVSN)
llevaron a cabo el lanzamiento de un ICBM RS-24 Yars desde el cosmódromo de
Plesetsk situado en la región de Arkhangelsk, en el norte de la Rusia europea. Después
de un vuelo de 5.800 kilómetros las ojivas inertes alcanzaron los objetivos
programados en el polígono de pruebas de Kura en la península de Kamchatka, en
el Extremo Oriente ruso. Según informó el Ministerio de Defensa ruso en un comunicado
oficial el 6 de febrero de 2019: “el propósito del lanzamiento era
confirmar las características tácticas, técnicas y de vuelo del sistema de misiles
prospectivo”, lo que parece indicar que se ha tratado de un lanzamiento regular
de entrenamiento de las Fuerzas Estratégicas. Lo que resulta llamativo es que ha
ocurrido justo el día que se anunciaba la firma de la incorporación de la
renombrada Makedonia del Norte a la Alianza Atlántica. Pero esto no
son más que casualidades, seguro que ya todo estaba preparado y programado para que los
lanzamientos de los misiles estratégicos tuvieran lugar en esta fecha. Como dijo la subsecretaria de Defensa Andrea Thompson el mismo día: "El diálogo sigue siendo una pieza importante. Es responsabilidad de Rusia volver a cumplir, pero continuaremos participando cuando sea apropiado.". In claris non fit interpretatio...
CICLO DE CINE SOBRE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
06/02/2019: Katyn (Andrei Wajda, 2007) Polaca, 115 min. (polaco)
13/02/2019: Stalingrado (Joseph Volsmaier, 1993) Alemana/Checa, 132 min. (alemán y ruso) Nominada mejor director en el Festival Internacional de Cine de Moscú
20/02/2019: El puente (Bernhard Wicki, 1959) Alemana, 105 min. (alemán) Nominada a Mejor Película Extranjera Oscar, Mejor Película Extranjera Globo de Oro, Mejor película Festival de Mar del Plata.
27/02/2019: Das boot (Wolfgang Petersen, 1981) Alemana, 150 min. (209 versión del director) (alemán) Nominada a seis Oscar, Mejor película Globo de Oro, Premio BAFTA. En esta película colaboró como consultor Heinrich Lehman-Willenbrock, uno de los capitanes del verdadero U-96.
01/03/2019: La lista de Schindler (Steven Spielberg, 1993) Americana, 210 min. (alemán, inglés, polaco y yidis) Ganadora de seis Oscar: mejor película, director, guion adaptado, fotografía, banda sonora, montaje y dirección artística, más cinco nominaciones Oscar, siete BAFTA, tres Globos de Oro: mejor película, dirección y guion. Seleccionada en 2004 por la Biblioteca del Congreso de los EEUU para su preservación en el Registro Nacional de Cine.
«ARMAS NUCLEARES Y EXPANSIÓN DEL PODER NAVAL DE CHINA»
Referencia bibliográfica completa: Pérez Gil, L.: “Armas nucleares y expansión del poder naval de China”, Escenarios Actuales núm. 3 (año 23), 2018, pp. 31-39, en http://www.cesim.cl/EdicionesAnterioresPdf/2018/3_2018.pdf
SE CONSUMA EL ABANDONO DEL TRATADO INF
El viernes 1 de febrero
de 2019 la Casablanca anunció la suspensión a partir del día siguiente del
cumplimiento por parte de los Estados Unidos del Tratado de Fuerzas Nucleares
Intermedias firmado por el presidente Reagan y el premier Gorbachov el 8 de
diciembre de 1987. Con este anuncio comenzó el plazo de seis meses previsto en
el propio tratado para la retirada, que será definitiva al final del período “a
menos que Rusia vuelva a cumplir sus normas y destruya todos los misiles,
lanzadores y equipos asociados que lo están violando” –en referencia al misil
de crucero Novator 9M729 (SSC-8 para la OTAN) para el sistema terrestre
Iskander-M–, según precisa el comunicado
oficial. Por tanto, lo que anticipamos en la entrada ¿INTERESA
A LOS ESTADOS UNIDOS ABANDONAR EL TRATADO INF? de diciembre de 2018,
se ha hecho realidad. Pero no se trata de un éxito predictivo, sino del mero
cumplimiento de una política ya decidida de antemano por la Administración
Trump basada en sus propios intereses de seguridad –que ya expusimos en LA
NUEVA ESTRATEGIA DE SEGURIDAD NACIONAL Y LA POSTURA NUCLEAR DE LOS ESTADOS
UNIDOS de febrero de 2018–. La respuesta de Moscú no se hizo esperar.
De inmediato las autoridades rusas anunciaron públicamente que Rusia también procedería
a suspender sus obligaciones en el marco del Tratado y denunciaron las
reiteradas violaciones del Tratado por parte de los Estados Unidos, la más
flagrante de todas el despliegue en tierra de los lanzadores de misiles del
sistema Aegis Ashore en Deveselu
(Rumanía) y próximamente en Polonia puesto que disponen de capacidad para disparar
misiles de crucero, lo que está terminantemente prohibido por Tratado INF. Hay
que recordar que se fue el primer tratado de desarme entre las dos grandes potencias
que no solo prohibió sino eliminó toda una categoría de misiles balísticos: los
de alcance entre 500 y 5.500 kilómetros, equipados tanto con ojivas
convencionales como nucleares, con base en tierra. Pero, ¿responden estos
intereses de seguridad que se alegan ahora al interés nacional de los Estados
Unidos de mantener el régimen global de estabilidad estratégica? Para el
presidente Putin, Washington “busca todo el tiempo pretextos para desmontar el
sistema de seguridad existente”, poniendo en peligro la seguridad
internacional, como la denuncia y posterior retirada del Tratado ABM en 2002. Por
ello dio instrucciones a su gobierno de no iniciar nuevas negociaciones con los
Estados Unidos hasta que “los socios americanos maduren para llevar un diálogo
consistente y en igualdad de condiciones” que esté basado en los principios de
bilateralidad y paridad, que son los fundamentos de los tratados de desarme
vigentes. En un mundo cada vez más multipolar las dos grandes potencias abandonan
de forma progresiva estos tratados que sirvieron para poner fin al
enfrentamiento bipolar, pero, al mismo tiempo, los dirigentes de Washington vuelven
a recurrir a un lenguaje propio de la Guerra Fría, como denuncian
reiteradamente las autoridades rusas. La pregunta que se plantea entonces es:
¿quién es el enemigo al que hay que hacer frente? ¿Ante quién hay que estar
preparado y armado con todos los sistemas y armas concebibles como establecen
los documentos de seguridad nacional de la Administración Trump? Rusia es una
de las partes del sistema de estabilidad estratégica y participa activamente en
el régimen de no proliferación que sirve de fundamento para el mantenimiento
del cuasi monopolio nuclear de las dos grandes potencias, su política exterior
y su programa de modernización militar buscan restaurar su posición de gran potencia,
pero no amenaza la hegemonía americana a escala global. Por su parte, China
tiene aspiraciones de potencia global, está en camino de ello en términos
económicos y el liderazgo político actual tiene un programa de política
exterior para alcanzar una influencia global a largo plazo. A pesar del gigantesco
programa de modernización militar que ha podido acometer gracias al crecimiento económico
de las últimas décadas, su arsenal nuclear cumple hasta ahora una función
meramente defensiva y está basado en una política de disuasión nuclear mínima -véase nuestro ensayo al respecto publicado recientemente en Escenarios Actuales en diciembre de 2018-.
Desde Washington se alega que China está desarrollando nuevos sistemas
misilísticos, incluidas armas hipersónicas, que suponen una amenaza directa
para la seguridad de los Estados Unidos y sus fuerzas navales desplegadas en la
región de Asia-Pacífico; según el testimonio del almirante Harry Harris en una
comparecencia en el Congreso en 2017 China posee “la fuerza de misiles más
grande y diversa de misiles del mundo, con un inventario de más de dos mil
misiles balísticos y de crucero” –citado por Peter Brookes en “The INF
Treaty-What it means for the US, Russia and China today” de enero de 2019–.
Sin embargo, el examen de su programa nuclear indica que China no representa
una amenaza directa e inminente para la seguridad de los Estados Unidos o de Rusia,
pues ambos estarían en condiciones de realizar un primer ataque nuclear de
consecuencias absolutamente catastróficas –y ya hubo intentos de concertación entre
ambos durante la Guerra Fría en este sentido–. También se alega que China no
forma parte del Tratado INF –de hecho, China no está limitada por ningún
tratado de control de armamentos–, pero esto no es más que la constatación de
una realidad preexistente: en 1987 China no significaba nada en materia de
desarme global. Por tal motivo, la política nuclear china es extremadamente
cauta y persigue objetivos no amenazadores. ¿Y qué hay de Corea del Norte o
Irán? Parece bastante simplista apelar a los retos que plantean estos dos
actores como justificación para terminar con el Tratado INF, recordemos que se
trata de un tratado bilateral entre las dos grandes potencias nucleares, cuando
se habla del mantenimiento o la ruptura del sistema de estabilidad estratégica
global. Solo queda sobre la mesa la expectativa cierta de los dirigentes
americanos de poder desarrollar libremente y sin ataduras políticas y legales
avanzados sistemas misilísticos basados en las tecnologías de la hipervelocidad
y las cargas nucleares de bajo rendimiento para su empleo táctico, el sueño de los teóricos de la guerra nuclear limitada. Como reconoció cándidamente la subsecretaria de Defensa Andrea Thompson el 6 de febrero de 2019: "Ahora el Departamento de Estado, podrá realizar las actividades de investigación y desarrollo prohibidas por el tratado INF". El argumento es que el mundo actual es muy inestable, hay
grandes potencias que disputan la hegemonía americana y, por tanto, los Estados
Unidos deben tener todas las opciones disponibles para hacer frente a las
amenazas presentes y futuras, incluido el desarrollo y despliegue de cualquier
tipo de armas que supongan una ventaja comparativa frente a un potencial
adversario. Pero el resultado conseguido resulta ser más complejo: Rusia ha
anunciado “una
respuesta equivalente” frente a la decisión de los Estados Unidos,
es decir, se pone manos a la obra para dotarse de todos los misiles supersónicos
e hipersónicos con carga convencional y nuclear que pueda tener, ahora
también basados en tierra. En realidad, ninguna de las dos grandes
potencias nucleares, poseedoras del 92% del armamento nuclear existente en el
mundo, acepta la vigencia del Tratado INF, es decir, rechazan las limitaciones
al desarrollo de misiles de corto y medio alcance que consideran absolutamente
necesarios para enfrentar amenazas inciertas. Esto supone la ruptura definitiva
del régimen de estabilidad estratégica –porque ¿cómo se puede saber que un
misil de estas características en vuelo supone una amenaza de ataque nuclear o
no?– e incita a una nueva carrera de armamentos estratégicos, incluido el
despliegue de armas en el espacio, con resultados potencialmente catastróficos
para la seguridad internacional, precisamente lo que ambas partes, ingenuamente
para ciudadanos, niegan.
"Only for your eyes"
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