Esta es una frase
que se atribuye al sabio Galileo Galilei y que nos sirve de introducción para tratar
sobre dos temas que hemos seguido extensamente en el blog: por un lado, la creación de una constelación europea de satélites de posicionamiento global con el Programa Galileo en la
búsqueda de la independencia estratégica de los europeos y, por otro, el proceso político de retirada del Reino Unido de la Unión Europea, proceso que se ha
denominado de forma generalizada Brexit. Desde el 24 de junio de 2016 todos los
acontecimientos relacionados con el anuncio de la retirada británica han sido un
cúmulo de despropósitos de los peores políticos que han tenido el poder en
Londres desde el terrible Chamberlain. Cameron demostró que era un político con
pocas luces cuando convocó un referéndum sobre la permanencia en la Unión Europea
que casi nadie le pedía más allá de un grupúsculo nacionalista dentro del
partido Conservador y los desaforados del UKIP, y cuando se tuvo que enfrentar
al desastre que él mismo había provocado no tuvo la valentía de permanecer en
el cargo, sino que se fue por la parte de atrás. Si alguien pensaba que le iba
a suceder un estadista de la talla de un Churchill se equivocaba, porque la
sucesora, la primera ministra Theresa May, lo hace casi tan mal como su
antecesor. Con sus declaraciones en el interior del país, sus ausencias
forzadas de las cumbres y foros europeos aun cuando el Reino Unido sigue siendo
miembro de pleno derecho de la Unión Europea, con sus idas y venidas a ninguna
parte en el interior y en el exterior, está demostrando que no sabe defender ni
tiene ni idea de cuáles son los intereses nacionales de su país. Esta situación
pone de manifiesto la existencia de una profunda crisis política y May, como
Primera Ministra, es solo su consecuencia, actuando como una crisis manager entre bloqueos, amenazas, divisiones y dimisiones sin
ninguna dirección política; precisamente el país que creó una diplomacia capaz
de forjar un imperio se ve sumido ahora en el caos de una negociación errática
y disparatada con Bruselas, teniendo en cuenta además que Juncker, Tusk o
Barnier tampoco le facilitan las cosas. Por eso, después de no concretar nada
en el Proyecto de Tratado para el Brexit, lo que hace que no sea nada más que
un acuerdo para un período transitorio -entre el 29 de marzo de 2019 y finales
de 2020-, pero importante y difícil de lograr debido a la imposibilidad de
domesticar a su propio gobierno, se ha visto forzada a retirar en el último
momento la votación del texto en su propio parlamento y anunciar una nueva gira
europea para conseguir cualquier nuevo trato de circunstancias con los negociadores
europeos antes del Consejo Europeo de 13 de diciembre de 2018. Y es en este contexto
en el que May ha anunciado que el Reino Unido abandona el Programa Galileo: “Dada
la decisión de la Comisión Europea de impedir que el Reino Unido participe en el desarrollo de todos los aspectos de Galileo, es justo que encontremos
alternativas (…) No puede dejar que nuestros servicios armados dependan de un
sistema del que no podemos estar seguros. Eso no redundaría en nuestro interés
nacional. Y como actor global con ingenieros de primera clase y aliados firmes alrededor
del mundo, no nos faltan opciones.” Es más, May anunció que su país pondrá en
marcha un programa para crear un sistema propio de posicionamiento global por
satélite. Por su parte, el secretario de Defensa Williamson destacó que “el
desarrollo de un nuevo sistema sería una oportunidad para aprovechar las
habilidades y experiencia británicas en tecnología satelital. Es crucial seguir
adelante con los planes para nuestro propio sistema de clase mundial e
independiente.” Sin embargo, Londres ha pagado unos 1.200 millones de libras
por su participación en el programa europeo. Entonces se plantean una serie de
cuestiones: si May ha tenido que aceptar finalmente el pago de 60.000 millones
de euros a la Unión Europa para salir de la Organización ¿de dónde va a sacar
el dinero necesario para pagar el coste de levantar un “GPS” made in England? Pero, teniendo claro por
qué quieren su propio sistema, ¿con quién van a crear un sistema satelital de
posicionamiento global? O es que ¿simplemente se van a adherir al GPS americano
mediante un acuerdo de cooperación política basada en la Special Relationship
entre los dos aliados transatlánticos que se funda en los inicios de la Segunda
Guerra Mundial? Quizás por eso, May dijo que bastan 92 millones de libras para
desarrollar un programa propio, es decir, alquilar los servicios del sistema americano
ya existente. Mientras tanto, el programa europeo sigue su curso y estará
plenamente operativo en 2020 lo que dará a los europeos, en particular a
Francia y a su fuerza de ataque nuclear, la capacidad de batir cualquier
objetivo militar en el mundo con armas guiadas y hacerlo de forma
independiente, sin depender del sistema americano y de la capacidad siempre
presente de cegarlo en cualquier momento cuando sus intereses vitales no se
encuentran en juego, pero si lo estén los de los aliados europeos. La reflexión
final es que ni unos ni otros, franceses y británicos, deberían olvidar la
lección más importante de la campaña militar del Canal de Suez en 1956: la
necesidad de mantener la capacidad de intervenir unilateralmente para triunfar.
"Hasta el infinito y más allá"
"Hasta el infinito y más allá"
Muy buen artículo. AGG.
ResponderEliminarUn magnífico artículo, en el fondo y la forma. El ejemplo que pone de la altura de los políticos británicos actuales, comparados con la brillantísima diplomacia inglesa desde la época previctoriana, con un Disraeli, un Pitt o un Gladstone, debería hacer sonrojar a los propios ingleses. Lo del Plan Sateéite es grandioso. EAL.
ResponderEliminar