GLOBAL THUNDER-23: EJERCICIO DE PREPARACIÓN DE GUERRA NUCLEAR AMERICANO

El 11 de abril 2023 el Mando Estratégico (STRATCOM) de los Estados Unidos inició el ejercicio anual Global Thunder-23 con la finalidad de verificar la capacidad de mando y control y la preparación para el combate de las Fuerzas Nucleares Estratégicas en caso de crisis, escalada y conflicto nuclear. En el ejercicio participan el personal del propio Mando Estratégico, de los mandos subordinados y las fuerzas de misiles balísticos intercontinentales con base en tierra (ICBM), bombarderos con capacidad nuclear de la Fuerza Aérea (USAF) y submarinos nucleares estratégicos (SSBN) de la Marina (US Navy). Además, en esta edición concurren medios y capacidades de disuasión nuclear del Reino Unido. El STRATCOM afirmó en su sitio web que se trata de un ejercicio de periodicidad anual -normalmente de una semana de duración- y que no es una respuesta a acciones de ningún otro país u otros actores. Por ese motivo, anunció la normalidad del incremento de los vuelos de bombarderos estratégicos con capacidad nuclear. Como parte más visible del ejercicio, el 16 de abril de 2023 once bombarderos estratégicos B-52H realizaron una misión de proyección del poder aéreo en espacio aéreo americano y tres días después la USAF disparó un ICBM Minuteman III desde la base aérea de Vandenberg, en California, sobre el océano Pacífico central. Algunos eventos paralelos se concatenaron con el ejercicio americano. En primer lugar, precisamente el mismo 11 de abril de 2023, las Fuerzas de Misiles Estratégicos rusas (RVSN) lanzaron un ICBM Topol o Yars desde Kapustin Yar, en el sur de Rusia, con la finalidad de probar una nueva ojiva de combate para municiones nucleares. Y segundo, también el 19 de abril de 2023 el SSBN Le Terrible de la Marine nationale francesa llevó a cabo el undécimo lanzamiento en inmersión de un misil balístico intercontinental (SLBM) M51 en aguas del océano Atlántico, como parte de un ejercicio de validación de sus fuerzas de disuasión nuclear. El ejercicio Global Thunder-22 se ejecutó entre finales de octubre y principios de noviembre de 2021, en medio de la escalada provocada por el despliegue ruso cerca de las fronteras de Ucrania que procedió, durante varios meses, a la invasión de ese país. Las Fuerzas Armadas rusas llevan a cabo el ejercicio equivalente Grom (“Trueno”) también con carácter anual, normalmente en el mes de octubre. Sin embargo en 2022 lo ejecutaron dos veces: el 19 de febrero (cinco días antes del inicio de la invasión de Ucrania), como ejercicio aplazado del año anterior (véase la coincidencia de fechas con el Global Thunder-22 que “impidió” su ejecución en las fechas programadas), y el 26 de octubre, éste según los estándares del programa de ejercicios anuales, pero, en ambos casos, el Kremlin los usó para lanzar un mensaje estratégico contra los Estados Unidos y los países de la OTAN cada vez más involucrados en el apoyo primero político y luego militar a Ucrania -véase la entrada EJERCICIO GROM-22. RACIONALIDAD Y PODERÍO NUCLEAR EN EL CONTEXTO DE UN CONFLICTO CONVENCIONAL, de octubre de 2022-. Pues bien, el mismo día del inicio del ejercicio Global Thunder-23 las Fuerzas de Misiles Estratégicos de Rusia llevaron a cabo el lanzamiento de un ICBM desde el campo de pruebas de Kapustin Yar, en Astracán, destinado a probar una nueva ojiva de reentrada para municiones nucleares. Significativamente, el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso informó que se comunicó a las autoridades americanas la ejecución de la prueba conforme al Acuerdo de Notificación de Lanzamiento de Misiles Balísticos entre la Unión Soviética y los Estados Unidos de 1988, lo que parece confirmar que, a pesar de la suspensión del tratado START, las partes continúan manteniendo acuerdos fundamentales para evitar incidentes y situaciones potencialmente peligrosas, más necesario aún con la situación de guerra abierta en Ucrania. Es preciso recordar que, hasta ahora, las armas nucleares han cumplido la función para la que fueron creadas: la disuasión y, por ende, su no uso, pero nada impide ni se puede descartar que en un supuesto extremo uno u otro acudan a su uso y eso ocurrirá cuando estén en juego sus intereses de seguridad más importantes. Y esa posibilidad es mucho más plausible en un escenario de enfrentamiento bélico a gran escala contra un tercero (léase Ucrania o la China comunista) que en un conflicto bélico directo entre ellos, porque este supuesto equivaldría a la destrucción mutua asegurada. Los máximos responsables de la seguridad nacional de los Estados Unidos y Rusia lo saben y por eso, a pesar de las crisis y las guerras sucesivas (crisis de los misiles de Cuba, guerras de Vietnam, Afganistán o Ucrania) siguen hablando entre ellos y alcanzando acuerdos, durante la Guerra Fría primero mediante un régimen implícito (la estrategia de destrucción mutua asegurada) y después creando un régimen explícito de estabilidad estratégica, que se mantiene hasta ahora y que (según las declaraciones más recientes) quieren que continúe existiendo a pesar de las denuncias, acusaciones y suspensiones mutuas -véase la entrada más reciente LA SUSPENSIÓN DE LA PARTICIPACIÓN DE RUSIA EN EL TRATADO NUEVO START, de marzo de 2023-, porque garantiza la paz y la seguridad entre las dos grandes potencias nucleares (entre las dos acumulan el 90% de las armas nucleares del mundo), reduce el riesgo de proliferación y, en el vaso de Rusia, es la garantía de su estatuto de gran potencia mundial.

“Imagine Dragons–Thunder”.

ESTRATEGIA DE DEFENSA PLANETARIA DE LOS ESTADOS UNIDOS

El espacio y los asuntos espaciales son una prioridad para las grandes potencias. Como dijo Friedman hace ya más de una década, la próxima guerra que libren comenzará en el espacio, y muy probablemente se impondrá aquella que sea capaz de conservar o regenerar la mayor parte de sus recursos espaciales para enfrentar y destruir al contrario. Es más, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que el espacio, la aplicación de la robótica y el desarrollo de la inteligencia artificial (IA) llevarán a las grandes potencias a una nueva era de lucha por el poder y la paz, en esa primerísima definición de Morgenthau sobre la interacción de aquéllas en el sistema internacional. Los avances que estamos viendo son importantes y los que vendrán pueden ser, incluso, extraordinarios. Pero también lo serán los riesgos que surjan y que ya muchas voces destacadas apuntan, algunos se transformarán en amenazas y podrían cambiar la naturaleza de la guerra, tal como hicieron en su momento el poder aéreo o la posesión de las armas nucleares. Adelantándose a esos escenarios de futuro, el 3 de abril de 2023 la Oficina de Política Científica y Tecnológica del presidente de los Estados Unidos publicó una nueva Estrategia de Defensa Planetaria, de treinta y ocho páginas de extensión, que establece seis objetivos clave para la próxima década. Primero, la mejora de las capacidades de detección, seguimiento e identificación de los objetos cercanos a la Tierra (denominados NEO en inglés), que proporcionan la mayor información para responder de forma adecuada y a tiempo contra esas amenazas. Segundo, la mejora de la simulación, predicción e integración de la información de los objetos cercanos a la Tierra; para cumplir esta misión, los departamentos y agencias gubernamentales coordinarán el desarrollo de aplicaciones y capacidades de simulación validadas que ayuden a identificar y reducir los riesgos de impacto de objetos cercanos a la Tierra e integren y simplifiquen el flujo de datos en el proceso de adopción de decisiones. Tercero, el desarrollo de tecnologías para llevar a cabo misiones de reconocimiento, desviación e interrupción de objetos cercanos a la Tierra; se asigna a la NASA que continúe liderando el desarrollo de tecnologías que potencialmente podrían usarse en misiones de reconocimiento de respuesta rápida y misiones destinadas a desviar o interrumpir objetos cercanos a la Tierra peligrosos. Cuarto: el incremento de la cooperación internacional en la preparación para enfrentar la amenaza de objetos cercanos a la Tierra; las consecuencias potencialmente catastróficas del impacto de un objetos cercanos a la Tierra, independientemente de las fronteras nacionales y las dinámicas de colaboración o enfrentamiento estratégico, son una oportunidad para fomentar la cooperación en investigación y respuesta conjuntas. Quinto, el refuerzo y ejecución regular de procedimientos y protocolos de actuación ante emergencias por impacto de objetos cercanos a la Tierra; el gobierno americano está decidido a fortalecer y poner en marcha procedimientos y protocolos para la evaluación de dichas amenazas, el intercambio de información sobre las mismas y actividades de respuesta y recuperación. Sexto, la mejora de la gestión de la defensa planetaria a través de una colaboración interinstitucional entre los diferentes departamentos y agencias implicados. La aplicación de estas tecnologías es válida tanto en tiempo de paz como en tiempo de guerra y permitiría hacer frente tanto a objetos naturales como a los creados por la mano humana, inertes o a la deriva o con una trayectoria de impacto definida, es decir, siguen la senda de la famosísima Iniciativa de Defensa Estratégica lanzada por el presidente Reagan el 23 de marzo de 1983, buscando obtener una ventaja militar estratégica decisiva frente a cualquier adversario. Pero la historia de las Relaciones Internacionales demuestra que cada ventaja tuvo una respuesta y que cada gran potencia que la alcanzó fue superada por otra que fue capaz de retarla y derrotarla en un enfrentamiento decisivo. Saltamos al espacio, pero las reglas de la lucha por el poder permanecen invariables.  

El documento está disponible en: https://www.whitehouse.gov/wp-content/uploads/2023/04/2023-NSTC-National-Preparedness-Strategy-and-Action-Plan-for-Near- Earth-Object-Hazards-and-Planetary-Defense.pdf 

Kendrick Lamar: “All The Stars”.