ARSENALES NUCLEARES DE LAS GRANDES POTENCIAS EN 2023: ENTRE LA AMENAZA NUCLEAR RUSO-AMERICANA Y LAS FALACIAS SOBRE CHINA

Del 19 al 21 de mayo de 2023 los dirigentes de los países que forman el G-7 se reunieron en la ciudad de Hiroshima para seguir aumentando las sanciones contra Rusia como respuesta a la invasión de Ucrania y, al mismo tiempo, continuar escalando en la competición estratégica con China mediante acciones de todo tipo que abocan casi inevitablemente a un escenario de conflicto en el área del Indo-Pacífico. Mientras los países occidentales declaran que Rusia es la principal amenaza a su seguridad, la China comunista se percibe como el mayor reto, competidor y oponente a largo plazo y así lo están plasmando en sucesivos documentos de seguridad nacional y en las organizaciones multilaterales de las que forman parte. Esta estrategia antichina no forma parte de un proceso de análisis político-estratégico de valoración de riesgos y amenazas a largo plazo autónoma o independiente (como quieren hacer creer algunos dirigentes europeos), sino que responde única y exclusivamente a los intereses de seguridad de los Estados Unidos y quizás de algunos de sus aliados en el Pacífico. Los dirigentes de la política exterior americana iniciaron hace más de una década una política de contención para tratar de frenar el imparable crecimiento político y militar de China, bajo la idea fundamental de que el auge chino pone en peligro su hegemonía global porque disputa directamente áreas de influencia, tanto a los propios Estados Unidos como a otras potencias aliadas. Por otra parte, China no esconde que quiere cambiar las reglas de funcionamiento del sistema internacional, que no contribuyó a crear, porque estaba excluida del mismo, y que ya no se ajustan a sus intereses de gran potencia con aspiraciones globales. El corolario de esta pugna clásica por el poder y la influencia será un enfrentamiento decisivo entre los Estados Unidos y China, donde el vencedor creará un nuevo régimen internacional (normas, reglas y procedimientos de adopción de decisiones) que se impondrá al resto de los actores de la sociedad internacional durante un largo período de tiempo. Mientras llega ese momento, estamos en un período de transición en el que cada una de las partes trata de ganar espacios de poder y sumar aliados a su propio bando, con lo que se genera una polarización del sistema internacional en dos bloques cada vez más diferenciados. Por un lado, el Bloque Occidental, que trata de mantener su hegemonía a toda costa, incluido el uso de la fuerza cuando lo estima necesario, y un bloque de potencias emergentes o reaccionarias, liderado por China, que muestran una insatisfacción creciente por el funcionamiento de las estructuras internacionales que, a la postre, tratarán de cambiar, primero mediante acciones políticas, diplomáticas, comerciales y financieras que producirán crisis continúas y, en última instancia, no eludirán el conflicto (como ha ocurrido con Rusia en Ucrania). En este período de transición, las armas nucleares están adquiriendo una renovada importancia, tanto como recurso de presión política como mecanismo de amenaza en las sucesivas crisis, que serán cada vez más frecuentes y ocurrirán en un período de tiempo cada vez más corto. En el momento del enfrentamiento decisivo, su uso se pondrá sobre la mesa y alguna de las partes juzgará adecuado o necesario su empleo para imponerse al contrario y desarmarlo, mediante un primer ataque o destruyendo su capacidad de tomar decisiones de un solo golpe una vez iniciado el conflicto, por lo que no se puede excluir su uso preventivo, antes o durante el conflicto. La acumulación de municiones nucleares y de vectores de lanzamiento tácticos y estratégicos, la preparación y disposición para el combate y la capacidad de supervivencia de los respectivos arsenales nucleares determinarán la capacidad de producir un golpe devastador al adversario o, después de superar dicho ataque, responder de forma proporcionada o demoledora con la fuerza de contragolpe que haya sobrevivido a aquel primer ataque. Cuando llegue este conflicto, la geografía no proporcionará ninguna protección a los Estados Unidos. Este es el escenario base hasta 2035, pero, ¿cuáles son las estrategias y capacidades nucleares presentes de cada una de las grandes potencias? Los Estados Unidos no han excluido en ningún caso el empleo de armas nucleares durante un conflicto convencional contra otra gran potencia, no existe nada parecido a una declaración de no primer uso (NFU en inglés) y es el fundamento de la respuesta flexible de la OTAN en caso de un conflicto convencional a gran escala en Europa (primero contra la Unión Soviética y, después, contra Rusia). La guerra en Ucrania ha puesto de manifiesto que la amenaza de uso de las armas nucleares continúa vigente y las autoridades rusas la han empleado de forma manifiesta al menos en dos ocasiones en los últimos quince meses: el primer día de la invasión (24 de febrero de 2022) para inhabilitar cualquier intervención directa de la OTAN en territorio ucraniano, esencialmente destinada a impedir la creación de una zona de exclusión aérea en Ucrania, y, después, durante la anexión de los territorios del sur de Ucrania (que culminó el 30 de septiembre de 2022), manifestando que desde ese mismo momento quedaban bajo el paraguas de las fuerzas de disuasión nuclear rusas. En ambos casos, las declaraciones de las autoridades rusas estuvieron respaldadas por poderosos despliegues de fuerza, como corresponde a una gran potencia nuclear. La actual doctrina de empleo rusa de 2 de junio de 2020 es patente y conocida, no excluye su uso en un conflicto convencional y afirma que un ataque nuclear conllevará una respuesta nuclear masiva como parte de su estrategia disuasiva de destrucción mutua asegurada (MAD en inglés). Por tanto, aunque su empleo siempre se estima como muy poco probable, las armas nucleares están ahí y pueden ser empleadas. De hecho, ya se usaron, precisamente en Hiroshima y, tres días después, en Nagasaki, en agosto de 1945. Por tanto, en ningún caso se puede excluir su uso. Además, el apoyo continuado de la OTAN a Ucrania tuvo como respuesta la suspensión rusa del tratado Nuevo START, el único acuerdo internacional entre grandes potencias de limitación de armas nucleares que se mantiene vigente. Dicha medida, comunicada oficialmente a la contraparte americana el 30 de marzo de 2023 ha supuesto la suspensión de cualquier intercambio de información, colaboración o cooperación establecidos en dicho tratado, pero se mantiene, al menos por ahora, el cumplimiento de los límites cuantitativos (1550 ojivas nucleares estratégicas, 800 lanzadores en servicio, con un máximo de 700 operativos al mismo tiempo, para cada una de las partes). No obstante, el 12 de mayo de 2023, el Departamento de Defensa estadounidense publicó de forma unilateral los datos numéricos sobre su arsenal nuclear como parte de su compromiso con la transparencia y una conducta nuclear responsable, al tiempo que pidió a las autoridades rusas que volvieran al cumplimiento del tratado (comunicado oficial del Departamento de Estado disponible aquí). Inmediatamente, el viceministro de Exteriores ruso, Sergey Ryabkov, reiteró que Rusia no compartirá ni publicará información sobre su arsenal nuclear mientras Occidente mantenga su apoyo al régimen ucraniano. Poco después, el 1 de junio, el gobierno americano anunció medidas de respuesta simétricas a la suspensión rusa: no habrá notificaciones, inspecciones ni suministro de datos de telemetría hasta que las autoridades rusas vuelvan a cumplir sus obligaciones en el marco del Nuevo START (comunicado disponible aquí). Hasta la fecha las partes había intercambiado 25.720 notificaciones y realizado 328 inspecciones, lo que permitió a cada una de ellas hacerse una imagen bastante completa de las fuerzas nucleares estratégicas de la otra. Se mantendrán las notificaciones sobre lanzamiento de misiles balísticos intercontinentales y sobre ejercicios conforme a sendos acuerdos bilaterales de 1988 y 1989. Por tanto, se han perdido casi todos los canales de intercambio de información y de confianza que costó décadas de negociaciones alcanzar. En todo caso, si no lo denuncian, el tratado estará vigente hasta el 5 de febrero de 2026 porque responde al interés nacional de las dos grandes potencias. La situación con China es completamente diferente. Su doctrina nuclear se basa en los principios de disuasión nuclear mínima y no primer uso, de forma que solo emplearán armas nucleares en caso de sufrir un ataque con armas nucleares y contra un país poseedor de armas nucleares. A pesar de las disquisiciones interpretativas que han realizado muchos analistas occidentales al respecto, las declaraciones de las autoridades chinas son regulares y coherentes y no se ha producido ningún cambio hasta el momento actual. Además, los números del arsenal nuclear chino justifican esta afirmación, como se ve al final del texto (cuadro elaborado con datos publicados por los gobiernos de las grandes potencias y las actualizaciones del proyecto Nuclear Notebook liderado por H. Kristensen). Al mismo tiempo, China no participa ni es parte de ningún acuerdo internacional de limitación de armas nucleares y rechaza cualquier propuesta en tal sentido, como las realizadas por la Administración Trump en 2020 durante las negociaciones para la renovación del Nuevo START (que en aquel momento expiraba en febrero de 2021). La parte china ha declarado en varias ocasiones que se sumará a cualquier tratado de limitación de armas nucleares cuando las otras grandes potencias reduzcan sus respectivos arsenales al nivel del chino (de nuevo, véanse los números al final del texto para entender lo irrealizable de la posición china). Ante este escenario, el realismo político proporciona las herramientas necesarias para tratar de reconducir el conflicto a través del equilibrio de poder y el mantenimiento de un directorio mundial, porque es el marco teórico que explica mejor las relaciones internacionales, la lucha de poder entre los actores internacionales y la posición de supremacía de las grandes potencias en la creación y mantenimiento de los regímenes internacionales.

Elaboración propia.

“Moderat: Bad Kingdom”.