El
27 de marzo de 2015 la Agencia Espacial Europea puso en órbita dos nuevos
satélites del sistema de navegación espacial Galileo que complementan a los dos
satélites que se inicialmente se perdieron en el lanzamiento anterior, pero que
al menos uno de ellos ha sido reposicionado recientemente en su órbita correcta[1].
De nuevo, ha sido un lanzador ruso Soyuz 2.1b que despegó de la base espacial
de Kourou, en la Guayana francesa, el encargado de llevar al espacio los
satélites europeos construidos por OHB de Bremen, curiosa manera de entender el
régimen de sanciones aprobado por el Consejo en julio de 2014 y ampliado en
septiembre siguiente como consecuencia de la injerencia rusa en la guerra civil
ucraniana. Pero, en esto tampoco los dirigentes europeos desmerecen la falta de
coherencia político-estratégica de la que hace gala la Administración Obama en
sus relaciones con Rusia. La puesta en servicio de la constelación de satélites
Galileo, de la que dimos cuenta en la entrada del mes de noviembre LA INDEPENDENCIA ESTRATEGICA EUROPEA, garantizará a Europa una independencia
estratégica de la que ahora mismo carece y, junto con la creación del mando de
Transporte Aéreo Europeo y la entrada en servicio del avión de transporte
militar A400M en las fuerzas aéreas de los principales Estados de la Unión
Europea[2],
pone de manifiesto que por fin se están dando los pasos necesarios para que
Europa pueda adoptar sus propias decisiones estratégicas. Especialmente cuando los
Estados Unidos carecen en la actualidad de un Kissinger, un Kennan y, sobre
todo, de un JFK que sean capaces de tomar decisiones que impongan por encima de
la conveniencia política puntual un régimen implícito basado en los principios
generales del Derecho de los Estados civilizados –es decir, de las potencias
occidentales- para el mantenimiento de la estructura internacional. Y esta capacidad
de decidir de forma autónoma se torna imperiosa porque pronto se requerirá una
entente cordial entre las grandes potencias que implicará un cambio profundo en
el sistema internacional actual. Por eso, se equivocan los dirigentes de
Washington, de Bruselas y de las disminuidas capitales europeas al enfrentarse
con Rusia en su propio espacio de seguridad cuando el verdadero adversario de
Eurasia y de los Estados Unidos no es otro que China. Una China que se
autoproclama comunista, engrandecida por décadas de crecimiento económico al
amparo de la globalización económica internacional y que actualmente trata de
socavar la hegemonía occidental en todos los espacios de poder, pero
preferentemente en la lucha por los recursos a escala mundial.
[1] “El
programa europeo Galileo ya cuenta con ocho satélites de navegación en órbita”,
Infoespacial.com, 30 de marzo de 2015, en http://www.infoespacial.com/?noticia=el-programa-europeo-galileo-ya-cuenta-con-8-satelites-de-navegacion-en-orbita
[2] Villalba
Jiménez, A.: “Entrada en servicio del A400M”, Revista de Aeronáutica y
Astronáutica núm. 840, enero/febrero de 2015, pp. 86-91.
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