El presidente Trump
anunció el 20 de octubre de 2018 la intención de retirarse del Tratado sobre Misiles de Corto y Medio Alcance (INF por sus siglas en inglés) firmado en Washington el 8
de octubre de 1987 entre el presidente Reagan y el máximo dirigente soviético
Gorbachov y que entró en vigor el 1 de junio de 1988. Este tratado estableció
la eliminación de los misiles nucleares y convencionales terrestres con un
alcance entre 500 y 5.500 kilómetros, así como sus sistemas de lanzamiento y
para mayo de 1992 se habían retirado de servicio 2.692 misiles. Hay que
destacar que el tratado no tiene fecha de terminación. Sin embargo, el gobierno
americano considera que Rusia “ha estado violando el Tratado durante años”. Washington
arguye que Moscú ha estado desarrollando desde 2008 distintos sistemas misilísticos
prohibidos por el Tratado INF y, en concreto, han centrado las críticas en el
desarrollo del misil de crucero Novator 9M729 (SSC-8 en código OTAN), que sería
una versión lanzable desde TEL terrestre Iskander-M del misil naval 3M14T
Kalibr y que, eventualmente, podría ser dotado de ojiva nuclear -véase en este punto el análisis que hace Pavel Podvig en su blog Russian Strategic Nuclear Forces en diciembre de 2018-. De inmediato, las
autoridades rusas calificaron la decisión como “un paso muy peligroso” contra
la seguridad internacional. El viceministro de Exteriores, Sergei Riabkov, dijo
el mismo día que “Moscú observa con preocupación lo que califica de nuevos
intentos de los Estados Unidos de lograr mediante el chantaje que Rusia haga
concesiones en materia de seguridad estratégica internacional.” El propio
Gorbachov comentó el mismo día: “¿Realmente no entienden en Washington a qué
podría conducir esto? Ante esta situación cabe convocar a la ONU y al Consejo
de Seguridad, pues la decisión de Trump afecta a todo el mundo.” Por su parte,
el secretario de la Presidencia rusa, Dmitri Peskov, dijo el 21 de octubre que “seguramente
después de las recientes declaraciones serán necesarias explicaciones por parte
de los Estados Unidos.” Por su parte, el embajador ruso en Washington, Anatoli
Antonov, había adelantado el 10 de octubre que “últimamente se escuchan cada vez
más a menudo las declaraciones de militares americanos diciendo que necesitan
misiles de alcance medio y más corto para contener a China […] ¿Tal vez están
buscando un pretexto para salir del INF acusando de ello a Rusia?” La visita
del asesor de seguridad nacional del presidente Trump, John Bolton, a Moscú el
día 22 de octubre de 2018 para entrevistarse con Sergei Lavrov y Nikolai
Patrushev no despejó las dudas acerca de la decisión anunciada por el
presidente. Y, como sabemos, Trump no suelta una decisión cuando la ha tomado. Por
ello, el presidente Putin aseveró el 20 de noviembre de 2018 que estaba abierto
llevar a cabo negociaciones para asegurar la vigencia del Tratado. Sin embargo,
advirtió que en el caso de que los Estados Unidos decidieran retirarse finalmente
Rusia adoptaría las medidas necesarias para garantizar su seguridad y Moscú tiene
los medios y los recursos para hacerlo, entre ellos todos los nuevos sistemas
de armas que anunció el presidente Putin en su discurso ante las dos cámaras
del parlamento ruso el 1 de marzo de 2018 -que analizamos en la entrada EL PODER DOMINADOR DE LAS ARMAS NUCLEARES Y LA AMENAZA DE LA GUERRA de marzo de 2018-. Los dirigentes europeos han manifestado
su evidente preocupación por el anuncio de retirada americano que vuelve a
complicar las relaciones con Rusia en un momento delicado del conflicto en
Ucrania y que supondría dejar abierta la puerta a una carrera armamentista de
proporciones impredecibles. Sin duda, la retirada americana del Tratado INF supone
la ruptura definitiva de los acuerdos de desarme que pusieron fin a la Guerra
Fría, pero están en línea con la nueva política de defensa nuclear hecha
pública por el presidente Trump el 3 de febrero de 2018 -véase la entrada LA
NUEVA ESTRATEGIA DE SEGURIDAD NACIONAL Y LA POSTURA NUCLEAR DE LOS ESTADOS UNIDOS
de febrero de 2018-. El argumento es que el mundo actual es muy inestable, hay
grandes potencias que disputan la hegemonía americana y, por tanto, los Estados
Unidos deben tener todas las opciones abiertas para hacer frente a las
amenazas, incluido el desarrollo y despliegue de cualquier tipo de armamento
nuclear que suponga una ventaja comparativa con el potencial adversario.
¡Bienvenidos: el mundo hobbesiano ha regresado!
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Y el resultado anunciado se cumplió el 2 de febrero de 2019, con los EEUU abandonando del Tratado INF.
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