Hace tiempo que en
el blog estamos dedicando especial atención a los eventos espaciales que
generan las grandes potencias en la renovada carrera espacial que mantienen en
la nueva etapa de las relaciones internacionales en la que se ha pasado de una hegemonía imperfecta a una suerte de paz armada con un equilibrio sistémico
global inestable. Los dirigentes de todas ellas, desde los Estados Unidos y
Rusia, a China e India, pero también Israel o Irán, e incluso los de la misma
Unión Europea, son conscientes de que las guerras, o los enfrentamientos
bélicos en general, se inician y se resuelven en el espacio. Por eso, ante el anuncio del presidente Trump el 18 de junio de 2018 de crear la Fuerza Espacial de los Estados Unidos, como rama independiente dentro de las Fuerzas Armadas bajo la consideración de que "para defender a los Estados Unidos, no basta con tener presencia en el espacio, debemos tener el dominio del espacio", el Ministerio de Defensa de Rusia ha advertido a finales de agosto de 2018 que "una confrontación militar en el espacio podría ser tan peligrosa como la carrera armamentista desencadenada por Washington a mediados del siglo pasado". Esto es así porque
los sistemas de inteligencia estratégica dependen en gran medida de la
producción de los satélites de reconocimiento en sus diferentes versiones -no
digamos nada, en el caso de potencias medias, donde su dependencia de los
satélites de reconocimiento para la obtención de inteligencia estratégica es
absoluta-, los sistemas de comunicaciones, de mando y control y el despliegue
de tropas alrededor del mundo dependen de los satélites de comunicaciones y el
lanzamiento de las armas guiadas de largo alcance -como misiles de crucero o
misiles y bombas de corto alcance guiadas por satélite- alcanzan los objetivos
gracias a las señales de extremada precisión que son capaces de generar los
respectivos sistemas de posicionamiento -véase las consideraciones que hemos
hecho al respecto en la entrada DEMASIADOS PÁJAROS EN EL CIELO: COHETES ESTRÁTEGICOS, SATÉLITES Y ARMAS ESPACIALES de septiembre de 2017- . Y es en estos sistemas de
navegación de doble aplicación donde las grandes potencias realizan sus mayores
inversiones y obtienen las mayores ventajas: basados en la idea de un beneficio
comercial objetivo en un mundo completamente globalizado se han hecho con la
capacidad de batir cualquier objetivo de cualquier adversario en cualquier
momento, y hacerlo de forma prácticamente impune. Lo vemos en los ataques
combinados que lanzan actualmente los Estados Unidos, Francia e Inglaterra contra
objetivos gubernamentales en Siria o Rusia contra todo tipo de objetivos
yihadistas en Siria y también Israel con sus persistentes ataques aéreos contra
instalaciones militares iraníes en territorio sirio y contra las organizaciones
terroristas Hizbolá en Líbano y Hamás en Gaza. De hecho, el empleo de estas
tecnologías espaciales combinadas con el uso de los misiles de crucero ha
permitido acuñar el término “disuasión estratégica no nuclear”. De este modo,
es hasta normal el cúmulo de información y datos que sobre los avances en los
sistemas satelitales de posicionamiento global se han producido entre julio y
agosto. En primer lugar, el 25 de julio de 2018 un cohete europeo Ariane-5, que
despegó de la base espacial de Kourou, en la Guayana Francesa, puso en órbita
de forma simultánea cuatro satélites Galileo, sistema que ya cuenta con una
constelación de veintiséis satélites, y que transportan a bordo los relojes atómicos
más precisos que se han empleado en el espacio hasta ahora; como hemos
comentado en entradas anteriores, el sistema completo tendrá treinta satélites
en órbita, incluidas seis unidades de reserva, para dar cobertura global a cualquier
operador con capacidad de ser interoperable con el GPS americano y el Glonass
ruso. Seis días después, el 31 de julio de 2018 China anunció que había puesto
en órbita dos satélites gemelos del sistema de posicionamiento nacional Beidou,
que habían sido lanzados en un Cohete Larga Marcha-3B que despegó del
cosmódromo de Xichang. Los nuevos satélites se suman a ocho aparatos Beidou-3
que ya se encuentran operativos. Las funciones de estos aparatos es ofrecer
posicionamiento y guía para la navegación para cualquier medio de transporte
terrestre, marítimo y aéreo, y también para la guía de misiles balísticos y de
crucero, drones y cualquier equipo militar que lo demande. El sistema Beidou
comenzó a prestar servicios de navegación a China en 2000 y a la región de
Asia-Pacífico desde 2012, y la aspiración del gobierno chino es alcanzar la
capacidad de posicionamiento global para 2020 como hemos indicado en otra entrada.
Esto enlaza directamente con la capacidad de desplegar barcos de guerra,
unidades militares y bases de apoyo más allá de su espacio regional y
conseguir, definitivamente, la capacidad de desplegar los submarinos nucleares
portamisiles de la Marina del Ejército Popular en mares abiertos, de modo que
constituyan una auténtica fuerza contragolpe en caso de ataque nuclear, lo que
no han conseguido hasta ahora -véase al respecto nuestro trabajo sobre los SSBN de la Marina china publicado en diciembre de 2014-. Por su parte, el 8 de
agosto de 2018 los Estados Unidos pusieron en órbita el cuarto satélite de
comunicaciones de alta frecuencia AEHF desarrollado por Lockheed Martin, que
forma parte de una constelación de seis aparatos que están destinado
específicamente a proporcionar comunicaciones altamente seguras entre el
Consejo de Seguridad Nacional, los mandos militares nacionales y las unidades
desplegadas alrededor del mundo, incluida la transmisión de códigos de mando y
control nucleares. Las Fuerzas Armadas de Gran Bretaña, Canadá y Holanda
tendrán acceso a este sistema. Según fuentes del fabricante: “un solo satélite
AEHF proporciona una capacidad total mayor que la constelación Milstar de cinco
satélites” -los esfuerzos que están realizando los Estados Unidos en este ámbito los hemos tratado específicamente en la entrada ESTADOS UNIDOS AVANZA EN LA MILITARIZACIÓN DEL ESPACIO de junio de 2016-. Finalmente, el 22 de agosto se hizo público también que Rusia
lanzará a partir de 2022 una nueva generación de satélites Glonass-K2 con un
peso y unas capacidades que doblan las de los aparatos actualmente en servicio.
Según informó el director general de Sistemas de Satélites de Información
Reshetnev, Nikolai Testoyedov: “el nuevo satélite proporcionará una precisión
superior y no tendrá componentes fabricados en el extranjero.”; y quizás este
sea el aspecto más importante del nuevo Glonass-K2, en un escenario
internacional de mutuas sanciones internacionales por parte de los Estados
Unidos, la Unión Europea y Rusia, sin olvidar los efectos de la guerra
comercial en la que se hallan inmersos, pero bien es cierto que con carácter
selectivo, porque cuando se trata de equipos estratégicos, casi siempre logran
el entendimiento, como por ejemplo en el uso de los motores rusos RD-180 como
propulsores de los cohetes americanos, que ya hemos tratado en entradas anteriores, y que ha equipado precisamente al cohete Atlas V que llevó al
espacio el satélite de comunicaciones militares AEHF el 8 de agosto de 2018. El
sistema Glonass está integrado por veinticuatro operativos y varias unidades
más en reserva en el espacio y preparadas en tierra para ser lanzadas en caso
de fallo o pérdida definitiva de uno o varios aparatos.
"Eres tú..."
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