«LA SUSPENSIÓN DE LA PARTICIPACIÓN DE RUSIA EN EL TRATADO NUEVO START»

Es el título del ensayo que he publicado en el sitio web del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE) del Ministerio de Defensa de España donde se examinan la génesis, entrada en vigor y desenvolvimiento del Tratado de Limitación de Armas Estratégicas conocido como Nuevo START, su permanencia como instrumento fundamental para el mantenimiento del régimen de estabilidad estratégica entre las dos mayores potencias nucleares, los Estados Unidos y Rusia, desde el final de la Guerra Fría. Asimismo, se analiza las exigencias introducidas por la Administración Trump durante las negociaciones para su renovación, así como la prórroga exprés acordada entre los presidentes Vladimir Putin y Joseph Biden nada más llegar éste a la presidencia. En la parte final, se plantea cómo la guerra en Ucrania ha afectado a las relaciones estratégicas entre ambas grandes potencias, poniendo en peligro la existencia de aquel régimen de seguridad estratégica y el impacto que puede tener su desaparición en el sistema de seguridad global, a corto y medio plazo. El ensayo aporta con una bibliografía actualizada sobre el tema (texto completo).  

Referencia completa: Pérez Gil, L.: «La suspensión de la participación de Rusia en el tratado Nuevo START», Documento de Opinión IEEE núm. 34/2023, 30 de marzo de 2023, en https://www.ieee.es/contenido/noticias/2023/03/DIEEEO34_2023_LUIPER_Rusia.html

“Sally Sossa - Star Song.”

AUSTRALIA SE DOTARÁ DE SUBMARINOS NUCLEARES DE ATAQUE DE LA CLASE VIRGINIA

El 15 de septiembre de 2021 el presidente de los Estados Unidos y los primeros ministros del Reino Unido y de Australia acordaron el Pacto AUKUS (por Australia, Reino Unido y los Estados Unidos en inglés) destinado al reforzamiento de la alianza anglosajona en el Pacífico -sobre la relevancia político-estratégica del pacto véase la entrada EL FORTALECIMIENTO DE LA ALIANZA ANGLOSAJONA DEL PACÍFICO de septiembre de 2021-. Dicho pacto incluye un acuerdo sobre la nuclearización militar de Australia, que supone un auténtico vuelco en el sistema de seguridad regional del Pacífico, cada vez más polarizado entre una coalición militar bajo la hegemonía americana y el creciente poderío de una China comunista, que se está viendo cada vez más arrinconada por la agresiva política exterior de Washington. En términos realistas, esta situación solo puede conducir al conflicto, como estamos viendo en Europa en estos momentos. Después de empujar la ampliación y expansión de la OTAN hasta las mismas puertas de Rusia -que calificada por el presidente Obama como una potencia regional- a pesar de los acuerdos que pusieron fin a la Guerra Fría y permitieron la reunificación de Alemania, los responsables de la política exterior americana usaron al régimen ucraniano para provocar el conflicto con Rusia. A través de una guerra proxy están tratando de desgastarla, mientras han conseguido someter a los países europeos a un diktat propio de otras épocas, convirtiendo a la Unión Europea en un protectorado, incluida una Alemania completamente subordinada al poder imperial. Es decir, un auténtico fracaso de la Unión Política Europea. Ante este escenario, los dirigentes chinos están percibiendo que el tiempo de la paciencia estratégica se termina y que pronto tendrán que tomar decisiones de alcance político fundamental o -al contrario que la Rusia de Putin-, aceptar la servidumbre y someterse a los Estados Unidos. Sin embargo, estas ideas casan bien poco con la política y el pensamiento estratégico del máximo dirigente chino, Xi Jinping, que se han plasmado en una serie de objetivos a largo plazo en los que China aspira a recuperar su posición central en el mundo en 2049 (centenario de la proclamación de la República Popular China por Mao), convertida en una poderosísima potencia benévola que no somete por la fuerza, sino que acepta la subordinación del resto de países, dominados por su poderío económico, comercial, financiero y, finalmente, por el brillo de su propia cultura milenaria basada en valores no radicalmente opuestos, pero si en muchos casos divergentes respecto a los valores occidentales, por tanto, atractivos en amplias zonas del planeta. Ante esta situación, el realismo político proporciona las herramientas necesarias para evitar el conflicto a través del equilibrio de poder y la creación y el funcionamiento de un directorio entre grandes potencias. Este sistema existe, a pesar de los cambios en las partes (primero China y luego Rusia), desde 1945 en el Consejo de Seguridad de la ONU, que ha logrado mantener la paz y la seguridad mundial durante casi ochenta años. Sin embargo, el intento de los Estados Unidos de mantener a toda costa la hegemonía global puede llevar a su propia destrucción. Y cuando esto se produzca se habrán roto los mecanismos que evitan el conflicto y quedará expedita la vía para el enfrentamiento, que será, como hemos dicho en varias ocasiones, de proporciones cataclísmicas, si las partes se deciden a emplear armas nucleares para imponerse en el conflicto. Esta perspectiva que también explica la continua apelación de los medios occidentales a un eventual empleo de armas nucleares en Ucrania -véase la entrada LOS AUGURES DE LA GUERRA NUCLEAR, de marzo de 2022-, discurso azuzado por aquellos que están interesados en que Rusia abra la caja de Pandora del empleo de las armas nucleares para resolver un conflicto convencional -véase la entrada RUSIA REFUERZA SUS CAPACIDADES DE COMBATE NUCLEAR EN EL CONTEXTO DE LA GUERRA EN UCRANIA, de diciembre de 2022-. Rusia podría hacerlo si se ve acorralada, porque concibe la guerra en Ucrania como una guerra existencial (al estilo de la Gran Guerra Patriótica contra la Alemania de Hitler), mientras que los Estados Unidos las usarían para imponerse en la primera guerra por la hegemonía global, en un conflicto sin parangón en la historia de la Humanidad. Por eso, el anuncio del 9 de marzo de 2023 de que la Marina australiana planea comprar inicialmente al menos cuatro submarinos nucleares de ataque (SSN) de la clase Virginia construidos en astilleros americanos es preocupante. El 13 de marzo de 2023 los líderes de los tres países confirmaron en un encuentro en San Diego (Estados Unidos) un programa de adquisición de dos fases, con un coste total estimado de entre 179.000 y 245.000 millones de dólares. En la primera fase, Australia, comprará tres submarinos (más otros dos opcionales) armados con misiles de crucero de ataque a tierra, que serán entregados a partir de 2030. En una segunda fase, se planean construir en Australia otros cinco SSN basados en el futuro SSN británico, con entregas a partir de 2040, aunque no está claro si contará con un reactor de origen americano o británico. Además, a partir de 2023 y 2026 SSN americanos y británicos respectivamente comenzarán a a visitar puertos australianos de forma regular y en 2027 operarán desde la base naval de Stirling, en Perth (costa occidental australiana) como parte de la Fuerza de Rotación Submarina Oeste. Todo ello lo justifican en la necesidad de "proteger los intereses comunes en el Indo-Pacífico". Pero, es una pésima noticia para la paz y la seguridad global porque supone violar reglas básicas del régimen de no proliferación nuclear, porque asigna capacidades de ataque de largo alcance a un país que hasta ahora no las tenía y porque se aprueban con un objetivo claramente antichino, destinado a generar una carrera de armamentos que detraiga recursos de ese proyecto destinado a convertir a China en la potencia indispensable para una gran parte del mundo a través del comercio, el transporte, las finanzas y el crédito articulados a través de los proyectos que forman parte de la Nueva Ruta de la Seda.  

“Skrillex: Quest for fire.”