El 28 de septiembre de 2023 el Departamento de Defensa americano divulgó la nueva estrategia destinada a contrarrestar las armas de destrucción masiva de las dos grandes potencias a las que señala como sus principales oponentes en el sistema internacional: Rusia y la China comunista. El documento se basa en el escenario internacional establecido en la Estrategia de Seguridad Nacional de octubre de 2022 -véase la entrada ESTRATEGIA DE SEGURIDAD NACIONAL DE LOS ESTADOS UNIDOS 2022, de octubre de 2022- en el que China representa el principal desafío a la supremacía americana (hegemonía imperfecta en declive como hemos señalado en otros trabajos), a su afán por cambiar las reglas del orden internacional global, hecho a imagen y semejanza de los valores occidentales, a lo que se suman las crecientes capacidades estratégicas tanto de China como de Rusia. En consecuencia, afirma que “la capacidad de China y Rusia para adquirir, desarrollar y entregar armas de destrucción masiva ha aumentado”. Con respecto a Rusia dice que están expandiendo su enorme arsenal de armas nucleares tácticas de Rusia, estimado en 1812 cargas nucleares (frente a 200 de los Estados Unidos), cuando en realidad se está produciendo una reducción año tras año; asunto diferente es la modernización y entrada en servicio de nuevos vectores de lanzamiento de capacidades avanzadas, como por ejemplo, el misil de crucero terrestre 9M729 o los misiles hipersónicos Kinzhal y Tsirkon, todos con capacidad nuclear). En cuanto a China, sigue aseverando que está “implementando agresivamente un programa para expandir y modernizar sus fuerzas nucleares, probablemente tenga la intención de desplegar al menos mil ojivas nucleares para 2030 y 1500 para 2035”, a pesar de que el arsenal chino actual sólo cuenta con 410 ojivas nucleares (frente a 5244 de los Estados Unidos) -véase la entrada ARSENALES NUCLEARES DE LAS GRANDES POTENCIAS EN 2023: ENTRE LA AMENAZA NUCLEAR RUSO-AMERICANA Y LAS FALACIAS SOBRE CHINA, de junio de 2023-. Es preciso tener en cuenta que estas declaraciones forman parte de la propaganda del complejo militar-industrial americano para obtener fondos públicos para financiar sus gigantescos programas de armas estratégicas y tácticas -véase la entrada DE VUELTAS CON EL ARSENAL NUCLEAR DE CHINA: CUANDO LAS INVENCIONES RAYAN EL DISPARATE, de febrero de 2020. En consecuencia, los Estados Unidos y sus aliados y socios se enfrentan a un riesgo creciente y grave de que puedan verse involucrados en un conflicto militar en el que se usen armas de destrucción masiva (químicas, biológicas, radiológicas o nucleares). Como no podía ser de otra manera, también señala la amenaza latente que representa Corea del Norte para sus aliados más próximos en Asia (Corea del Sur y Japón) y las veleidades nuclearizantes del régimen de los ayatolás de Irán. Además, apunta al peligro de las organizaciones extremistas no violentas como actores a tener en cuenta en escenarios regionales por su capacidad potencial para hacerse con componentes o recursos que permitan la fabricación y empleo de las denominadas “bombas sucias”. Para contrarrestar esta amenaza, el Departamento de Defensa prepara y desarrolla programas de adquisición y modernización de sistemas de armas y vectores de lanzamiento que garanticen el funcionamiento de la disuasión nuclear (el mejor bien común legado por la Guerrea Fría): entre ellos los programas del bombardero estratégico B-21 Raider, el submarino nuclear lanzamisiles (SSBN) clase Columbia, el nuevo misil balístico intercontinental (ICBM) LGM-35 para la Fuerza Aérea (USAF), el misil de crucero de largo alcance LRSO, desarrollos incipientes de misiles hipersónicos o la modernización de las bombas nucleares tácticas desplegadas en Europa, por citar los programas más significativos -de los que informamos regularmente en el blog-. Sin embargo, de forma llamativa no habla de la responsabilidad de los Estados Unidos en el respeto de las normas internacionales, en el mantenimiento de la estructura de seguridad global (régimen de estabilidad estratégica) y en el funcionamiento del Consejo de Seguridad de la ONU, que son los factores que garantizan la paz y la seguridad mundiales. Como hemos dicho en reiteradas ocasiones, la quiebra o ruptura de ese régimen de seguridad mundial llevará aparejado crisis crecientes, conflictos regionales por el poder y la influencia entre grandes potencias y, finalmente, un enfrentamiento decisivo en el que se establecerá un nuevo orden internacional para un largo período de tiempo. Estamos a las puertas y muy probablemente lo veremos.
MISILES BALÍSTICOS, EJERCICIOS DE GUERRA NUCLEAR Y RÉGIMEN DE ESTABILIDAD ESTRATÉGICA
El 6 de septiembre de 2023 el Mando de Ataque Global de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos (USAF) efectuó el lanzamiento de un misil balístico intercontinental (ICBM) Minuteman III desarmado desde la base aérea y centro de pruebas de misiles de Vandenberg, en California. El misil voló una trayectoria de más de 6700 kilómetros hasta impactar en un punto predeterminado en el atolón de Kwajalein, islas Marshall, en el Pacífico sur -véase el comunicado oficial-. Al día siguiente, el Departamento de Defensa anunció la cancelación de la primera prueba de vuelo del misil hipersónico LRHW desde el centro espacial de Cabo Cañaveral, en Florida. Este tipo de lanzamientos forman parte de las actividades regulares de las grandes potencias nucleares (Estados Unidos, Rusia y también Francia) para certificar sus sistemas de combate nuclear. Además, estas tres potencias nucleares llevan a cabo ejercicios anuales de guerra nuclear en los que se prueban, además de los misiles con capacidad nuclear en sus diferentes versiones y vectores de lanzamiento, los sistemas de mando y control que permiten transmitir las órdenes de lanzamiento y ataque nuclear desde el Poder Político hasta al mando operativo que lleva a cabo la ejecución de la orden. En el caso de los Estados Unidos se trata del ejercicio Thunder de disuasión y ataque nuclear global, en el caso de Rusia el ejercicio GROM de guerra nuclear global y en el caso de Francia, los ejercicios Póker y Minotaur de ataque nuclear desde largas distancias -de todos ellos damos cuenta de forma regular en el blog-. Todas estas actividades, ejercicios y pruebas están destinados a enviar un mensaje de preparación y disponibilidad dirigido hacia sus contrapartes (las otras grandes potencias nucleares) de que la disuasión nuclear funciona, que sus principios básicos se mantienen vigentes y que son una parte fundamental del sistema de seguridad global. Esto es así porque su superestructura es el régimen de estabilidad estratégica, entre los Estados Unidos y Rusia, que junto con el funcionamiento del Consejo de Seguridad, sostiene la paz y la seguridad global. En un mundo cada vez más complejo y en cambio acelerado, solo el mantenimiento del régimen de estabilidad estratégica permite afirmar que los cambios se producirán de forma gradual basados en los principios de la cooperación internacional y de equilibrio de poder. Por el contrario, su puesta en duda, incumplimiento o vulneración (de menos a más) abriría el camino a una nueva carrera de armamentos nucleares (aquí es donde pueden entrar las veleidades anunciadas recientemente por el Reino Unidos en materia nuclear), a su empleo en conflictos entre una potencia nuclear y un Estado no nuclear (porque su uso se considere la forma más “económica” para terminar una guerra al lograrlo de forma inmediata) y en el peor de los casos, a un enfrentamiento nuclear directo entre grandes potencias, cuando una de ellas considere que ya no queda otra opción para cambiar las reglas del sistema internacional, porque ya no le favorecen o no se ajustan a sus objetivos imperiales a largo plazo. Pero, seamos honestos, estos escenarios son propios de las grandes potencias, en los que Europa (a pesar de su grandiosa superestructura jurídica) no tiene nada que decir, porque ni la paz ni la seguridad mundiales son asuntos que pueda ni sepa manejar.