El 21 de febrero de 2024 durante una intensa jornada de trabajo el presidente ruso, Vladimir Putin, realizó una visita a la Fábrica de Aviones de Kazán (KAZ), en la república de Tartaristán, donde se producen grandes aviones civiles y militares de Tupolev. En concreto, Putin, acompañado entre otros por el viceprimer ministro Denis Manturov, el ministro de Defensa general Sergey Shoigú, el director general de Rostec Sergey Chemezov y el director general la Corporación Aeronáutica Unificada (OAK) Yury Slyusar, recorrió un hangar de gigantescas dimensiones en el que estaban aparcados lado a lado cuatro bombarderos estratégicos supersónicos Tu-160M, dos de la versión M1, que son modernizaciones de células básicas de Tu-160 (numeral de costado 06 Rojo Ilya Muromets y 07 Rojo Alexander Molodchy) y los dos primeros M2, aparatos de nueva construcción (22 y 23 Rojo). Además, subió a uno de ellos por la escalerilla de acceso situada en el tren de aterrizaje delantero hasta la cabina de pilotaje y al día siguiente voló en el Ilya Muromets (actos típicos del personaje). Cada uno de estos bombarderos cuenta con dos bodegas equipadas con sendas tolvas rotativas para seis misiles de crucero con ojiva convencional o nuclear, con un alcance de 5.500 km. En concreto, los dos Tu-160M2 son los primeros aparatos de un ambicioso programa de adquisición de cincuenta unidades destinadas a sustituir a los vetustos pero efectivos Tu-95MS (como están demostrando en la campaña aérea contra Ucrania) y a los Tu-160 actualmente en servicio, renovando completamente la flota de bombarderos como componente básico de la triada estratégica nuclear -la entrada anterior del blog, de este mismo mes, está dedicada a la renovación del componente naval: BOTADURA DEL OCTAVO SSBN RUSO CLASE BOREY-. Sin embargo, el contexto de la industria aeronáutica rusa es extraordinariamente complejo y enfrenta retos comparables a los que sufrió tras la desaparición de la Unión Soviética a principios de los años noventa. Esto es así porque se trata de uno de los sectores de la economía rusa que ha sufrido un mayor impacto por las sanciones occidentales debido a la prohibición expresa de cualquier tipo de colaboración (compra, alquiler, mantenimiento, reparación, servicios, repuestos o apoyos) entre las grandes empresas aeronáuticas occidentales (esencialmente Airbus y Boeing, pero no son las únicas) y las empresas aeronáuticas y líneas aéreas rusas. Para reaccionar a esta situación de bloqueo el gobierno ruso aprobó un Plan Federal de Desarrollo de la Industria Aeronáutica hasta 2040 que demandará una fortísima inversión financiera que saldrá, en su mayor parte, procedente del Fondo de Bienestar Nacional. Los hitos de producción son muy exigentes y, en su estado actual, la industria aeronáutica rusa es incapaz de satisfacer las demandas planteadas tanto por la planificación gubernamental como por las necesidades operativas de las compañías aéreas. Al mismo tiempo, la continuación de la guerra en Ucrania requiere el mantenimiento de la producción de aeronaves militares (no se pueden desviar recursos del sector militar al civil), donde la mayor demanda se encuentra en helicópteros y aviones no tripulados (UAV) en todas sus versiones y cometidos. En este ámbito, Rostec parece que está respondiendo a las demandas operativas, ha duplicado la producción de helicópteros de combate y ha aumentado de forma exponencial la de UAV, especialmente en el segmento de municiones merodeadoras. A estos hay que añadir la importación de equipos de países que están prestando apoyo a Rusia. Es en este contexto en el que se tiene que entender la visita del presidente ruso a KAZ. Pero, además, hay implícito un mensaje estratégico dirigido a la OTAN y, por ende, a los Estados Unidos, como potencia rectora del Bloque Occidental y único oponente estratégico de Rusia: a pesar de todas las sanciones (el mismo día se anunció un acuerdo en el seno del Consejo de la UE sobre el decimotercer paquete de sanciones antirrusas), bloqueos y presiones a terceros países, la industria aeronáutica rusa es capaz de cumplir los hitos establecidos de renovación del componente aéreo de las fuerzas de disuasión estratégica, que garantiza la seguridad nacional frente a un intento de agresión por otra gran potencia por aplicación de la estrategia de la destrucción mutua asegurada. Y esta realidad desmonta completamente la retórica de Bruselas sobre las sanciones que, a pesar de ser “la munición de la UE” (Borrell) o tener como objetivo “destruir la economía rusa” (von der Leyen), no consiguen cambiar el curso de acción ruso en Ucrania, porque los dirigentes de las grandes potencias tratan de concertarse entre ellas, pero cuando no es posible aplican su poder y lo hacen con decisión.