El 11 de agosto de 2023 la Rusia independiente lanzó su primera misión espacial hacia la Luna, algo inédito durante los últimos cuarenta y siete años, y que forma parte del programa de investigación lunar de la corporación espacial rusa Roscosmos. Se trata de un lanzamiento de prestigio (la propia denominación Luna-25 enfatiza la continuidad con el programa soviético), que recuerda los tiempos de la antigua carrera espacial de la Guerra Fría, destinada a demostrar las capacidades de uno y otro bando en el contexto del enfrentamiento bipolar, ahora en medio de la guerra de desgaste en Ucrania. Pero, también es una misión oportuna y necesaria desde el punto de vista de los intereses rusos, porque, como gran potencia espacial, no quiere quedarse atrás en la carrera por los recursos naturales del espacio que no, porque parezcan aparentemente lejanos (en el tiempo y en el espacio), están ausentes del foco de interés de las grandes potencias, especialmente de los Estados Unidos y otras potencias cercanas, que están aprobando todo un conjunto de medidas legislativas, empresariales y científicas que contradicen los principios básicos del Tratado de Uso Pacífico del Espacio o Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre firmado entre los EE.UU., el Reino Unido y la Unión Soviética el 27 de enero de 1967 y del que forman parte 110 países. El lanzamiento se llevó a cabo desde el nuevo cosmódromo de Vostochny, situado en el oblast del Amur, en el Extremo Oriente ruso, una de las grandes infraestructuras del Programa Federal de Desarrollo de Extremo Oriente, patrocinado por el mismo presidente ruso, Vladimir Putin, con el objetivo a largo plazo de dejar de depender del cosmódromo de Baikonur, que quedó en territorio de Kazajistán tras de desintegración de la Unión Soviética. Se empleó el probadísimo cohete propulsor Soyuz-2.1b con etapa superior Fregat-M con el vehículo de exploración Luna-25 de 1759 kg de masa a bordo que, después de separarse de la etapa superior, inicio su vuelo hasta la Luna, donde está programado que aterrice cerca del cráter Boguslavsky el 21 de agosto. Esta es la parte de prestigio de esta misión: demostrar que a pesar de librar una guerra larga en Ucrania, hacer frente a las sucesivas rondas de sanciones occidentales, a la pérdida de clientes occidentales y a una decidida política antirrusa del Bloque Occidental, Rusia puede acometer una misión de este tipo (por coste y capacidades, solo a mano de las grandes potencias). Pero, además, su misma percepción como gran potencia, incluida la adjetivación de potencia espacial, hace que no quiera perder una nueva carrera, que ella misma lideró en su primera versión (siendo la Unión Soviética) durante décadas y, después, encabezando el número de lanzamiento espaciales hasta tan tarde como 2013, con los Estados Unidos y China detrás. Actualmente, esta situación se ha dado la vuelta -Rusia se mantiene en tercer lugar, con los anteriores en el primer y segundo puesto-. Por tanto, el mantenimiento de los programas científicos y de investigación espacial son fundamentales para mantenerse en la carrera por la explotación de los recursos espaciales. Sin embargo, es evidente que una guerra larga en Ucrania (de cinco a siete años de duración) está imponiendo un fuerte impulso al gasto militar en detrimento de todos los presupuestos civiles, aunque también es preciso reconocer que el programa espacial militar ruso se está beneficiando de la necesidad de recuperar, de forma acelerada, las capacidades de comunicaciones, vigilancia, reconocimiento y alerta temprana que fueron perdiendo progresivamente durante los veinticinco años posteriores a la caída de la Unión Soviética. ¿Rusia está en condiciones de continuar siendo una potencia espacial? La respuesta es que todo dependerá de su capacidad económica y financiera a largo plazo, en un escenario de enfrentamiento caliente con Occidente, y de la posición que tengan hacia ella las potencias emergentes: China, India, Brasil, Sudáfrica y Turquía básicamente. No obstante, los datos económicos y las proyecciones a largo plazo, dicen que Rusia continuará estando entre las principales potencias económicas mundiales. Y también, que si alguien cede en esa lista, son los países europeos, asunto que sería conveniente analizar, si realmente a alguien le interesara el futuro de Europa, añadamos ingenuamente, autónoma e independiente. Todo un esfuerzo sin parangón en estos tiempos. Seguimos contemplando el centro de la Historia.
Epílogo. El 19 de agosto a las 11.57 UTC el Centro Principal de Control Espacial ruso perdió el contacto con la nave Luna-25 después de emitir las órdenes para alcanzar la órbita precisa para realizar la maniobra de aterrizaje lunar. Los intentos de recuperar la transmisión de datos resultaron infructuosos y, al día siguiente, Roscosmos anunció que la nave se había estrellado contra la superficie de la Luna después de ejecutar una órbita incorrecta de entrada.