EL CENTRO DE LA HISTORIA: PUTIN, KIM Y LA FIRMA DEL TRATADO DE PYONGYANG

Del 18 al 19 de junio de 2024 el presidente Vladimir Putin realizó su segunda visita oficial a Corea del Norte (la anterior fue en julio de 2000, tras su primera toma de posesión después de ganar sus primeras elecciones presidenciales). Putin viajó acompañado por una importante delegación de ministros y funcionarios del nuevo gobierno ruso (salido también de su toma de posesión para un quinto mandato), entre ellos estaban el nuevo primer viceprimer ministro, Denis Manturov (una destacada «paloma» que goza del favor del Kremlin) y el flamante ministro de Defensa civil (no es el primero en la Rusia de Putin), Andrey Belousov, que fue el primer viceprimer ministro y responsable de Economía en el anterior gobierno ruso (lo que es una señal clara de quiénes han ganado y quienes han perdido, momentáneamente, en la lucha por el poder en el seno del régimen ruso tras la debacle militar de 2022). Las reuniones en Pyongyang entre Putin y Kim Jong-un fueron cordiales, expresivas y más propias de países amigos y aliados que la visita del líder de una gran potencia a un país subordinado. Estas son cosas que hacen la guerra y la necesidad: tener amigos y aliados, pero también empatizar con los que piensan igual, pero además en el caso norcoreano es de los que arriman el hombro y no ponen excusas cuando se les necesita. Por esos motivos la escenificación fue magnífica, no estridente, y el presidente ruso correspondió a su contraparte como necesitaba (aplicación del principio do ut des). El mismo día de la llegada de Putin a Pyongyang se anunció la firma de un nuevo Tratado de Asociación Estratégica Integral entre los dos países, que sustituye a los sucesivos acuerdos de 1961, 2000 y 2001. Al día siguiente (19 de junio), durante una comparecencia pública Putin adelantó que el tratado recién firmado recogía una cláusula de asistencia mutua en caso de agresión (mensaje estratégico dirigido a Estados Unidos y Corea del Sur, pero también a Japón). Asimismo, afirmó que en el documento se establecieron las bases de las relaciones entre los dos países y señaló que es el fundamento para aumentar la cooperación militar entre los dos países (mensaje estratégico dirigido a la OTAN, Corea del Sur y Ucrania). Por su parte, un sonriente Kim declaró que el tratado estaba destinado a proteger y defender los intereses fundamentales de los dos Estados (mensaje dirigido a Estados Unidos y a Corea del Sur). Pero, fue el asesor en política exterior del presidente ruso, Yury Ushakov, quien puso las cosas en su justo término: afirmó que el tratado es una respuesta a los cambios en la situación estratégica mundial (mensaje dirigido exclusivamente a los Estados Unidos) y a la conveniencia de fortalecer las relaciones entre los dos países (mensaje dirigido a Ucrania y Corea del Sur; en este caso, el orden de los factores no altera el producto, porque ambos sufrirán las consecuencias del entendimiento ruso-norcoreano, aunque uno lo hará con más bajas que el otro). Pero, ¿qué acordaron Putin y Kim en el documento de Pyongyang? Evidentemente el documento fue preparado de antemano y es muy probable que sus términos generales se cerraran durante la larga visita de Kim a Rusia oriental en septiembre pasado, donde además mantuvo un significativo encuentro con Putin en un escenario único, destinado a impresionar, pero también a compartir: el nuevo cosmódromo de Vostochny, en la región del Amur. Para despejar dudas e incógnitas y exhibir el producto (interesaba a ambas partes), el 20 de junio el gobierno norcoreano publicó el contenido del tratado. El documento consta de veintitrés artículos, es extenso, recoge acuerdos básicos para enfrentar amenazas comunes y establece los fundamentos para una relación a largo plazo, de hecho, el tratado se acuerda con una vigencia indefinida. Hagamos un rápido recorrido. En los artículos 1 y 2 se establecen los principios básicos de las relaciones entre los dos países, que se basan en el respeto mutuo de la soberanía nacional, no agresión, no injerencia en los asuntos internos, igualdad, desarrollo de relaciones amistosas y de cooperación, apoyo al funcionamiento de la estabilidad estratégica y el compromiso de trabajar para crear un orden internacional multipolar. Para hacer efectiva la aplicación de estos principios acuerdan establecer mecanismos de consultas y diálogo permanente sobre los principales temas de interés mutuo. El artículo 3 declara que las partes cooperarán para garantizar que “en caso de que surja una amenaza directa de que se pueda llevar a cabo un acto de agresión armada contra cualquiera de las partes, ambas partes activarán inmediatamente el canal de negociación bilateral con el fin de acordar posibles medidas prácticas.” El artículo 4 establece una cláusula de asistencia militar en caso de ataque contra una de las partes, automática, incondicional y por todos los medios a su alcance: “Si una de las partes se encuentra en estado de guerra debido a un ataque armado de uno o más Estados, la otra parte le proporcionará inmediatamente asistencia militar por todos los medios a su disposición, de conformidad con el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas y las leyes de la República Popular Democrática de Corea y de la Federación de Rusia.” El artículo 5 prohíbe la celebración de acuerdos con terceros países que infrinjan la soberanía y la seguridad de una de las partes. Tampoco apoyarán a terceros países en tales intentos. El artículo 6 afirma que ambos países se comprometen a mantener una política amante de la paz (según la fórmula empleada en el preámbulo de la Carta de la ONU) destinada a garantizar la seguridad y la estabilidad. El artículo 7 establece el compromiso de consulta en los asuntos internacionales y de cooperación y apoyo mutuo en las organizaciones internacionales. En el artículo 8 las partes acuerdan tomar medidas para fortalecer las capacidades de defensa para garantizar la paz, tanto en los ámbitos regionales como internacional. En los artículos 9 a 15 acuerdan ampliar las relaciones comerciales, aumentar las inversiones y cooperar en materias de ciencia, tecnología, entre otras. El extenso artículo 16 afirma que Rusia y Corea del Norte se oponen (como no podía ser de otra manera) a las sanciones unilaterales (es decir, occidentales), no utilizarán medidas coercitivas unilaterales contra el otro y consideran que tales acciones son contrarias a la Carta de la ONU (porque aquí Rusia cuenta con el derecho de veto, de modo que nada que pretenda tener alcance global se aprobará sin su consentimiento, es la esencia del funcionamiento de orden internacional global y la garantía de la paz entre las grandes potencias). Los artículos 17 y 18 establecen de las bases de la cooperación en la lucha contra el terrorismo internacional, los extremismos, la propaganda y las acciones informativas de terceros (a la que consideran que están sometidos fuertemente ambos países). Los artículo 19 y 20 tratan sobre relaciones culturales mutuas, el estudio de los idiomas respectivos y el fomento de relaciones de amistad entre los dos pueblos (mensaje dirigido al denominado “Occidente colectivo”). El artículo 21 enuncia el compromiso de cooperar de forma permanente para la aplicación de las cláusulas del presente tratado y los artículos 22 y 23 establecen las condiciones de ratificación y entrada en vigor del propio tratado, que se establece por tiempo indefinido, como dijimos ut supra. Por tanto, llegados a este punto tenemos que tener claro que tanto la visita oficial de Putin a Corea del Norte como la firma del Tratado de Asociación Estratégica Integral (Tratado de Pyongyang) representan un apoyo extraordinario a la legitimidad del (¿renqueante?) régimen norcoreano encabezado por la tercera generación de la familia Kim. También que los principales damnificados por la firma de este tratado son Ucrania (asegura el flujo continuo de municiones y suministros a las fuerzas rusas) y Corea del Sur, que ve como se alejan las posibilidades de lograr cualquier acuerdo con el régimen norcoreano para reducir los riesgos de conflicto o, incluso, que se pudiera poner fin a la división de la península norcoreana. Kim ha tenido la oportunidad (y también , porque no, la sagacidad) de poder comprar la supervivencia de su régimen por unas cuantas décadas más al modesto precio de producir unos millones de municiones que, además, serán empleadas a miles de kilómetros de distancia. Por su parte, el Kremlin ha buscado también lanzar un mensaje de advertencia a terceros países (los no alineados, dubitativos o que no tienen claro todavía de qué lado cae el poder) en el que pone de manifiesto que los que actúen en favor de los intereses americanos en Ucrania contra los intereses rusos, recibirán un daño proporcional en sus propios intereses (léase entre líneas también “aquellos que actúen en favor de los intereses americanos en cualquier parte del mundo contra los intereses chinos, sufrirán un daño proporcional en sus propios intereses). Porque la conclusión final de todo esto es que nada de lo acordado en Pyongyang se ha hecho sin la anuencia de la China comunista. Por tanto, estamos contemplado el centro de la Historia

(G)I-DEL: “Fate”.

AMENAZAS DE EMPLEO Y PRUEBAS DE MISILES CON CAPACIDAD NUCLEAR EN EL CONTEXTO DE LA GUERRA EN UCRANIA

Durante los meses de mayo y junio de 2024 funcionarios, académicos y medios rusos han arreciado en sus amenazas de guerra nuclear en caso de escalada de los países de la OTAN en el conflicto en Ucrania -asunto que hemos analizado recientemente en la entrada GUERRA EN UCRANIA, FRACASO DE LA INSTITUCIONALIDAD EUROPEA Y ARMAS NUCLEARES, de mayo de 2024-. Es más, esos propios actores proclaman abiertamente los probables objetivos de las armas nucleares rusas (y no están en el territorio de Ucrania), en el caso de que los dirigentes del Kremlin decidieran dar el paso que pide enfáticamente el académico y exasesor presidencial Sergey Karaganov para restaurar el funcionamiento de la disuasión (“despertando el sentimiento de supervivencia en Occidente” a golpe de detonación nuclear, como escribió dramáticamente en junio de 2023) y acabar inmediatamente con la guerra en Ucrania -véase la entrada EL RIESGO DE UNA GUERRA NUCLEAR CON RUSIA, de febrero de 2024-. Esos mismos actores destacan que se trataría del empleo de armas nucleares tácticas (es decir, de teatro), dejando de lado las estratégicas, que son aquellas que están destinadas a disuadir a las grandes potencias (a los Estados Unidos) mediante la aplicación de la estrategia de la destrucción mutua asegurada (a la que se adhirieron fervientemente los dirigentes soviéticos y después los rusos). Para dar el máximo valor a estos puntos de vista, durante la celebración del Foro Económico Internacional de San Petersburgo (que contó con 21.300 asistentes de 139 países y 4200 periodistas), Karaganov moderó un debate sobre el tema de la doctrina y empleo de armas nucleares en el contexto de la guerra en Ucrania en el que participó el propio presidente Vladimir Putin, que lanzó un mensaje estratégico inapelable a los dirigentes europeos: solo la valoración de nuestros propios intereses es lo que determina (léase “frena”) nuestras decisiones. Precisamente, unos días antes, el 4 y 6 de junio de 2024, el Mando Estratégico de los Estados Unidos llevó a cabo sendas pruebas de lanzamiento de misiles balísticos intercontinentales (ICBM) LGM-30 Minuteman III desde la base aérea de Vandenberg, en California, hasta alcanzar los objetivos establecidos en el campo de pruebas Reagan, en el océano Pacífico occidental. Según indicaron autoridades militares americanas, la ejecución de estos lanzamientos fue comunicada formalmente a la contraparte rusa, en el marco del acuerdo de intercambio de información sobre lanzamientos de misiles balísticos destinado a evitar un incidente no deseado debido a una interpretación errónea sobre las intenciones de dichas pruebas (mecanismo que se acordó al final de la Guerra Fría y que no ha sido suspendido por ninguna de las partes, a pesar de la creciente pérdida de medidas de confianza entre ambas). Tras finalizar la segunda prueba, el Mando Estratégico americano publicó que “el lanzamiento mostró que el grupo de misiles balísticos intercontinentales de los Estados Unidos está listo, es fiable y efectivo para su uso y disuasión”. Como hemos dicho en reiteradas ocasiones, estas pruebas forman parte del programa de adiestramiento de las fuerzas de disuasión nucleares, se planifican con muchísima antelación y el resultado de las mismas permite evaluar el funcionamiento y eficacia de los sistemas de armas. Pero, además, a veces se ejecutan en momentos de tensión internacional con el objetivo de enviar un mensaje político estratégico a otras grandes potencias sobre el grado de preparación y disponibilidad nuclear de sus arsenales. En realidad solo dos grandes potencias son capaces de planificar, preparar y ejecutar este tipo de ejercicios: los Estados Unidos y Rusia, a los que se suma Francia, pero con un arsenal y unas capacidades nucleares muy inferiores a las de las otras dos (5044 y 5576 ojivas frente a 290 respectivamente). Además, al día siguiente (7 de junio de 2024), se anunciaron planes del Departamento de Defensa sobre la preparación de una nueva estrategia de disuasión nuclear americana en la que se pondría más énfasis en el peso de las armas nucleares para disuadir un conflicto o para su empleo en caso de inicio de hostilidades con otras grandes potencias o con países abiertamente hostiles. Estas intenciones se basan en el deterioro del régimen de no proliferación nuclear (lo que no es una novedad), el fracaso del régimen de control de armamentos (del que acusan a otras potencias, pero que ha sido provocado por los mismos Estados Unidos y su denuncia y abandono de los principales tratados internacionales que existían en la materia), en la posición cada vez más asertiva de Rusia y la China comunista en los asuntos globales y, finalmente, en sus intentos de mantener su hegemonía a toda costa en un sistema internacional que se encuentra inmerso en un proceso de cambio acelerado -véase la entrada «LA TRANSICIÓN DE UNA HEGEMONÍA IMPERFECTA A UN SISTEMA MULTIPOLAR INESTABLE», de marzo de 2024-. Desde la Administración Biden advierten que negarse a negociar con los Estados Unidos tendrá consecuencias (la principal, y que es dañina para todos, es el deterioro de la seguridad internacional). Sin embargo, ante el inminente inicio de las elecciones presidenciales americanas, es probable que la publicación del documento se retrase hasta después de febrero de 2025 (tras la toma de posesión del presidente electo). También corresponderá al nuevo presidente decidir si se mantiene el régimen de estabilidad estratégica con Rusia (el Tratado de Limitación de Armas Estratégicas o Nuevo START vence el 5 de febrero de 2026) o se completa la ruptura de la superestructura del régimen de seguridad mundial en aras de su preparación para el próximo enfrentamiento a gran escala, que tendrá su epicentro en el área del Pacífico. Todas estas cuestiones responden al viejo aforismo latino: Si vis paquem, para bellum, que mantiene toda su vigencia. Y es muy diferente al “mundo Alicia” europeo (por el cuento de Lewis Carroll) donde las constantes y ridículas declaraciones en favor de la paz no tienen más sustento que el sentimiento de considerarse depositarios de una verdad absoluta que estaría basada en una suerte de ideología denominada “europeísmo”. Sin embargo, en el contexto de una guerra entre grandes potencias esta concepción puede arrastrar a Europa a su propio final, bien por el inicio de una guerra nuclear en su propio suelo (todos dicen enfáticamente “no querida por nadie”, incluido el primer candidato a apretar el botón, el presidente ruso) o por la propia implosión política de una organización que fue creada para garantizar la paz, pero cuyos responsables no dudan en empujar una guerra en el Este de Europa que no conduce a nada más que a la destrucción y a la muerte de miles y miles de personas (por ahora). Una guerra en la que, como siempre, los intereses de las grandes potencias predominan y el resto son objetos de esos intereses

Danny Elfman: “Alice's Theme.”

CONFERENCIA INTERNACIONAL SOBRE DERECHO Y POLÍTICAS PÚBLICAS DEL ESPACIO EN BRAGA

El 6 de junio de 2024 la Escuela de Derecho de la Universidade do Minho organizó en Braga (Portugal) una jornada sobre Derecho y políticas del espacio con el título “E-TEC4SPACE Law and Policy Challenges for a competitive domain” (Desafíos legales y políticos para el dominio espacial) dirigida por el profesor Dr. Bruno Reynaud de Sousa, en el marco de los Minho Space Days. Este evento académico forma parte del enfoque general adoptado por esa universidad con el objetivo de profundizar en la investigación y desarrollo de los estudios espaciales con una visión multidisciplinar, que van desde la ingeniería, la informática y la medicina hasta la comunicación y el Derecho. Durante la jornada se trataron los temas más importantes en materia de estrategia espacial: políticas públicas sobre la exploración y explotación del espacio, estrategias nacionales de aplicación de esas políticas, cooperación internacional en el espacio, acuerdos internacionales y aplicación del Derecho que es propio a ese dominio. La primera intervención corrió a cargo del consejero senior de seguridad y coordinador de seguridad de la Agencia Espacial Europea (ESA), general (ret.) Pascal Legai, que realizó una presentación sobre las misiones y actividades de esa agencia. La ESA cuenta actualmente con cinco mil quinientos empleados y gestiona el 60 % del presupuesto que destinan los Estados europeos a programas espaciales con los siguientes objetivos: garantizar la independencia en el acceso al espacio, la soberanía tecnológica, el desarrollo de sistemas de doble uso con aplicaciones civiles y militares, la actualización permanente de los datos del planeta y el clima y la participación en programas STEM (atraer y retener talento). Asimismo, expuso tanto los principales programas espaciales actuales (Galileo, Copernicus, Webb, Artes y Rosetta) como los planes hasta 2030, período en el que está previsto aumentar el número de satélites espaciales hasta mil setecientos por año (frente a los escasos cien que se ponían en órbita al año en la década 2010-2020). Además, planteó una cuestión crucial: ¿dónde está Europa en relación con los principales competidores espaciales: los Estados Unidos, Rusia, la China comunista, pero también India? Para tratar de responder a esos retos citó las principales líneas de acción de la “Agenda de la ESA 2025+”: refuerzo de las relaciones ESA-UE, comercialización de lanzadores (es evidente que se tienen que producir cambios acelerados para poder competir en el mercado comercial), seguridad y protección, nuevos programas avanzados y transformación de la propia Agencia. Sin embargo, el análisis comparativo de los presupuestos que dedican las grandes potencias al espacio pone de manifiesto que Europa continuará cada vez más rezagada (lo que es un reflejo del decreciente peso económico y político de Europa en el sistema internacional globalizado) y plantea dudas sobre la seriedad de los objetivos plasmados en el “Enfoque de la ESA para 2040”, un documento más voluntarista que realista sobre las capacidades europeas para liderar en el mundo en un escenario a largo plazo. A continuación se desarrolló una mesa dedicada a analizar la relevancia del espacio en las prioridades de las políticas públicas, donde se examinaron el enfoque del Derecho en la regulación del espacio, la problemática de la competencia entre ordenamientos jurídicos (internacional versus nacionales y también regional, por ejemplo en el espacio europeo), debate que responde a la existencia de intereses divergentes entre las grandes potencias, y el espacio como un dominio más para la competición y el conflicto. Madga Cocco departió sobre la regulación nacional del espacio en el caso de Portugal, los aspectos relacionados con las comunicaciones y la digitalización y la necesidad de introducir cambios legales para aprovechar las sinergias que genera el sector espacial. Hugo Costa (representante de la Agencia Espacial Portuguesa) expuso la política espacial de Portugal desde un enfoque europeo y el coronel Pedro Costa (de la Fuerza Aérea Portuguesa) habló de la importancia del espacio para las Fuerzas Armadas, la actual fase de militarización del espacio (definido como dominio operacional) y la necesidad de aplicar cambios en las Fuerzas Armadas portuguesas para multiplicar sus capacidades. La segunda mesa estuvo dedicada a examinar el programa de potenciación de los estudios multidisciplinares en materia espacial en la Universidad do Minho, donde académicos de las facultades de Medicina, Ingeniería y Derecho analizaron las dinámicas existentes para crear sinergias en el sector espacial. Finalmente, el embajador checo en Portugal, Martín Pohl, expuso un estudio de caso de éxito sobre actividades en materia espacial de su país. Al día siguiente, en la Escuela de Medicina se desarrolló otra jornada dedicada a los estudios de fisiología, psicología y sociología de las actividades en el espacio, donde se presentaron los últimos avances en esas materias y también concurrieron empresas privadas que presentaron sus propios programas de desarrollo e innovaciones. En definitiva, un espacio interesante e idóneo para debatir sobre los temas que, sin duda, estarán en el centro de la lucha por el poder y la influencia entre las grandes potencias en las próximas décadas.

El programa de la jornada y los participantes están disponible aquí.  

Hans Zimmer: “Interstellar”.