UN PRESUPUESTO PARA GANAR UNA GUERRA

 

El 24 de septiembre de 2024 el primer ministro ruso, Mijaíl Mishustin, presentó las líneas básicas del proyecto de presupuesto federal para 2025 y la planificación para el período 2026-2027. Las prioridades son la defensa (casi un tercio del total), el desarrollo tecnológico y la contención social, aunque en su exposición pública el gobierno ruso invierte el orden, porque el principal objetivo de política interna del Kremlin en el contexto de la guerra en Ucrania es mantener la cohesión y la paz social (es precisamente ese objetivo el que explica y justifica la inusitada lucha contra la corrupción iniciada por el Comité de Investigaciones con rasgos de cruzada nacional). Los números más significativos anunciados son:

- Aumento de los ingresos hasta 40,296 billones de rublos (+ 12 % respecto al año 2024), con un fortísimo aumento de los ingresos no relacionados con hidrocarburos (gas y petróleo) de un 73% respecto al año anterior.

- Aumento de los gastos hasta 41,469 billones de rublos.

- Déficit estimado del 0,5 % PIB (en 2024 del 1,7 % del PIB, según dato actualizado).

- Los 19 programas federales de desarrollo contarán con una financiación de 40 billones de rublos en los próximos seis años.

- Las regiones recibirán transferencias equivalentes a tres billones de rublos y, además, se planea una condonación de hasta dos tercios de su deuda  (no se puede dudar que la distribución de los fondos y la condonación de deudas estará directamente relacionada con el cumplimiento de las cuotas de reclutamiento de voluntarios para servir en Ucrania).

- Los programas de apoyo a las familias recibirán 10 billones de rublos.

- El salario mínimo se fijará en 22.440 RUB (+ 16,5 %), con un objetivo a largo plazo de 35.000 rublos (en 2030).

- Se estima una cotización media del rublo en 96,5 rublos por dólar (en 2024 fue de 91,2 rublos).

El gobierno federal aprobó al día siguiente el proyecto de presupuesto para su envío a la Duma (cámara baja del parlamento ruso). Por su parte, el ministro de Economía, Maxim Reshetnikov, informó sobre los principales objetivos macroeconómicos para el ejercicio de 2025:

- Crecimiento del PIB del 2,5 % (la previsión de cierre de 2024 es del 3,9 %), con 30 % por inversión y 60 % por la demanda de los consumidores.

- Objetivo de inflación del 4,5 % (en 2024 avanza al 7,3%).

- Precio medio del barril de petróleo en 69,7 dólares (en 2024 se estimó en 70 dólares).

Según la legislación rusa, el proyecto de presupuestos tiene que estar presentado en la Duma el 1 de octubre de cada año. De este modo, el 30 de septiembre de 2024 el gobierno ruso presentó a la Duma dos documentos: el proyecto de ley sobre el presupuesto federal para 2025 y la planificación 2026-2027 y las “Directrices principales de la política fiscal y presupuestaria” para el período 2025-2027, elaboradas por el Ministerio de Hacienda dirigido por Antón Siluanov. Los puntos principales son:

- El plan financiero federal se basa en la acumulación de reservas líquidas para hacer frente a un entorno desfavorable y la vuelta a la regla presupuestaria de déficit primario cero, que es la diferencia de ingresos y gastos cero, sin contar con el pago de los intereses de la deuda pública.

- Los ingresos aumentarán hasta 40,3 billones de rublos, un 12 % respecto al año anterior (en 2024 fue del 24 % respecto a 2023) y los gastos a 41,5B RUB, solo un 5 % (en 2024 aumentó un 18 % respecto al año anterior).

- Estimación de déficit anual de 1,2 billones de rublos, equivalente al 0,5 % PIB (en 2024 se sitúa en el 1,7%).

- Los ingresos presupuestarios procedentes de hidrocarburos se establecen en 60 dólares y el excedente se ingresará en el Fondo de Bienestar Nacional (fondo soberano ruso), que se ha utilizado masivamente para financiar la guerra desde marzo de 2022.

- El presupuesto se ha elaborado con un objetivo de inflación del 4,5 % anual (en 2024 es del 7,3 % como se apuntó más arriba).

- Los gastos de defensa ascienden a 13,5 billones de rublos (unos 140.000 millones de dólares), que representa el 32,5 % del gasto presupuestario total en 2025 (en 2024 se presupuestó en 10,8 billones de rublos, un 29,4 % del presupuesto federal). Aparte, están las partidas presupuestarias declaradas secretas, que aumentan dicho gasto.

Además, el mismo día la Duma aprobó subidas de los tipos de gravamen de los impuestos especiales sobre gasolinas, alcohol, cigarrillos, bebidas azucaradas y productos petrolíferos para aumentar la recaudación, justificando esas medidas en el cumplimiento del objetivo de déficit primario cero señalado más arriba. Cabe recordar que, ya en junio de 2024, se introdujeron modificaciones a la ley de presupuestos de 2024 (firmada por el presidente ruso el 27 de noviembre de 2023) aumentando los ingresos de 33,6 billones de rublos a 35,06 billones y los gastos de 24,4 a 37,18 billones de rublos, con un déficit estimado de 2,12 billones al final del año. Al mismo tiempo, las autoridades rusas dirigidas por el aparato de poder del Kremlin tratan de realizar los ajustes macroeconómicos necesarios para evitar tensiones derivadas de esa situación (expansión del consumo interno, inflación, falta de mano de obra) que puedan afectar al nivel de vida de los ciudadanos.

En consecuencia, el proyecto de presupuesto federal ruso de 2025 muestra una capacidad (casi inagotable) para aumentar los ingresos mediante la exacción de recursos de la economía productiva para financiar la guerra en Ucrania, una contención del gasto (en relación al período 2022-2024) y un intento (encabezado por el ministro de Hacienda) de poner orden en las cuentas públicas tratando de regresar a la ortodoxia presupuestaria (no gastar por encima de los ingresos), políticas que permitieron al país salir de la profunda crisis económica de los años noventa, estabilizar la economía nacional y, más tarde, mejorar el nivel de vida de los ciudadanos, que es la base fundamental de la solidez del régimen putiniano.

Pero, como titulamos esta entrada, se trata de un presupuesto para un país en economía de guerra, que destina casi un tercio del presupuesto al gasto militar, que aceptó el reto de librar una guerra larga confiando en la capacidad de sus gigantescas compañías energéticas para generar recursos sin límite (un análisis más amplio en la entrada «CAPACIDADES MILITARES RUSAS Y ECONOMÍA DE GUERRA EN EL CONFLICTO EN UCRANIA», de julio de 2024), y que, gracias a su capacidad de control interno y de generar cohesión social, se muestra resistente a las presiones externas para alcanzar sus objetivos estratégicos: a medio plazo, ganar la guerra en Ucrania y, a más largo plazo, imponer una zona de influencia que proteja al país de invasiones y actos de agresión, la gran obsesión histórica de todos los mandatarios rusos y soviéticos.  

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EJERCICIOS NAVALES QUE REMEMORAN LA GUERRA FRÍA, PARIDAD NUCLEAR ENTRE GRANDES POTENCIAS Y SUICIDIO ESTRATÉGICO

 

El 11 de septiembre de 2024 el submarino nuclear estratégico (SSBN) Generalísimo Suvorov regresó a su base en la península de Kamchatka después de completar su primera patrulla de disuasión en el océano Pacífico. Se trata del sexto submarino de la clase Borey, que entró en servicio en la Marina rusa en diciembre de 2022, y el cuarto asignado a la Flota del Pacífico. Desde 2013 la Marina rusa ha recibido siete nuevos SSBN de cuarta generación (clase Borey) y en diciembre de este año previsiblemente se entregará el octavo (el Knyaz Pozharsky actualmente está en pruebas de mar). Además, hay otros dos SSBN en construcción en los astilleros Sevmash en Severodvinsk y el Ministerio de Defensa ruso firmó un contrato por otros dos para contar con una fuerza de disuasión nuclear total completamente modernizada de doce submarinos con el objetivo de seguir manteniendo una situación de paridad con la US Navy en las próximas décadas. De este modo, mientras los Estados Unidos están construyendo su primer SSBN de nueva generación (clase Columbia), que entrará en servicio alrededor de 2031-2032 (véase la entrada EL SSBN COLUMBIA COMIENZA A TOMAR FORMA, de enero de 2024), las Fuerzas Submarinas Estratégicas de Rusia ya cuentan con ocho nuevos SSBN y, cuando llegue el primero equivalente americano, la Marina rusa habrá renovado completamente toda su fuerza de combate nuclear embarcada. Esta fuerza dispondrá de una potencia de combate total equivalente a 6400 bombas atómicas como la de Hiroshima (unas 530 ojivas nucleares por SSBN). Ninguna otra potencia nuclear, ni siquiera China (que no cuenta con más de 500 ojivas nucleares), está en esta carrera, porque no solo se requiere capacidad productiva, sino además disponibilidad, organización, mando y control y cultura de empleo, que solo se adquieren después de décadas de preparación y adiestramiento. Precisamente, en medio de la guerra de Ucrania, del 10 al 16 de septiembre de 2024 la Marina rusa activó el ejercicio naval más importante desde los tiempos de la Guerra Fría y, con el objetivo de reforzar su mensaje estratégico dirigido contra los Estados Unidos y la OTAN, lo tituló OKEAN-24 (Océano-24), como así se denominaban los grandes ejercicios navales de la Marina soviética, preferentemente en el Atlántico, y que tenían como objetivo probar la capacidad para interrumpir el tráfico naval aliado en caso de conflicto. El último de ellos se llevó a cabo en 1985. Además de prácticamente todos los buques de superficie, en los ejercicios tácticos programados participaron al menos hasta diez submarinos convencionales y nucleares, entre ellos tres SSBN. Además, del Generalísimo Suvorov ya anotado al principio, el 14 de septiembre el Tula (clase Delta IV) efectuó una salida por sorpresa de su base en la península de Kola escoltado por dragaminas y corbetas antisubmarinas (imagen típica de la Guerra Fría con reminiscencias cinematográficas) y el 16 de septiembre el SSBN Emperador Alejandro III (clase Borey), junto con el submarino nuclear de ataque (SSN) Krasnoyarsk (este de la clase Yasen), emergieron en el Pacífico Norte después de completar una navegación desde la Rusia europea recorriendo cuatro mil millas náuticas en inmersión a través del océano Ártico. La misión de estos dos últimos fue sumarse a su base permanente en Kamchatka. Como parte de esos ejercicios bombarderos estratégicos con capacidad nuclear realizaron vuelos hasta los mares de Noruega, Siberia Oriental y Chukchi, cerca de Alaska. Hay que tener en cuenta, que también en los últimos diez años, el Kremlin se ha dedicado a reforzar las capacidades submarinas y nucleares en la importantísima área del Pacífico con el envío de cinco SSBN, dos SSN y seis submarinos convencionales (estos dos últimos tipos armados con misiles de crucero de ataque a tierra Kalibr con capacidad dual, convencional y nuclear). A los que se sumarán antes del final de la década al menos otro SSBN y tres SSN. Es decir, Rusia contará en el Pacífico con una fuerza submarina moderna, compacta y muy operativa (véase la entrada LA FUERZA SUBMARINA DE LA FLOTA RUSA DEL PACIFICO, de mayo de 2023). Pero, ¿cómo se justifica este gigantesco esfuerzo en términos financieros, industriales y organizativos? Porque los dirigentes rusos asumen que el próximo enfrentamiento decisivo en el que se dirimirá la lucha por el poder internacional por un largo período de tiempo ocurrirá en la región de Asia-Pacífico, quieren ser un actor activo y continuar manteniendo una parte del poder y la influencia. Mientras tanto, los testigos silenciosos (los dirigentes europeos que han perdido irremediablemente la noción fundamental de interés nacional) espolean una guerra en sus propias puertas, lo hacen contra la mayor potencia nuclear del mundo y esperan que no pase nada. Sin embargo, no es sano jugar a la ruleta rusa con quien tiene un arma mas grande que la tuya (una comparación no resiste un análisis objetivo), sino que, además hacerlo contra quien la inventó (por eso se llama “ruleta rusa”) conlleva unos riesgos enormes y muy probablemente todas las posibilidades de perder (por aplicación de la doctrina Karaganov), porque puede arrastrar un nivel de destrucción que es inimaginable; aunque seguramente no entra en sus cálculos. Esto es más grave aún, cuando en ambos lados del Atlántico ha permeado la idea fundamental de que, en efecto, el próximo enfrentamiento decisivo será mucho más lejos, en la Cuenca del Pacífico y se toman decisiones y acciones en ese sentido. Sin embargo, los Estados Unidos se guían por sus intereses nacionales y llevan a cabo una política exterior (guste o no guste a los demás es indiferente) destinada a imponer su poder y su hegemonía, mientras que los testigos silenciosos son llevados en volandas por los acontecimientos y esto, como dijimos al poco de estallar la guerra en Ucrania, no es solo un error político, sino también un suicidio estratégico (véase la entrada del mismo título, de junio de 2022). 

David Guetta & Alesso: “Never Going Home Tonight”.