El mes de octubre de 2016 ha traído de nuevo por
parte de Rusia un despliegue de capacidades nucleares estratégicas solo
comparable con otros ejercicios anteriores llevados a cabo por el Ministerio de
Defensa, como el de guerra nuclear global de octubre de 2015 o la Operación
Begemot en agosto de 1991. Durante este mes de octubre tanto las Fuerzas
Submarinas Estratégicas de las dos flotas principales de Rusia, como las
Fuerzas Coheteriles Estratégicas (RVSN) han efectuado varios lanzamientos de
cohetes estratégicos, combinados a finales de mes con el lanzamiento de misiles
de crucero por unidades navales de superficie y submarinas, poniendo de
manifiesto las renovadas capacidades de combate de las Fuerzas Navales y
Estratégicas de Rusia, y que ya se han visto en un conflicto real como es la
guerra civil en Siria desde octubre del año pasado. De este modo, el 12 de octubre
de 2016 el submarino nuclear portamisiles (SSBN) proyecto 667BDR (Delta III en
código OTAN) K-433 Svyatoi Georgy
Pobedonosets asignado al 12º Escuadrón de Submarinos de la Flota del
Pacífico con base en Rybachiy, en la península de Kamchatka, efectuó el disparo
de un cohete intercontinental (SLBM) R-29R en inmersión en el mar de Okhotsk
que, después de realizar la trayectoria de vuelo, las ojivas inertes impactaron
en el polígono de Chizhá en la península de Kanin, al norte de la Rusia
europea. Poco después, el SSBN proyecto 667BDRM (Delta IV) K-407 Novomoskovsk perteneciente al 12º
Escuadrón de Submarinos de la Flota del Norte realizó el lanzamiento de un SLBM
R-29RM Sinevá en inmersión en el mar de Barents que también alcanzó con éxito
el objetivo previsto en el polígono de pruebas de Kura, en la península de
Kamchatka, en el Extremo Oriente ruso. Por su parte, las RVSN lanzaron el mismo
día un cohete con base en tierra (ICBM) Topol (SS-25 en código OTAN) desde el
cosmódromo de Plesetsk, en el norte de la Rusia europea, que también se dirigió
y alcanzó el objetivo programado en el polígono de Kura. Según declararon
fuentes del Ministerio de Defensa esta prueba ha servido para validar la
extensión de la vida útil del cohete Topol más allá de los veintiséis años, y
se trata del segundo lanzamiento de este modelo en menos de un mes –en todo
caso, estos dos lanzamientos estaban programados y habían sido anunciados por
el comandante en jefe de las RVSN, general Karakayev-. Pocos días después, el
16 de octubre, el submarino nuclear lanzador de misiles de crucero (SSGN) proyecto
949A Antey (Óscar en código OATN) K-410 Smolensko
disparó un misil de crucero P-700 Granit en el mar de Barents para alcanzar un
objetivo costero en la isla Severni en el archipiélago de Nueva Zembla –se
trata del segundo ejercicio de esta naturaleza en menos de un mes, ya que a
finales de septiembre pasado el crucero nuclear proyecto 1144.2 Pedro El Grande y un SSGN Antey no
identificado realizaron sendos disparos de misiles Granit en el mar de Barents-.
El día 25 de octubre la Oficina de Diseño de Cohetes Makayev divulgó en su
sitio web la primera imagen del nuevo ICBM pesado de las RVSN, denominado RS-28
Sarmat, que entrará en servicio previsiblemente a partir de 2018. El Ministerio
de Defensa ruso firmó en junio de 2011 el contrato para el desarrollo del nuevo
cohete Sarmat con la finalidad de reemplazar a los ICBM pesados RS-36M2 Voevoda (SS-18
en código OTAN) que entraron en servicio entre 1970 y 1980 –recordemos el por qué del despliegue de los "Euromisiles" en los ochenta-, capaces de transportar hasta
diez ojivas nucleares y que ya están llegando al final de su vida operativa.
Según han anunciado fuentes del Ministerio de Defensa y de la Oficina Makayev,
el nuevo ICBM es capaz de cargar entre diez y dieciséis ojivas nucleares y
señuelos y contramedidas a distancias intercontinentales- se habla de hasta
16.000 kilómetros de distancia-, constituyendo un arma sin equivalente en el
bloque militar occidental. Incluso se ha anunciado que podrá transportar el
nuevo vehículo portador hipersónico
actualmente en desarrollo en el marco del denominado Proyecto 4202. Precisamente, un día después, el 26 de
octubre las RVSN llevaron a cabo el lanzamiento de un ICBM UR-100NUTTH (SS-19)
desde un silo situado en la base de misiles de Dombarovsky, en la región de
Oremburgo, cuyas ojivas impactaron con éxito en el polígono de Kura a 6.000
kilómetros de distancia del lugar de lanzamiento. De acuerdo con la opinión de
varios especialistas -y lo publicado en medios rusos- puede tratarse de una nueva prueba del vehículo
hipersónico Yu-71 comentando antes, y similar a la que se realizó el
pasado 19 de abril con las mismas características. Llegados a este punto nos
planteamos: ¿qué persigue Rusia con el desarrollo de este nuevo ICBM pesado y
de las nuevas ojivas hipersónicas? Pues, sin duda, trata de garantizar la
disuasión nuclear efectiva y asegurar las Fuerzas Estratégicas propias frente la
instalación por los Estados Unidos de sistemas antimisiles en las fronteras de
Rusia que socavan uno de los principios de la estabilidad estratégica: la invulnerabilidad
mutua de las Fuerzas de Cohetes Estratégicos. La
alternativa a este reto es clásica: la necesidad de disponer de una poderosa
Contrafuerza capaz de superar un primer ataque nuclear masivo del adversario y poder des cargar un golpe de proporciones catastróficas en las fuerzas restantes del adversario, o entrar en un juego peligroso que no es otro que la tentación del ataque
preventivo cuando se tuvieran indicios “racionales” de la preparación de un
eventual ataque nuclear. El problema es que los Estados Unidos están jugando el
peligroso juego de dotar a sus vehículos de ataque hipersónico con ojivas
convencionales dentro del programa Prompt Global Strike. La cuestión se torna
entonces en saber cuándo un ataque es masivo o no, y si no lo es, si las armas
que portan los cohetes estratégicos transportarán cargas nucleares, en cuyo
caso se debe activar un ataque nuclear de respuesta, o carga convencional y
entonces no estaría justificada la respuesta con armas nucleares, pero que no se dudaría en calificarlo de nuclear para así descargar toda la fuerza nuclear y acabar con el problema de forma global. El coste es absoluto en los dos casos. Por tanto, la humanidad se puede ver abocada a la destrucción más estúpida
por el juego de las variables estratégicas y del inevitable margen de
incertidumbre en la decisión política: Kennedy lo resolvió correctamente en los
años sesenta, pero los líderes europeos de 1914 abocaron al mundo a una guerra
global de proporciones desastrosas que llevó a la caída de los imperios
europeos y el advenimiento del sovietismo en Rusia.
Si juzgamos la cuestión basándonos en la teoría de la adopción de decisiones, según Deustch, toda decisión tiene un margen de error del cincuenta por ciento y hay que fijar la atención en los márgenes que puedan inclinarla en una proporción sustancial hacia un lado o hacia otro. Descartando, por ser una variable acientífica, la irracionalidad -totalmente factible pero no manejable a estos efectos- hemos de fijarnos en los factores sociales que puedan primar la decisión, y sobre todos ellos el más importante: ¿en caso de adoptar una decisión, los beneficios son, en un porcentaje al menos del sesenta por ciento mayores que las pérdidas? Esto entra dentro de la teoría de los juegos, que Deustch manejaba siguiendo las normas de Talcott Parsons para elaborar un sistema estructurado. Por tanto, si elaboramos una estructura sistémica con solo dos variables únicas el resultado dependerá del peso sistémico que el entorno imponga a la estructura. Hacia que lado al menos el sesenta por ciento se incline el dilema de la decisión, deberá ser el que mayor número de funciones cumpla: factor geográfico, demográfico, recursos naturales, capacidad de supervivencia, certeza de la destrucción total del otro y, sobre todo, número y potencialidad de los aliados.
Si juzgamos la cuestión basándonos en la teoría de la adopción de decisiones, según Deustch, toda decisión tiene un margen de error del cincuenta por ciento y hay que fijar la atención en los márgenes que puedan inclinarla en una proporción sustancial hacia un lado o hacia otro. Descartando, por ser una variable acientífica, la irracionalidad -totalmente factible pero no manejable a estos efectos- hemos de fijarnos en los factores sociales que puedan primar la decisión, y sobre todos ellos el más importante: ¿en caso de adoptar una decisión, los beneficios son, en un porcentaje al menos del sesenta por ciento mayores que las pérdidas? Esto entra dentro de la teoría de los juegos, que Deustch manejaba siguiendo las normas de Talcott Parsons para elaborar un sistema estructurado. Por tanto, si elaboramos una estructura sistémica con solo dos variables únicas el resultado dependerá del peso sistémico que el entorno imponga a la estructura. Hacia que lado al menos el sesenta por ciento se incline el dilema de la decisión, deberá ser el que mayor número de funciones cumpla: factor geográfico, demográfico, recursos naturales, capacidad de supervivencia, certeza de la destrucción total del otro y, sobre todo, número y potencialidad de los aliados.