Este es el título del artículo más reciente que he publicado en la Revista General de Marina (RGM), publicación oficial del Ministerio de Defensa español, dedicado a analizar la composición, estructura y capacidades de la única empresa que opera rompehielos nucleares en el mundo, sus cometidos tanto en tiempo de paz como en casos de crisis o conflicto como parte del esfuerzo de guerra ruso en el Ártico, así como sus perspectivas de futuro a medio y largo plazo como un instrumento fundamental de la estrategia rusa para el control del Ártico. Para comprender su extraordinaria importancia hay que retener tres factores fundamentales. El primero es la aspiración que tienen los dirigentes rusos de desempeñar un papel de potencia en el Pacífico al controlar los dos principales accesos al océano Ártico: el estrecho de Bering al este y el mar de Barents al oeste. Segundo, la oportunidad de dominar una de las rutas de la energía mundial explotando las ventajas competitivas de la Ruta Marítima del Norte frente a las rutas del canal de Suez o del estrecho de Buena Esperanza. Y, tercero, el objetivo declarado de transformar el Ártico en un mar propio («Océano Ruso» en lugar de «océano Ártico»), para lo que se llevan preparando desde hace más de una década, invirtiendo ingentes recursos económicos y financieros, creando nuevas bases e instalaciones de apoyo a lo largo de los territorios árticos y, de forma paralela generando toda una normativa específica para la navegación marítima y área en el Ártico con carácter exclusivo y excluyente, lo que en términos jurídico-internacionales pone de manifiesto el intento de ejercer competencias soberanas sobre esos espacios (marítimos y aéreos), en un fenómeno similar a cómo están actuando otras potencias en sus intentos de cambiar las reglas en el espacio extraterrestre y la explotación de sus recursos. El problema en el caso del Ártico es que Rusia, por ahora, no tiene competencia en el ejercicio del control de estos territorios porque el resto de potencias están rezagadas (caso de los Estados Unidos) o simplemente carecen de recursos para afirmar cualquier tipo de influencia en esos territorios (las potencias europeas) más allá de una presencia militar más o menos testimonial y sin carácter permanente. Precisamente por ese motivo, las autoridades rusas denuncian que el enfoque occidental sobre el Ártico es militarista y conflictivo, que buscan crear un nuevo espacio de conflicto en la lucha por el poder global y que esta forma de proceder pone en peligro la paz y la seguridad mundial. Pero, además, en el contexto de la guerra en Ucrania y de las sanciones antirrusas el Kremlin se ha visto compelido a dar entrada a potencias externas como son la China comunista o la India para poder seguir avanzando en su objetivo de desarrollo nacional a largo plazo: la explotación de los recursos árticos. De este modo, el artículo se estructura en una introducción, donde se expone brevemente el entorno de seguridad del Ártico; cuatro epígrafes con los antecedentes soviéticos de la creación de una flota de rompehielos nucleares y su traspaso ya en la Rusia independiente a la corporación rusa de energía nuclear Rosatom(marzo de 2008), su estructura y organización donde se realiza un análisis detallado de instalaciones y medios, centrado por supuesto pero no exclusivamente en los buques rompehielos de propulsión nuclear en servicio, sus misiones básicas, su papel en el desarrollo de la Ruta Marítima del Norte y las perspectivas de futuro, con nuevos, más grandes y más poderosos rompehielos nucleares, en una especie de parodia del gigantismos de los tiempos de la época soviética, que solo parcialmente el coste de la guerra de Ucrania ha retrasado, pero no bloqueado. El ensayo termina con unas conclusiones de interés donde se pone de manifiesto la extraordinaria ventaja competitiva que tienen los dirigentes rusos en sus esfuerzos para controlar, explotar y dominar el Ártico en un tiempo donde el poder tiende, una vez más, a imponerse por la presencia y, en caso necesario, por el uso de la fuerza. Asistimos a vigencia renovada del principio fundamental de efectividad que tan magistralmente expuso el catedrático de la Universidad de Valencia, profesor Adolfo Miaja de la Muela, en un magnífico librito de 1958 con ese mismo título.
Referencia bibliográfica completa: Pérez Gil, L.: «Atomflot, la flota de rompehielos atómicos de Rusia», Revista General de Marina t. 288, abril de 2025, pp. 535-557, en https://armada.defensa.gob.es/archivo/rgm/2025/04/RGMAbrilParte4.pdf
Gracias por compartir conocimiento. Un abrazo.
ResponderEliminarExcelente artículo. Enhorabuena.
ResponderEliminarUn abrazo.
Felicitaciones por este nuevo artículo. Hay que leerlo.
ResponderEliminarEnhorabuena!!!
ResponderEliminarexcelente, felicitaciones.
ResponderEliminarMuy interesante ver como Rusia proyecta su influencia en todos los ámbitos.
ResponderEliminarMuchas gracias por compartir.
ResponderEliminarEnhorabuena por este denso artículo. Contiene muchas informaciones.
ResponderEliminarMuchas gracias por compartirlo.
ResponderEliminarEnhorabuena👏👏
ResponderEliminarFelicidades, estimado!!!
ResponderEliminar👏👏👏Muy bueno
ResponderEliminarHay un gran investigación detrás de ese texto. Enhorabuena.
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