Durante este año
hemos actualizado y analizado en el blog de forma pormenorizada los tres
componentes de las Fuerzas Nucleares Estratégicas de Rusia con las entradas
respectivas dedicadas a cada una de ellas: las Fuerzas
Coheteriles Estratégicas (RVSN), las Fuerzas
Submarinas Estratégicas -artículo publicado en la Revista General de Marina en el número
de julio de 2018- y la Aviación
de Largo Alcance. Precisamente en 2018 año entraron en vigor los
límites cuantitativos establecidos por el Tratado START de 8 de abril de 2010,
y que ha sido objeto de especial atención en el blog desde su entrada en vigor
el 5 de febrero de 2011 con entradas periódicas semestrales recogiendo los
datos aportados por el Departamento de Defensa de los Estados Unidos en
cumplimiento de las cláusulas de transparencia establecidas en el propio
Tratado. En este sentido, la permanencia del Tratado de Armas Estratégicas ha
sido hasta ahora una muestra patente del cumplimiento de los acuerdos que
mantienen el régimen de estabilidad estratégica de la posguerra fría entre los
Estados Unidos y Rusia. Como ha dicho el presidente Putin, “nuestras armas son
para preservar la paridad. Nada más”. Sin embargo, paradójicamente se ciernen
negros nubarrones sobre la vigencia de los acuerdos de desarme nuclear entre
las dos grandes potencias, ya que ambas poseen más del 92% de las armas
nucleares que existen en el mundo, y sus arsenales bastarían para arrasar la vida
en el planeta como aseveró el propio presidente Putin hace poco (21 de
diciembre de 2018) a preguntas de los periodistas: “esto nos puede conducir a
una catástrofe global”. Porque, en efecto, la Administración Trump ha continuado
dando pasos destinados a abandonar el régimen de desarme acordado al final de
la Guerra Fría entre Reagan y Gorbachov, régimen que parece que ya no es
suficiente para garantizar la seguridad de los Estados Unidos. Por un lado, el
presidente Trump anunció el 10 de octubre de 2018 que no ve sentido a mantenerse
en el Tratado INF de 8 de diciembre de 1987 que eliminó los misiles de corto y
medio alcance de la ecuación nuclear. Washington considera que existe una violación
del Tratado por parte de Rusia debido al desarrollo del misil de crucero 9M729
con capacidad nuclear para el sistema terrestre Iskander-M. Esto se debe a que,
según los informes de inteligencia que se manejan, este misil de crucero, que
ya se empleó en los ejercicios Zapad-2017 en septiembre del año pasado, superaría
el alcance máximo de 500 kilómetros establecido en el Tratado INF. A pesar de
que Moscú niega estas acusaciones, el presidente Trump dijo el 5 de
diciembre de 2018 que está preparado para abandonar el Tratado INF, aunque concedió un plazo de dos meses para que Rusia se avenga a cumplir estrictamente las obligaciones que le impone el Tratado; en caso contrario Washington suspenderá sus obligaciones y buscará nuevas
opciones que garanticen la seguridad de los Estados Unidos y de sus aliados frente
al desarrollo de armas prohibidas por parte de Rusia. Las exigencias americanas fueron puestas sobre la mesa por la subsecretaria de Estado para el Control de Armas y Seguridad Internacional, Andrea Thomson, al día siguiente precisando que Rusia debe concederles la oportunidad de verificar las modificaciones que se hagan a los misiles de crucero 9M729. Por su parte, Moscú considera que el
desarrollo de sistemas antimisiles balísticos, como consecuencia del abandono
del Tratado ABM en junio 2002, y el despliegue de estos cerca de sus fronteras -en
Polonia y Rumania en la parte occidental y en Corea del Sur y Japón en el
Extremo Oriente además de los destructores equipados con estas capacidades que
navegan cerca de sus aguas- obligaron a “responder con la creación de armas
nuevas capaces de burlar esos sistemas de defensa antimisiles” en palabras del
presidente Putin. Es más, advirtió que “es difícil imaginar cómo va a
evolucionar la situación. Si estos misiles aparecen en Europa ¿qué deberíamos
hacer? Por supuesto, tendremos que garantizar nuestra propia seguridad.” El portavoz presidencial, Dmitri Peskov, fue un paso más allá y afirmó el 21 de diciembre de 2018 que "el despliegue allí de misiles, apuntando potencialmente a la Federación rusa, llevará a que Rusia -con el objetivo de crear paridad- convierta estos sistemas de lanzamiento en blanco de su arsenal de misiles". Una
segunda razón aducida para poner en tela de juicio la vigencia del Tratado INF
es que solo es de aplicación bilateral y Washington de nuevo considera que
China se está aprovechando de un vacío legal para desarrollar nuevas armas
nucleares que amenazan a los aliados de los Estados Unidos en el Asia-Pacífico
y al despliegue de sus propias tropas en la región. Sin embargo, esta
valoración no es aceptada por las autoridades rusas que consideran que el
mantenimiento del régimen de estabilidad estratégica es un asunto bilateral
entre los Estados Unidos y Rusia. Más grave aún es que, detrás de las denuncias
del Tratado INF, se encuentra la negativa a entablar negociaciones para extender
la vigencia del Tratado START más allá de 2021 a pesar de las reiteradas
apelaciones de la parte rusa, como dijo el presidente Putin el 21 de diciembre
de 2018: “no están llevando a cabo conversaciones para prolongarlo”. La
respuesta rusa ha sido el anuncio del desarrollo de nuevas armas estratégicas
avanzadas que fueron sorpresivamente descritas por el presidente Putin el 1 de
marzo de 2018 en una sesión conjunta de las dos cámaras del parlamento ruso -que
analizamos en la entrada EL
PODER DOMINADOR DE LAS ARMAS NUCLEARES Y LA AMENAZA DE LA GUERRA de marzo
de 2018-. Como reconoció el presidente Putin el 21 de diciembre de 2018: “Ahora
nos dicen que Rusia obtuvo ventajas con ello. Sí, es cierto. Nadie en el mundo
tiene esos armamentos, por ahora.” Pero, según dijo: “no buscamos una ventaja
en la carrera nuclear, buscamos mantener el equilibrio y garantizar nuestra propia
seguridad”. Las observaciones del presidente Putin ponen de manifiesto el
incremento de la función de las armas nucleares en la política de seguridad
rusa (Lee Willet en “Strategic Effect”, Jane´s
Defence Weekly núm. 48, 28 de noviembre de 2018). Por esta razón, desde la
parte rusa insisten, en palabras del presidente Putin, en que “estamos siendo
testigos del colapso del sistema internacional de limitación de armamentos y
del inicio de una nueva carrera armamentista […] sería muy malo para la
Humanidad porque nos aproxima a una línea muy peligrosa.” En los
primeros meses de 2019 sabremos si continúa el Tratado INF y, en consecuencia,
si se podrá extender el Tratado START o nos hallaremos a las puertas de una nueva
carrera de armas nucleares, que combinada con la carrera espacial en curso,
puede producir la destrucción definitiva del régimen de seguridad global
vigente y el inicio de una nueva etapa de las relaciones internacionales, desconocida
desde el final de la Segunda Guerra Mundial, porque habrán desaparecido las
reglas básicas de funcionamiento del sistema y sin un régimen de seguridad internacional
estamos abocados a la guerra.
¿INTERESA A LOS ESTADOS UNIDOS ABANDONAR EL TRATADO INF?
El presidente Trump
anunció el 20 de octubre de 2018 la intención de retirarse del Tratado sobre Misiles de Corto y Medio Alcance (INF por sus siglas en inglés) firmado en Washington el 8
de octubre de 1987 entre el presidente Reagan y el máximo dirigente soviético
Gorbachov y que entró en vigor el 1 de junio de 1988. Este tratado estableció
la eliminación de los misiles nucleares y convencionales terrestres con un
alcance entre 500 y 5.500 kilómetros, así como sus sistemas de lanzamiento y
para mayo de 1992 se habían retirado de servicio 2.692 misiles. Hay que
destacar que el tratado no tiene fecha de terminación. Sin embargo, el gobierno
americano considera que Rusia “ha estado violando el Tratado durante años”. Washington
arguye que Moscú ha estado desarrollando desde 2008 distintos sistemas misilísticos
prohibidos por el Tratado INF y, en concreto, han centrado las críticas en el
desarrollo del misil de crucero Novator 9M729 (SSC-8 en código OTAN), que sería
una versión lanzable desde TEL terrestre Iskander-M del misil naval 3M14T
Kalibr y que, eventualmente, podría ser dotado de ojiva nuclear -véase en este punto el análisis que hace Pavel Podvig en su blog Russian Strategic Nuclear Forces en diciembre de 2018-. De inmediato, las
autoridades rusas calificaron la decisión como “un paso muy peligroso” contra
la seguridad internacional. El viceministro de Exteriores, Sergei Riabkov, dijo
el mismo día que “Moscú observa con preocupación lo que califica de nuevos
intentos de los Estados Unidos de lograr mediante el chantaje que Rusia haga
concesiones en materia de seguridad estratégica internacional.” El propio
Gorbachov comentó el mismo día: “¿Realmente no entienden en Washington a qué
podría conducir esto? Ante esta situación cabe convocar a la ONU y al Consejo
de Seguridad, pues la decisión de Trump afecta a todo el mundo.” Por su parte,
el secretario de la Presidencia rusa, Dmitri Peskov, dijo el 21 de octubre que “seguramente
después de las recientes declaraciones serán necesarias explicaciones por parte
de los Estados Unidos.” Por su parte, el embajador ruso en Washington, Anatoli
Antonov, había adelantado el 10 de octubre que “últimamente se escuchan cada vez
más a menudo las declaraciones de militares americanos diciendo que necesitan
misiles de alcance medio y más corto para contener a China […] ¿Tal vez están
buscando un pretexto para salir del INF acusando de ello a Rusia?” La visita
del asesor de seguridad nacional del presidente Trump, John Bolton, a Moscú el
día 22 de octubre de 2018 para entrevistarse con Sergei Lavrov y Nikolai
Patrushev no despejó las dudas acerca de la decisión anunciada por el
presidente. Y, como sabemos, Trump no suelta una decisión cuando la ha tomado. Por
ello, el presidente Putin aseveró el 20 de noviembre de 2018 que estaba abierto
llevar a cabo negociaciones para asegurar la vigencia del Tratado. Sin embargo,
advirtió que en el caso de que los Estados Unidos decidieran retirarse finalmente
Rusia adoptaría las medidas necesarias para garantizar su seguridad y Moscú tiene
los medios y los recursos para hacerlo, entre ellos todos los nuevos sistemas
de armas que anunció el presidente Putin en su discurso ante las dos cámaras
del parlamento ruso el 1 de marzo de 2018 -que analizamos en la entrada EL PODER DOMINADOR DE LAS ARMAS NUCLEARES Y LA AMENAZA DE LA GUERRA de marzo de 2018-. Los dirigentes europeos han manifestado
su evidente preocupación por el anuncio de retirada americano que vuelve a
complicar las relaciones con Rusia en un momento delicado del conflicto en
Ucrania y que supondría dejar abierta la puerta a una carrera armamentista de
proporciones impredecibles. Sin duda, la retirada americana del Tratado INF supone
la ruptura definitiva de los acuerdos de desarme que pusieron fin a la Guerra
Fría, pero están en línea con la nueva política de defensa nuclear hecha
pública por el presidente Trump el 3 de febrero de 2018 -véase la entrada LA
NUEVA ESTRATEGIA DE SEGURIDAD NACIONAL Y LA POSTURA NUCLEAR DE LOS ESTADOS UNIDOS
de febrero de 2018-. El argumento es que el mundo actual es muy inestable, hay
grandes potencias que disputan la hegemonía americana y, por tanto, los Estados
Unidos deben tener todas las opciones abiertas para hacer frente a las
amenazas, incluido el desarrollo y despliegue de cualquier tipo de armamento
nuclear que suponga una ventaja comparativa con el potencial adversario.
¡Bienvenidos: el mundo hobbesiano ha regresado!
LA AVIACIÓN DE LARGO ALCANCE DE RUSIA: PODERÍO DE ATAQUE NUCLEAR
El 23 de diciembre
de 2018 se cumplió el 104º aniversario de la Aviación de Largo Alcance: en este
día del año 1914 el zar Nicolás II aprobó el Reglamento de Organización de la
Escuadra de Aeronaves “Ilyá Múromets”. Actualmente, la Aviación de Largo Alcance,
encuadrada dentro de las Fuerzas Aeroespaciales de Rusia (VKS, general
Sergei Surovikin, desde 22 de noviembre de 2017), es un componente más de la
triada nuclear de la Fuerza de Disuasión Nuclear de Rusia y, por tanto, mantiene una
dependencia directa del Estado Mayor General poseyendo la capacidad de ataque
nuclear de largo alcance con los bombarderos estratégicos que tiene encomendada, aunque dispone de otras
capacidades de ataque convencional y antibuque con misiles de crucero sin carga
nuclear y de apoyo a la fuerza de bombarderos estratégicos con la
flota de aviones de repostaje en vuelo Il-78.
La Aviación de Largo Alcance se encuadra en el 37º Ejército Aéreo (general Sergey Kobylash, desde el 16 septiembre de 2016) que reúne dos agrupaciones aéreas principales asignadas a dos zonas separadas del país: por un lado, en la Rusia europea y por otro en Siberia y el Extremo Oriente ruso. En la parte europea se encuentra la 6950 Base Aérea Donbasskaya, en Engels-2, en el oblast de Saratov, sede de dos regimientos de bombarderos estratégicos equipados con 13 Tu-160/Tu-160M1 (121º Regimiento de la Guardia) y 18 T-95MS6 (184º Regimiento), y la 6950 Base Aérea Shaykovka situada en Smolensko, en el oblast de Kaluga, que cuenta con un regimiento de 48 bombarderos supersónicos Tu-22M3/MR (52º Regimiento de la Guardia), que desde el 1 de abril de 2011 reactivó el despliegue avanzado de un grupo aéreo en la base aérea de Olenya, en la península de Kola, dedicado a misiones de ataque antibuque de largo alcance; también desde 2017 se realizan despliegues ocasionales a los aeródromos árticos de Anadyr y Vorkuta demostrando las capacidades de la Aviación de Largo Alcance para operar en aeródromos alejados de sus bases principales. La segunda gran unidad es la 6952 Base Aérea Ternopolskaya, en Ukrainka, en el oblast siberiano de Amur, sede de otros dos regimientos con 36 bombarderos estratégicos Tu-95MS16 (79º Regimiento y 182º Regimiento de la Guardia) y otro regimiento con 30 Tu-22M3/MR (200º Regimiento) en la 6953 Base Aérea Belaya, en el oblast de Irkutsk.
En su misión primaria de ataque nuclear los bombarderos Tu-160 cargan 12 misiles de crucero Kh-55SM o los nuevos misiles de crucero furtivos Kh-102 con ojiva nuclear y los Tu-95MS de 6 a 16 misiles Kh-55 y Kh-102 dependiendo de la configuración de vuelo; además, los Tu-160 pueden lanzar bombas de caída libre equipadas con ojivas nucleares. Para misiones de ataque convencional disponen del misil de crucero de baja detectabilidad Kh-101 y del misil de crucero Kh-555, que han sido empleados profusamente en la campaña de Siria contra objetivos terroristas en Alepo, Idlib y Raqqa con lanzamientos desde larga distancia. Por su parte, los Tu-22M3 de Shaykovka llevaron a cabo intensas oleadas de bombardeo desde la base aérea de Mozdok en el Cáucaso contra objetivos en las áreas indicadas con bombas convencionales de caída libre. Estas misiones se recogen en la entrada LA AVIACIÓN DE LARGO ALCANCE INICIA OPERACIONES AÉREAS EN SIRIA de noviembre de 2015.
Según los análisis más recientes (Kristensen y Norris, 2018) la Aviación de Largo Alcance tiene capacidad para portar unas 616 cargas nucleares en unos 50 bombarderos estratégicos operativos. Hay que tener en cuenta que según las estipulaciones del Tratado START de abril de 2010, los bombarderos estratégicos Tu-160 y Tu-95MS6/16 se computan por unidades, con independencia de su capacidad de carga, y los Tu-22M3 están excluidos de la aplicación del Tratado START con la prohibición de no disponer de la capacidad de repostar en vuelo.
Como decíamos al principio, para los despliegues de larga distancia la fuerza de bombarderos estratégicos cuenta con el apoyo de una flota de aproximadamente 18 aviones de repostaje en vuelo Il-78/78M del 203º Regimiento de la Guardia basado en Dyagilevo, en el oblast de Ryazan.
Tanto los bombarderos estratégicos Tu-160 y Tu-95MS como los bombarderos supersónicos Tu-22M3 están siendo sometidos a importantes programas de modernización para mantenerlos en estado operativo hasta 2030 mientras se avanza en el desarrollo del bombardero estratégico futuro, denominado programa PAK-DA. De este modo, en 2018 las VKS han recibido un bombardero modernizado Tu-160M1 y cuatro Tu-95MS16. Lo mismo ocurre con los cisternas Il-78M, que serán reemplazados con el nuevo modelo Il-78M-90A con capacidades extendidas para poder llevar a cabo su vital misión en favor de la fuerza de bombarderos de ataque nuclear.
"The world is not enough"
La Aviación de Largo Alcance se encuadra en el 37º Ejército Aéreo (general Sergey Kobylash, desde el 16 septiembre de 2016) que reúne dos agrupaciones aéreas principales asignadas a dos zonas separadas del país: por un lado, en la Rusia europea y por otro en Siberia y el Extremo Oriente ruso. En la parte europea se encuentra la 6950 Base Aérea Donbasskaya, en Engels-2, en el oblast de Saratov, sede de dos regimientos de bombarderos estratégicos equipados con 13 Tu-160/Tu-160M1 (121º Regimiento de la Guardia) y 18 T-95MS6 (184º Regimiento), y la 6950 Base Aérea Shaykovka situada en Smolensko, en el oblast de Kaluga, que cuenta con un regimiento de 48 bombarderos supersónicos Tu-22M3/MR (52º Regimiento de la Guardia), que desde el 1 de abril de 2011 reactivó el despliegue avanzado de un grupo aéreo en la base aérea de Olenya, en la península de Kola, dedicado a misiones de ataque antibuque de largo alcance; también desde 2017 se realizan despliegues ocasionales a los aeródromos árticos de Anadyr y Vorkuta demostrando las capacidades de la Aviación de Largo Alcance para operar en aeródromos alejados de sus bases principales. La segunda gran unidad es la 6952 Base Aérea Ternopolskaya, en Ukrainka, en el oblast siberiano de Amur, sede de otros dos regimientos con 36 bombarderos estratégicos Tu-95MS16 (79º Regimiento y 182º Regimiento de la Guardia) y otro regimiento con 30 Tu-22M3/MR (200º Regimiento) en la 6953 Base Aérea Belaya, en el oblast de Irkutsk.
En su misión primaria de ataque nuclear los bombarderos Tu-160 cargan 12 misiles de crucero Kh-55SM o los nuevos misiles de crucero furtivos Kh-102 con ojiva nuclear y los Tu-95MS de 6 a 16 misiles Kh-55 y Kh-102 dependiendo de la configuración de vuelo; además, los Tu-160 pueden lanzar bombas de caída libre equipadas con ojivas nucleares. Para misiones de ataque convencional disponen del misil de crucero de baja detectabilidad Kh-101 y del misil de crucero Kh-555, que han sido empleados profusamente en la campaña de Siria contra objetivos terroristas en Alepo, Idlib y Raqqa con lanzamientos desde larga distancia. Por su parte, los Tu-22M3 de Shaykovka llevaron a cabo intensas oleadas de bombardeo desde la base aérea de Mozdok en el Cáucaso contra objetivos en las áreas indicadas con bombas convencionales de caída libre. Estas misiones se recogen en la entrada LA AVIACIÓN DE LARGO ALCANCE INICIA OPERACIONES AÉREAS EN SIRIA de noviembre de 2015.
Según los análisis más recientes (Kristensen y Norris, 2018) la Aviación de Largo Alcance tiene capacidad para portar unas 616 cargas nucleares en unos 50 bombarderos estratégicos operativos. Hay que tener en cuenta que según las estipulaciones del Tratado START de abril de 2010, los bombarderos estratégicos Tu-160 y Tu-95MS6/16 se computan por unidades, con independencia de su capacidad de carga, y los Tu-22M3 están excluidos de la aplicación del Tratado START con la prohibición de no disponer de la capacidad de repostar en vuelo.
Como decíamos al principio, para los despliegues de larga distancia la fuerza de bombarderos estratégicos cuenta con el apoyo de una flota de aproximadamente 18 aviones de repostaje en vuelo Il-78/78M del 203º Regimiento de la Guardia basado en Dyagilevo, en el oblast de Ryazan.
Tanto los bombarderos estratégicos Tu-160 y Tu-95MS como los bombarderos supersónicos Tu-22M3 están siendo sometidos a importantes programas de modernización para mantenerlos en estado operativo hasta 2030 mientras se avanza en el desarrollo del bombardero estratégico futuro, denominado programa PAK-DA. De este modo, en 2018 las VKS han recibido un bombardero modernizado Tu-160M1 y cuatro Tu-95MS16. Lo mismo ocurre con los cisternas Il-78M, que serán reemplazados con el nuevo modelo Il-78M-90A con capacidades extendidas para poder llevar a cabo su vital misión en favor de la fuerza de bombarderos de ataque nuclear.
Tupolev Tu-160 17 Rojo "Valery Chkalov"
LA MILITARIZACIÓN DEL ESPACIO HA LLEGADO
George Friedman ya
adelantó en 2010 que este siglo sería el siglo de la militarización del espacio
y que la próxima guerra global se iniciaría, precisamente, en el espacio y siguiendo
la lógica de sus tesis podemos formular la siguiente regla: quien domine el espacio ganará la guerra global. Pues bien, la
Administración Trump ha estado dando los pasos necesarios para avanzar en el
control del espectro espacial. Como ya indicamos
en el blog en agosto de este año, el presidente Trump anunció el 18
de junio de 2018 la intención de crear unas Fuerzas Espaciales con el mismo
rango que las otras ramas de las Fuerzas Armadas y, por consiguiente, con el
mismo estatuto que la Fuerza Aérea, que es la que mantiene hasta ahora el
control de las actividades espaciales militares de los Estados Unidos. De este
modo, el presidente firmó el 18 de diciembre de 2018 una orden ejecutiva en la
que instruye al Departamento de Defensa para que organice una fuerza militar
dedicada a las operaciones en el espacio denominado Mando Espacial de los Estados Unidos como mando de combate unificado.
Aunque cuenta con la oposición de importantes sectores de las Fuerzas Armadas
tradicionales, representados por grupos organizados de senadores y
representantes en el Congreso, el objetivo definido por el presidente es lograr
la creación de unas auténticas Fuerzas Espaciales independientes en 2020, por
lo que la orden ejecutiva aprobada ahora es una medida transitoria hacia ese
objetivo definitivo que ya adelantó en marzo de 2018. Estados Unidos quiere
reunir en una sola Fuerza el conjunto de las capacidades de lanzamiento,
control y empleo de los satélites espaciales militares de todo tipo, desde los
de comunicaciones, de posicionamiento global, de reconocimiento e inteligencia
hasta los de seguimiento de objetos espaciales y misiles balísticos. Solo de
este modo considera la Administración Trump que pueden seguir manteniendo la
primacía en el espacio y estar preparados
para afrontar las amenazas futuras que se presentarán en ese espectro del campo
de batalla y, llegado en caso, ganar
la guerra espacial. Como dijo el presidente del Estado Mayor Conjunto,
general Joseph Dunford, el pasado mes de abril los sistemas espaciales propios
carecen de la resistencia necesaria en caso de ataque y son vulnerables a las
nuevas capacidades con las que cuentan otros países, y enfatizó: “se dice que
no hay guerras en el espacio, pero existen guerras que implican a nuestros
sistemas”, de ahí la necesidad de protegerlos y hacerlos invulnerables. Estas
iniciativas han sido contestadas por Rusia que afirma que una confrontación en
el espacio podría ser tan peligrosa como la carrera armamentista desencadenada
por los Estados Unidos a mediados del siglo pasado y les acusa de bloquear
sistemáticamente todas las propuestas encaminadas a mantener el espacio
exterior libre de armamentos, pero el anuncio del despliegue operativo en 2019 de sistemas de guerra electrónica como el Tirada-2S con capacidad para interferir
los sistemas satelitales en el espacio, desarrollado desde 2001 por el 46º Instituto Central de Investigación, no hace más que aumentar la sensación de
inseguridad de Washington a una eventual pérdida de sistemas espaciales vitales.
Esto significa que ya se ha producido la
militarización del espacio y previsiblemente en los próximos años
asistiremos a una auténtica carrera por el espacio, pero esta vez no de
carácter civil y solo parcialmente militar como ocurrió entre soviéticos y
americanos durante la Guerra Fría en el siglo XX, sino una auténtica carrera
militar espacial en la que intervendrán múltiples actores que buscarán la
manera de asegurar sus propios sistemas espaciales y, al mismo tiempo,
inutilizar o destruir los satélites adversarios, porque sin estos no hay
reconocimiento, ni inteligencia ni capacidad de batir objetivos en tierra o en el
mar con armas guiadas de precisión, pues como hemos explicado muy recientemente
ese es el objetivo de sistemas como el Programa
Galileo europeo o el Beidou
chino. Por tanto, como dice el maestro de ceremonias en la pista del
circo: “señores, siéntense y vean”.
“UN MUNDO INCIERTO: RETOS ECONÓMICOS, POLÍTICOS Y SOCIALES”
Javier Solana impartió una
conferencia el 17 de diciembre de 2018 en La Laguna en la que habló de los principales
problemas que enfrentan las relaciones internacionales en el nuevo siglo: el
terrorismo internacional, la emergencia imparable de China y los retos y
oportunidades que se presentan para superar los efectos de la crisis financiera
global de 2008. El acto contó con la asistencia del presidente del gobierno de
Canarias, la presidenta del Parlamento de Canarias, el general jefe del Mando
de Canarias, el rector de la Universidad de La Laguna, expresidentes del gobierno
de Canarias y exrectores de la Universidad de La Laguna en el salón de actos de
la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife con un aforo completo.
La intervención de Solana, el español que más puestos de responsabilidad
ha desempeñado en instituciones internacionales, fue absolutamente brillante, de
una calidad expositiva superior y con un conocimiento de la realidad internacional
de la que pocos pueden hacer gala como él, destacando especialmente su papel al
frente de la Secretaria general de la Alianza Atlántica de 1995 a 1999 y
posteriormente como Secretario general de la UEO y Alto Representante del Consejo para la Política
Exterior y de Seguridad Común de la Unión Europea de 1999 a 2009 y negociador
incansable de acuerdo para el control del programa nuclear iraní que se concretó
en el pacto firmado en julio de 2015 entre el P5+1 y la Unión Europea y el gobierno de Teherán. Precisamente
por este motivo las autoridades americanas le negaron el permiso de entrada en
el país en junio de este año, como el mismo comentó en la conferencia.
“TODAS LAS VERDADES SON SENCILLAS DE ENTENDER UNA VEZ QUE SE DESCUBREN; EL PUNTO ES DESCUBRIRLAS”
Esta es una frase
que se atribuye al sabio Galileo Galilei y que nos sirve de introducción para tratar
sobre dos temas que hemos seguido extensamente en el blog: por un lado, la creación de una constelación europea de satélites de posicionamiento global con el Programa Galileo en la
búsqueda de la independencia estratégica de los europeos y, por otro, el proceso político de retirada del Reino Unido de la Unión Europea, proceso que se ha
denominado de forma generalizada Brexit. Desde el 24 de junio de 2016 todos los
acontecimientos relacionados con el anuncio de la retirada británica han sido un
cúmulo de despropósitos de los peores políticos que han tenido el poder en
Londres desde el terrible Chamberlain. Cameron demostró que era un político con
pocas luces cuando convocó un referéndum sobre la permanencia en la Unión Europea
que casi nadie le pedía más allá de un grupúsculo nacionalista dentro del
partido Conservador y los desaforados del UKIP, y cuando se tuvo que enfrentar
al desastre que él mismo había provocado no tuvo la valentía de permanecer en
el cargo, sino que se fue por la parte de atrás. Si alguien pensaba que le iba
a suceder un estadista de la talla de un Churchill se equivocaba, porque la
sucesora, la primera ministra Theresa May, lo hace casi tan mal como su
antecesor. Con sus declaraciones en el interior del país, sus ausencias
forzadas de las cumbres y foros europeos aun cuando el Reino Unido sigue siendo
miembro de pleno derecho de la Unión Europea, con sus idas y venidas a ninguna
parte en el interior y en el exterior, está demostrando que no sabe defender ni
tiene ni idea de cuáles son los intereses nacionales de su país. Esta situación
pone de manifiesto la existencia de una profunda crisis política y May, como
Primera Ministra, es solo su consecuencia, actuando como una crisis manager entre bloqueos, amenazas, divisiones y dimisiones sin
ninguna dirección política; precisamente el país que creó una diplomacia capaz
de forjar un imperio se ve sumido ahora en el caos de una negociación errática
y disparatada con Bruselas, teniendo en cuenta además que Juncker, Tusk o
Barnier tampoco le facilitan las cosas. Por eso, después de no concretar nada
en el Proyecto de Tratado para el Brexit, lo que hace que no sea nada más que
un acuerdo para un período transitorio -entre el 29 de marzo de 2019 y finales
de 2020-, pero importante y difícil de lograr debido a la imposibilidad de
domesticar a su propio gobierno, se ha visto forzada a retirar en el último
momento la votación del texto en su propio parlamento y anunciar una nueva gira
europea para conseguir cualquier nuevo trato de circunstancias con los negociadores
europeos antes del Consejo Europeo de 13 de diciembre de 2018. Y es en este contexto
en el que May ha anunciado que el Reino Unido abandona el Programa Galileo: “Dada
la decisión de la Comisión Europea de impedir que el Reino Unido participe en el desarrollo de todos los aspectos de Galileo, es justo que encontremos
alternativas (…) No puede dejar que nuestros servicios armados dependan de un
sistema del que no podemos estar seguros. Eso no redundaría en nuestro interés
nacional. Y como actor global con ingenieros de primera clase y aliados firmes alrededor
del mundo, no nos faltan opciones.” Es más, May anunció que su país pondrá en
marcha un programa para crear un sistema propio de posicionamiento global por
satélite. Por su parte, el secretario de Defensa Williamson destacó que “el
desarrollo de un nuevo sistema sería una oportunidad para aprovechar las
habilidades y experiencia británicas en tecnología satelital. Es crucial seguir
adelante con los planes para nuestro propio sistema de clase mundial e
independiente.” Sin embargo, Londres ha pagado unos 1.200 millones de libras
por su participación en el programa europeo. Entonces se plantean una serie de
cuestiones: si May ha tenido que aceptar finalmente el pago de 60.000 millones
de euros a la Unión Europa para salir de la Organización ¿de dónde va a sacar
el dinero necesario para pagar el coste de levantar un “GPS” made in England? Pero, teniendo claro por
qué quieren su propio sistema, ¿con quién van a crear un sistema satelital de
posicionamiento global? O es que ¿simplemente se van a adherir al GPS americano
mediante un acuerdo de cooperación política basada en la Special Relationship
entre los dos aliados transatlánticos que se funda en los inicios de la Segunda
Guerra Mundial? Quizás por eso, May dijo que bastan 92 millones de libras para
desarrollar un programa propio, es decir, alquilar los servicios del sistema americano
ya existente. Mientras tanto, el programa europeo sigue su curso y estará
plenamente operativo en 2020 lo que dará a los europeos, en particular a
Francia y a su fuerza de ataque nuclear, la capacidad de batir cualquier
objetivo militar en el mundo con armas guiadas y hacerlo de forma
independiente, sin depender del sistema americano y de la capacidad siempre
presente de cegarlo en cualquier momento cuando sus intereses vitales no se
encuentran en juego, pero si lo estén los de los aliados europeos. La reflexión
final es que ni unos ni otros, franceses y británicos, deberían olvidar la
lección más importante de la campaña militar del Canal de Suez en 1956: la
necesidad de mantener la capacidad de intervenir unilateralmente para triunfar.
"Hasta el infinito y más allá"
"Hasta el infinito y más allá"
CRIMEA, UCRANIA ORIENTAL, EL PUENTE DE KERCH O EL INEVITABLE DESLIZAMIENTO HACIA LA GUERRA
El domingo 25 de
noviembre de 2018 tres pequeños barcos de la Armada ucraniana -las lanchas
artilladas Berdiansk y Nikopol y el remolcador Yany Kapu- se aproximaron al estrecho de
Kerch, que separa la Rusia continental de la península de Crimea, con la
intención de cruzarlo. De inmediato, fueron interceptados por varios buques de
los guardacostas del FSB que les conminaron a volver sobre sus pasos; ante la
persistencia de las maniobras de los barcos ucranianos desobedeciendo las
instrucciones que se les emitían, los guardacostas rusos los bloquearon,
abrieron fuego contra una de las lanchas artilladas y, posteriormente, los
apresaron llevándolos al puerto ruso de Kerch donde quedaron detenidos
veinticuatro marineros, entre ellos varios agentes del SBU, los servicios de
inteligencia ucranianos -lo que fue confirmado por las mismas autoridades
ucranianas el 27 de noviembre-. El gobierno de Kiev acusó a Rusia de cometer un
acto de agresión, afirmando que habían informado a las autoridades rusas de la
derrota de los barcos militares cuyo destino era el puerto de Mariupol, en el
mar de Azov. De inmediato Kiev pidió a los aliados occidentales “endurecer la
presión internacional sobre Rusia para que liberen de forma inmediata a los
marineros y barcos ucranianos”, y el presidente Poroshenko y el secretario
general de la Alianza acordaron convocar una reunión urgente de la comisión
OTAN-Ucrania a nivel de embajadores para discutir la situación. El secretario
general Stoltenberg expresó el 26 de noviembre de 2018 “su apoyo a la
integridad territorial y la soberanía de Ucrania e instó a Rusia a que respete
el Derecho internacional”, afirmó que “no hay justificación para el uso de la
fuerza militar contra los barcos y el personal ucranianos” y advirtió de que
“evaluamos de forma constante qué más podemos hacer porque Rusia tiene que entender que sus acciones tienen consecuencias [las
cursivas a lo largo del texto son mías]”. Stoltenberg afirmó sin ambages “que
hay una guerra en Ucrania”. Como nunca faltan dos sin tres, el mismo día el
ministro de Defensa polaco, Mariusz Blaszczak, anunció -por supuesto en su
cuenta de Twitter- que había convocado a los altos mandos de las Fuerzas
Armadas y jefes de las unidades militares “debido al agravamiento de la
situación en el mar de Azov”. Mientras tanto, la parte rusa solicitó una convocatoria
urgente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Sin embargo, la propuesta
rusa no fue aceptada por siete votos en contra, con lo que el asunto no llegó a
acceder al orden del día y mucho menos cualquier propuesta de resolución del
Consejo sobre este tema. La posición del gobierno ruso fue resumida en un
comunicado del Ministerio de Asuntos Exteriores en el que afirma que “advirtió
en repetidas ocasiones al régimen de
Kiev y sus protectores occidentales sobre el peligro de desorbitar la histeria
en torno al mar de Azov y el estrecho de Kerch.” El representante permanente
adjunto ante Naciones Unidas, Dmitri Polianski, reiteró la posición de su país: la acción de los barcos ucranianos supuso la violación de la
soberanía rusa, pero no por un acto meramente circunstancial o accidental, sino
que responde a “una provocación planificada con anterioridad” y “con una total
connivencia de los países occidentales que prácticamente dieron carta blanca a
sus tutelados ucranianos hace mucho para cualquier acción”. Estas acciones
están conectadas con las denuncias de la militarización del estrecho de Kerch tras
la entrada en servicio en mayo del puente que une Rusia con la península
crimea. No parecen desmesuradas las declaraciones del representante ruso si
tenemos en cuenta las declaraciones del presidente Poroshenko pidiendo la
llegada de barcos de la Alianza Atlántica al mar de Azov, la proclamación de la
ley marcial en diez regiones fronterizas del país -lo que no había ocurrido desde
el inicio del enfrentamiento con Rusia en marzo de 2014- o las disparatadas
declaraciones del comandante en jefe de las Fuerzas Armadas ucranianas, general
Víctor Muzhenko, sobre un supuesto ataque con misiles antibuque de la Aviación
Naval rusa contra los tres barcos apresados. Sorprende la cortedad de miras de los ucranianos, que saben que no van a ingresar en la Alianza Atlántica ni en la Unión Europea. Pero esta política forma parte del esfuerzo de
Kiev de extender e internacionalizar el conflicto frente a una Rusia cada vez
más sancionada por las potencias occidentales y, en consecuencia, cada vez más
resuelta a buscar una solución a un conflicto que tiene ante sus mismas
fronteras. Después de la rápida e incruenta ocupación de Crimea en marzo de
2014 la política de Moscú ha sido de implicación indirecta, cautelosa en las
acciones que lleva a cabo, tratando de no tensar más las relaciones con el
Bloque occidental, que son prioritarias para Moscú desde cualquier punto de
vista. Pero también hay que tener en cuenta que la reincorporación de Crimea
forma parte del interés nacional de Rusia y que, como ha dicho el presidente
Putin en reiteradas ocasiones, es un acto irreversible. Por tanto, cualquier
acción que vaya en contra de la integridad de Crimea o de sus espacios
territoriales, incluidas las aguas marítimas adyacentes y el espacio aéreo será
respondido con firmeza, como no puede ser tampoco de otra manera, de ahí el ostensible despliegue esta misma semana de más unidades de misiles antibuque
con base en tierra Bal en Kerch y de defensa aérea S-400 en Dzhankoi (Crimea). Si seguimos
las tesis de Moscú, al otro lado se encuentra un país sumido en el caos bajo la
dirección de una banda de delincuentes de carreteras, en palabras de la portavoz
del Ministerio de Asuntos Exteriores, María Zakharova, es decir, nada bueno
puede venir de Kiev mientras se mantengan en el poder los actuales gobernantes.
Por eso, Moscú sostiene que las acciones y reacciones del domingo pasado
responden a un plan del presidente Poroshenko para tratar de mejorar su deteriorada
imagen de cara a las elecciones presidenciales de marzo de 2019 -que deberá
disputar a la ínclita Yulia Timoshenko-, como denunció el Ministerio de Asuntos
Exteriores ruso en un comunicado del 26 de noviembre de 2018: “Todo esto, al
parecer, fue destinado a distraer la atención de los problemas políticos
internos en la propia Ucrania.” El presidente Putin reiteró a la
canciller Merkel en una conversación telefónica ese mismo día: “las
autoridades ucranianas son las únicas responsables de crear la nueva situación
de conflicto y los riesgos conexos.” Por eso, el embajador Polianski hizo el 26
de noviembre una advertencia que debe tomarse en serio: “Nuestro país jamás ha
dado el primer golpe, pero sabe protegerse. Los residentes de Crimea, al igual que de otras regiones de Rusia,
están bajo una protección segura”. ¿A qué regiones se puede estar refiriendo el
diplomático ruso en el contexto del conflicto con Ucrania? Porque hay regiones
rusas que permanecen todavía fuera de Rusia, que se mantienen independientes de facto y que gozan de la protección
diplomática y militar de Moscú, solo falta dar el paso de incorporarla a la
Federación, como ocurrió con Crimea. Por eso fue un error la decisión de la
Administración Trump anunciada el 29 de noviembre de 2018 de cancelar la esperada reunión
con el presidente Putin en la cumbre del G-20 en Buenos Aires hasta tanto no se
devuelvan los barcos y las tripulaciones a Ucrania -sobre todo tras la tibia reacción americana el día 25 de noviembre-, porque hay asuntos estratégicos
de máxima importancia que esperan una resolución conjunta, especialmente en desarme (tratados INF y Nuevo START) y régimen de no proliferación, que son uno de los fundamentos del sistema de
seguridad global. Sin embargo, el presidente Trump escribió en Twitter que
“espera tener una cumbre significativa [con Putin] tan pronto se resuelva esta
situación” y los contactos no se interrumpieron entre ambas partes según confirmaron fuentes de Washington y de Moscú. Previamente los gobiernos del G-7 junto con la representante de la
UE adoptaron una declaración conjunta en la que explicitaron: “No hay
justificación para el uso de la fuerza por parte de Rusia contra los buques y
el personal naval ucranianos. Instamos a la moderación, el debido respeto por
el Derecho internacional y la prevención de cualquier escalada adicional.
Hacemos un llamamiento a Rusia para que libere a la tripulación y los buques
detenidos y se abstenga de impedir el paso legal a través del estrecho de
Kerch.”, y enfatizaban: “Nosotros, el G-7, reiteramos una vez más que no
reconocemos, y nunca lo haremos, la anexión ilegal de Rusia de la península de
Crimea, y reafirmamos nuestro apoyo inquebrantable a la soberanía e integridad
territorial de Ucrania.” De este modo el conflicto ucraniano no tiene
muchas salidas, -que ya examinamos en una publicación en agosto de 2017- o más bien solo una: la guerra de Georgia del verano de 2008 y
la ocupación de Crimea en 2014 muestran el camino que puede seguir Rusia si la
situación llega a ser políticamente insostenible.
GLOBAL THUNDER, EJERCICIO DE GUERRA NUCLEAR A LA AMERICANA
El Mando Estratégico de los Estados
Unidos (STRATCOM
por sus siglas en inglés) activó el lunes 29 de octubre de 2018 el
ejercicio anual de las fuerzas nucleares estratégicas denominado Global
Thunder que tiene "un enfoque específico en la preparación
nuclear" y que viene a ser una respuesta al ejercicio de guerra nuclear
global llevado a cabo por las Fuerzas Nucleares Estratégicas de Rusia el día 11
de octubre, del que nos ocupamos en la entrada EJERCICIO DE GUERRA NUCLEAR GLOBAL 2018.
El STRATCOM a través de sus fuerzas componentes tiene
responsabilidades globales asignadas en el Plan de Mando Unificado que incluyen
la disuasión estratégica, el ataque nuclear, las operaciones espaciales, las
operaciones conjuntas en el espacio electromagnético, el ataque global y la
detección y defensa antimisiles. En consecuencia, el ejercicio está destinado a
evaluar las capacidades de la Fuerza de Ataque Nuclear para "disuadir,
detectar y, si es necesario, derrotar ataques estratégicos" contra los
Estados Unidos o sus aliados. Como indica el jefe del Mando Estratégico, general John Hyten: "la triada nuclear
es la columna vertebral de la disuasión estratégica. Ejercicios como estos
integran nuestras capacidades únicas en toda la fuerza conjunta para disuadir y
defender a la Nación. Nuestras fuerzas deben estar listas y preparadas para
ejecutar órdenes globalmente, donde sea y cuando sea necesario". Y esta
disuasión debe incluir a los Estados Unidos y a sus aliados; como dice el
general Hyten: "la disuasión en el siglo XXI tiene que ser un enfoque
global, y debe involucrar a nuestros socios y aliados. Es por eso que Global Thunder es un ejercicio
multinacional que opera a escala global", visión que se recoge en el
documento 21st Century Nuclear Deterrence and Missile Defense disponible
aquí. Como continuación del desarrollo
de estas capacidades, el 6 de noviembre de 2018 el Mando de Ataque Global de la
Fuerza Aérea efectuó el lanzamiento de un misil intercontinental Minuteman III equipado
con una ojiva desarmada desde la base de Vandenberg en California y que alcanzó
con éxito el objetivo programado en un área no especificada del océano Pacífico.
La Fuerza Aérea informó que la finalidad de la prueba era comprobar la fiabilidad
y precisión del sistema del que el Mando de Ataque Global tiene cuatrocientos
cincuenta misiles en servicio, pero no aportó más información sobre el alcance
de la misma. Se trata del cuarto lanzamiento de este tipo realizado por la Fuerza
Aérea en lo que va de año, con dos pruebas exitosas llevadas a cabo el 26 de abril
y el 14 de mayo y una fracasada el 31 de julio, cuando un misil lanzado desde
un silo de la base de Vandenberg tuvo que ser destruido en vuelo debido a una
anomalía de vuelo no especificada. Como ya escribimos en la entrada EMPEZAR A GANAR GUERRAS de febrero de 2017 la Administración Trump ha continuado adelante
con los programas de modernización de la Fuerza de Disuasión Estratégica iniciados
en el período de la presidencia Obama, entre ellos el nuevo misil conjunto de
la Fuerza Aérea y la Marina, que sustituirá a los Minuteman III y a los Trident
D5 actualmente en servicio. El objetivo es continuar manteniendo la brecha tecnológica
militar que les separa del resto de las potencias iguales del sistema
internacional.
"Thunder", Imagine Dragons (mayo de 2017):
"Thunder", Imagine Dragons (mayo de 2017):
TQM
LA CONFERENCIA DE LAS CUATRO POTENCIAS SOBRE SIRIA
En el sistema
internacional globalizado posterior a la etapa de la hegemonía imperfecta se
suceden nuevas coaliciones de Estados que dejarían atónito al más afamado de
los internacionalistas clásicos. Desde las coaliciones ad hoc lideradas por las potencias occidentales en las guerras de
Afganistán, Irak o Libia, a las extrañas y llamativas combinaciones de
potencias regionales en las guerras civiles de Siria o Yemen, hasta las más
pacíficas conferencias de los BRICS, de la ASEAN o de los países ribereños del
Caspio, todas ellas se suceden a un ritmo casi frenético, al que imponen los
acontecimientos internacionales a golpe de titular de noticiero, de sitio web
de noticias o, más aceleradamente aún, de los que crean trending topics en tal o cual red social. De este modo, los
gobiernos se ven compelidos a reaccionar ante cualquier evento, a tomar una
“posición decisiva” ante cada acontecimiento y, por supuesto, a reunirse en
cumbres o conferencias internacionales que son de dudosa o nula eficacia,
incluso cuando participan alguna o algunas de las grandes potencias. Porque, no
nos engañemos, ¿cuáles son las
conferencias que funcionan? Aquellas en las que participan y acuerdan las
grandes potencias del sistema internacional, singularmente cuando se conciertan
en el seno del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ya que, por mandato
del artículo 25 de la Carta, el resto de los Estados están obligados a cumplir
las resoluciones del Consejo en lo que atañe a la paz y a la seguridad
internacionales, esto es, el Directorio mundial, a veces tan útil y otras
parece que tan superfluo. Porque como las decisiones exigen la unanimidad de
los miembros permanentes -o al menos el voto no negativo de cualquier de ellos,
porque el resto, los miembros no permanentes, no cuentan- solo cabe el acuerdo
en los asuntos de procedimiento, en los que no se juegan sus intereses
nacionales, y, paradójicamente, en los de extrema gravedad, aquellos en los que
las partes del sistema consideran que se puede poner el peligro el
mantenimiento del régimen internacional. En los demás casos no aprueban nada
cuando a alguno de los miembros permanentes no le interesa, y se dejará a
conferencias y organizaciones internacionales la resolución de los mismos por mecanismos
que van desde los buenos oficios y la diplomacia preventiva hasta el uso de la
fuerza en violación de la Carta de las Naciones Unidas, como ocurrió con la
guerra de Yugoslavia en 1999, la invasión de Irak en 2003 o la reintegración de
Crimea en 2014. Un ejemplo reciente de conferencia
internacional para tratar de resolver un conflicto es la que reunió a Rusia, Turquía, Alemania y Francia
en Estambul el 29 de octubre de 2018. Visto que las Naciones Unidas no
pueden decidir un asunto por el derecho de veto de quienes realmente mandan, se
reúnen los implicados más otros países añadidos para hacer bulto y procuran llegar
a conclusiones asumibles por el Consejo que, si es preciso, lo someterán a
votación y posiblemente salga adelante. Lo normal es que algún miembro
permanente se abstenga, como Gran Bretaña y los Estados Unidos en este caso, y
eso no impide una votación afirmativa. Por eso, los dirigentes de aquellas potencias
se reunieron para acordar los mecanismos de transición política en Siria
después de la guerra -esto es, cuando las organizaciones terroristas y rebeldes
hayan sido derrotadas o hayan abandonado el país por los buenos oficios de una
o varias potencias extranjeras-, tarea que encomiendan a un comité
constitucional en Ginebra que debe preparar el modelo de transición política en
Siria, por supuesto sin excluir a nadie, es decir, al presidente Assad, como
dejó muy claro de antemano Rusia y han terminado aceptando los líderes
occidentales. El principio fundamental aceptado es el de mantener la unidad del
país árabe, ya que singularmente Turquía no está dispuesta a admitir la existencia
de ningún pseudoprotectorado kurdo tutelado por Occidente en Siria o en Irak y,
de hecho, esta oposición absoluta fue el desencadenante de la intervención
militar turca en el noroeste de Siria en enero de 2018 como reacción a la
creación de la YPD por los Estados Unidos. La presencia turca se mantiene hasta
ahora con los acuerdos con Rusia de 17 de septiembre de 2018, que incluyen un
área desmilitarizada en Idlib que realmente a nadie interesa, pero que concede el
tiempo necesario para que se puedan sacar del territorio sirio a los aliados de
cada uno de los bandos que han participado en la guerra. Por eso el presidente
Putin decía: “a pesar de que el nivel de violencia en Siria se ha reducido
significativamente, la eliminación de todos los elementos radicales acumulados
sigue siendo una tarea importante. No debemos permitir que los bandidos que han
recibido experiencia en combate continúen las actividades criminales, creen
células dormidas en nuestros países, recluten partidarios y prediquen la
ideología extremista y el terror.” Por supuesto Rusia “se reserva el derecho de
brindar apoyo efectivo a las acciones decisivas del gobierno sirio para
eliminar este foco de amenaza terrorista.” Por su parte, Macron y Merkel
consiguieron que se organice una segunda conferencia para resolver el problema
de los refugiados sirios, que es lo que realmente les interesa. Más allá, como
dijo el presidente Putin, es “el propio pueblo sirio [el que] debe determinar
el destino de su propio país”, sabiendo perfectamente que el destino lo va a
determinar Rusia. Así es la política internacional: el uso de palabras sabidas
y recomendadas a las que estamos acostumbrados y que nunca quieren decir lo que
dicen. Quizás por ello, el 29 de octubre de 2018 el gobierno ruso nombró como
nuevo embajador en Siria a Alexander Efimov, actual embajador ante los Emiratos
Árabes. Será un gran triunfo de Rusia en una posición clave en Oriente Medio y
una reafirmación de autoridad.
"ALGUNOS HOMBRES BUENOS"
Es el título de la
película que se proyectó el 24 de octubre de 2018 en el Aula de Cine de la Universidad
de La Laguna (ULL), dentro del ciclo dedicado al actor Jack Nicholson. La película
fue presentada por Manuel García de Mesa, abogado, coordinador y cofundador del
Aula de Cine Jurídico del Colegio de Abogados de Santa Cruz de Tenerife y
miembro del Aula de Cine de la ULL. En el debate posterior a la proyección participaron
la abogada Gladys García Acosta, el abogado Dr. Santiago Yanes Pérez, también coordinador
y cofundador del Aula de Cine del Colegio de Abogados, el periodista Dr. Antonio
Herrero y el Dr. Luis V. Pérez Gil. “Algunos hombres buenos” (1992) es una
película de Rob Reiner (productor y director) basada en la novela homónima de Aaron
Sorkin, que en su época ya fue un éxito comercial debido a la participación de
los dos jóvenes actores Tom Cruise y Demi Moore, pero también de un extraordinario
Jack Nicholson y al sólido guion obra del propio Aaron Sorkin -con un presupuesto
de aproximadamente 40 millones de dólares recaudó 243 millones-. En la película
destacan dos temas de interés desde el Derecho Internacional y las Relaciones Internacionales.
El primero está relacionado con el estatuto legal de la base naval de Guantánamo
(Cuba), donde transcurren los acontecimientos que dan lugar al juicio penal
militar posterior que se desarrolla en Washington DF. Esta base aeronaval americana
se estableció inmediatamente después de la guerra hispano-americana de 1898 y tiene
su base legal en el Tratado de 23 de febrero de 1903 de arrendamiento perpetuo
del territorio que ocupan las actuales instalaciones (117,6 km2) y según
establece el tratado, la soberanía es cubana y “los Estados Unidos ejercen la jurisdicción
y los señoríos completos”. El pago de la renta se estableció por un tratado
posterior de 1934 que se mantiene hasta la actualidad a pesar del rechazo reiterado
del gobierno cubano desde la revolución en 1961. Sin embargo, Guantánamo es hoy
conocida mundialmente por establecerse en ella en 2002 un Centro de Detención para
terroristas yihadistas capturados por los Estados Unidos en cualquier parte del
mundo durante la Guerra Global contra el Terrorismo. A pesar de múltiples
declaraciones políticas sobre su cierre, incluidas de los presidentes Bush y
Obama, de reiteradas resoluciones judiciales de tribunales americanos condenatorias
sobre su existencia y las prácticas que en dicho Centro de Detención se han
desarrollado, la realidad es que sigue existiendo y funcionando al margen de
las normas más básicas del Derecho Internacional sobre derechos humanos, el Derecho
de los conflictos bélicos y el Derecho internacional Humanitario. La segunda
cuestión que interesa es las dos visiones sobre las Fuerzas Armadas y la condición
y el ejercicio de la profesión militar en las sociedades democráticas que se contraponen
durante el desarrollo del proceso penal militar -es decir, durante toda la película-,
debate teórico para el que nos remitimos a la clásica obra de Samuel Huntington
El soldado y el Estado (1964). Porque
el crimen que se juzga es el resultado de un denominado “código rojo”, que no
es más que la aplicación de medidas disciplinarias militares más allá de toda
regulación legal, concepto que se repite reiteradamente a lo largo de la
película; pero la milicia no escapa, no puede hacerlo, al control democrático en
las sociedades avanzadas, porque está al servicio mismo del Poder político y de
los ciudadanos.
40º ANIVERSARIO DE LA ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE PROFESORES DE DERECHO INTERNACIONAL Y RELACIONES INTERNACIONALES
El 19 de octubre
de 2018 se celebró en la Escuela Diplomática en Madrid un encuentro de profesores
de Derecho Internacional Público y Privado y Relaciones Internacionales
organizado para conmemorar los cuarenta años de la Asociación Española de Profesores de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales (AEPDIRI) en
la que nos agrupamos y a la que damos nombre la mayor parte de los que nos dedicamos
a la docencia y la investigación en estas materias, y que nació, precisamente,
en el año en el que se aprobó y entró en vigor la Constitución que rige nuestro
país desde entonces. Periódicamente se organizan jornadas ordinarias de la Asociación,
y también jornadas extraordinarias sobre temas que interesan a la dogmática y a
la ciencia, pero en esta ocasión se trataba de hablar de la Asociación misma y también
de los profesores, de los que antecedieron a los fundadores, desde principios
del siglo XX sirviendo en las más altas instituciones internacionales, de los
más afamados iusinternacionalistas españoles, unos presentes y otros ya
ausentes y de los más jóvenes académicos e investigadores y, como no, del futuro
de la Asociación. Como cabía esperar la jornada contó con la intervención de
los maestros -no estaban todos, pero los que estaban sí eran los mejores-
repartidos en varias mesas que se fueron sucediendo a un ritmo trepidante, lo
que sirvió para poner de manifiesto la vitalidad y la pujanza de la AEPDIRI y
la relevancia que tienen estas disciplinas en el desarrollo de la política exterior
española, en el ámbito de las conferencias y las organizaciones internacionales
y particularmente en la Unión Europea y las Naciones Unidas. La jornada fue
presentada por la presidenta de la Asociación, la catedrática Dra. Caterina
García Segura, y el Director de la Escuela Diplomática, embajador Fernando
Fernández-Arias Minuesa, e inmediatamente se inició con una primera mesa
dedicada a “Los cuarenta años de la AEPDIRI: crónica de una vida anunciada”, en
la que la profesora Dra. Eulalia Petit de Gabriel (Secretaria) y el profesor
Dr. Enrique Martínez Pérez (Tesorero) realizaron una semblanza de las reuniones
preliminares, la fundación y la vida organizativa de la Asociación hasta la
actualidad, y que incluyó la proyección de un documental homenaje a los
iusinternacionalistas del pasado y del presente, cuya enumeración excede
ampliamente el espacio que nos hemos propuesto al escribir esta entrada. La
mesa II contó con la participación de los catedráticos Dres. Manuel Pérez
González, Oriol Casanovas y la Rosa, Jorge Cardona Llorens y Luis Hinojosa
Martínez que debatieron sobre “La naturaleza académica de la AEPDIRI”.
En la Mesa
III, moderada por la catedrática Dra. Paz Andrés Sáenz de Santa María, concurrieron
las catedráticas Dras. Concepción Escobar Hernández, Alegría Borrás Rodríguez y
Araceli Mangas Martín y los catedráticos Dres. Pedro de Miguel Asensio y Mariano
Aznar Gómez que hablaron de “La AEPDIRI: una prolija actividad científica en la
difusión y formación del Derecho Internacional y las Relaciones Internacionales”.
La mesa IV, moderada por la catedrática Dra. Ana Salinas de Frías, estuvo dedicada a “La contribución de la AEPDIRI a la construcción del Derecho Internacional y de la UE” con la intervención de los catedráticos Dres. José Antonio Pastor Ridruejo, Carlos Jiménez Piernas, actualmente jefe de la Asesoría Jurídica Internacional del Ministerio de Asuntos Exteriores, Antonio Remiro Brotóns Y Gregorio Garzón Clariana y la catedrática Dra. Elisa Pérez Vera.
Por la tarde se desarrolló la mesa V dedicada a debatir sobre el “Pasado, presente y futuro de la AEPDIRI” con la participación de los catedráticos Dres. Javier Liñán Nogueras, José Manuel Sobrino Heredia y Carlos Esplugues Mota, y la presidenta de la Asociación, catedrática Dra. Caterina García Segura, a quien correspondió a continuación la clausura de la jornada, que se cerró con el compromiso de seguir adelante con los retos que presentan la docencia y la investigación de nuestras disciplinas en el marco actual de la docencia europea.
El programa completo de la Jornada se puede consultar en el siguiente enlace.
PROMOVIENDO LA CULTURA DE DEFENSA
En esta entrada colgamos la presentación audiovisual preparada para el curso NOOC "La Defensa, un bien público", organizado por el Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y de Formación del Profesorado (INTEF) del Ministerio de Educación y Formación Profesional del Gobierno de España. Esta actividad formativa está destinada a adquirir y manejar los conceptos básicos relacionados con la seguridad y la defensa en la sociedad actual, los denominados intereses de seguridad y la manera de protegerlos, así como las amenazas y desafíos que pueden afectar a la seguridad nacional e internacional en un mundo globalizado. De forma adicional, se dan orientaciones para el uso de herramientas y recursos destinados a abordar la formación en los aspectos claves de la Defensa como bien y servicio público, todo ello destinado a potenciar la cultura de Defensa.
EJERCICIO DE GUERRA NUCLEAR GLOBAL 2018
El 11 de octubre
de 2018 el presidente Putin ordenó al Estado Mayor General la activación de las
Fuerzas Nucleares Estratégicas para llevar a cabo el ejercicio práctico anual de
guerra nuclear global que, como viene siendo habitual, tiene lugar durante el
mes octubre -véase la entrada del blog EJERCICIO DE GUERRA NUCLEAR GLOBAL de octubre de 2017-. La entidad de los ejercicios a gran escala Vostok-2018, que se
desarrollaron entre el 11 y el 17 de septiembre y en los que participaron
296.000 militares, más de mil aviones, helicópteros y vehículos aéreos no tripulados,
treinta y seis mil vehículos de todo tipo, incluidas unidades de las Fuerzas
Aerotransportadas (VDV), la Aviación de Transporte y la Aviación de Largo
Alcance con sus bombarderos estratégicos, hizo pensar que finalizarían con el disparo
de varios cohetes estratégicos desde diferentes plataformas de lanzamiento para
implicar a las Fuerzas Estratégicas, pero al no realizarse durante dicho evento,
era casi seguro que se produciría en un ejercicio independiente pero implicando
a las tres ramas o componentes de la Fuerza de Disuasión Nuclear de Rusia: las
Fuerzas de Cohetes Estratégicos (RVSN), las Fuerzas Submarinas Estratégicas de
la Armada y los bombarderos estratégicos de la Aviación de Largo Alcance de las
Fuerzas Aeroespaciales (VKS). Sin embargo, en esta ocasión no se han disparado ICBM,
posiblemente porque se canceló o hubo algún incidente que impidió el lanzamiento tal como estaba previsto, puesto que se habían decretado restricciones al tráfico aéreo en zonas potenciales de lanzamiento del norte de la Rusia europea como ha destacado Pavel Podvig en su blog. Por ello, las Fuerzas Submarinas
Estratégicas y la Aviación de Largo Alcance fueron las encargadas de llevar a cabo la
parte práctica del ejercicio. Dos submarinos nucleares portamisiles (SSBN) llevaron
a cabo el lanzamiento simultáneo de sendos SLBM desde los dos extremos de país:
un R-29RMU2 Sineva -o 2.1 Liner-, disparado por el SSBN K-114 Tula de la Flota del Norte desde el mar
de Barents y otro SLBM sin identificar, pero probablemente un R-29R desde el SSBN K-44 Ryazan de la Flota del
Pacífico, desde el mar de Okhostk; ambos cohetes balísticos se cruzaron en sus trayectorias
balísticas sobre el Ártico y alcanzaron los objetivos programados en los polígonos
de Kura (península de Kamchatka) y Chizha (península de Kanin) respectivamente,
aunque no hay información oficial al respecto. Lo que sí recogió el comunicado oficial del Ministerio de Defensa fue que los lanzamientos de los SLBM fueron
detectados y seguidos por el sistema de alerta espacial EKS y por los radares
de alerta temprana terrestre. Por su parte, los bombarderos de la Aviación de
Largo Alcance Tu-160, Tu-95MS y Tu-22M3 despegaron desde las bases aéreas de Engels
(Saratov), Kubinka (Amur) y Shaykovka (Kaluga), armados los dos primeros con los
novedosos misiles de crucero Kh-101 con capacidad nuclear que alcanzaron objetivos
establecidos en los polígonos de Pemboy (república de Komi) y Teretka (Kazakstán).
De este modo, el Mando militar ruso pone a prueba los sistemas de guerra nuclear con que cuenta el Presidente para responder a una agresión exterior que ponga en peligro la integridad de Rusia o la existencia misma del país o de sus aliados como aclara la Doctrina Militar vigente de diciembre de 2014 -en las entradas más recientes del blog de este mismo mes de octubre de 2018 he dejado las reflexiones sobre el camino al que estamos abocados en caso de que se iniciara un intercambio nuclear, que sería per se masivo entre grandes potencias-.
De este modo, el Mando militar ruso pone a prueba los sistemas de guerra nuclear con que cuenta el Presidente para responder a una agresión exterior que ponga en peligro la integridad de Rusia o la existencia misma del país o de sus aliados como aclara la Doctrina Militar vigente de diciembre de 2014 -en las entradas más recientes del blog de este mismo mes de octubre de 2018 he dejado las reflexiones sobre el camino al que estamos abocados en caso de que se iniciara un intercambio nuclear, que sería per se masivo entre grandes potencias-.
ESTADO DE LOS ARSENALES NUCLEARES DE LAS GRANDES POTENCIAS A 1 DE SEPTIEMBRE 2018
El Departamento de Estado americano ha publicado los
datos de los arsenales nucleares estratégicos de las dos grandes potencias a 1
de septiembre de 2018 conforme a las cláusulas de información contenidas en el
Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (Nuevo START) firmado en Praga el 8 de abril de 2010. Conforme
a los datos más recientes los Estados
Unidos disponen de 1.398 ojivas nucleares, 800 vectores de lanzamiento
entre misiles basados en tierra (ICBM), misiles lanzables desde submarinos
(SLBM) y bombarderos estratégicos y 659 sistemas desplegados. Las cifras en el período anterior -5 de febrero de 2018- eran de 1.350 ojivas nucleares, 800 y 652
lanzadores totales y disponibles respectivamente. En términos porcentuales,
supone que han incrementado el número de ojivas estratégicas un 3,5% y los
sistemas de lanzamiento desplegados un 1,07%, y mantienen el máximo que
autoriza el Tratado para todos los sistemas, desplegados y no desplegados, lo que no es casual y ha sido discutido por Rusia que considera que de esta manera se enmascaran sistemas operativos bajo la condición de sistemas "de entrenamiento", clasificación no prevista en el Tratado. Por
su parte, Rusia dispone de 1.420
ojivas nucleares estratégicas, 775 sistemas de lanzamiento, de los cuales 517 se
hallan desplegados en la actualidad. En el período anterior eran 1.444, 779 y 527
respectivamente. Esto significa que Rusia continúa con las reducciones en los
tres ítems regulados por el Tratado: 1,6% menos de ojivas nucleares, 1,90%
menos de sistemas de lanzamiento desplegados y 0,51% menos en los sistemas
totales, pero hay que tener en cuenta que está reducción es puntual ya que está previsto que a finales de 2018 o en 2019 entre en servicio el cuarto SSBN Borei, equipado con 16 SLBM R-30 Bulavá (SS-N-32 en nomenclatura OTAN). Como indicamos en la entrada anterior sobre este tema, las dos superpotencias
nucleares cumplieron con los límites que
establece el propio Tratado START a la fecha de entrada en vigor de los
mismos, el 5 de febrero de 2018, y que son 1.550 ojivas nucleares, 800 sistemas
de lanzamiento y 700 sistemas desplegados, lo que pone de manifiesto la
voluntad de ambas superpotencias nucleares de cumplir con uno de los
instrumentos jurídicos más importantes para el funcionamiento del sistema de
estabilidad estratégica. Esto es así porque cualquier alteración o incumplimiento del
Tratado START en vigor sería percibido de inmediato por la otra parte como el
inicio de un período de escalada, que hasta ahora ninguno de los dos se ha
permitido iniciar, a pesar del conflicto de Ucrania, la disputa por la
reintegración de Crimea o la intervención de ambas partes en la guerra civil en
Siria. Seguir dentro del paradigma realista,
pese a la enorme crisis sistémica, demuestra que dos de las tres grandes
potencias conocen el alcance de la contención impuesta por el “tratado de los
tratados”, límite al que llegaron hace casi ocho años los Estados Unidos y
Rusia, con resultados más que satisfactorios. Esto revela la importancia de la contención impuesta por los tratados
internacionales en vigor que, de momento, mantienen el régimen estratégico
entre las dos superpotencias nucleares evitando la escalada, una nueva carrera de armas de destrucción en masa y, en definitiva, el riesgo de un intercambio nuclear de consecuencias catastróficas, como hemos anotado en la entrada anterior.
DE VUELTAS CON LA IDEA DE GUERRAS Y ATAQUES PREVENTIVOS
El 2 de octubre de
2018 corrió la noticia de que la embajadora de los Estados Unidos en la OTAN, Kay
Bailey Hutchison, había declarado que Rusia debía detener el desarrollo
encubierto de misiles de crucero prohibidos o los Estados Unidos intentarían
destruirlos antes de que comenzaran a operar. El titular de prensa era
elocuente: “Los Estados Unidos destruirán las ojivas rusas prohibidas si fuera
necesario”, aunque se afirmaba a continuación que Washington seguía
comprometido con la búsqueda de una solución diplomática (véase en Reuters, 2 de octubre de 2018). Poco después la
embajadora Hutchison escribió un tuit -Twitter es el oráculo de la “Nueva
Era”- en el que afirmaba que cuando dijo esas palabras no pensaba en un ataque
preventivo contra Rusia, a pesar de que amenazó con destruir los sistemas de
misiles de crucero rusos -como si esto fuera posible-, cuyo desarrollo han
denunciado reiteradamente los funcionarios americanos por constituir una violación
del Tratado de Misiles de Alcance Medio (INF) de 8 de diciembre de 1987 -texto disponible aquí-. En concreto, en
la prohibición que establece el tratado de que las partes puedan desarrollar, disponer
y desplegar misiles balísticos terrestres con un alcance entre 500 y 5.500
kilómetros. Es más, la señora Hutchison afirmó que lo que deseaba decir era que
“Rusia tiene que volver a cumplir con el INF o tendremos que igualar sus
capacidades para proteger los intereses de los Estados Unidos y la OTAN”. Precisamente
de lo que acusan a su vez los altos funcionarios de Moscú. Pero realmente lo
que dijo la señora Hutchison es que “en ese momento, estaríamos contemplando la
capacidad de acabar con un misil que podría golpear a cualquiera de nuestros
países”. Como decimos en español castizo, ahí queda eso. Pero, como las
desgracias no vienen solas, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg,
se sumó para aclarar que “continuamos preocupados con el insuficiente
cumplimiento por parte de Rusia de sus compromisos internacionales, incluyendo
el Tratado INF”, y que “tras varios años de negativas, Rusia reconoció la
existencia de un nuevo sistema de misiles llamado 9M729; Rusia no ha dado
respuestas convincentes sobre este nuevo misil” (declaraciones que recoge Sputnik, 2 de octubre de 2018) -sobre la manera de expresar
sus ideas el secretario de la Alianza, véase la entrada EL LENGUAJE DE GUERRA FRÍA DE STOLTENBERG, de octubre de 2015-. Hay que aclarar que el misil 9M729
(SSC-8) -que es un desarrollo terrestre del misil embarcado 3M14 Kalibr
(SS-N-30A) probado reiteradamente en la guerra de Siria- es el último misil
incorporado al sistema de misiles de corto alcance con capacidad nuclear Iskander-M,
del que Rusia tiene desplegadas doce brigadas por todo el territorio nacional,
incluida una en la región de Kaliningrado, y que fue probado en un lanzamiento
real durante los ejercicios Zapad-2017 en septiembre de 2017, precisamente en
el Distrito Militar Occidental de Rusia. Ya el presidente de la Comisión de
Defensa de la Duma rusa, Vladimir Shamanov, declaró en octubre de 2016 que el
despliegue del sistema Iskander-M en Kaliningrado era una respuesta a la
amenaza potencial que suponen para Rusia la instalación de sistemas de defensa
antimisiles americanos en Europa, en concreto en Polonia y Rumanía, antiguos
aliados del Bloque soviético y hoy leales miembros de la Alianza Atlántica (declaraciones en Lenta.ru, 15 de octubre de 2016). Como
no podía ser de otra manera, desde el otro lado han negado reiteradamente estas
acusaciones diciendo que no hay nada de desarrollos de misiles que violen el
INF (por ejemplo, las recientes declaraciones del viceministro de Defensa, general Alexander Fomín, en Sputnik, 14 de agosto de 2018) a pesar de que en Siria los Kalibr vuelan desde todas partes para destruir
objetivos terroristas: desde el Mediterráneo, lanzados por buques de superficie
o submarinos, y desde el mar Caspio, lo que sirvió para confirmar en octubre de
2015 que su alcance era muy superior al estimado por los analistas occidentales
y que hoy se considera próximo a los 2.500 kilómetros. Así, que la respuesta
rusa a las declaraciones de Hutchison y de Stoltenberg vino de la mano de la
portavoz del Ministerio de Exteriores, María Zakhárova que, como siempre, no se
mordió la lengua: “parece que las personas que realizan este tipo de
declaraciones no se dan cuenta del nivel de su responsabilidad y del peligro de
la retórica agresiva”(declaraciones que se recogen en RT, 2 de octubre de 2018). Y, en efecto, resulta llamativo cómo altos responsables
de la política exterior y de seguridad de algunos países -o más bien, de los
países más importantes- juegan con conceptos que son realmente peligrosos: en
este caso, el de la guerra preventiva, como si se pudiera ganar una guerra de
este tipo contra una superpotencia nuclear. Como hemos dicho en otro lugar, a
principios de los años sesenta los planificadores occidentales plantearon la
posibilidad teórica de una guerra nuclear limitada entre grandes potencias,
desarrollos que se plasmaron más adelante en la Estrategia de Respuesta
Flexible adoptada por la Alianza Atlántica en 1968. Los dirigentes políticos y
militares occidentales consideraron que si un agresor tiene motivos para pensar
que un ataque puede provocar una respuesta nuclear que contenga un peligro de
escalada incontrolable se vuelve imposible estimar de antemano el coste de la
devastación que podría suceder, lo que se define como la probabilidad de sufrir
un daño inaceptable. Sin embargo, en 1980 la Administración Carter adoptó la
estrategia de contrapeso que estableció planes para librar y ganar una guerra
nuclear de forma políticamente aceptable. En este contexto se planteó la
posibilidad de la guerra nuclear limitada que, en un enfrentamiento entre
grandes potencias, exige la autorrestricción del poder político de no escalar
en el conflicto militar. Desde un punto de vista técnico, una guerra de este
tipo solo sería posible con cargas de baja potencia -las denominadas
mini-nukes-, lo que, en consecuencia, excluye el uso de ojivas termonucleares.
Sin embargo, la mayoría de los teóricos han considerado que el mundo está más
seguro si los líderes políticos mantienen el convencimiento de que un
intercambio nuclear nunca puede ser limitado y este convencimiento refuerza la
disuasión. Por ello, sabiamente los analistas soviéticos nunca contemplaron la
opción de una guerra nuclear limitada o controlada, esto es, iniciado el
intercambio nuclear se aplicaría el masivo poder de combate hasta lograr la
victoria. Sin embargo, como vemos, en el nuevo período de paz armada en el que nos
encontramos los Estados Unidos, Gran Bretaña y Rusia siguen coqueteando con la
idea de atacar objetivos no estratégicos con armas nucleares de baja potencia y
ahora también la posibilidad de atacar objetivos estratégicos con misiles
balísticos y de crucero equipados con cargas no nucleares de gran potencia -véase la entrada reciente EL PODER DOMINADOR DE LAS ARMAS NUCLEARES Y LA AMENAZA DE LA GUERRA-, lo
que complica extraordinariamente el funcionamiento de la disuasión y, por
tanto, pone en grave peligro la seguridad mundial dejándonos al albur de una
apreciación errónea de una acción del adversario que active los mecanismos para
la destrucción total. ¿Realmente hemos de pensar en una nueva guerra?
Naturalmente que sí. No solo porque existen tres grandes potencias nucleares
con sus intereses estratégicos propios, sino porque la guerra, que es la
esencia de la existencia de comunidades humanas organizadas en función de unas
estrategias y unos fines propios, forma parte del "ser" de esas
comunidades. La violencia como causa de muerte, siempre ha sido un elemento
propio del ser humano y la escalada en sus grados la hemos observado a través
del perfeccionamiento tecnológico hasta llegar al punto de no retorno: la
guerra nuclear total. Siempre hemos pensado que la existencia del átomo y de la
guerra nuclear son el límite racional de la violencia. Pensamos que nadie puede
condenar racionalmente a cientos de miles o millones de personas a una
destrucción absoluta y, muy especialmente, a una degradación irreversible del
medio en el que vive el ser humano. Ese es el límite racional, un límite
absoluto a las guerras de toda clase: el que tuviese armas nucleares estaría a
salvo, luego la paz era necesaria y posible. Pero ¿tal cosa es cierta o es una
invención de una categoría de pensamiento, la que afirma "eso no puede
ser"? Ahora surge la duda de que, pese a todo, incluida la destrucción del
planeta, es posible arriesgarse a un combate a muerte -tan propio de la
naturaleza humana por otra parte- siempre que una comunidad humana, sola o
aliada con otras, combata en la hora final y puedan, algunos de su estirpe,
sobrevivir de alguna manera en un mundo muerto.
TA...
TA...
RUSIA INICIA SEVERAS MEDIDAS DE RETORSIÓN CONTRA ISRAEL
El 17 de
septiembre de 2018 un avión de inteligencia electrónica ruso fue derribado
sobre el mar a unos veintiséis kilómetros cerca de la costa siria a la altura
de Baniya en un desafortunado incidente que implicó a varios actores presentes
en el escenario bélico sirio. Por un lado, el Grupo Aéreo ruso desplegado en
Siria que tenía en vuelo un avión militar Il-20M en tareas de inteligencia de
señales y guerra electrónica, cuya base de operaciones es la base aérea de
Hmeymim, cercana a la ciudad norteña de Latakia. Por otro, la Fuerza Aérea de
Israel que lleva a cabo ataques sistemáticos contra todo tipo de instalaciones y
almacenes de equipos militares en territorio sirio que sean -o puedan
considerar- susceptibles de ser transferidos a las milicias libanesas de
Hezbolá y, por tanto, representan un peligro directo para las fuerzas de
seguridad israelíes. En tercer lugar, las defensas aéreas del Ejército sirio,
que se están mostrando cada vez más capaces de enfrentar las agresiones aéreas
que continuamente llevan a cabo las diferentes potencias que intervienen en su
territorio, incluida la Fuerza Aérea israelí. Esta combinación se demostró
letal la noche del 17 de septiembre de 2018 cuando cuatro cazabombarderos F-16I
israelíes atacaron con misiles guiados un almacén de equipo militar situado en
la ciudad de Latakia. La acción de las defensas aéreas sirias contra ese ataque
terminó en el derribo del avión Il-20M ruso con quince tripulantes a bordo, sin
duda personal especializado y muy entrenado, con lo que, además de una tragedia
en términos de pérdida de vidas, supone también la pérdida de personal muy
cualificado en tareas de guerra electrónica -para una información detallada del derribo véase The Avionist, 19 de septiembre de 2018)-. Inicialmente sorprendió la cautelosa
posición del gobierno ruso que trató de obtener la máxima información de por
qué se había producido dicho derribo y en qué condiciones. Porque, por un lado,
las fuerzas rusas están ayudando al gobierno sirio a recuperar el control
completo de su territorio: ambas partes han manifestado reiteradamente su
disposición a colaborar para lograr una “normalización duradera de Siria,
recuperar su soberanía, unidad e integridad territorial”; esa es la razón de su
presencia ahí, por lo que no era esperable un ataque desde ese lado, aunque
nunca se puede descartar el denominado “fuego amigo”. Y por otro, con Israel se
mantienen abiertos canales de comunicación directa entre el mando militar ruso
en Siria y los responsables del Ministerio de Defensa de Tel-Aviv, que hasta
ahora han dado sus frutos puesto que han evitado derribos mutuos desde el
inicio de la participación rusa en la guerra civil siria en septiembre de 2015.
De hecho, la existencia de estos canales de comunicación puede considerarse una
extensión del acuerdo de 2013 por el que Rusia se comprometió a no suministrar los
sistemas antiaéreos S-300 producidos por Almaz-Antey a Siria, contrato que se
había firmado en 2010, y que ha permitido a Israel continuar actuando casi
impunemente sobre territorio sirio como se ha demostrado hasta ahora. El gobierno ruso convocó inmediatamente al embajador israelí en Moscú. En una reacción inédita el Ministerio de Defensa de Israel reconoció que su Aviación había atacado la noche anterior "una instalación del Ejército sirio con sistemas para fabricar armas letales y de precisión que iban a ser enviados en nombre de Irán a Hezbolá en el Líbano" y lamentaba "la muerte de los miembros del avión ruso derribado por fuego antiaéreo sirio" (declaraciones citadas en El Mundo, 18 de septiembre de 2018). El comunicado decía que el avión ruso no estaba en el área atacada de operaciones en el momento del ataque aéreo y que "cuando el ejército sirio disparó misiles que alcanzaron el avión ruso, los aviones de combate israelíes ya estaban en el espacio aéreo israelí" (declaraciones que se recogen en ibidem). Sin
embargo, las primeras investigaciones llevadas a cabo por el Ministerio de Defensa
ruso pusieron de manifiesto que la acción de los aviones de combate israelíes
había sido decisiva para que los sistemas de defensa aérea sirios abatieran el
Il-20M con un misil lanzado desde una plataforma S-200. Fue entonces cuando la
posición rusa se hizo manifiesta y se formuló la famosa declaración del Ministro de Defensa, Sergey Shoigú, de
18 de septiembre de 2018, ratificada inmediatamente por el presidente Putin: “la
culpa por el derribo del avión ruso y la muerte la tripulación recae por entero
sobre Israel. [El Ministerio de Defensa ruso] ha solicitado a Israel en
numerosas ocasiones que se abstenga de lanzar ataques contra el territorio
sirio, por el peligro que entrañan para la seguridad de los militares rusos. […]
las acciones del Ministerio de Defensa de Israel no se corresponden con el
espíritu de la cooperación ruso-israelí y nos reservamos el derecho a adoptar
medidas recíprocas.” Por tanto, en esta declaración se consideraba que el
derribo era consecuencia directa de las acciones de los aviones israelíes, que usaron
deliberadamente el reflejo radárico del Il-20M para enmascarar su posición y
poder evadirse hacia el Mediterráneo y, posteriormente, alcanzar el espacio
aéreo propio. Estos actos fueron calificados como “acciones intencionadas” y “hostiles”
contra las Fuerzas Armadas rusas y Moscú exigió explicaciones al gobierno
israelí (declaraciones citadas en RT, 18 de septiembre de 2018). En una conversación telefónica entre el presidente Putin y el Primer
Ministro Netanyahu se acordó que una delegación militar israelí de máximo nivel
militar viajara a Moscú para informar de la actuación de los aviones israelíes (citada en RT, 18 de septiembre de 2018).
En primer lugar, llama la atención que
Israel llevara a cabo un ataque tan arriesgado, porque la ciudad de Latakia se
encuentra al norte del país, más al norte de la base naval rusa de Tartús y
muy próxima a la base aérea rusa de Hmeymim, y que están protegidas con los
sistemas de defensa aérea S-300V4 y S-400 y antiaérea Buk-M2 y Pantsir-S1. Y,
como se supo después, que se produjera
un incumplimiento flagrante del acuerdo de septiembre de 2015 sobre el
establecimiento de canales de comunicación directos destinado a evitar
incidentes aéreos peligrosos mutuos. Entonces, se plantea la siguiente
cuestión: ¿era tan importante el
objetivo programado por los israelíes en Latakia como para poner en peligro el
acuerdo con Rusia? Según datos de varios medios especializados, la
operación militar se planeó cuidadosamente para que los aviones de combate
israelíes evitaran los sistemas de defensa aérea rusos; por eso los aviones israelíes
se aproximaron desde el norte del Mediterráneo. Estos informes también indican
que unos días antes del ataque los sistemas de inteligencia israelíes
realizaron captación de señales para localizar la ubicación correcta de los
sistemas de defensa aérea. Por tanto, la respuesta a esta pregunta apunta
directamente al alto mando de las Fuerzas Armadas de Israel. Por otro lado, ¿por qué no se avisó al mando militar ruso
en Siria para que pudiera sacar del espacio aéreo próximo al Il-20 que estaba
desempeñando labores de seguimiento y guerra electrónica en la zona? Según
se desprende de la parte rusa representantes de la Fuerza Aérea israelí
contactaron con los militares rusos tan solo un minuto antes de comenzar su
operación y, en ningún caso, comunicaron las coordenadas o situación de los
aviones israelíes que participaban en el ataque. Según el Ministerio de Defensa
ruso: “esto no permitió sacar al Il-20 a una zona segura y se encontró con la
zona de fuego de los sistemas sirios de defensa antiaérea”. En tercer lugar, y
la menos importante de todas, es la que puede cuestionar la responsabilidad de los pilotos de los aviones de combate
israelíes implicados en el ataque, pues como indicó el Ministro de Defensa Shoigú: “se encubrieron con el avión
ruso, lo cual llevó a su derribo y a la muerte de quince militares rusos” (declaraciones en RT citadas); pero
esta responsabilidad se debe imputar pura y exclusivamente al gobierno de
Israel ya que los pilotos desempeñan el papel de meros agentes del Estado. Por
tanto, como ha dicho el senador ruso Frants
Klintsévich: “no me parece que fuera razonable arriesgar las relaciones con
Rusia para destruir un almacén de armas en Latakia” (citado en Sputnik, 24 de septiembre de 2018). Es evidente que las explicaciones de la delegación israelí
encabezada por el general Amikam Norkin fueron ridículas e inaceptables para
Rusia, como anunció el portavoz del Ministerio de Defensa, general Igor Konashékov en la comparecencia del día 24 de
septiembre de 2018: “Me gustaría enfatizar una vez más que las acciones
provocadoras de los aviones de la Fuerza Aérea israelí la noche del 17 de septiembre
se llevaron a cabo en el área de acceso al aeródromo de Hmeymim no solo para
los aviones militares sino también para los civiles. Por lo tanto, las tímidas declaraciones de los
representantes del departamento militar israelí sobre la presunta no
participación de Israel en la tragedia en la que murieron quince militares
rusos son falsas.” (declaraciones recogidas en RT, 24 de septiembre de 2018). De modo que el 24
de septiembre el Ministro de Defensa
Shoigú anunció las medidas de
retorsión -que es la forma más moderada de autotutela, en la que un Estado
contesta a un acto ilícito con una acción que, aun siendo poco amistosa, se
mantiene dentro de los límites del Derecho Internacional- adoptadas por su
gobierno “dirigidas a aumentar la seguridad de los militares rusos que están
cumpliendo las tareas de lucha contra el terrorismo internacional en Siria”. En
primer lugar, se anunció, ahora sí, la entrega a las Fuerzas Armadas sirias de
los sistemas de defensa aérea s-300, que había sido suspendida desde 2013, en
el plazo de dos semanas, pero sin confirmar de qué versión se trata ni el
número de equipos que se van a entregar. Como dice el analista militar Igor Korotchenko: “la decisión de entregar
los S-300 a Siria es una respuesta totalmente adecuada y oportuna a las
acciones de Israel, culpable del siniestro del avión ruso Il-20. Lo más
importante ahora es no permitir que Tel-Aviv ataque los aviones o los barcos
que transportarán estos sistemas a Siria, porque existe esa posibilidad. […]
Cualquier intento del lado israelí de destruir los S-300 será reprimido de la
manera más dura y decisiva.” (declaraciones en Sputnik, 24 de septiembre de 2018). Segundo, el despliegue de
sistemas de Almaz-Antey que permitan el control automatizado de todo tipo de aeronaves
que sobrevuelen el espacio aéreo sirio y el Mediterráneo oriental; en palabras
de Shoigú: “esto garantizará el control de todas las fuerzas y sistemas de
defensa antiaérea en Siria, el monitoreo de la situación aérea y la designación
operativa de los objetivos”, lo que supone extender a todo el territorio sirio
el control que ejercen las Fuerzas Aeroespaciales de Rusia (VKS) sobre el
espacio aéreo circundante de las bases de Tartús y Hmeymim hasta el alcance de
cuatrocientos kilómetros que permiten los sistemas rusos S-400 desplegados en
ambas instalaciones. Y tercero, la supresión sistemática de la señal de los
sistemas de posicionamiento global por satélite, de los radares de a bordo y de
los sistemas de comunicación de la aviación militar en las áreas de operaciones
de las VKS y sus aliados sirios, para ello se emplearán sistemas de guerra
electrónica Krasukha-2 que están desplegados en Siria desde 2015. Shoigú dijo
que “estamos convencidos de que la implementación de tales medidas enfriará las
cabezas calientes y les detendrá de cometer acciones irreflexivas que amenacen
a nuestros militares” (citada en RT,24 de septiembre de 2018), declaración que fue matizada por el portavoz
presidencial Dmitry Peskov: “estas acciones no van dirigidas contra terceros
países, sino para la defensa de nuestros militares” (citado en ibídem). Por su
parte, el presidente Putin informó a
Bashard al Assad de la posición que adoptaría Rusia después del derribo de su
avión (citado en RT, 24 de septiembre de 2018). Posteriormente, la Presidencia de Rusia emitió un comunicado
indicando que el Presidente “resaltó que las decisiones tomadas por Rusia para
fortalecer las capacidades de combate de los sistemas sirios de defensa
antiaérea son adecuadas para las circunstancias actuales y tienen como objetivo
prioritario prevenir cualquier potencial amenaza a la vida de los militares
rusos, que están cumpliendo tareas de la lucha contra el terrorismo
internacional” (declaraciones recogidas en Sputnik,24 de septiembre de 2018). Por su parte, el Primer Ministro Netanyahu advirtió
“que la entrega de armamento moderno a manos de irresponsables aumentaría los
riesgos de la región”, reiterando que Siria, Irán y Hizbulá son los “culpables”
del derribo del avión ruso que con “su agresión socavan la estabilidad” en la
región (declaraciones citadas en Sputnik,24 de septiembre de 2018). Estas medidas suponen en la práctica bloquear el
espacio aéreo sirio a las acciones indiscriminadas de Israel y pueden
considerarse como una sanción de Derecho Internacional. ¿Cómo se ha llegado a este extremo, si hasta ahora, como hemos dicho en
otras ocasiones, Israel y Rusia han sido los dos únicos actores racionales en
la guerra civil siria? -véanse nuestras reflexiones al respecto en la
entrada ¿CUÁLES SON LOS OBJETIVOS POLÍTICOS DEL BLOQUE OCCIDENTAL EN SIRIA?-. De
hecho, sorprende incluso la tibia reacción de los Estados Unidos; así el 24 de
septiembre de 2018 el Secretario de
Estado Michael Pompeo expresó, en relación al encuentro que tendrá lugar
con ocasión del período de sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas,
que “hay muchos temas de los que hablaremos con los rusos. Tengo mucha
confianza en que su última decisión para trasladar los S-300 esté entre ellos”
(declaraciones en Sputnik, 24 de septiembre de 2018). Ambos han actuado continuamente con cautela, persiguiendo sus
objetivos propios, pero respetando los de la otra parte, hasta el extremo de
que Rusia no había reaccionado a ninguno de los ataques aéreos llevados a cabo
por la Fuerza Aérea israelí contra cualquier instalación militar siria, iraní o
de Hezbolá en territorio sirio -más de doscientos ataques aéreos solo en lo que
va de 2018-. Pero los objetivos de ambos
Estados son los mismos: Rusia quiere que el gobierno de Assad
tome el control definitivo del país destruyendo toda oposición rebelde, sean
terroristas yihadistas o no, y ya ha obtenido una larguísima permanencia en
Siria con los acuerdos sobre las bases de Tartús y Hmeymim firmados en 2017. Por
su parte, Israel quiere mantener segura su frontera norte, tanto en los Altos
del Golán como en Líbano, y para ello quiere la retirada completa de las
fuerzas iraníes de Siria y la desactivación de Hezbolá como amenaza permanente.
Se ve claramente que los objetivos de
ambos siguen siendo compatibles, hasta podría decirse que complementarios.
De modo que es casi seguro que a pesar
de las duras medidas adoptadas por Rusia ambos Estados sigan colaborando porque
sus intereses estratégicos son complementarios y no habrá escalada de conflicto
entre ambos, siempre que terceras
partes no intervengan con la finalidad de desestabilizar la entente que ha
existido entre ambos.
Llegada a la base aérea de Hmeymim de los S-300 para Siria.
Llegada a la base aérea de Hmeymim de los S-300 para Siria.
Otro vídeo se encuentra disponible en el canal oficial de la televisión militar rusa Zvezdá en Twitter. Según informó la agencia TASS Rusia entregó a Siria tres batallones completos de S-300PM dotados con ocho lanzaderas cada uno, lo que supone 96 misiles antiaéreos dispuestos para el lanzamiento inmediato, así como 300 misiles adicionales. Estos sistemas proceden de los arsenales de las VKS rusas de unidades, que han sido reequipadas con el sistema de defensa aérea S-400, y fueron revisados por empresas rusas antes de su entrega para asegurar que se encuentran completamente operativos y capaces de realizar misiones de combate (TASS, 8 de octubre de 2018).
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