LAS FUERZAS NUCLEARES ESTRATÉGICAS DE RUSIA EN 2018

Durante este año hemos actualizado y analizado en el blog de forma pormenorizada los tres componentes de las Fuerzas Nucleares Estratégicas de Rusia con las entradas respectivas dedicadas a cada una de ellas: las Fuerzas Coheteriles Estratégicas (RVSN), las Fuerzas Submarinas Estratégicas -artículo publicado en la Revista General de Marina en el número de julio de 2018- y la Aviación de Largo Alcance. Precisamente en 2018 año entraron en vigor los límites cuantitativos establecidos por el Tratado START de 8 de abril de 2010, y que ha sido objeto de especial atención en el blog desde su entrada en vigor el 5 de febrero de 2011 con entradas periódicas semestrales recogiendo los datos aportados por el Departamento de Defensa de los Estados Unidos en cumplimiento de las cláusulas de transparencia establecidas en el propio Tratado. En este sentido, la permanencia del Tratado de Armas Estratégicas ha sido hasta ahora una muestra patente del cumplimiento de los acuerdos que mantienen el régimen de estabilidad estratégica de la posguerra fría entre los Estados Unidos y Rusia. Como ha dicho el presidente Putin, “nuestras armas son para preservar la paridad. Nada más”. Sin embargo, paradójicamente se ciernen negros nubarrones sobre la vigencia de los acuerdos de desarme nuclear entre las dos grandes potencias, ya que ambas poseen más del 92% de las armas nucleares que existen en el mundo, y sus arsenales bastarían para arrasar la vida en el planeta como aseveró el propio presidente Putin hace poco (21 de diciembre de 2018) a preguntas de los periodistas: “esto nos puede conducir a una catástrofe global”. Porque, en efecto, la Administración Trump ha continuado dando pasos destinados a abandonar el régimen de desarme acordado al final de la Guerra Fría entre Reagan y Gorbachov, régimen que parece que ya no es suficiente para garantizar la seguridad de los Estados Unidos. Por un lado, el presidente Trump anunció el 10 de octubre de 2018 que no ve sentido a mantenerse en el Tratado INF de 8 de diciembre de 1987 que eliminó los misiles de corto y medio alcance de la ecuación nuclear. Washington considera que existe una violación del Tratado por parte de Rusia debido al desarrollo del misil de crucero 9M729 con capacidad nuclear para el sistema terrestre Iskander-M. Esto se debe a que, según los informes de inteligencia que se manejan, este misil de crucero, que ya se empleó en los ejercicios Zapad-2017 en septiembre del año pasado, superaría el alcance máximo de 500 kilómetros establecido en el Tratado INF. A pesar de que Moscú niega estas acusaciones, el presidente Trump dijo el 5 de diciembre de 2018 que está preparado para abandonar el Tratado INF, aunque concedió un plazo de dos meses para que Rusia se avenga a cumplir estrictamente las obligaciones que le impone el Tratado; en caso contrario Washington suspenderá sus obligaciones y buscará nuevas opciones que garanticen la seguridad de los Estados Unidos y de sus aliados frente al desarrollo de armas prohibidas por parte de Rusia. Las exigencias americanas fueron puestas sobre la mesa por la subsecretaria de Estado para el Control de Armas y Seguridad Internacional, Andrea Thomson, al día siguiente precisando que Rusia debe concederles la oportunidad de verificar las modificaciones que se hagan a los misiles de crucero 9M729. Por su parte, Moscú considera que el desarrollo de sistemas antimisiles balísticos, como consecuencia del abandono del Tratado ABM en junio 2002, y el despliegue de estos cerca de sus fronteras -en Polonia y Rumania en la parte occidental y en Corea del Sur y Japón en el Extremo Oriente además de los destructores equipados con estas capacidades que navegan cerca de sus aguas- obligaron a “responder con la creación de armas nuevas capaces de burlar esos sistemas de defensa antimisiles” en palabras del presidente Putin. Es más, advirtió que “es difícil imaginar cómo va a evolucionar la situación. Si estos misiles aparecen en Europa ¿qué deberíamos hacer? Por supuesto, tendremos que garantizar nuestra propia seguridad.” El portavoz presidencial, Dmitri Peskov, fue un paso más allá y afirmó el 21 de diciembre de 2018 que "el despliegue allí de misiles, apuntando potencialmente a la Federación rusa, llevará a que Rusia -con el objetivo de crear paridad- convierta estos sistemas de lanzamiento en blanco de su arsenal de misiles". Una segunda razón aducida para poner en tela de juicio la vigencia del Tratado INF es que solo es de aplicación bilateral y Washington de nuevo considera que China se está aprovechando de un vacío legal para desarrollar nuevas armas nucleares que amenazan a los aliados de los Estados Unidos en el Asia-Pacífico y al despliegue de sus propias tropas en la región. Sin embargo, esta valoración no es aceptada por las autoridades rusas que consideran que el mantenimiento del régimen de estabilidad estratégica es un asunto bilateral entre los Estados Unidos y Rusia. Más grave aún es que, detrás de las denuncias del Tratado INF, se encuentra la negativa a entablar negociaciones para extender la vigencia del Tratado START más allá de 2021 a pesar de las reiteradas apelaciones de la parte rusa, como dijo el presidente Putin el 21 de diciembre de 2018: “no están llevando a cabo conversaciones para prolongarlo”. La respuesta rusa ha sido el anuncio del desarrollo de nuevas armas estratégicas avanzadas que fueron sorpresivamente descritas por el presidente Putin el 1 de marzo de 2018 en una sesión conjunta de las dos cámaras del parlamento ruso -que analizamos en la entrada EL PODER DOMINADOR DE LAS ARMAS NUCLEARES Y LA AMENAZA DE LA GUERRA de marzo de 2018-. Como reconoció el presidente Putin el 21 de diciembre de 2018: “Ahora nos dicen que Rusia obtuvo ventajas con ello. Sí, es cierto. Nadie en el mundo tiene esos armamentos, por ahora.” Pero, según dijo: “no buscamos una ventaja en la carrera nuclear, buscamos mantener el equilibrio y garantizar nuestra propia seguridad”. Las observaciones del presidente Putin ponen de manifiesto el incremento de la función de las armas nucleares en la política de seguridad rusa (Lee Willet en “Strategic Effect”, Jane´s Defence Weekly núm. 48, 28 de noviembre de 2018). Por esta razón, desde la parte rusa insisten, en palabras del presidente Putin, en que “estamos siendo testigos del colapso del sistema internacional de limitación de armamentos y del inicio de una nueva carrera armamentista […] sería muy malo para la Humanidad porque nos aproxima a una línea muy peligrosa.” En los primeros meses de 2019 sabremos si continúa el Tratado INF y, en consecuencia, si se podrá extender el Tratado START o nos hallaremos a las puertas de una nueva carrera de armas nucleares, que combinada con la carrera espacial en curso, puede producir la destrucción definitiva del régimen de seguridad global vigente y el inicio de una nueva etapa de las relaciones internacionales, desconocida desde el final de la Segunda Guerra Mundial, porque habrán desaparecido las reglas básicas de funcionamiento del sistema y sin un régimen de seguridad internacional estamos abocados a la guerra

¿INTERESA A LOS ESTADOS UNIDOS ABANDONAR EL TRATADO INF?

El presidente Trump anunció el 20 de octubre de 2018 la intención de retirarse del Tratado sobre Misiles de Corto y Medio Alcance (INF por sus siglas en inglés) firmado en Washington el 8 de octubre de 1987 entre el presidente Reagan y el máximo dirigente soviético Gorbachov y que entró en vigor el 1 de junio de 1988. Este tratado estableció la eliminación de los misiles nucleares y convencionales terrestres con un alcance entre 500 y 5.500 kilómetros, así como sus sistemas de lanzamiento y para mayo de 1992 se habían retirado de servicio 2.692 misiles. Hay que destacar que el tratado no tiene fecha de terminación. Sin embargo, el gobierno americano considera que Rusia “ha estado violando el Tratado durante años”. Washington arguye que Moscú ha estado desarrollando desde 2008 distintos sistemas misilísticos prohibidos por el Tratado INF y, en concreto, han centrado las críticas en el desarrollo del misil de crucero Novator 9M729 (SSC-8 en código OTAN), que sería una versión lanzable desde TEL terrestre Iskander-M del misil naval 3M14T Kalibr y que, eventualmente, podría ser dotado de ojiva nuclear -véase en este punto el análisis que hace Pavel Podvig en su blog Russian Strategic Nuclear Forces en diciembre de 2018-. De inmediato, las autoridades rusas calificaron la decisión como “un paso muy peligroso” contra la seguridad internacional. El viceministro de Exteriores, Sergei Riabkov, dijo el mismo día que “Moscú observa con preocupación lo que califica de nuevos intentos de los Estados Unidos de lograr mediante el chantaje que Rusia haga concesiones en materia de seguridad estratégica internacional.” El propio Gorbachov comentó el mismo día: “¿Realmente no entienden en Washington a qué podría conducir esto? Ante esta situación cabe convocar a la ONU y al Consejo de Seguridad, pues la decisión de Trump afecta a todo el mundo.” Por su parte, el secretario de la Presidencia rusa, Dmitri Peskov, dijo el 21 de octubre que “seguramente después de las recientes declaraciones serán necesarias explicaciones por parte de los Estados Unidos.” Por su parte, el embajador ruso en Washington, Anatoli Antonov, había adelantado el 10 de octubre que “últimamente se escuchan cada vez más a menudo las declaraciones de militares americanos diciendo que necesitan misiles de alcance medio y más corto para contener a China […] ¿Tal vez están buscando un pretexto para salir del INF acusando de ello a Rusia?” La visita del asesor de seguridad nacional del presidente Trump, John Bolton, a Moscú el día 22 de octubre de 2018 para entrevistarse con Sergei Lavrov y Nikolai Patrushev no despejó las dudas acerca de la decisión anunciada por el presidente. Y, como sabemos, Trump no suelta una decisión cuando la ha tomado. Por ello, el presidente Putin aseveró el 20 de noviembre de 2018 que estaba abierto llevar a cabo negociaciones para asegurar la vigencia del Tratado. Sin embargo, advirtió que en el caso de que los Estados Unidos decidieran retirarse finalmente Rusia adoptaría las medidas necesarias para garantizar su seguridad y Moscú tiene los medios y los recursos para hacerlo, entre ellos todos los nuevos sistemas de armas que anunció el presidente Putin en su discurso ante las dos cámaras del parlamento ruso el 1 de marzo de 2018 -que analizamos en la entrada EL PODER DOMINADOR DE LAS ARMAS NUCLEARES Y LA AMENAZA DE LA GUERRA de marzo de 2018-. Los dirigentes europeos han manifestado su evidente preocupación por el anuncio de retirada americano que vuelve a complicar las relaciones con Rusia en un momento delicado del conflicto en Ucrania y que supondría dejar abierta la puerta a una carrera armamentista de proporciones impredecibles. Sin duda, la retirada americana del Tratado INF supone la ruptura definitiva de los acuerdos de desarme que pusieron fin a la Guerra Fría, pero están en línea con la nueva política de defensa nuclear hecha pública por el presidente Trump el 3 de febrero de 2018 -véase la entrada LA NUEVA ESTRATEGIA DE SEGURIDAD NACIONAL Y LA POSTURA NUCLEAR DE LOS ESTADOS UNIDOS de febrero de 2018-. El argumento es que el mundo actual es muy inestable, hay grandes potencias que disputan la hegemonía americana y, por tanto, los Estados Unidos deben tener todas las opciones abiertas para hacer frente a las amenazas, incluido el desarrollo y despliegue de cualquier tipo de armamento nuclear que suponga una ventaja comparativa con el potencial adversario. ¡Bienvenidos: el mundo hobbesiano ha regresado!

LA AVIACIÓN DE LARGO ALCANCE DE RUSIA: PODERÍO DE ATAQUE NUCLEAR

El 23 de diciembre de 2018 se cumplió el 104º aniversario de la Aviación de Largo Alcance: en este día del año 1914 el zar Nicolás II aprobó el Reglamento de Organización de la Escuadra de Aeronaves “Ilyá Múromets”. Actualmente, la Aviación de Largo Alcance, encuadrada dentro de las Fuerzas Aeroespaciales de Rusia (VKS, general Sergei Surovikin, desde 22 de noviembre de 2017), es un componente más de la triada nuclear de la Fuerza de Disuasión Nuclear de Rusia y, por tanto, mantiene una dependencia directa del Estado Mayor General poseyendo la capacidad de ataque nuclear de largo alcance con los bombarderos estratégicos que tiene encomendada, aunque dispone de otras capacidades de ataque convencional y antibuque con misiles de crucero sin carga nuclear y de apoyo a la fuerza de bombarderos estratégicos con la flota de aviones de repostaje en vuelo Il-78. 
La Aviación de Largo Alcance se encuadra en el 37º Ejército Aéreo (general Sergey Kobylash, desde el 16 septiembre de 2016) que reúne dos agrupaciones aéreas principales asignadas a dos zonas separadas del país: por un lado, en la Rusia europea y por otro en Siberia y el Extremo Oriente ruso. En la parte europea se encuentra la 6950 Base Aérea Donbasskaya, en  Engels-2, en el oblast de Saratov, sede de dos regimientos de bombarderos estratégicos equipados con 13 Tu-160/Tu-160M1 (121º Regimiento de la Guardia) y 18 T-95MS6 (184º Regimiento), y la 6950 Base Aérea Shaykovka situada en Smolensko, en el oblast de Kaluga, que cuenta con un regimiento de 48 bombarderos supersónicos Tu-22M3/MR (52º Regimiento de la Guardia), que desde el 1 de abril de 2011 reactivó el despliegue avanzado de un grupo aéreo en la base aérea de Olenya, en la península de Kola, dedicado a misiones de ataque antibuque de largo alcance; también desde 2017 se realizan despliegues ocasionales a los aeródromos árticos de Anadyr y Vorkuta demostrando las capacidades de la Aviación de Largo Alcance para operar en aeródromos alejados de sus bases principales. La segunda gran unidad es la 6952 Base Aérea Ternopolskaya, en Ukrainka, en el oblast siberiano de Amur, sede de otros dos regimientos con 36 bombarderos estratégicos Tu-95MS16 (79º Regimiento y 182º Regimiento de la Guardia) y otro regimiento con 30 Tu-22M3/MR (200º Regimiento) en la 6953 Base Aérea Belaya, en el oblast de Irkutsk. 
En su misión primaria de ataque nuclear los bombarderos Tu-160 cargan 12 misiles de crucero Kh-55SM o los nuevos misiles de crucero furtivos Kh-102 con ojiva nuclear y los Tu-95MS de 6 a 16 misiles Kh-55 y Kh-102 dependiendo de la configuración de vuelo; además, los Tu-160 pueden lanzar bombas de caída libre equipadas con ojivas nucleares. Para misiones de ataque convencional disponen del misil de crucero de baja detectabilidad Kh-101 y del misil de crucero Kh-555, que han sido empleados profusamente en la campaña de Siria contra objetivos terroristas en Alepo, Idlib y Raqqa con lanzamientos desde larga distancia. Por su parte, los Tu-22M3 de Shaykovka llevaron a cabo intensas oleadas de bombardeo desde la base aérea de Mozdok en el Cáucaso contra objetivos en las áreas indicadas con bombas convencionales de caída libre. Estas misiones se recogen en la entrada LA AVIACIÓN DE LARGO ALCANCE INICIA OPERACIONES AÉREAS EN SIRIA de noviembre de 2015. 
Según los análisis más recientes (Kristensen y Norris, 2018) la Aviación de Largo Alcance tiene capacidad para portar unas 616 cargas nucleares en unos 50 bombarderos estratégicos operativos. Hay que tener en cuenta que según las estipulaciones del Tratado START de abril de 2010, los bombarderos estratégicos Tu-160 y Tu-95MS6/16 se computan por unidades, con independencia de su capacidad de carga, y los Tu-22M3 están excluidos de la aplicación del Tratado START con la prohibición de no disponer de la capacidad de repostar en vuelo. 
Como decíamos al principio, para los despliegues de larga distancia la fuerza de bombarderos estratégicos cuenta con el apoyo de una flota de aproximadamente 18 aviones de repostaje en vuelo Il-78/78M del 203º Regimiento de la Guardia basado en Dyagilevo, en el oblast de Ryazan. 
Tanto los bombarderos estratégicos Tu-160 y Tu-95MS como los bombarderos supersónicos Tu-22M3 están siendo sometidos a importantes programas de modernización para mantenerlos en estado operativo hasta 2030 mientras se avanza en el desarrollo del bombardero estratégico futuro, denominado programa PAK-DA. De este modo, en 2018 las VKS han recibido un bombardero modernizado Tu-160M1 y cuatro Tu-95MS16. Lo mismo ocurre con los cisternas Il-78M, que serán reemplazados con el nuevo modelo Il-78M-90A con capacidades extendidas para poder llevar a cabo su vital misión en favor de la fuerza de bombarderos de ataque nuclear.  
Tupolev Tu-160 17 Rojo "Valery Chkalov"

"The world is not enough"

LA MILITARIZACIÓN DEL ESPACIO HA LLEGADO

George Friedman ya adelantó en 2010 que este siglo sería el siglo de la militarización del espacio y que la próxima guerra global se iniciaría, precisamente, en el espacio y siguiendo la lógica de sus tesis podemos formular la siguiente regla: quien domine el espacio ganará la guerra global. Pues bien, la Administración Trump ha estado dando los pasos necesarios para avanzar en el control del espectro espacial. Como ya indicamos en el blog en agosto de este año, el presidente Trump anunció el 18 de junio de 2018 la intención de crear unas Fuerzas Espaciales con el mismo rango que las otras ramas de las Fuerzas Armadas y, por consiguiente, con el mismo estatuto que la Fuerza Aérea, que es la que mantiene hasta ahora el control de las actividades espaciales militares de los Estados Unidos. De este modo, el presidente firmó el 18 de diciembre de 2018 una orden ejecutiva en la que instruye al Departamento de Defensa para que organice una fuerza militar dedicada a las operaciones en el espacio denominado Mando Espacial de los Estados Unidos como mando de combate unificado. Aunque cuenta con la oposición de importantes sectores de las Fuerzas Armadas tradicionales, representados por grupos organizados de senadores y representantes en el Congreso, el objetivo definido por el presidente es lograr la creación de unas auténticas Fuerzas Espaciales independientes en 2020, por lo que la orden ejecutiva aprobada ahora es una medida transitoria hacia ese objetivo definitivo que ya adelantó en marzo de 2018. Estados Unidos quiere reunir en una sola Fuerza el conjunto de las capacidades de lanzamiento, control y empleo de los satélites espaciales militares de todo tipo, desde los de comunicaciones, de posicionamiento global, de reconocimiento e inteligencia hasta los de seguimiento de objetos espaciales y misiles balísticos. Solo de este modo considera la Administración Trump que pueden seguir manteniendo la primacía en el espacio y estar preparados para afrontar las amenazas futuras que se presentarán en ese espectro del campo de batalla y, llegado en caso, ganar la guerra espacial. Como dijo el presidente del Estado Mayor Conjunto, general Joseph Dunford, el pasado mes de abril los sistemas espaciales propios carecen de la resistencia necesaria en caso de ataque y son vulnerables a las nuevas capacidades con las que cuentan otros países, y enfatizó: “se dice que no hay guerras en el espacio, pero existen guerras que implican a nuestros sistemas”, de ahí la necesidad de protegerlos y hacerlos invulnerables. Estas iniciativas han sido contestadas por Rusia que afirma que una confrontación en el espacio podría ser tan peligrosa como la carrera armamentista desencadenada por los Estados Unidos a mediados del siglo pasado y les acusa de bloquear sistemáticamente todas las propuestas encaminadas a mantener el espacio exterior libre de armamentos, pero el anuncio del despliegue operativo en 2019 de sistemas de guerra electrónica como el Tirada-2S con capacidad para interferir los sistemas satelitales en el espacio, desarrollado desde 2001 por el 46º Instituto Central de Investigación, no hace más que aumentar la sensación de inseguridad de Washington a una eventual pérdida de sistemas espaciales vitales. Esto significa que ya se ha producido la militarización del espacio y previsiblemente en los próximos años asistiremos a una auténtica carrera por el espacio, pero esta vez no de carácter civil y solo parcialmente militar como ocurrió entre soviéticos y americanos durante la Guerra Fría en el siglo XX, sino una auténtica carrera militar espacial en la que intervendrán múltiples actores que buscarán la manera de asegurar sus propios sistemas espaciales y, al mismo tiempo, inutilizar o destruir los satélites adversarios, porque sin estos no hay reconocimiento, ni inteligencia ni capacidad de batir objetivos en tierra o en el mar con armas guiadas de precisión, pues como hemos explicado muy recientemente ese es el objetivo de sistemas como el Programa Galileo europeo o el Beidou chino. Por tanto, como dice el maestro de ceremonias en la pista del circo: “señores, siéntense y vean”.

“UN MUNDO INCIERTO: RETOS ECONÓMICOS, POLÍTICOS Y SOCIALES”

Javier Solana impartió una conferencia el 17 de diciembre de 2018 en La Laguna en la que habló de los principales problemas que enfrentan las relaciones internacionales en el nuevo siglo: el terrorismo internacional, la emergencia imparable de China y los retos y oportunidades que se presentan para superar los efectos de la crisis financiera global de 2008. El acto contó con la asistencia del presidente del gobierno de Canarias, la presidenta del Parlamento de Canarias, el general jefe del Mando de Canarias, el rector de la Universidad de La Laguna, expresidentes del gobierno de Canarias y exrectores de la Universidad de La Laguna en el salón de actos de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife con un aforo completo. La intervención de Solana, el español que más puestos de responsabilidad ha desempeñado en instituciones internacionales, fue absolutamente brillante, de una calidad expositiva superior y con un conocimiento de la realidad internacional de la que pocos pueden hacer gala como él, destacando especialmente su papel al frente de la Secretaria general de la Alianza Atlántica de 1995 a 1999 y posteriormente como Secretario general de la UEO y Alto Representante del Consejo para la Política Exterior y de Seguridad Común de la Unión Europea de 1999 a 2009 y negociador incansable de acuerdo para el control del programa nuclear iraní que se concretó en el pacto firmado en julio de 2015 entre el P5+1 y la Unión Europea y el gobierno de Teherán. Precisamente por este motivo las autoridades americanas le negaron el permiso de entrada en el país en junio de este año, como el mismo comentó en la conferencia. 


“TODAS LAS VERDADES SON SENCILLAS DE ENTENDER UNA VEZ QUE SE DESCUBREN; EL PUNTO ES DESCUBRIRLAS”

Esta es una frase que se atribuye al sabio Galileo Galilei y que nos sirve de introducción para tratar sobre dos temas que hemos seguido extensamente en el blog: por un lado, la creación de una constelación europea de satélites de posicionamiento global con el Programa Galileo en la búsqueda de la independencia estratégica de los europeos y, por otro, el proceso político de retirada del Reino Unido de la Unión Europea, proceso que se ha denominado de forma generalizada Brexit. Desde el 24 de junio de 2016 todos los acontecimientos relacionados con el anuncio de la retirada británica han sido un cúmulo de despropósitos de los peores políticos que han tenido el poder en Londres desde el terrible Chamberlain. Cameron demostró que era un político con pocas luces cuando convocó un referéndum sobre la permanencia en la Unión Europea que casi nadie le pedía más allá de un grupúsculo nacionalista dentro del partido Conservador y los desaforados del UKIP, y cuando se tuvo que enfrentar al desastre que él mismo había provocado no tuvo la valentía de permanecer en el cargo, sino que se fue por la parte de atrás. Si alguien pensaba que le iba a suceder un estadista de la talla de un Churchill se equivocaba, porque la sucesora, la primera ministra Theresa May, lo hace casi tan mal como su antecesor. Con sus declaraciones en el interior del país, sus ausencias forzadas de las cumbres y foros europeos aun cuando el Reino Unido sigue siendo miembro de pleno derecho de la Unión Europea, con sus idas y venidas a ninguna parte en el interior y en el exterior, está demostrando que no sabe defender ni tiene ni idea de cuáles son los intereses nacionales de su país. Esta situación pone de manifiesto la existencia de una profunda crisis política y May, como Primera Ministra, es solo su consecuencia, actuando como una crisis manager entre bloqueos, amenazas, divisiones y dimisiones sin ninguna dirección política; precisamente el país que creó una diplomacia capaz de forjar un imperio se ve sumido ahora en el caos de una negociación errática y disparatada con Bruselas, teniendo en cuenta además que Juncker, Tusk o Barnier tampoco le facilitan las cosas. Por eso, después de no concretar nada en el Proyecto de Tratado para el Brexit, lo que hace que no sea nada más que un acuerdo para un período transitorio -entre el 29 de marzo de 2019 y finales de 2020-, pero importante y difícil de lograr debido a la imposibilidad de domesticar a su propio gobierno, se ha visto forzada a retirar en el último momento la votación del texto en su propio parlamento y anunciar una nueva gira europea para conseguir cualquier nuevo trato de circunstancias con los negociadores europeos antes del Consejo Europeo de 13 de diciembre de 2018. Y es en este contexto en el que May ha anunciado que el Reino Unido abandona el Programa Galileo: “Dada la decisión de la Comisión Europea de impedir que el Reino Unido participe en el desarrollo de todos los aspectos de Galileo, es justo que encontremos alternativas (…) No puede dejar que nuestros servicios armados dependan de un sistema del que no podemos estar seguros. Eso no redundaría en nuestro interés nacional. Y como actor global con ingenieros de primera clase y aliados firmes alrededor del mundo, no nos faltan opciones.” Es más, May anunció que su país pondrá en marcha un programa para crear un sistema propio de posicionamiento global por satélite. Por su parte, el secretario de Defensa Williamson destacó que “el desarrollo de un nuevo sistema sería una oportunidad para aprovechar las habilidades y experiencia británicas en tecnología satelital. Es crucial seguir adelante con los planes para nuestro propio sistema de clase mundial e independiente.” Sin embargo, Londres ha pagado unos 1.200 millones de libras por su participación en el programa europeo. Entonces se plantean una serie de cuestiones: si May ha tenido que aceptar finalmente el pago de 60.000 millones de euros a la Unión Europa para salir de la Organización ¿de dónde va a sacar el dinero necesario para pagar el coste de levantar un “GPS” made in England? Pero, teniendo claro por qué quieren su propio sistema, ¿con quién van a crear un sistema satelital de posicionamiento global? O es que ¿simplemente se van a adherir al GPS americano mediante un acuerdo de cooperación política basada en la Special Relationship entre los dos aliados transatlánticos que se funda en los inicios de la Segunda Guerra Mundial? Quizás por eso, May dijo que bastan 92 millones de libras para desarrollar un programa propio, es decir, alquilar los servicios del sistema americano ya existente. Mientras tanto, el programa europeo sigue su curso y estará plenamente operativo en 2020 lo que dará a los europeos, en particular a Francia y a su fuerza de ataque nuclear, la capacidad de batir cualquier objetivo militar en el mundo con armas guiadas y hacerlo de forma independiente, sin depender del sistema americano y de la capacidad siempre presente de cegarlo en cualquier momento cuando sus intereses vitales no se encuentran en juego, pero si lo estén los de los aliados europeos. La reflexión final es que ni unos ni otros, franceses y británicos, deberían olvidar la lección más importante de la campaña militar del Canal de Suez en 1956: la necesidad de mantener la capacidad de intervenir unilateralmente para triunfar. 

"Hasta el infinito y más allá"

CRIMEA, UCRANIA ORIENTAL, EL PUENTE DE KERCH O EL INEVITABLE DESLIZAMIENTO HACIA LA GUERRA

El domingo 25 de noviembre de 2018 tres pequeños barcos de la Armada ucraniana -las lanchas artilladas Berdiansk y Nikopol y el remolcador Yany Kapu- se aproximaron al estrecho de Kerch, que separa la Rusia continental de la península de Crimea, con la intención de cruzarlo. De inmediato, fueron interceptados por varios buques de los guardacostas del FSB que les conminaron a volver sobre sus pasos; ante la persistencia de las maniobras de los barcos ucranianos desobedeciendo las instrucciones que se les emitían, los guardacostas rusos los bloquearon, abrieron fuego contra una de las lanchas artilladas y, posteriormente, los apresaron llevándolos al puerto ruso de Kerch donde quedaron detenidos veinticuatro marineros, entre ellos varios agentes del SBU, los servicios de inteligencia ucranianos -lo que fue confirmado por las mismas autoridades ucranianas el 27 de noviembre-. El gobierno de Kiev acusó a Rusia de cometer un acto de agresión, afirmando que habían informado a las autoridades rusas de la derrota de los barcos militares cuyo destino era el puerto de Mariupol, en el mar de Azov. De inmediato Kiev pidió a los aliados occidentales “endurecer la presión internacional sobre Rusia para que liberen de forma inmediata a los marineros y barcos ucranianos”, y el presidente Poroshenko y el secretario general de la Alianza acordaron convocar una reunión urgente de la comisión OTAN-Ucrania a nivel de embajadores para discutir la situación. El secretario general Stoltenberg expresó el 26 de noviembre de 2018 “su apoyo a la integridad territorial y la soberanía de Ucrania e instó a Rusia a que respete el Derecho internacional”, afirmó que “no hay justificación para el uso de la fuerza militar contra los barcos y el personal ucranianos” y advirtió de que “evaluamos de forma constante qué más podemos hacer porque Rusia tiene que entender que sus acciones tienen consecuencias [las cursivas a lo largo del texto son mías]”. Stoltenberg afirmó sin ambages “que hay una guerra en Ucrania”. Como nunca faltan dos sin tres, el mismo día el ministro de Defensa polaco, Mariusz Blaszczak, anunció -por supuesto en su cuenta de Twitter- que había convocado a los altos mandos de las Fuerzas Armadas y jefes de las unidades militares “debido al agravamiento de la situación en el mar de Azov”. Mientras tanto, la parte rusa solicitó una convocatoria urgente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Sin embargo, la propuesta rusa no fue aceptada por siete votos en contra, con lo que el asunto no llegó a acceder al orden del día y mucho menos cualquier propuesta de resolución del Consejo sobre este tema. La posición del gobierno ruso fue resumida en un comunicado del Ministerio de Asuntos Exteriores en el que afirma que “advirtió en repetidas ocasiones al régimen de Kiev y sus protectores occidentales sobre el peligro de desorbitar la histeria en torno al mar de Azov y el estrecho de Kerch.” El representante permanente adjunto ante Naciones Unidas, Dmitri Polianski, reiteró la posición de su país: la acción de los barcos ucranianos supuso la violación de la soberanía rusa, pero no por un acto meramente circunstancial o accidental, sino que responde a “una provocación planificada con anterioridad” y “con una total connivencia de los países occidentales que prácticamente dieron carta blanca a sus tutelados ucranianos hace mucho para cualquier acción”. Estas acciones están conectadas con las denuncias de la militarización del estrecho de Kerch tras la entrada en servicio en mayo del puente que une Rusia con la península crimea. No parecen desmesuradas las declaraciones del representante ruso si tenemos en cuenta las declaraciones del presidente Poroshenko pidiendo la llegada de barcos de la Alianza Atlántica al mar de Azov, la proclamación de la ley marcial en diez regiones fronterizas del país -lo que no había ocurrido desde el inicio del enfrentamiento con Rusia en marzo de 2014- o las disparatadas declaraciones del comandante en jefe de las Fuerzas Armadas ucranianas, general Víctor Muzhenko, sobre un supuesto ataque con misiles antibuque de la Aviación Naval rusa contra los tres barcos apresados. Sorprende la cortedad de miras de los ucranianos, que saben que no van a ingresar en la Alianza Atlántica ni en la Unión Europea. Pero esta política forma parte del esfuerzo de Kiev de extender e internacionalizar el conflicto frente a una Rusia cada vez más sancionada por las potencias occidentales y, en consecuencia, cada vez más resuelta a buscar una solución a un conflicto que tiene ante sus mismas fronteras. Después de la rápida e incruenta ocupación de Crimea en marzo de 2014 la política de Moscú ha sido de implicación indirecta, cautelosa en las acciones que lleva a cabo, tratando de no tensar más las relaciones con el Bloque occidental, que son prioritarias para Moscú desde cualquier punto de vista. Pero también hay que tener en cuenta que la reincorporación de Crimea forma parte del interés nacional de Rusia y que, como ha dicho el presidente Putin en reiteradas ocasiones, es un acto irreversible. Por tanto, cualquier acción que vaya en contra de la integridad de Crimea o de sus espacios territoriales, incluidas las aguas marítimas adyacentes y el espacio aéreo será respondido con firmeza, como no puede ser tampoco de otra manera, de ahí el ostensible despliegue esta misma semana de más unidades de misiles antibuque con base en tierra Bal en Kerch y de defensa aérea S-400 en Dzhankoi (Crimea). Si seguimos las tesis de Moscú, al otro lado se encuentra un país sumido en el caos bajo la dirección de una banda de delincuentes de carreteras, en palabras de la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, María Zakharova, es decir, nada bueno puede venir de Kiev mientras se mantengan en el poder los actuales gobernantes. Por eso, Moscú sostiene que las acciones y reacciones del domingo pasado responden a un plan del presidente Poroshenko para tratar de mejorar su deteriorada imagen de cara a las elecciones presidenciales de marzo de 2019 -que deberá disputar a la ínclita Yulia Timoshenko-, como denunció el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso en un comunicado del 26 de noviembre de 2018: “Todo esto, al parecer, fue destinado a distraer la atención de los problemas políticos internos en la propia Ucrania.” El presidente Putin reiteró a la canciller Merkel en una conversación telefónica ese mismo día: “las autoridades ucranianas son las únicas responsables de crear la nueva situación de conflicto y los riesgos conexos.” Por eso, el embajador Polianski hizo el 26 de noviembre una advertencia que debe tomarse en serio: “Nuestro país jamás ha dado el primer golpe, pero sabe protegerse. Los residentes de Crimea, al igual que de otras regiones de Rusia, están bajo una protección segura”. ¿A qué regiones se puede estar refiriendo el diplomático ruso en el contexto del conflicto con Ucrania? Porque hay regiones rusas que permanecen todavía fuera de Rusia, que se mantienen independientes de facto y que gozan de la protección diplomática y militar de Moscú, solo falta dar el paso de incorporarla a la Federación, como ocurrió con Crimea. Por eso fue un error la decisión de la Administración Trump anunciada el 29 de noviembre de 2018 de cancelar la esperada reunión con el presidente Putin en la cumbre del G-20 en Buenos Aires hasta tanto no se devuelvan los barcos y las tripulaciones a Ucrania -sobre todo tras la tibia reacción americana el día 25 de noviembre-, porque hay asuntos estratégicos de máxima importancia que esperan una resolución conjunta, especialmente en desarme (tratados INF y Nuevo START) y régimen de no proliferación, que son uno de los fundamentos del sistema de seguridad global. Sin embargo, el presidente Trump escribió en Twitter que “espera tener una cumbre significativa [con Putin] tan pronto se resuelva esta situación” y los contactos no se interrumpieron entre ambas partes según confirmaron fuentes de Washington y de Moscú. Previamente los gobiernos del G-7 junto con la representante de la UE adoptaron una declaración conjunta en la que explicitaron: “No hay justificación para el uso de la fuerza por parte de Rusia contra los buques y el personal naval ucranianos. Instamos a la moderación, el debido respeto por el Derecho internacional y la prevención de cualquier escalada adicional. Hacemos un llamamiento a Rusia para que libere a la tripulación y los buques detenidos y se abstenga de impedir el paso legal a través del estrecho de Kerch.”, y enfatizaban: “Nosotros, el G-7, reiteramos una vez más que no reconocemos, y nunca lo haremos, la anexión ilegal de Rusia de la península de Crimea, y reafirmamos nuestro apoyo inquebrantable a la soberanía e integridad territorial de Ucrania.” De este modo el conflicto ucraniano no tiene muchas salidas, -que ya examinamos en una publicación en agosto de 2017- o más bien solo una: la guerra de Georgia del verano de 2008 y la ocupación de Crimea en 2014 muestran el camino que puede seguir Rusia si la situación llega a ser políticamente insostenible.

GLOBAL THUNDER, EJERCICIO DE GUERRA NUCLEAR A LA AMERICANA

El Mando Estratégico de los Estados Unidos (STRATCOM por sus siglas en inglés) activó el lunes 29 de octubre de 2018 el ejercicio anual de las fuerzas nucleares estratégicas denominado Global Thunder que tiene "un enfoque específico en la preparación nuclear" y que viene a ser una respuesta al ejercicio de guerra nuclear global llevado a cabo por las Fuerzas Nucleares Estratégicas de Rusia el día 11 de octubre, del que nos ocupamos en la entrada EJERCICIO DE GUERRA NUCLEAR GLOBAL 2018. El STRATCOM a través de sus fuerzas componentes tiene responsabilidades globales asignadas en el Plan de Mando Unificado que incluyen la disuasión estratégica, el ataque nuclear, las operaciones espaciales, las operaciones conjuntas en el espacio electromagnético, el ataque global y la detección y defensa antimisiles. En consecuencia, el ejercicio está destinado a evaluar las capacidades de la Fuerza de Ataque Nuclear para "disuadir, detectar y, si es necesario, derrotar ataques estratégicos" contra los Estados Unidos o sus aliados. Como indica el jefe del Mando Estratégico, general John Hyten: "la triada nuclear es la columna vertebral de la disuasión estratégica. Ejercicios como estos integran nuestras capacidades únicas en toda la fuerza conjunta para disuadir y defender a la Nación. Nuestras fuerzas deben estar listas y preparadas para ejecutar órdenes globalmente, donde sea y cuando sea necesario". Y esta disuasión debe incluir a los Estados Unidos y a sus aliados; como dice el general Hyten: "la disuasión en el siglo XXI tiene que ser un enfoque global, y debe involucrar a nuestros socios y aliados. Es por eso que Global Thunder es un ejercicio multinacional que opera a escala global", visión que se recoge en el documento 21st Century Nuclear Deterrence and Missile Defense disponible aquí. Como continuación del desarrollo de estas capacidades, el 6 de noviembre de 2018 el Mando de Ataque Global de la Fuerza Aérea efectuó el lanzamiento de un misil intercontinental Minuteman III equipado con una ojiva desarmada desde la base de Vandenberg en California y que alcanzó con éxito el objetivo programado en un área no especificada del océano Pacífico. La Fuerza Aérea informó que la finalidad de la prueba era comprobar la fiabilidad y precisión del sistema del que el Mando de Ataque Global tiene cuatrocientos cincuenta misiles en servicio, pero no aportó más información sobre el alcance de la misma. Se trata del cuarto lanzamiento de este tipo realizado por la Fuerza Aérea en lo que va de año, con dos pruebas exitosas llevadas a cabo el 26 de abril y el 14 de mayo y una fracasada el 31 de julio, cuando un misil lanzado desde un silo de la base de Vandenberg tuvo que ser destruido en vuelo debido a una anomalía de vuelo no especificada. Como ya escribimos en la entrada EMPEZAR A GANAR GUERRAS de febrero de 2017 la Administración Trump ha continuado adelante con los programas de modernización de la Fuerza de Disuasión Estratégica iniciados en el período de la presidencia Obama, entre ellos el nuevo misil conjunto de la Fuerza Aérea y la Marina, que sustituirá a los Minuteman III y a los Trident D5 actualmente en servicio. El objetivo es continuar manteniendo la brecha tecnológica militar que les separa del resto de las potencias iguales del sistema internacional. 
"Thunder", Imagine Dragons (mayo de 2017): 

TQM

LA CONFERENCIA DE LAS CUATRO POTENCIAS SOBRE SIRIA

En el sistema internacional globalizado posterior a la etapa de la hegemonía imperfecta se suceden nuevas coaliciones de Estados que dejarían atónito al más afamado de los internacionalistas clásicos. Desde las coaliciones ad hoc lideradas por las potencias occidentales en las guerras de Afganistán, Irak o Libia, a las extrañas y llamativas combinaciones de potencias regionales en las guerras civiles de Siria o Yemen, hasta las más pacíficas conferencias de los BRICS, de la ASEAN o de los países ribereños del Caspio, todas ellas se suceden a un ritmo casi frenético, al que imponen los acontecimientos internacionales a golpe de titular de noticiero, de sitio web de noticias o, más aceleradamente aún, de los que crean trending topics en tal o cual red social. De este modo, los gobiernos se ven compelidos a reaccionar ante cualquier evento, a tomar una “posición decisiva” ante cada acontecimiento y, por supuesto, a reunirse en cumbres o conferencias internacionales que son de dudosa o nula eficacia, incluso cuando participan alguna o algunas de las grandes potencias. Porque, no nos engañemos, ¿cuáles son las conferencias que funcionan? Aquellas en las que participan y acuerdan las grandes potencias del sistema internacional, singularmente cuando se conciertan en el seno del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ya que, por mandato del artículo 25 de la Carta, el resto de los Estados están obligados a cumplir las resoluciones del Consejo en lo que atañe a la paz y a la seguridad internacionales, esto es, el Directorio mundial, a veces tan útil y otras parece que tan superfluo. Porque como las decisiones exigen la unanimidad de los miembros permanentes -o al menos el voto no negativo de cualquier de ellos, porque el resto, los miembros no permanentes, no cuentan- solo cabe el acuerdo en los asuntos de procedimiento, en los que no se juegan sus intereses nacionales, y, paradójicamente, en los de extrema gravedad, aquellos en los que las partes del sistema consideran que se puede poner el peligro el mantenimiento del régimen internacional. En los demás casos no aprueban nada cuando a alguno de los miembros permanentes no le interesa, y se dejará a conferencias y organizaciones internacionales la resolución de los mismos por mecanismos que van desde los buenos oficios y la diplomacia preventiva hasta el uso de la fuerza en violación de la Carta de las Naciones Unidas, como ocurrió con la guerra de Yugoslavia en 1999, la invasión de Irak en 2003 o la reintegración de Crimea en 2014. Un ejemplo reciente de conferencia internacional para tratar de resolver un conflicto es la que reunió a Rusia, Turquía, Alemania y Francia en Estambul el 29 de octubre de 2018. Visto que las Naciones Unidas no pueden decidir un asunto por el derecho de veto de quienes realmente mandan, se reúnen los implicados más otros países añadidos para hacer bulto y procuran llegar a conclusiones asumibles por el Consejo que, si es preciso, lo someterán a votación y posiblemente salga adelante. Lo normal es que algún miembro permanente se abstenga, como Gran Bretaña y los Estados Unidos en este caso, y eso no impide una votación afirmativa. Por eso, los dirigentes de aquellas potencias se reunieron para acordar los mecanismos de transición política en Siria después de la guerra -esto es, cuando las organizaciones terroristas y rebeldes hayan sido derrotadas o hayan abandonado el país por los buenos oficios de una o varias potencias extranjeras-, tarea que encomiendan a un comité constitucional en Ginebra que debe preparar el modelo de transición política en Siria, por supuesto sin excluir a nadie, es decir, al presidente Assad, como dejó muy claro de antemano Rusia y han terminado aceptando los líderes occidentales. El principio fundamental aceptado es el de mantener la unidad del país árabe, ya que singularmente Turquía no está dispuesta a admitir la existencia de ningún pseudoprotectorado kurdo tutelado por Occidente en Siria o en Irak y, de hecho, esta oposición absoluta fue el desencadenante de la intervención militar turca en el noroeste de Siria en enero de 2018 como reacción a la creación de la YPD por los Estados Unidos. La presencia turca se mantiene hasta ahora con los acuerdos con Rusia de 17 de septiembre de 2018, que incluyen un área desmilitarizada en Idlib que realmente a nadie interesa, pero que concede el tiempo necesario para que se puedan sacar del territorio sirio a los aliados de cada uno de los bandos que han participado en la guerra. Por eso el presidente Putin decía: “a pesar de que el nivel de violencia en Siria se ha reducido significativamente, la eliminación de todos los elementos radicales acumulados sigue siendo una tarea importante. No debemos permitir que los bandidos que han recibido experiencia en combate continúen las actividades criminales, creen células dormidas en nuestros países, recluten partidarios y prediquen la ideología extremista y el terror.” Por supuesto Rusia “se reserva el derecho de brindar apoyo efectivo a las acciones decisivas del gobierno sirio para eliminar este foco de amenaza terrorista.” Por su parte, Macron y Merkel consiguieron que se organice una segunda conferencia para resolver el problema de los refugiados sirios, que es lo que realmente les interesa. Más allá, como dijo el presidente Putin, es “el propio pueblo sirio [el que] debe determinar el destino de su propio país”, sabiendo perfectamente que el destino lo va a determinar Rusia. Así es la política internacional: el uso de palabras sabidas y recomendadas a las que estamos acostumbrados y que nunca quieren decir lo que dicen. Quizás por ello, el 29 de octubre de 2018 el gobierno ruso nombró como nuevo embajador en Siria a Alexander Efimov, actual embajador ante los Emiratos Árabes. Será un gran triunfo de Rusia en una posición clave en Oriente Medio y una reafirmación de autoridad. 

"ALGUNOS HOMBRES BUENOS"

Es el título de la película que se proyectó el 24 de octubre de 2018 en el Aula de Cine de la Universidad de La Laguna (ULL), dentro del ciclo dedicado al actor Jack Nicholson. La película fue presentada por Manuel García de Mesa, abogado, coordinador y cofundador del Aula de Cine Jurídico del Colegio de Abogados de Santa Cruz de Tenerife y miembro del Aula de Cine de la ULL. En el debate posterior a la proyección participaron la abogada Gladys García Acosta, el abogado Dr. Santiago Yanes Pérez, también coordinador y cofundador del Aula de Cine del Colegio de Abogados, el periodista Dr. Antonio Herrero y el Dr. Luis V. Pérez Gil. “Algunos hombres buenos” (1992) es una película de Rob Reiner (productor y director) basada en la novela homónima de Aaron Sorkin, que en su época ya fue un éxito comercial debido a la participación de los dos jóvenes actores Tom Cruise y Demi Moore, pero también de un extraordinario Jack Nicholson y al sólido guion obra del propio Aaron Sorkin -con un presupuesto de aproximadamente 40 millones de dólares recaudó 243 millones-. En la película destacan dos temas de interés desde el Derecho Internacional y las Relaciones Internacionales. El primero está relacionado con el estatuto legal de la base naval de Guantánamo (Cuba), donde transcurren los acontecimientos que dan lugar al juicio penal militar posterior que se desarrolla en Washington DF. Esta base aeronaval americana se estableció inmediatamente después de la guerra hispano-americana de 1898 y tiene su base legal en el Tratado de 23 de febrero de 1903 de arrendamiento perpetuo del territorio que ocupan las actuales instalaciones (117,6 km2) y según establece el tratado, la soberanía es cubana y “los Estados Unidos ejercen la jurisdicción y los señoríos completos”. El pago de la renta se estableció por un tratado posterior de 1934 que se mantiene hasta la actualidad a pesar del rechazo reiterado del gobierno cubano desde la revolución en 1961. Sin embargo, Guantánamo es hoy conocida mundialmente por establecerse en ella en 2002 un Centro de Detención para terroristas yihadistas capturados por los Estados Unidos en cualquier parte del mundo durante la Guerra Global contra el Terrorismo. A pesar de múltiples declaraciones políticas sobre su cierre, incluidas de los presidentes Bush y Obama, de reiteradas resoluciones judiciales de tribunales americanos condenatorias sobre su existencia y las prácticas que en dicho Centro de Detención se han desarrollado, la realidad es que sigue existiendo y funcionando al margen de las normas más básicas del Derecho Internacional sobre derechos humanos, el Derecho de los conflictos bélicos y el Derecho internacional Humanitario. La segunda cuestión que interesa es las dos visiones sobre las Fuerzas Armadas y la condición y el ejercicio de la profesión militar en las sociedades democráticas que se contraponen durante el desarrollo del proceso penal militar -es decir, durante toda la película-, debate teórico para el que nos remitimos a la clásica obra de Samuel Huntington El soldado y el Estado (1964). Porque el crimen que se juzga es el resultado de un denominado “código rojo”, que no es más que la aplicación de medidas disciplinarias militares más allá de toda regulación legal, concepto que se repite reiteradamente a lo largo de la película; pero la milicia no escapa, no puede hacerlo, al control democrático en las sociedades avanzadas, porque está al servicio mismo del Poder político y de los ciudadanos. 

40º ANIVERSARIO DE LA ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE PROFESORES DE DERECHO INTERNACIONAL Y RELACIONES INTERNACIONALES

El 19 de octubre de 2018 se celebró en la Escuela Diplomática en Madrid un encuentro de profesores de Derecho Internacional Público y Privado y Relaciones Internacionales organizado para conmemorar los cuarenta años de la Asociación Española de Profesores de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales (AEPDIRI) en la que nos agrupamos y a la que damos nombre la mayor parte de los que nos dedicamos a la docencia y la investigación en estas materias, y que nació, precisamente, en el año en el que se aprobó y entró en vigor la Constitución que rige nuestro país desde entonces. Periódicamente se organizan jornadas ordinarias de la Asociación, y también jornadas extraordinarias sobre temas que interesan a la dogmática y a la ciencia, pero en esta ocasión se trataba de hablar de la Asociación misma y también de los profesores, de los que antecedieron a los fundadores, desde principios del siglo XX sirviendo en las más altas instituciones internacionales, de los más afamados iusinternacionalistas españoles, unos presentes y otros ya ausentes y de los más jóvenes académicos e investigadores y, como no, del futuro de la Asociación. Como cabía esperar la jornada contó con la intervención de los maestros -no estaban todos, pero los que estaban sí eran los mejores- repartidos en varias mesas que se fueron sucediendo a un ritmo trepidante, lo que sirvió para poner de manifiesto la vitalidad y la pujanza de la AEPDIRI y la relevancia que tienen estas disciplinas en el desarrollo de la política exterior española, en el ámbito de las conferencias y las organizaciones internacionales y particularmente en la Unión Europea y las Naciones Unidas. La jornada fue presentada por la presidenta de la Asociación, la catedrática Dra. Caterina García Segura, y el Director de la Escuela Diplomática, embajador Fernando Fernández-Arias Minuesa, e inmediatamente se inició con una primera mesa dedicada a “Los cuarenta años de la AEPDIRI: crónica de una vida anunciada”, en la que la profesora Dra. Eulalia Petit de Gabriel (Secretaria) y el profesor Dr. Enrique Martínez Pérez (Tesorero) realizaron una semblanza de las reuniones preliminares, la fundación y la vida organizativa de la Asociación hasta la actualidad, y que incluyó la proyección de un documental homenaje a los iusinternacionalistas del pasado y del presente, cuya enumeración excede ampliamente el espacio que nos hemos propuesto al escribir esta entrada. La mesa II contó con la participación de los catedráticos Dres. Manuel Pérez González, Oriol Casanovas y la Rosa, Jorge Cardona Llorens y Luis Hinojosa Martínez que debatieron sobre “La naturaleza académica de la AEPDIRI”.
En la Mesa III, moderada por la catedrática Dra. Paz Andrés Sáenz de Santa María, concurrieron las catedráticas Dras. Concepción Escobar Hernández, Alegría Borrás Rodríguez y Araceli Mangas Martín y los catedráticos Dres. Pedro de Miguel Asensio y Mariano Aznar Gómez que hablaron de “La AEPDIRI: una prolija actividad científica en la difusión y formación del Derecho Internacional y las Relaciones Internacionales”.
La mesa IV, moderada por la catedrática Dra. Ana Salinas de Frías, estuvo dedicada a “La contribución de la AEPDIRI a la construcción del Derecho Internacional y de la UE” con la intervención de los catedráticos Dres. José Antonio Pastor Ridruejo, Carlos Jiménez Piernas, actualmente jefe de la Asesoría Jurídica Internacional del Ministerio de Asuntos Exteriores, Antonio Remiro Brotóns Y Gregorio Garzón Clariana y la catedrática Dra. Elisa Pérez Vera.

Por la tarde se desarrolló la mesa V dedicada a debatir sobre el “Pasado, presente y futuro de la AEPDIRI” con la participación de los catedráticos Dres. Javier Liñán Nogueras, José Manuel Sobrino Heredia y Carlos Esplugues Mota, y la presidenta de la Asociación, catedrática Dra. Caterina García Segura, a quien correspondió a continuación la clausura de la jornada, que se cerró con el compromiso de seguir adelante con los retos que presentan la docencia y la investigación de nuestras disciplinas en el marco actual de la docencia europea.
El programa completo de la Jornada se puede consultar en el siguiente enlace


 

PROMOVIENDO LA CULTURA DE DEFENSA

En esta entrada colgamos la presentación audiovisual preparada para el curso NOOC "La Defensa, un bien público", organizado por el Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y de Formación del Profesorado (INTEF) del Ministerio de Educación y Formación Profesional del Gobierno de España. Esta actividad formativa está destinada a adquirir y manejar los conceptos básicos relacionados con la seguridad y la defensa en la sociedad actual, los denominados intereses de seguridad y la manera de protegerlos, así como las amenazas y desafíos que pueden afectar a la seguridad nacional e internacional en un mundo globalizado. De forma adicional, se dan orientaciones para el uso de herramientas y recursos destinados a abordar la formación en los aspectos claves de la Defensa como bien y servicio público, todo ello destinado a potenciar la cultura de Defensa. 


EJERCICIO DE GUERRA NUCLEAR GLOBAL 2018

El 11 de octubre de 2018 el presidente Putin ordenó al Estado Mayor General la activación de las Fuerzas Nucleares Estratégicas para llevar a cabo el ejercicio práctico anual de guerra nuclear global que, como viene siendo habitual, tiene lugar durante el mes octubre -véase la entrada del blog EJERCICIO DE GUERRA NUCLEAR GLOBAL de octubre de 2017-. La entidad de los ejercicios a gran escala Vostok-2018, que se desarrollaron entre el 11 y el 17 de septiembre y en los que participaron 296.000 militares, más de mil aviones, helicópteros y vehículos aéreos no tripulados, treinta y seis mil vehículos de todo tipo, incluidas unidades de las Fuerzas Aerotransportadas (VDV), la Aviación de Transporte y la Aviación de Largo Alcance con sus bombarderos estratégicos, hizo pensar que finalizarían con el disparo de varios cohetes estratégicos desde diferentes plataformas de lanzamiento para implicar a las Fuerzas Estratégicas, pero al no realizarse durante dicho evento, era casi seguro que se produciría en un ejercicio independiente pero implicando a las tres ramas o componentes de la Fuerza de Disuasión Nuclear de Rusia: las Fuerzas de Cohetes Estratégicos (RVSN), las Fuerzas Submarinas Estratégicas de la Armada y los bombarderos estratégicos de la Aviación de Largo Alcance de las Fuerzas Aeroespaciales (VKS). Sin embargo, en esta ocasión no se han disparado ICBM, posiblemente porque se canceló o hubo algún incidente que impidió el lanzamiento tal como estaba previsto, puesto que se habían decretado restricciones al tráfico aéreo en zonas potenciales de lanzamiento del norte de la Rusia europea como ha destacado Pavel Podvig en su blog.  Por ello, las Fuerzas Submarinas Estratégicas y la Aviación de Largo Alcance fueron las encargadas de llevar a cabo la parte práctica del ejercicio. Dos submarinos nucleares portamisiles (SSBN) llevaron a cabo el lanzamiento simultáneo de sendos SLBM desde los dos extremos de país: un R-29RMU2 Sineva -o 2.1 Liner-, disparado por el SSBN K-114 Tula de la Flota del Norte desde el mar de Barents y otro SLBM sin identificar, pero probablemente un R-29R desde el SSBN K-44 Ryazan de la Flota del Pacífico, desde el mar de Okhostk; ambos cohetes balísticos se cruzaron en sus trayectorias balísticas sobre el Ártico y alcanzaron los objetivos programados en los polígonos de Kura (península de Kamchatka) y Chizha (península de Kanin) respectivamente, aunque no hay información oficial al respecto. Lo que sí recogió el comunicado oficial del Ministerio de Defensa fue que los lanzamientos de los SLBM fueron detectados y seguidos por el sistema de alerta espacial EKS y por los radares de alerta temprana terrestre. Por su parte, los bombarderos de la Aviación de Largo Alcance Tu-160, Tu-95MS y Tu-22M3 despegaron desde las bases aéreas de Engels (Saratov), Kubinka (Amur) y Shaykovka (Kaluga), armados los dos primeros con los novedosos misiles de crucero Kh-101 con capacidad nuclear que alcanzaron objetivos establecidos en los polígonos de Pemboy (república de Komi) y Teretka (Kazakstán).  
De este modo, el Mando militar ruso pone a prueba los sistemas de guerra nuclear con que cuenta el Presidente para responder a una agresión exterior que ponga en peligro la integridad de Rusia o la existencia misma del país o de sus aliados como aclara la Doctrina Militar vigente de diciembre de 2014 -en las entradas más recientes del blog de este mismo mes de octubre de 2018 he dejado las reflexiones sobre el camino al que estamos abocados en caso de que se iniciara un intercambio nuclear, que sería per se masivo entre grandes potencias-.

ESTADO DE LOS ARSENALES NUCLEARES DE LAS GRANDES POTENCIAS A 1 DE SEPTIEMBRE 2018

El Departamento de Estado americano ha publicado los datos de los arsenales nucleares estratégicos de las dos grandes potencias a 1 de septiembre de 2018 conforme a las cláusulas de información contenidas en el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (Nuevo START) firmado en Praga el 8 de abril de 2010. Conforme a los datos más recientes los Estados Unidos disponen de 1.398 ojivas nucleares, 800 vectores de lanzamiento entre misiles basados en tierra (ICBM), misiles lanzables desde submarinos (SLBM) y bombarderos estratégicos y 659 sistemas desplegados. Las cifras en el período anterior -5 de febrero de 2018- eran de 1.350 ojivas nucleares, 800 y 652 lanzadores totales y disponibles respectivamente. En términos porcentuales, supone que han incrementado el número de ojivas estratégicas un 3,5% y los sistemas de lanzamiento desplegados un 1,07%, y mantienen el máximo que autoriza el Tratado para todos los sistemas, desplegados y no desplegados, lo que no es casual y ha sido discutido por Rusia que considera que de esta manera se enmascaran sistemas operativos bajo la condición de sistemas "de entrenamiento", clasificación no prevista en el Tratado. Por su parte, Rusia dispone de 1.420 ojivas nucleares estratégicas, 775 sistemas de lanzamiento, de los cuales 517 se hallan desplegados en la actualidad. En el período anterior eran 1.444, 779 y 527 respectivamente. Esto significa que Rusia continúa con las reducciones en los tres ítems regulados por el Tratado: 1,6% menos de ojivas nucleares, 1,90% menos de sistemas de lanzamiento desplegados y 0,51% menos en los sistemas totales, pero hay que tener en cuenta que está reducción es puntual ya que está previsto que a finales de 2018 o en 2019 entre en servicio el cuarto SSBN Borei, equipado con 16 SLBM R-30 Bulavá (SS-N-32 en nomenclatura OTAN). Como indicamos en la entrada anterior sobre este tema, las dos superpotencias nucleares cumplieron con los límites que establece el propio Tratado START a la fecha de entrada en vigor de los mismos, el 5 de febrero de 2018, y que son 1.550 ojivas nucleares, 800 sistemas de lanzamiento y 700 sistemas desplegados, lo que pone de manifiesto la voluntad de ambas superpotencias nucleares de cumplir con uno de los instrumentos jurídicos más importantes para el funcionamiento del sistema de estabilidad estratégica. Esto es así porque cualquier alteración o incumplimiento del Tratado START en vigor sería percibido de inmediato por la otra parte como el inicio de un período de escalada, que hasta ahora ninguno de los dos se ha permitido iniciar, a pesar del conflicto de Ucrania, la disputa por la reintegración de Crimea o la intervención de ambas partes en la guerra civil en Siria. Seguir dentro del paradigma realista, pese a la enorme crisis sistémica, demuestra que dos de las tres grandes potencias conocen el alcance de la contención impuesta por el “tratado de los tratados”, límite al que llegaron hace casi ocho años los Estados Unidos y Rusia, con resultados más que satisfactorios. Esto revela la importancia de la contención impuesta por los tratados internacionales en vigor que, de momento, mantienen el régimen estratégico entre las dos superpotencias nucleares evitando la escalada, una nueva carrera de armas de destrucción en masa y, en definitiva, el riesgo de un intercambio nuclear de consecuencias catastróficas, como hemos anotado en la entrada anterior. 

DE VUELTAS CON LA IDEA DE GUERRAS Y ATAQUES PREVENTIVOS

El 2 de octubre de 2018 corrió la noticia de que la embajadora de los Estados Unidos en la OTAN, Kay Bailey Hutchison, había declarado que Rusia debía detener el desarrollo encubierto de misiles de crucero prohibidos o los Estados Unidos intentarían destruirlos antes de que comenzaran a operar. El titular de prensa era elocuente: “Los Estados Unidos destruirán las ojivas rusas prohibidas si fuera necesario”, aunque se afirmaba a continuación que Washington seguía comprometido con la búsqueda de una solución diplomática (véase en Reuters, 2 de octubre de 2018). Poco después la embajadora Hutchison escribió un tuit -Twitter es el oráculo de la “Nueva Era”- en el que afirmaba que cuando dijo esas palabras no pensaba en un ataque preventivo contra Rusia, a pesar de que amenazó con destruir los sistemas de misiles de crucero rusos -como si esto fuera posible-, cuyo desarrollo han denunciado reiteradamente los funcionarios americanos por constituir una violación del Tratado de Misiles de Alcance Medio (INF) de 8 de diciembre de 1987 -texto disponible aquí-. En concreto, en la prohibición que establece el tratado de que las partes puedan desarrollar, disponer y desplegar misiles balísticos terrestres con un alcance entre 500 y 5.500 kilómetros. Es más, la señora Hutchison afirmó que lo que deseaba decir era que “Rusia tiene que volver a cumplir con el INF o tendremos que igualar sus capacidades para proteger los intereses de los Estados Unidos y la OTAN”. Precisamente de lo que acusan a su vez los altos funcionarios de Moscú. Pero realmente lo que dijo la señora Hutchison es que “en ese momento, estaríamos contemplando la capacidad de acabar con un misil que podría golpear a cualquiera de nuestros países”. Como decimos en español castizo, ahí queda eso. Pero, como las desgracias no vienen solas, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, se sumó para aclarar que “continuamos preocupados con el insuficiente cumplimiento por parte de Rusia de sus compromisos internacionales, incluyendo el Tratado INF”, y que “tras varios años de negativas, Rusia reconoció la existencia de un nuevo sistema de misiles llamado 9M729; Rusia no ha dado respuestas convincentes sobre este nuevo misil” (declaraciones que recoge Sputnik, 2 de octubre de 2018) -sobre la manera de expresar sus ideas el secretario de la Alianza, véase la entrada EL LENGUAJE DE GUERRA FRÍA DE STOLTENBERG, de octubre de 2015-. Hay que aclarar que el misil 9M729 (SSC-8) -que es un desarrollo terrestre del misil embarcado 3M14 Kalibr (SS-N-30A) probado reiteradamente en la guerra de Siria- es el último misil incorporado al sistema de misiles de corto alcance con capacidad nuclear Iskander-M, del que Rusia tiene desplegadas doce brigadas por todo el territorio nacional, incluida una en la región de Kaliningrado, y que fue probado en un lanzamiento real durante los ejercicios Zapad-2017 en septiembre de 2017, precisamente en el Distrito Militar Occidental de Rusia. Ya el presidente de la Comisión de Defensa de la Duma rusa, Vladimir Shamanov, declaró en octubre de 2016 que el despliegue del sistema Iskander-M en Kaliningrado era una respuesta a la amenaza potencial que suponen para Rusia la instalación de sistemas de defensa antimisiles americanos en Europa, en concreto en Polonia y Rumanía, antiguos aliados del Bloque soviético y hoy leales miembros de la Alianza Atlántica (declaraciones en Lenta.ru, 15 de octubre de 2016). Como no podía ser de otra manera, desde el otro lado han negado reiteradamente estas acusaciones diciendo que no hay nada de desarrollos de misiles que violen el INF (por ejemplo, las recientes declaraciones del viceministro de Defensa, general Alexander Fomín, en Sputnik, 14 de agosto de 2018) a pesar de que en Siria los Kalibr vuelan desde todas partes para destruir objetivos terroristas: desde el Mediterráneo, lanzados por buques de superficie o submarinos, y desde el mar Caspio, lo que sirvió para confirmar en octubre de 2015 que su alcance era muy superior al estimado por los analistas occidentales y que hoy se considera próximo a los 2.500 kilómetros. Así, que la respuesta rusa a las declaraciones de Hutchison y de Stoltenberg vino de la mano de la portavoz del Ministerio de Exteriores, María Zakhárova que, como siempre, no se mordió la lengua: “parece que las personas que realizan este tipo de declaraciones no se dan cuenta del nivel de su responsabilidad y del peligro de la retórica agresiva”(declaraciones que se recogen en RT, 2 de octubre de 2018). Y, en efecto, resulta llamativo cómo altos responsables de la política exterior y de seguridad de algunos países -o más bien, de los países más importantes- juegan con conceptos que son realmente peligrosos: en este caso, el de la guerra preventiva, como si se pudiera ganar una guerra de este tipo contra una superpotencia nuclear. Como hemos dicho en otro lugar, a principios de los años sesenta los planificadores occidentales plantearon la posibilidad teórica de una guerra nuclear limitada entre grandes potencias, desarrollos que se plasmaron más adelante en la Estrategia de Respuesta Flexible adoptada por la Alianza Atlántica en 1968. Los dirigentes políticos y militares occidentales consideraron que si un agresor tiene motivos para pensar que un ataque puede provocar una respuesta nuclear que contenga un peligro de escalada incontrolable se vuelve imposible estimar de antemano el coste de la devastación que podría suceder, lo que se define como la probabilidad de sufrir un daño inaceptable. Sin embargo, en 1980 la Administración Carter adoptó la estrategia de contrapeso que estableció planes para librar y ganar una guerra nuclear de forma políticamente aceptable. En este contexto se planteó la posibilidad de la guerra nuclear limitada que, en un enfrentamiento entre grandes potencias, exige la autorrestricción del poder político de no escalar en el conflicto militar. Desde un punto de vista técnico, una guerra de este tipo solo sería posible con cargas de baja potencia -las denominadas mini-nukes-, lo que, en consecuencia, excluye el uso de ojivas termonucleares. Sin embargo, la mayoría de los teóricos han considerado que el mundo está más seguro si los líderes políticos mantienen el convencimiento de que un intercambio nuclear nunca puede ser limitado y este convencimiento refuerza la disuasión. Por ello, sabiamente los analistas soviéticos nunca contemplaron la opción de una guerra nuclear limitada o controlada, esto es, iniciado el intercambio nuclear se aplicaría el masivo poder de combate hasta lograr la victoria. Sin embargo, como vemos, en el nuevo período de paz armada en el que nos encontramos los Estados Unidos, Gran Bretaña y Rusia siguen coqueteando con la idea de atacar objetivos no estratégicos con armas nucleares de baja potencia y ahora también la posibilidad de atacar objetivos estratégicos con misiles balísticos y de crucero equipados con cargas no nucleares de gran potencia -véase la entrada reciente EL PODER DOMINADOR DE LAS ARMAS NUCLEARES Y LA AMENAZA DE LA GUERRA-, lo que complica extraordinariamente el funcionamiento de la disuasión y, por tanto, pone en grave peligro la seguridad mundial dejándonos al albur de una apreciación errónea de una acción del adversario que active los mecanismos para la destrucción total. ¿Realmente hemos de pensar en una nueva guerra? Naturalmente que sí. No solo porque existen tres grandes potencias nucleares con sus intereses estratégicos propios, sino porque la guerra, que es la esencia de la existencia de comunidades humanas organizadas en función de unas estrategias y unos fines propios, forma parte del "ser" de esas comunidades. La violencia como causa de muerte, siempre ha sido un elemento propio del ser humano y la escalada en sus grados la hemos observado a través del perfeccionamiento tecnológico hasta llegar al punto de no retorno: la guerra nuclear total. Siempre hemos pensado que la existencia del átomo y de la guerra nuclear son el límite racional de la violencia. Pensamos que nadie puede condenar racionalmente a cientos de miles o millones de personas a una destrucción absoluta y, muy especialmente, a una degradación irreversible del medio en el que vive el ser humano. Ese es el límite racional, un límite absoluto a las guerras de toda clase: el que tuviese armas nucleares estaría a salvo, luego la paz era necesaria y posible. Pero ¿tal cosa es cierta o es una invención de una categoría de pensamiento, la que afirma "eso no puede ser"? Ahora surge la duda de que, pese a todo, incluida la destrucción del planeta, es posible arriesgarse a un combate a muerte -tan propio de la naturaleza humana por otra parte- siempre que una comunidad humana, sola o aliada con otras, combata en la hora final y puedan, algunos de su estirpe, sobrevivir de alguna manera en un mundo muerto

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RUSIA INICIA SEVERAS MEDIDAS DE RETORSIÓN CONTRA ISRAEL

El 17 de septiembre de 2018 un avión de inteligencia electrónica ruso fue derribado sobre el mar a unos veintiséis kilómetros cerca de la costa siria a la altura de Baniya en un desafortunado incidente que implicó a varios actores presentes en el escenario bélico sirio. Por un lado, el Grupo Aéreo ruso desplegado en Siria que tenía en vuelo un avión militar Il-20M en tareas de inteligencia de señales y guerra electrónica, cuya base de operaciones es la base aérea de Hmeymim, cercana a la ciudad norteña de Latakia. Por otro, la Fuerza Aérea de Israel que lleva a cabo ataques sistemáticos contra todo tipo de instalaciones y almacenes de equipos militares en territorio sirio que sean -o puedan considerar- susceptibles de ser transferidos a las milicias libanesas de Hezbolá y, por tanto, representan un peligro directo para las fuerzas de seguridad israelíes. En tercer lugar, las defensas aéreas del Ejército sirio, que se están mostrando cada vez más capaces de enfrentar las agresiones aéreas que continuamente llevan a cabo las diferentes potencias que intervienen en su territorio, incluida la Fuerza Aérea israelí. Esta combinación se demostró letal la noche del 17 de septiembre de 2018 cuando cuatro cazabombarderos F-16I israelíes atacaron con misiles guiados un almacén de equipo militar situado en la ciudad de Latakia. La acción de las defensas aéreas sirias contra ese ataque terminó en el derribo del avión Il-20M ruso con quince tripulantes a bordo, sin duda personal especializado y muy entrenado, con lo que, además de una tragedia en términos de pérdida de vidas, supone también la pérdida de personal muy cualificado en tareas de guerra electrónica -para una información detallada del derribo véase The Avionist, 19 de septiembre de 2018)-. Inicialmente sorprendió la cautelosa posición del gobierno ruso que trató de obtener la máxima información de por qué se había producido dicho derribo y en qué condiciones. Porque, por un lado, las fuerzas rusas están ayudando al gobierno sirio a recuperar el control completo de su territorio: ambas partes han manifestado reiteradamente su disposición a colaborar para lograr una “normalización duradera de Siria, recuperar su soberanía, unidad e integridad territorial”; esa es la razón de su presencia ahí, por lo que no era esperable un ataque desde ese lado, aunque nunca se puede descartar el denominado “fuego amigo”. Y por otro, con Israel se mantienen abiertos canales de comunicación directa entre el mando militar ruso en Siria y los responsables del Ministerio de Defensa de Tel-Aviv, que hasta ahora han dado sus frutos puesto que han evitado derribos mutuos desde el inicio de la participación rusa en la guerra civil siria en septiembre de 2015. De hecho, la existencia de estos canales de comunicación puede considerarse una extensión del acuerdo de 2013 por el que Rusia se comprometió a no suministrar los sistemas antiaéreos S-300 producidos por Almaz-Antey a Siria, contrato que se había firmado en 2010, y que ha permitido a Israel continuar actuando casi impunemente sobre territorio sirio como se ha demostrado hasta ahora. El gobierno ruso convocó inmediatamente al embajador israelí en Moscú. En una reacción inédita el Ministerio de Defensa de Israel reconoció que su Aviación había atacado la noche anterior "una instalación del Ejército sirio con sistemas para fabricar armas letales y de precisión que iban a ser enviados en nombre de Irán a Hezbolá en el Líbano" y lamentaba "la muerte de los miembros del avión ruso derribado por fuego antiaéreo sirio" (declaraciones citadas en El Mundo, 18 de septiembre de 2018). El comunicado decía que el avión ruso no estaba en el área atacada de operaciones en el momento del ataque aéreo y que "cuando el ejército sirio disparó misiles que alcanzaron el avión ruso, los aviones de combate israelíes ya estaban en el espacio aéreo israelí" (declaraciones que se recogen en ibidem). Sin embargo, las primeras investigaciones llevadas a cabo por el Ministerio de Defensa ruso pusieron de manifiesto que la acción de los aviones de combate israelíes había sido decisiva para que los sistemas de defensa aérea sirios abatieran el Il-20M con un misil lanzado desde una plataforma S-200. Fue entonces cuando la posición rusa se hizo manifiesta y se formuló la famosa declaración del Ministro de Defensa, Sergey Shoigú, de 18 de septiembre de 2018, ratificada inmediatamente por el presidente Putin: “la culpa por el derribo del avión ruso y la muerte la tripulación recae por entero sobre Israel. [El Ministerio de Defensa ruso] ha solicitado a Israel en numerosas ocasiones que se abstenga de lanzar ataques contra el territorio sirio, por el peligro que entrañan para la seguridad de los militares rusos. […] las acciones del Ministerio de Defensa de Israel no se corresponden con el espíritu de la cooperación ruso-israelí y nos reservamos el derecho a adoptar medidas recíprocas.” Por tanto, en esta declaración se consideraba que el derribo era consecuencia directa de las acciones de los aviones israelíes, que usaron deliberadamente el reflejo radárico del Il-20M para enmascarar su posición y poder evadirse hacia el Mediterráneo y, posteriormente, alcanzar el espacio aéreo propio. Estos actos fueron calificados como “acciones intencionadas” y “hostiles” contra las Fuerzas Armadas rusas y Moscú exigió explicaciones al gobierno israelí (declaraciones citadas en RT, 18 de septiembre de 2018). En una conversación telefónica entre el presidente Putin y el Primer Ministro Netanyahu se acordó que una delegación militar israelí de máximo nivel militar viajara a Moscú para informar de la actuación de los aviones israelíes (citada en RT, 18 de septiembre de 2018). En primer lugar, llama la atención que Israel llevara a cabo un ataque tan arriesgado, porque la ciudad de Latakia se encuentra al norte del país, más al norte de la base naval rusa de Tartús y muy próxima a la base aérea rusa de Hmeymim, y que están protegidas con los sistemas de defensa aérea S-300V4 y S-400 y antiaérea Buk-M2 y Pantsir-S1. Y, como se supo después, que se produjera un incumplimiento flagrante del acuerdo de septiembre de 2015 sobre el establecimiento de canales de comunicación directos destinado a evitar incidentes aéreos peligrosos mutuos. Entonces, se plantea la siguiente cuestión: ¿era tan importante el objetivo programado por los israelíes en Latakia como para poner en peligro el acuerdo con Rusia? Según datos de varios medios especializados, la operación militar se planeó cuidadosamente para que los aviones de combate israelíes evitaran los sistemas de defensa aérea rusos; por eso los aviones israelíes se aproximaron desde el norte del Mediterráneo. Estos informes también indican que unos días antes del ataque los sistemas de inteligencia israelíes realizaron captación de señales para localizar la ubicación correcta de los sistemas de defensa aérea. Por tanto, la respuesta a esta pregunta apunta directamente al alto mando de las Fuerzas Armadas de Israel. Por otro lado, ¿por qué no se avisó al mando militar ruso en Siria para que pudiera sacar del espacio aéreo próximo al Il-20 que estaba desempeñando labores de seguimiento y guerra electrónica en la zona? Según se desprende de la parte rusa representantes de la Fuerza Aérea israelí contactaron con los militares rusos tan solo un minuto antes de comenzar su operación y, en ningún caso, comunicaron las coordenadas o situación de los aviones israelíes que participaban en el ataque. Según el Ministerio de Defensa ruso: “esto no permitió sacar al Il-20 a una zona segura y se encontró con la zona de fuego de los sistemas sirios de defensa antiaérea”. En tercer lugar, y la menos importante de todas, es la que puede cuestionar la responsabilidad de los pilotos de los aviones de combate israelíes implicados en el ataque, pues como indicó el Ministro de Defensa Shoigú: “se encubrieron con el avión ruso, lo cual llevó a su derribo y a la muerte de quince militares rusos” (declaraciones en RT citadas); pero esta responsabilidad se debe imputar pura y exclusivamente al gobierno de Israel ya que los pilotos desempeñan el papel de meros agentes del Estado. Por tanto, como ha dicho el senador ruso Frants Klintsévich: “no me parece que fuera razonable arriesgar las relaciones con Rusia para destruir un almacén de armas en Latakia” (citado en Sputnik, 24 de septiembre de 2018). Es evidente que las explicaciones de la delegación israelí encabezada por el general Amikam Norkin fueron ridículas e inaceptables para Rusia, como anunció el portavoz del Ministerio de Defensa, general Igor Konashékov en la comparecencia del día 24 de septiembre de 2018: “Me gustaría enfatizar una vez más que las acciones provocadoras de los aviones de la Fuerza Aérea israelí la noche del 17 de septiembre se llevaron a cabo en el área de acceso al aeródromo de Hmeymim no solo para los aviones militares sino también para los civiles. Por lo tanto, las tímidas declaraciones de los representantes del departamento militar israelí sobre la presunta no participación de Israel en la tragedia en la que murieron quince militares rusos son falsas.” (declaraciones recogidas en RT, 24 de septiembre de 2018). De modo que el 24 de septiembre el Ministro de Defensa Shoigú anunció las medidas de retorsión -que es la forma más moderada de autotutela, en la que un Estado contesta a un acto ilícito con una acción que, aun siendo poco amistosa, se mantiene dentro de los límites del Derecho Internacional- adoptadas por su gobierno “dirigidas a aumentar la seguridad de los militares rusos que están cumpliendo las tareas de lucha contra el terrorismo internacional en Siria”. En primer lugar, se anunció, ahora sí, la entrega a las Fuerzas Armadas sirias de los sistemas de defensa aérea s-300, que había sido suspendida desde 2013, en el plazo de dos semanas, pero sin confirmar de qué versión se trata ni el número de equipos que se van a entregar. Como dice el analista militar Igor Korotchenko: “la decisión de entregar los S-300 a Siria es una respuesta totalmente adecuada y oportuna a las acciones de Israel, culpable del siniestro del avión ruso Il-20. Lo más importante ahora es no permitir que Tel-Aviv ataque los aviones o los barcos que transportarán estos sistemas a Siria, porque existe esa posibilidad. […] Cualquier intento del lado israelí de destruir los S-300 será reprimido de la manera más dura y decisiva.” (declaraciones en Sputnik, 24 de septiembre de 2018). Segundo, el despliegue de sistemas de Almaz-Antey que permitan el control automatizado de todo tipo de aeronaves que sobrevuelen el espacio aéreo sirio y el Mediterráneo oriental; en palabras de Shoigú: “esto garantizará el control de todas las fuerzas y sistemas de defensa antiaérea en Siria, el monitoreo de la situación aérea y la designación operativa de los objetivos”, lo que supone extender a todo el territorio sirio el control que ejercen las Fuerzas Aeroespaciales de Rusia (VKS) sobre el espacio aéreo circundante de las bases de Tartús y Hmeymim hasta el alcance de cuatrocientos kilómetros que permiten los sistemas rusos S-400 desplegados en ambas instalaciones. Y tercero, la supresión sistemática de la señal de los sistemas de posicionamiento global por satélite, de los radares de a bordo y de los sistemas de comunicación de la aviación militar en las áreas de operaciones de las VKS y sus aliados sirios, para ello se emplearán sistemas de guerra electrónica Krasukha-2 que están desplegados en Siria desde 2015. Shoigú dijo que “estamos convencidos de que la implementación de tales medidas enfriará las cabezas calientes y les detendrá de cometer acciones irreflexivas que amenacen a nuestros militares” (citada en RT,24 de septiembre de 2018), declaración que fue matizada por el portavoz presidencial Dmitry Peskov: “estas acciones no van dirigidas contra terceros países, sino para la defensa de nuestros militares” (citado en ibídem). Por su parte, el presidente Putin informó a Bashard al Assad de la posición que adoptaría Rusia después del derribo de su avión (citado en RT, 24 de septiembre de 2018). Posteriormente, la Presidencia de Rusia emitió un comunicado indicando que el Presidente “resaltó que las decisiones tomadas por Rusia para fortalecer las capacidades de combate de los sistemas sirios de defensa antiaérea son adecuadas para las circunstancias actuales y tienen como objetivo prioritario prevenir cualquier potencial amenaza a la vida de los militares rusos, que están cumpliendo tareas de la lucha contra el terrorismo internacional” (declaraciones recogidas en Sputnik,24 de septiembre de 2018). Por su parte, el Primer Ministro Netanyahu advirtió “que la entrega de armamento moderno a manos de irresponsables aumentaría los riesgos de la región”, reiterando que Siria, Irán y Hizbulá son los “culpables” del derribo del avión ruso que con “su agresión socavan la estabilidad” en la región (declaraciones citadas en Sputnik,24 de septiembre de 2018). Estas medidas suponen en la práctica bloquear el espacio aéreo sirio a las acciones indiscriminadas de Israel y pueden considerarse como una sanción de Derecho Internacional. ¿Cómo se ha llegado a este extremo, si hasta ahora, como hemos dicho en otras ocasiones, Israel y Rusia han sido los dos únicos actores racionales en la guerra civil siria? -véanse nuestras reflexiones al respecto en la entrada ¿CUÁLES SON LOS OBJETIVOS POLÍTICOS DEL BLOQUE OCCIDENTAL EN SIRIA?-. De hecho, sorprende incluso la tibia reacción de los Estados Unidos; así el 24 de septiembre de 2018 el Secretario de Estado Michael Pompeo expresó, en relación al encuentro que tendrá lugar con ocasión del período de sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas, que “hay muchos temas de los que hablaremos con los rusos. Tengo mucha confianza en que su última decisión para trasladar los S-300 esté entre ellos” (declaraciones en Sputnik, 24 de septiembre de 2018). Ambos han actuado continuamente con cautela, persiguiendo sus objetivos propios, pero respetando los de la otra parte, hasta el extremo de que Rusia no había reaccionado a ninguno de los ataques aéreos llevados a cabo por la Fuerza Aérea israelí contra cualquier instalación militar siria, iraní o de Hezbolá en territorio sirio -más de doscientos ataques aéreos solo en lo que va de 2018-. Pero los objetivos de ambos Estados son los mismos: Rusia quiere que el gobierno de Assad tome el control definitivo del país destruyendo toda oposición rebelde, sean terroristas yihadistas o no, y ya ha obtenido una larguísima permanencia en Siria con los acuerdos sobre las bases de Tartús y Hmeymim firmados en 2017. Por su parte, Israel quiere mantener segura su frontera norte, tanto en los Altos del Golán como en Líbano, y para ello quiere la retirada completa de las fuerzas iraníes de Siria y la desactivación de Hezbolá como amenaza permanente. Se ve claramente que los objetivos de ambos siguen siendo compatibles, hasta podría decirse que complementarios. De modo que es casi seguro que a pesar de las duras medidas adoptadas por Rusia ambos Estados sigan colaborando porque sus intereses estratégicos son complementarios y no habrá escalada de conflicto entre ambos, siempre que terceras partes no intervengan con la finalidad de desestabilizar la entente que ha existido entre ambos.

Llegada a la base aérea de Hmeymim de los S-300 para Siria. 
Vídeo del Ministerio de Defensa de Rusia, 2 de octubre de 2018.
Otro vídeo se encuentra disponible en el canal oficial de la televisión militar rusa Zvezdá en Twitter. Según informó la agencia TASS Rusia entregó a Siria tres batallones completos de S-300PM dotados con ocho lanzaderas cada uno, lo que supone 96 misiles antiaéreos dispuestos para el lanzamiento inmediato, así como 300 misiles adicionales. Estos sistemas proceden de los arsenales de las VKS rusas de unidades, que han sido reequipadas con el sistema de defensa aérea S-400, y fueron revisados por empresas rusas antes de su entrega para asegurar que se encuentran completamente operativos y capaces de realizar misiones de combate (TASS, 8 de octubre de 2018).