Como otras ciudades y territorios del norte y del este del país, la ciudad de Múrmansk, está situada a 1.480 kilómetros de Moscú, ha sufrido desde los años noventa del siglo pasado un continuo decrecimiento demográfico debido a la salida de población hacia las regiones occidentales e incluso al extranjero, siendo la parte más sensible de esta emigración los jóvenes, que buscan mejoras en el nivel de vida que el retraso económico de las regiones de origen no les permiten disfrutar. Ya desde la presidencia de Dmitry Medvedev el problema demográfico se convirtió en una prioridad nacional, aunque en la última década parecía que al menos no iba a peor consiguiendo un crecimiento mínimo de la población. Sin embargo, si analizamos las estadísticas del período esto se ha debido a la diferencia positiva de la emigración, pero con un reparto desigual a lo largo del territorio nacional. Sin embargo, en 2018 se ha vuelto a número netos negativos. Rusia se enfrenta al mismo problema demográfico de los Estados occidentales más desarrollados pero agravado por la inmensidad del país, el más grande de la tierra con 17,5 millones de kilómetros cuadrado. Y la región de Múrmansk, que abarca la península de Kola, es el reflejo de estos problemas: de una población de 1,2 millones de habitantes en 1990 ha pasado a 750.000, y la ciudad de Múrmansk tiene ahora unos de 298.000 habitantes. También era una época de ciudades militares cerradas como Severomorsk, Gadhziyevo, Polyarny o Vidyayevo, donde vivían los marinos y sus familias que servían en la Flota del Norte soviética, que llegó a albergar 170 submarinos nucleares. Todo eso se perdió con la caída de la Unión Soviética y la desastrosa situación económica del período de Yeltsin.
Y este escenario fue descrito por Chibis al presidente Putin de forma realista detallando los problemas fundamentales que obstaculizan el desarrollo regional: atención médica deteriorada, emigración dramática y condiciones de vida insatisfactorias de los miembros de las Fuerzas Armadas y sus familiares (casi tres niños por familia). Chibis dijo al presidente que “Después de todo, esta región es estratégicamente importante, es la puerta del Ártico, estamos hablando de intereses geopolíticos. (…) Y aquí es donde viven nuestros militares, las personas que sirven en la Flota del Norte y que brindan seguridad a nuestro país y estabilidad geopolítica.” Fue este tema el que el presidente tomó con especial interés enfatizando que está bien construir hoteles de cinco estrellas, pero hay que resolver los problemas de las ciudades militares cerradas en cuanto a vivienda, condiciones sanitarias y asistencia médica, abastecimiento de agua y energía, instalaciones educativas -el contenido de la entrevista se puede consultar en el sitio web oficial del Kremlin-.
Para revertir la situación, los programas nacionales prioritarios
de desarrollo son el del Ártico y el de Extremo Oriente, tanto por motivos
económicos, debido a la explotación y exportación de hidrocarburos y minerales,
que son la base de la economía nacional y de los ingresos estatales, como también
para la seguridad nacional. Para entender los esfuerzos de los gobernantes de
la Rusia actual debemos recordar las palabras de la emperatriz Catalina La
Grande, precisamente la gobernante rusa que incorporó Crimea y Novorrosiya a
Rusia: “tengo que expandir mis fronteras para mantener a mi país seguro”. Y como
sabemos, la pérdida de las fronteras expandidas en Europa occidental tras la
caída del Imperio soviético, ha hecho que el futuro de Rusia se decida en las
regiones árticas y en el Extremo Oriente. Por eso destaca la importancia que
han adquirido los Foros Económicos del Ártico y de Vladivostok, en los que
tratan de atraer recursos, inversiones y grandes proyectos de desarrollo y que,
a nivel político, están otorgando réditos importantes a Moscú, como ha puesto
de manifiesto la reciente participación de los primeros ministros Narendra
Modi, de India, y Shinzo Abe, de Japón junto al presidente Putin en el Foro Económico
Oriental, que se celebró en el campus de la Universidad de Extremo Oriente en
Vladivostok del 4 al 6 de septiembre de 2019. La entrevista del pasado 30 de
agosto de 2019 pone de manifiesto que el Kremlin apoya a Chibis. En estas condiciones,
¿debemos considerar a Andrei Chibis como un visionario o simplemente un
funcionario ambicioso, que sabe interpretar los deseos de sus superiores? Solo
el tiempo lo dirá, pero no cabe duda de que tiene argumentos muy favorables
para aspirar a convertir a Múrmansk en una ciudad del futuro, capital de un
vasto territorio exportador de gas, petróleo, minerales y recursos pesqueros,
que atraerá población y talento y que continuará siendo la sede de la flota de
rompehielos nucleares de la Ruta del Norte y albergará la fuerza de disuasión nuclear embarcada de la Flota
del Norte, que es quien, en última instancia, garantiza la seguridad de una Rusia,
“Protegida por Dios, tierra natal”, como termina diciendo el himno nacional. El
irreversible deshielo del Ártico ha hecho que ese futuro ya sea inmediato.
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