El gobierno ruso ha tomado una decisión inevitable: la retirada del Tratado de Cielos Abiertos, también denominado simplemente Open Skies, firmado en Helsinki el 24 de marzo de 1992, y que hasta ahora permite a los treinta y tres países que forman parte del tratado realizar vuelos de inspección sobre el territorio de cualquiera de ellos bajo unas determinadas condiciones formales. Las autoridades rusas comunicarán oficialmente a las otras partes la fecha de retirada, a partir de cual contará el plazo de seis meses para hacerse efectiva -véase el comunicado del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso en su sitio web-. Esta decisión es consecuencia de dos eventos: primero, la retirada efectiva de los Estados Unidos, anunciada el 21 de mayo de 2020 y formalizada el 22 de noviembre -véase nuestra entrada LA RETIRADA DE LOS ESTADOS UNIDOS DEL TRATADO DE CIELOS ABIERTOS, de junio de 2020-, y , segundo, que los Estados miembros de la OTAN que permanecen en el Tratado no hayan contestado a la solicitud de garantías requerida por Moscú de que la información obtenida con estos vuelos no sería compartida con Washington, debido a que como Estado que no forma parte del tratado no debería beneficiarse del mismo, mientras bloquea el acceso a las otras partes a su propio territorio. Pero debemos tener claro que la solicitud de Moscú era un deseo ilusorio, si vemos como se han comportado y actuado los dirigentes europeos ante la retirada de los Estados Unidos del Pacto Nuclear con Irán (JCPOA) en 2018, el Tratado de Misiles de Corto y Medio Alcance (Tratado INF) en 2019 -recordemos la declaración de moratoria unilateral de Moscú no contestada por la parte occidental- y el Tratado de Cielos Abiertos en 2020 -veáse la entrada PRUEBAS DE MISILES ESTRATÉGICOS, EJERCICIOS DE GUERRA NUCLEAR Y PRORROGA DEL NUEVO START, de octubre de 2020-. Es decir, mientras Washington desmonta el régimen de control de armas y no proliferación nuclear los dirigentes europeos se muestran como meros testigos silenciosos ante decisiones que han ido erosionando el régimen de estabilidad estratégica y, por tanto, poniendo en peligro la paz y la seguridad internacionales. Las decisiones de Washington sirven a sus intereses nacionales, pero, las de los europeos, ¿a quién sirve? En este sentido, en la macroconferecia anual del presidente Putin en Moscú el 20 de diciembre de 2020 respondió ante una pregunta de un periodista occidental: “los Estados Unidos se han retirado del Tratado de Cielos Abiertos. ¿Qué debemos hacer? ¿Que siga como hasta ahora? Entonces, ¿un país de la OTAN volará sobre nuestro territorio y transferirá todos los datos a nuestro socio americano, pero nosotros estaremos privados de esa oportunidad en relación con el territorio americano? Ustedes son personas inteligentes, ¿por qué creen que somos idiotas? ¿Por qué cree que no podemos analizar y mirar cosas tan elementales?”. De modo que la decisión rusa ya estaba tomada después de que el presidente hubiera realizado una ronda de consultas con el Consejo de Seguridad Nacional, el Ministerio de Asuntos Exteriores y el Estado Mayor General a finales de 2020, período en el que las autoridades rusas también decidieron aplazar las negociaciones sobre la prórroga del Tratado de Limitación de Armas Estratégicas (Nuevo START) hasta que tomará posesión el próximo presidente de los Estados Unidos. De este modo, el 13 de enero de 2021 el embajador ruso en Washington, Anatoly Antonov, declaró durante la celebración de un seminario telemático que el gobierno ruso estaba preparado para iniciar negociaciones con la nueva Administración americana en cuanto tome posesión el próximo 20 de enero. Y es que, en realidad, no queda otra opción, porque el Nuevo START es el último tratado de limitación de armas nucleares entre las grandes potencias y su vencimiento es inminente ya que se producirá el 5 de febrero de 2021, si no se toman decisiones inmediatas. Si pierde su vigencia, entramos en un período de ausencia de régimen de control de armas, sin reglas que moderen el conflicto, el deterioro del sistema internacional será rápido y la amenaza de la guerra se hará cada vez más patente, todo quedará fiado a la buena voluntad de las partes, que viendo como está el escenario internacional es bastante bajo, aunque mantenga su vigencia la regla de que los líderes de potencias nucleares tienen siempre comportamiento racionales cuando se trata de decidir sobre las opciones de una guerra.
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Nos va a quedar un mundo precioso!
ResponderEliminarA sugerencia de un estimado colega, he realizado una modificación terminológica en el documento para hacerlo más comprensible en relación con las partes del Tratado de Cielos Abiertos. Gracias por el comentario, que ha ayudado a mejorar el texto.
ResponderEliminarMuy buen artículo.
ResponderEliminarUna llamada a la fantasía la aporta Steven Pifer en "Saving de Open Skies Treaty", Brookings, 27 de enero de 2021, en https://www.brookings.edu/blog/order-from-chaos/2021/01/27/saving-the-open-skies-treaty/
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