PRUEBAS DE MISILES ESTRATEGICOS, EJERCICIOS DE GUERRA NUCLEAR Y PRORROGA DEL TRATADO NUEVO START

Desde su entrada en vigor, hemos seguido con atención el Tratado sobre Limitación de Armas Nucleares Estratégicas (Nuevo START), firmado por los Estados Unidos y la Federación de Rusia en Praga el 8 de abril de 2010, hemos volcado la información sobre la evolución de los límites establecidos y verificado el cumplimiento escrupuloso del mismo por ambas partes. Pero al contrario que el Tratado de Fuerzas Nucleares de Corto y Medio Alcance (Tratado INF) de 8 de diciembre de 1987, que era de duración indefinida, en el Nuevo START se estableció con un plazo de vigencia de diez años desde su entrada en vigor, esto es, caduca el 5 de febrero de 2021. Desde antes de la denuncia del Tratado INF por los Estados Unidos el 2 de febrero de 2019, las autoridades rusas constataron la nula voluntad de la Administración Trump de entrar a conversar sobre la extensión del Nuevo START. Parecía que no había ningún interés en la parte americana en hablar del tema. Sin embargo, se trata de uno de los acuerdos que forman el núcleo del régimen de estabilidad estratégica y cuyo cumplimiento asegura la permanencia del mismo y, por tanto, la paz y la seguridad internacionales. El Tratado INF se extinguió el 2 de agosto de 2019 y, entonces, parece que las más altas autoridades rusas comenzaron a ser conscientes de que lo que estaba en peligro, realmente, era esto: la propia existencia del régimen de estabilidad estratégica, y que la alternativa era, en el mejor de los casos, un incierto régimen implícito y, en el peor, una carrera de armamentos y, en el horizonte, un enfrentamiento bélico de proporciones desconocidas -veánse las críticas del ex secretario de Estado, George Shultz, sobre el abandono del Tratado INF y de los mecanismos de verificación tan difícilmente negociados, en NYT, 31 de octubre de 2020-. Sobre esta idea no vamos a abundar más en esta ocasión, porque ya lo hemos tratado en varias entradas anteriores, pero baste decir que la ausencia de régimen significa que la puerta está abierta para un nuevo enfrentamiento violento entre grandes potencias. De este modo, a finales de 2019 el presidente Putin anunció que Rusia estaba preparada para acordar una prórroga del Tratado “sin condiciones previas”. De nuevo, esta declaración cayó en saco roto: la Administración Trump no se dio por enterada hasta marzo de 2020 y no inició contactos serios hasta el mes de mayo, pero, una vez más, sin que se produjeran avances sustanciales. Hay que entender que para Moscú el mantenimiento del Nuevo START significa su reconocimiento como gran potencia nuclear, ya que el régimen de estabilidad estratégica es un régimen bilateral, y que junto con su condición de miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas -y su inherente derecho de veto- le garantizan la capacidad para seguir influyendo en la estructura internacional mediante su participación en la creación de normas, reglas y procedimientos que se imponen a los demás países, simplemente por el hecho de formar parte de la sociedad internacional. Por este motivo, Moscú luchará duramente por mantener su estatuto. Sin embargo, en Washington entienden que este régimen de seguridad internacional ya no es válido porque no incluye al que será su principal adversario en las próximas décadas, la China comunista, que ha escalado al segundo puesto de la economía mundial, que está dedicando recursos gigantescos a defensa, que se dota con decenas de barcos y submarinos, centenas de aviones y miles de misiles balísticos, que no está sujeta a ningún tratado de control de armas y que no acepta completamente las reglas del sistema liberal occidental -entendido como democracia, derechos humanos y libre mercado-. Por eso, su exigencia de que un nuevo tratado de armas nucleares que sustituya al Nuevo START debe tener a China dentro. Con ello pretende establecer controles y limitaciones a la capacidad militar china, vigilar su crecimiento como gran potencia y, en última instancia, mantener la supremacía militar que ha estado disfrutando desde el final de la Guerra Fría. Que esto sea bueno o malo es indiferente, responde a la lógica estratégica de una potencia hegemónica y los responsables políticos americanos ejecutarán todas las acciones necesarias para acabar con las aspiraciones chinas de influencia mundial por todos los medios a su alcance, incluido en última instancia el uso de la fuerza, si lo consideran necesario. Con esta lógica llegamos al mes de septiembre, cuando el día 16 el presidente Putin reiteró su ofrecimiento de prorrogar el Nuevo START por un año sin condiciones previas para, de esta manera, mantener el régimen vigente y durante ese período continuar negociando un nuevo acuerdo de armas nucleares que satisfaga las expectativas de los responsables de la política exterior y de seguridad americana. Para sorpresa de Moscú, la propuesta fue rechazada inmediatamente por el asesor de seguridad nacional del presidente Trump, Michael O´Brien, bajo el argumento de que la expresión “sin condiciones” implicaba plena libertad de las partes para continuar instalando ojivas nucleares en los nuevos vectores de lanzamiento -hemos hablado también reiteradamente de los gigantescos programas de modernización de la triada nuclear que tienen en marcha ambas grandes potencias- y era preciso acordar la congelación del número de ojivas nucleares de ambos arsenales, lo que parece que es coherente con el espíritu y la letra del Nuevo START que se propone prorrogar. Esta exigencia fue aceptada por Moscú el 20 de octubre, lo que ha abierto la puerta para que se considere muy probable la prórroga del acuerdo, que solo requiere un intercambio de notas entre ambos gobiernos, aunque O´Brien precisó el 28 de octubre que ahora se tienen que negociar los mecanismos de verificación, circunstancia que no debe de ser difícil puesto que ya existen y han funcionando correctamente, como hemos visto a lo largo de la vida del Nuevo START y su cumplimiento casi perfecto. Quizás por eso, el 30 de octubre el Departamento de Defensa autorizó que el Mando de Ataque Global efectuase el lanzamiento de un misil balístico intercontinental LGM-30G Minuteman III con capacidad nuclear, que voló más de 6.700 kilómetros en el Pacífico, dentro de las pruebas regulares que realizan las Fuerzas de Disuasión Nuclear para mantener su preparación y disposición para el combate -se puede consultar en el sitio web del Global Strike Command-. Las Fuerzas Nucleares Estratégicas de Rusia harán lo propio dentro de su programa de preparación anual para la guerra nuclear. Y no pasará nada, porque ambas potencias están de acuerdo en que tienen que mantener dicha preparación para asegurar el funcionamiento de la estrategia de disuasión, entre ellas. ¿Qué aspecto queda en el aire? El anuncio de la prórroga que, indudablemente está condicionado a la fecha de las elecciones presidenciales de los Estados Unidos. Parece que, nunca antes, la paz del mundo dependió tanto de la elección de un presidente de los Estados Unidos y, por tanto, dicha elección no solo afecta a los intereses de los ciudadanos americanos sino al resto de potencias que conforman el sistema internacional. Estamos a las puertas de un momento decisivo: lo veremos y podremos extraer conclusiones, en uno y otro sentido.  

Black Water.

5 comentarios:

  1. Muy buen artículo. Sin duda, las elecciones en EEUU marcan un punto decisivo, bien visto.

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  2. Muy bueno, como siempre muy claro.

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  3. De acuerdo con las valoraciones y lo de las elecciones, toda la verdad.

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  4. Efectivamente, estamos en un momento decisivo y que, paradójicamente, está paralizado en su totalidad por unas elecciones presidenciales.

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  5. Hay que esperar al resultado dw las elecciones. Y ver que hace China.

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