DOS LIBROS DE GEOPOLITICA PARA EL ANALISIS ESTRATEGICO DE UNA NUEVA ERA

Casi ochenta años separan estas dos obras maestras sobre geopolítica, la de Siebert El Atlántico. Geopolítica de un océano (1942), alumbrada en el momento cumbre de estos estudios, y la de Friedman Los próximos cien años (2010), que apareció en una etapa de transición de la sociedad internacional, después de la etapa de la hegemonía imperfecta hacia un nuevo período para el que, desafortunadamente, todavía no existe una denominación generalmente aceptada, a pesar de las propuestas realizadas -posmodernismo, sociedad posmoderna, sociedad de la información y otras-. Ambos períodos de alumbramiento de estas obras se caracterizaron por un renovado uso de la fuerza en las relaciones internacionales, donde los Estados trataron de imponer sus intereses nacionales por medio de las crisis, el conflicto y la violencia, y a los que se han sumado en fechas recientes actores no estatales que disputan a los gobiernos espacios territoriales. Sin embargo, estos actores sucumben ante el uso intensivo del poder militar por parte de los Estados como demuestra ejemplarmente el final de la guerra de Siria -otros casos pueden ser más discutibles, pero en todos los que podamos pensar, el poder del Estado se autolimitó en el uso de la violencia, y aunque podemos discutir las motivaciones, esta es una aseveración que recoge precisamente Friedman para la guerra de Afganistán… hace diez años-. Ambos libros beben en las fuentes del realismo político y no hay ninguna duda en adscribirlos a dicha escuela de pensamiento de las Relaciones Internacionales: el poder y el Estado son los dos factores fundamentales en los que enmarcan sus respectivos estudios y, además, les sirven para establecer sus tesis y formular sus conclusiones. Pero es que, además, ambos libros son de extraordinaria actualidad. Cuando no se habla más que del Asia-Pacífico como nueva zona de crecimiento, expansión e influencia y como espacio de un próximo enfrentamiento entre las grandes potencias, la reivindicación del Atlántico que realizó Siebert mantiene toda su vigencia y nos sitúa en las tesis de una nueva frontera -un mar, un océano- que se abre al mundo y que, con el descubrimiento de nuevas tierras como fuente de recursos, cambia, en muy pocos años, la historia de la Humanidad desde ese momento y para siempre. Pues bien, estamos a las puertas de una nueva era, como define muy bien Friedman en la extraordinaria obra que comentamos en estas líneas, el nuevo océano es el espacio que, junto con la aplicación de la robótica y la inteligencia artificial (IA) basada en los desarrollos de la sociedad de la información, llevarán a los principales actores políticos, los Estados, a una nueva era de lucha por el poder y la paz, en la geminal definición de Morgenthau sobre la interacción de las grandes potencias en el sistema internacional. Las estaciones espaciales de las que habla Friedman en su libro son las carabelas con las que portugueses y españoles conquistaron los océanos haciendo que, por primera vez, la sociedad internacional adquiriera carácter global y las luchas entre las grandes potencias alcanzaran dimensiones extracontinentales. Fue el paso de las grandes potencias terrestres a las marítimas, que tantas pugnas doctrinales produjo en las escuelas de la Geopolítica entre hegemonía del poder terrestre y el poder naval. Cuando Friedman dice, en su obra, que “la próxima guerra comenzará en el espacio” nos está dando las pautas básicas para el surgimiento de un nuevo tipo de potencia que superará los “estrechos” -permítanme la expresión- límites planetarios, porque el salto más allá de la atmósfera terrestre y la aspiración de conquista de otros planetas, asteroides y cuerpos espaciales implica la existencia de un poderío espacial que definirá a las nuevas potencias como tales potencias espaciales. Y esto es, ni más ni menos, lo que se pone de manifiesto con la firma de los denominados Acuerdos Artemis de 13 de octubre de 2020 sobre los principios para la exploración civil y uso de los recursos de la Luna, Marte y otros cuerpos celentes con fines pacífico impulsado por los Estados Unidos al que se han adherido Australia, Canadá, Italia, Japón, Luxemburgo, los Emiratos Árabes Unidos y el Reino Unido -el texto completo está disponible en el sitio web de la NASA-. El director general de la NASA, Jim Bridenstine, declaró que “con la firma de los acuerdos, nos unimos con nuestros socios para explorar la Luna y estamos estableciendo principios vitales que crearán un futuro seguro, pacífico y próspero en el espacio para que toda la humanidad lo disfrute”. Sin embargo, aunque los firmantes declaran que el nuevo acuerdo amplía las normas del Tratado sobre el espacio ultraterrestre adoptado el 27 de enero de 1967, han dejado fuera a Rusia y a China, las otras dos grandes potencias que pugnan con los Estados Unidos por la carrera espacial. Estas potencias no permanecerán quietas ni permitirán una apropiación exclusiva o excluyente de los signatarios del nuevo acuerdo. De este modo, el conflicto ha quedado abierto. Estamos, pues, ante un cambio radical del sistema internacional que se producirá en breve plazo y que, muy probablemente, veremos con nuestros propios ojos. Mientras tanto, leamos a Siebert y a Friedman y aprovechemos sus enseñanzas para el análisis estratégico. 

Referencias bibliográficas completas: Siebert, W.: El Atlántico. Geopolítica de un océano. Editorial Labor. Barcelona, 1942; Friedman, G.: Los próximos cien años. Ediciones Destino. Barcelona, 2010 (trad. de The Next 100 Years. A forecast for the 21st Century. Random House. Nueva York, 2010). 

Artemis.

7 comentarios:

  1. Gracias por esta nueva entrada. Un abrazo.

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  2. Muy buen escrito, breve e interesante.

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  3. Gracias por compartir estas ideas. Un abrazo.

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  4. Enhorabuena por este articulo.

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  5. Gracias por compartir. Saludos.

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  6. Muchas gracias, siempre interesante.

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  7. Muy buena reflexión, apuntando como siempre a la validez de la geopolítica

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