«UN ÁRTICO AZUL: UN LIBRO AZUL PARA EL ÁRTICO»

Este es el título del nuevo plan estratégico para el Ártico publicado por el Departamento de la Marina de los Estados Unidos el 5 de enero de 2021 para sus tres servicios: la Marina, el Cuerpo de Infantería de Marina y la Guardia Costera –el documento, de 28 páginas, está disponible aquí–. Aunque pone su énfasis en el control marítimo del Ártico, es un documento sectorial que complementa la Estrategia Ártica de la Fuerza Aérea, aprobada el 21 de julio de 2020 –documento de 20 páginas, disponible aquí–, y es probable que, en breve, aparezca el equivalente del Ejército, estableciendo con ellos el marco conceptual para una renovada intervención militar, no bélica, de los Estados Unidos en el Ártico y, en el caso de su componente naval, asegurar su presencia en la denominada Ruta Marítima del Norte -que, desde el mar del Norte, atraviesa el océano Ártico bordeando las costas de Rusia, desde la península de Kola hasta el estrecho de Bering-. El Libro Azul para el Ártico delimita, en primer lugar, el área, “que se extiende desde Maine, en el Atlántico Norte, a través del Océano Ártico a través del Estrecho de Bering y Alaska en el Pacífico Norte, hasta el extremo sur de la cadena de Islas Aleutianas” y la califica como área de interés vital para el país con el objetivo declarado, como no podía ser de otra manera, de “fomentar el cumplimiento con las reglas existentes para asegurar una región ártica pacífica y próspera”. Sin embargo, la “competencia de las principales potencias en el Ártico tiene el potencial de amenazar los intereses y la prosperidad de Estados Unidos”, por lo que se requieren respuestas adecuadas. Esto significa que en los próximos años la US Navy mantendrá una presencia regular, si no permanente, en los espacios marítimos árticos cercanos a las fronteras rusas –véase la entrada ICEX-20: SUBMARINOS NUCLEARES BAJO EL HIELO Y COMPETENCIA POR EL ÁRTICO, de marzo de 2020–. Es evidente que estos planteamientos chocan directamente con los intereses nacionales de Rusia, que desde entonces ha aprobado un Programa Nacional de Desarrollo del Ártico, una Estrategia para el Ártico y una Estrategia para el Desarrollo de la Seguridad en el Ártico, basados en una concepción holística del Ártico como espacio de desarrollo económico nacional durante las próximas décadas. Si a esto sumamos los intereses de una potencia externa, pero con evidentes aspiraciones a la hegemonía global, que trata de inmiscuirse en los espacios marítimos del Norte, como es la China comunista, el enfrentamiento está servido –como ya planteamos en EL ÁRTICO: ¿ZONA DE UN POSIBLE CONFLICTO MILITAR?, de septiembre de 2010–. La Estrategia de Seguridad Nacional aprobada por el presidente Trump el 18 de diciembre de 2017 comenzaba afirmando un escenario internacional complejo, “un mundo extraordinariamente peligroso, lleno de una amplia gama de amenazas que se ha intensificado en los últimos años”, y para enfrentarlas reivindica una política basada en un realismo de principios, esto es, en la búsqueda del equilibrio de poder, lo que puede dar lugar a medio y largo plazo a coaliciones inéditas –véase la entrada LA NUEVA ESTRATEGIA DE SEGURIDAD NACIONAL Y LA POSTURA NUCLEAR DE LOS ESTADOS UNIDOS, de febrero de 2018–. Por ello, los Estados Unidos tratarán de reforzar su presencia en el Ártico, para lo que tendrán que invertir enormes presupuestos en buques especializados de los que carecen –de los que no hay ni una sola mención en el 30-Year Shipbuilding Plan aprobado por la Adminsitración Trump el 9 de diciembre de 2020– y dedicar ingentes recursos a patrullar y mantener la presencia en dichas aguas si realmente quieren forzar la posición rusa, que aspira al control exclusivo y excluyente de los espacios de la Ruta Marítima del Norte

Pero, además, las pretensiones rusas se apoyan en las disposiciones legales que la Convención de Derecho del Mar de 1982 dedicada a los espacios marítimos cubiertos de hielos. Mientras tanto, los Estados Unidos no forman parte de dicha Convención, que siempre han rechazado porque considera que contradice los principios básicos de la libertad de navegación, y tiene que estar permanentemente vigilante ante las aspiraciones de Estados veleidosos que, incluso, han costado guerras. Pero, es posible que dejando hacer a Moscú, que cuenta con la capacidad y determinación para ello, consigan bloquear el acceso a la frontera norte de Norteamérica a China, su gran oponente en los próximos años. Cómo la diplomacia de Washington sea capaz de tejer sus acuerdos y alianzas en esta zona determinará su posición en otras áreas marítimas globales como son el océano Pacifico y el Índico, áreas prioritarias para su oponente y cuyo control y bloqueo en caso de crisis o conflicto llevaría a su estrangulamiento.

Sobre temas principales que plantea el océano Ártico como espacio estratégico, los cambios que está produciendo el cambio climático, la explotación intensiva de los recursos naturales, las nuevas rutas marítimas y su impacto económico global, véase la obra colectiva de Spohr, K. y Hamilton, S. (eds.):  The Arctic and World Order. John Hopkins University. Washington, 2020, que se puede consultar aquí.

“Bjork - Hyperballad”.

4 comentarios:

  1. Estimado Luis, agradecido por compartir esta interesante y reflexiva columna, la que refiere al Plan Estratégico de EE.UU. sobre el Ártico. Desde mi perspectiva, se puede ratificar que las visiones geopolíticas de las potencias se mantienen y constituyen los cimientos de sus estrategias de seguridad. Saludos cordiales.

    ResponderEliminar
  2. Interesante como siempre, Luis.

    ResponderEliminar