En la entrada del mes de septiembre titulada
MIENTRAS TANTO MIRAMOS AL ESPACIO dimos cuenta de la puesta en servicio de dos
nuevos satélites del sistema de navegación por satélite europeo. El sistema
Galileo, que está diseñado para interactuar con los sistemas americano GPS y
ruso Glonass, estará plenamente operativo en 2020 cuando se complete la
constelación de treinta satélites –veinticuatro operativos y seis en reserva-
en órbita terrestre media a 23.222 kilómetros de altitud distribuidos en tres
planos inclinados con un ángulo de 56º hacia el ecuador con alcance global,
mejorando la precisión del posicionamiento de los sistemas americano y ruso
especialmente en las regiones más cercanas a los polos. Pues bien, China lanzó
el miércoles 30 de septiembre un cohete LM-3B desde el Centro de Lanzamiento de
Satélite de Xichang, provincia de Sichuan, que colocó en órbita el satélite
número veinte de su propio sistema de navegación espacial Beidou. Según informó
la agencia china de noticias Xinhua, el aparato está equipado por primera vez
con un reloj atómico de hidrógeno y un nuevo sistema de señal de navegación que
serán puestos a prueba en los próximos meses. El sistema Beidou ofrece hasta
ahora cobertura regional, en 2018 ofrecerá cobertura para Asia y Europa y en
2020 alcanzará alcance global. Ante esta vorágine de lanzamientos de satélites
y de despliegue de constelaciones espaciales –además de las anteriores citadas,
la India está desplegando su propio sistema de alcance regional para el océano
Índico e Irán ha anunciado que iniciará el desarrollo de un sistema nacional
propio- nos planteamos la siguiente cuestión: ¿cuántos satélites hay en el
espacio? Según informaciones hechas públicas por la NASA actualmente hay unos
5.600 satélites orbitando alrededor de la tierra de seis mil que fueron
lanzados a partir de 1957, pero solo en torno a unos ochocientos se encuentran
operativos. Esta cifra es difícil que sea exacta porque las grandes potencias
no revelan el número ni características de sus principales satélites militares y de
inteligencia en servicio y porque hay algunos aparatos que han perdido su
posición original llevando órbitas erráticas. Esto pone de manifiesto que
existe una auténtica carrera espacial entre las grandes potencias, comparable
con la carrera nuclear que se desarrolló entre las dos superpotencias durante
la Guerra Fría, pues como puso de manifiesto Friedman las guerras del futuro se
dirimirán en el espacio[1],
entendida esta guerra como una guerra entre grandes potencias.
[1] Los próximos cien años. Ediciones Destino. Barcelona,
2010 (trad. de The Next 100 Years. A forecast for the 21st Century. Random House. Nueva York,
2010).
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