AUSTRALIA SE DOTARÁ DE SUBMARINOS NUCLEARES DE ATAQUE DE LA CLASE VIRGINIA
El 15 de
septiembre de 2021 el presidente de los Estados Unidos y los primeros ministros
del Reino Unido y de Australia acordaron el Pacto AUKUS (por Australia,
Reino Unido y los Estados Unidos en inglés) destinado al reforzamiento de la
alianza anglosajona en el Pacífico -sobre la relevancia político-estratégica del
pacto véase la entrada EL
FORTALECIMIENTO DE LA ALIANZA ANGLOSAJONA DEL PACÍFICO de septiembre de
2021-. Dicho pacto incluye un acuerdo sobre la nuclearización militar de Australia,
que supone un auténtico vuelco en el sistema de seguridad regional del Pacífico, cada vez
más polarizado entre una coalición militar bajo la hegemonía americana y el creciente
poderío de una China comunista, que se está viendo cada vez más arrinconada por
la agresiva política exterior de Washington. En términos realistas, esta
situación solo puede conducir al conflicto, como estamos viendo
en Europa en estos momentos. Después de empujar la ampliación y expansión de la
OTAN hasta las mismas puertas de Rusia -que calificada por el presidente Obama como
una potencia regional- a pesar de los acuerdos que pusieron fin a la Guerra
Fría y permitieron la reunificación de Alemania, los responsables de la política
exterior americana usaron al régimen ucraniano para provocar el conflicto con Rusia.
A través de una guerra proxy están tratando de desgastarla, mientras han
conseguido someter a los países europeos a un diktat propio
de otras épocas, convirtiendo a la Unión Europea en un protectorado, incluida
una Alemania completamente subordinada al poder imperial. Es decir, un
auténtico fracaso de la Unión Política Europea. Ante este escenario, los
dirigentes chinos están percibiendo que el tiempo de la paciencia estratégica
se termina y que pronto tendrán que tomar decisiones de alcance político
fundamental o -al contrario que la Rusia de Putin-, aceptar la servidumbre y
someterse a los Estados Unidos. Sin embargo, estas ideas casan bien poco con la
política y el pensamiento estratégico del máximo dirigente chino, Xi
Jinping, que se han plasmado en una serie de objetivos a largo plazo en los que
China aspira a recuperar su posición central en el mundo en 2049 (centenario de la
proclamación de la República Popular China por Mao), convertida en una poderosísima potencia
benévola que no somete por la fuerza, sino que acepta la subordinación del
resto de países, dominados por su poderío económico, comercial, financiero y,
finalmente, por el brillo de su propia cultura milenaria basada en valores no radicalmente
opuestos, pero si en muchos casos divergentes respecto a los valores occidentales,
por tanto, atractivos en amplias zonas del planeta. Ante esta situación, el
realismo político proporciona las herramientas necesarias para evitar el conflicto a través del equilibrio
de poder y la creación y el funcionamiento de un directorio entre grandes
potencias. Este sistema existe, a pesar de los cambios en las partes (primero China y luego Rusia), desde 1945 en el Consejo de Seguridad de
la ONU, que ha logrado mantener la paz y la seguridad mundial durante casi ochenta
años. Sin embargo, el intento de
los Estados Unidos de mantener a toda costa la hegemonía global puede llevar a su propia destrucción. Y cuando esto
se produzca se habrán roto los mecanismos que evitan el conflicto y quedará
expedita la vía para el enfrentamiento, que será, como hemos dicho en varias
ocasiones, de proporciones cataclísmicas, si las partes se deciden a emplear
armas nucleares para imponerse en el conflicto. Esta perspectiva que también explica
la continua apelación de los medios occidentales a un eventual empleo de armas
nucleares en Ucrania -véase la entrada LOS
AUGURES DE LA GUERRA NUCLEAR, de marzo de 2022-, discurso azuzado por
aquellos que están interesados en que Rusia abra la caja de Pandora del empleo
de las armas nucleares para resolver un conflicto convencional -véase la entrada
RUSIA
REFUERZA SUS CAPACIDADES DE COMBATE NUCLEAR EN EL CONTEXTO DE LA GUERRA EN
UCRANIA, de diciembre de 2022-. Rusia podría hacerlo si se ve acorralada,
porque concibe la guerra en Ucrania como una guerra existencial (al estilo de la
Gran Guerra Patriótica contra la Alemania de Hitler), mientras que los Estados
Unidos las usarían para imponerse en la primera guerra por
la hegemonía global, en un conflicto sin parangón en la historia
de la Humanidad. Por eso, el anuncio del 9 de marzo de 2023 de que la Marina australiana
planea comprar inicialmente al menos cuatro submarinos nucleares de ataque (SSN) de la
clase Virginia construidos en astilleros americanos es preocupante. El 13 de marzo de 2023 los líderes de los tres países confirmaron en un encuentro en San Diego (Estados Unidos) un programa de adquisición de dos fases, con un coste total estimado de entre 179.000 y 245.000 millones de dólares. En la primera fase, Australia, comprará tres submarinos (más otros dos opcionales) armados con
misiles de crucero de ataque a tierra, que serán entregados a partir de 2030. En una segunda fase, se planean construir en Australia otros cinco SSN basados en el futuro SSN británico, con entregas a partir de 2040, aunque no está claro si contará con un reactor de origen americano o británico. Además, a partir de 2023 y 2026 SSN americanos y británicos respectivamente comenzarán a a visitar puertos australianos de forma regular y en 2027 operarán desde la base naval de Stirling, en Perth (costa occidental australiana) como parte de la Fuerza de Rotación Submarina Oeste. Todo ello lo justifican en la necesidad de "proteger los intereses comunes en el Indo-Pacífico". Pero, es una pésima noticia para la paz y la
seguridad global porque supone violar reglas básicas del régimen de no
proliferación nuclear, porque asigna capacidades de ataque de largo alcance a
un país que hasta ahora no las tenía y porque se aprueban con un objetivo
claramente antichino, destinado a generar una carrera de armamentos que
detraiga recursos de ese proyecto destinado a convertir a China en la potencia
indispensable para una gran parte del mundo a través del comercio, el
transporte, las finanzas y el crédito articulados a través de los proyectos que
forman parte de la Nueva Ruta de la Seda.
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Me temo que esto ya sólo se arregla con las manos.
ResponderEliminarExcelente. Enhorabuena. Todos vemos lo que se nos viene encima, como los que escribían en vísperas de la I Guerra Mundial y la profetizaban. Y nadie hace caso.
ResponderEliminarDa que pensar
ResponderEliminarInteresante artículo.
ResponderEliminarSube la tensión en todo el planeta.
ResponderEliminarMuy interesante y preocupante.
ResponderEliminarEstimado Luis, interesantes y preocupantes reflexiones que se suman a otras que dan cuenta del incremento de la presión por mantener o aumentar el estatus de potencia, en este caso Australia y socios AUKUS. Saludos cordiales.
ResponderEliminarComparto absolutamente tu análisis y muchas gracias porque me hace ver que somos muchos los que pensamos eso.
ResponderEliminarCada vez estamos más cerca el desastre😱
ResponderEliminarEstá claro se escuchan tambores de guerra y no hacen nada para parar, el escenario es perfecto.
ResponderEliminarSiempre presente la ruta de la seda. China imparable
ResponderEliminarMuy interesante, gracias por compartir estas ideas.
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