Aunque se había anunciado desde principios de marzo,
como es propio en todos los ejercicios que implican a las fuerzas nucleares
estratégicas de las dos grandes potencias, a finales de marzo de 2018 (26 al 30
de marzo) el Mando militar ruso movilizó más de diez mil efectivos en la región
de los Urales pertenecientes a los tres ejércitos de las Fuerzas de Cohetes Estratégicos (RVSN): los Ejércitos de Cohetes de Estratégicos de Vladimir (27º), Oremburgo
(31º) y Omsk (33º). Según informó el Ministerio de Defensa: “durante los
ejercicios, las unidades y formaciones inspeccionadas (regimientos de cohetes
estratégicos, bases de cohetes y unidades de apoyo y protección) practicarán
las medidas necesarias para mantener la máxima alerta de combate y cumplir las
misiones para desplegar los regimientos de cohetes a las rutas de patrulla de
combate.” Es la primera vez que se activaban los sistemas de combate móviles de
los tres ejércitos en un solo ejercicio conjunto, lo que ha supuesto la
movilización de cerca de mil vehículos y equipos técnicos, incluidas las
plataformas móviles de misiles estratégicos Topol-M (SS-27 en código OTAN) y RS-24 Yars (SS-29) en un ambiente invernal. La finalidad de
estos ejercicios es verificar la disponibilidad para el combate de la fuerza de
disuasión nuclear, la capacidad de despliegue con medios propios, incluida la
eliminación de obstáculos por las tropas de ingenieros con nuevos sistemas
suministrados recientemente, y los mecanismos de defensa frente a eventuales
acciones de sabotaje por fuerzas enemigas, defensa frente a ataques aéreos y
resistencia a la guerra electrónica, en los que han participados interceptores
Mig-31BM, aviones de vigilancia An-30 y vehículos aéreos no tripulados para dar
cobertura aérea. Según precisó el Ministerio de Defensa inicialmente, durante
los ejercicios se efectuaría el lanzamiento de varios cohetes estratégicos
basados en lanzaderas móviles, lo que se ha hecho de forma virtual sin implicar
lanzamientos reales. Como indicó el comandante en jefe de las RVSN, general
Serguei Karakayev, “es importante para nosotros darnos cuenta de si las tropas
han dominado la nueva tecnología y en qué medida ha sido adaptada a las áreas
de despliegue.” (declaraciones en RT, 30 de marzo de 2018). Pero estos ejercicios
de guerra nuclear se han dado en medio de un ambiente internacional excesivamente
enrarecido por las expulsiones recíprocas de personal diplomático y cierre de
representaciones consulares entre el Bloque Occidental y Rusia llevadas a cabo
durante la última semana de marzo de 2018 como consecuencia de la posición del
gobierno británico de Theresa May sobre el asunto del atentado contra el
exagente del GRU Serguei Skripal en Salisbury. Las declaraciones y los
discursos de los principales dirigentes europeos recordaban a otras etapas de la
Guerra Fría, solo que, en este caso los Estados Unidos se mantuvieron
al margen hasta el 26 de marzo de 2018, cuando acordaron la expulsión de
territorio americano de sesenta representantes y agentes rusos por solidaridad
con el Reino Unido, seguidos del resto de aliados europeos, y la posterior
respuesta del gobierno ruso mandando a su casa a ciento cuarenta y dos diplomáticos
occidentales. Pero, ante este escenario de represalias diplomáticas la
talentosa portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, María
Zakharova, ponía las cosas en su sitio: “nadie puede imponer un ultimátum de
veinticuatro horas a una potencia nuclear” (las declaraciones se recogen en RT,
13 de marzo de 2018). Como no podía ser de otra manera. Y, precisamente, el 29
de marzo de 2018, el general Karakayev informó del estado del programa de
modernización en curso de las fuerzas bajo su mando: se han completado las
entregas de los nuevos sistemas móviles Yars a las divisiones de cohetes
estratégicos de Nizhni Tagil (42ª División) y Novosibirsk (39ª División de la
Guardia), están en pleno proceso de reequipamiento las divisiones de Irkustk (29ª
División de la Guardia) y Yorkhar-Ola (14ª División) y a continuación pasarán a
dotar a las divisiones de Vypolzovo (7ª División de la Guardia) y Barnaul (35ª
División). El objetivo es que en 2026 se haya completado la sustitución de
todas las lanzaderas móviles con el sistema Yars. Además, ha trascendido la información -no confirmada por fuentes oficiales- de
que la primera unidad que pondrá en servicio operativo el nuevo cohete
estratégico pesado RS-28 Sarmat (SS-X-30 en código OTAN) será uno de los regimientos de la 62ª División
de Uzhur en 2021. Ese mismo día (29 de marzo de 2018) se realizaron dos
lanzamientos de cohetes desde el cosmódromo de Plesetsk. En el primero se llevó
a cabo la segunda prueba de vuelo del Sarmat, que fue lanzado desde un silo
modificado expresamente para las pruebas del nuevo cohete en el cosmódromo situado
en el norte de la Rusia europea.
En el segundo, las Fuerzas Espaciales emplearon
un cohete portador Soyuz-2.1v, lanzado desde el complejo número 43 de Plesetsk,
para poner en órbita a 320 kilómetros de altitud y una inclinación de 96,64
grados un nuevo satélite experimental de reconocimiento EMKA, desarrollado por
la corporación VNIIEM, y que ha recibido la denominación rusa Cosmos-2525. Estos
datos nos permiten aseverar que estamos en una situación de “paz armada” que se
mantendrá mientras los sistemas de estabilidad estratégica funcionen y estén al
día. Las injerencias en las zonas estratégicas del adversario forma parte de la
estabilidad mundial, como hemos dicho en otro momento anterior, una suerte de
Derecho consuetudinario regimental, altamente peligroso, porque las grandes
potencias han de mantener intactas las líneas fundamentales del núcleo y no
jugar a averiguar si los demás partícipes han interiorizado cuáles son esas
líneas. Puede ocurrir que una de las partes suponga que forma parte de los
círculos exteriores, otra parte considere que le está afectando al propio
núcleo sistémico estratégico y se destruya el régimen, con las consecuencias
que todos imaginamos.
Sapientes fortesque.
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