El gobierno de Su Majestad anunció que el día 29 de
marzo de 2017 iniciará las negociaciones para la retirada de la Unión Europea. En
concreto, el representante permanente del Reino Unido ante la Unión Europea, Timothy Barrow, notificó el día 20 de
marzo de 2017 al Presidente del Consejo Europeo la intención de su gobierno de
invocar el artículo 50 del Tratado de la Unión Europea (TUE); según sus
palabras “este anuncio cumple el compromiso del Reino Unido de activar el
artículo 50 a finales de marzo de 2017”. Por su parte, el Ministro responsable
del proceso de retirada, David Davis,
recordó que el pueblo británico había adoptado en referéndum la “decisión
histórica” de abandonar la Unión Europea y que su gobierno se encuentra ahora “en
el umbral de la negociación más importante para este país en una generación”. Aunque
debería haber afirmado que su gobierno se enfrentaba al mayor error en política
exterior cometido en generaciones -de irresponsabilidad histórica se ha calificado la decisión del Primer Ministro Cameron de convocar el referéndum sobre la permanencia en la Unión Europea. Y ahora dice: “El gobierno es claro con sus
objetivos: un acuerdo que funcione para cada país y región de Reino Unido y
que, de hecho, funcione para toda Europa; una nueva alianza positiva entre
Reino Unido y nuestros amigos y aliados de la Unión Europea”. Como decíamos en
la entrada publicada en el blog con ocasión del resultado del referéndum en
junio de 2016, titulada LA ESPERADA SALIDA DEL REINO UNIDO DE LA UNIÓN EUROPEA,
este resultado no debería haber sorprendido a nadie, más bien se trataba de un
resultado esperado, y deseable para que el proyecto de Unión Política Europea
pueda seguir avanzando en integración política, en política exterior y en
seguridad y defensa. Porque, qué lejos se encuentra el Reino Unido de aquel
liderazgo político-militar que les llevó a imponer un auténtico régimen de estabilidad
hegemónica en el sistema mundial conocido como la Pax Britannica; o qué lejos del liderazgo político y moral que
llevó a resistir en solitario la agresión alemana después de la derrota de
Francia en junio de 1940. Ahora, una ridícula Primera Ministra Theresa May -no basta más que recordar las palabras pronunciadas en el discurso en Lancaster House el 17 de enero de 2017 enfatizando que "nos vamos de la Unión Europea pero no nos vamos de Europa"-, sustituta de contingencia del
nefasto Primer Ministro David Cameron
–el político más desastroso que ha tenido Gran Bretaña en décadas- comparece
públicamente tratando de ocultar la increíble
debilidad de su país, que les ha llevado en la última década, primero, en
plena crisis económica a perder
cualquier tipo de protagonismo en el sistema europeo de Estados, donde fue
excluido sistemáticamente de las decisiones políticas que implicaban cambios estratégicos
en el continente –período que a su vez ha sido ejemplarmente aprovechado por
Alemania-, y, segundo, a conseguir ser
expulsada de la Unión Europea, y ha hacerlo a petición propia. Esto es así
porque Londres carecía de los recursos e influencia para presionar a otros
socios en la petición de medidas de excepción y derechos de veto en asuntos en
los que ya nadie le pedía opinión. En ese momento es cuando realmente se abrió
el debate sobre si el Reino Unido debía seguir formando parte de la Unión
Europea. De este modo, conocido el resultado del referéndum el 24 de junio de
2016, los dirigentes políticos europeos se apresuraron a pedir al gobierno británico
que no demorara el inicio de las negociaciones para la salida del Reino Unido
de la Unión Europea, precisamente en un período en el que se están produciendo
cambios político-estratégicos complejos en el continente con el regreso de de
Rusia y Alemania a su condición de grandes potencias del sistema europeo. Sin
duda, el Primer Ministro Churchill se desplomaría ante el desastre político que
han provocado los continuadores del Primer Ministro Tony Blair al frente del
gobierno de Su Majestad. Como decíamos en la entrada de junio de 2016: el Reino Unido ha dejado de existir como
actor político relevante del sistema europeo de Estados.
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