Mientras se habla de las maldades sin límite a las
que parece que está abocado el régimen tiránico de Corea del Norte que, en el
paroxismo del uso del poder por el líder “carismático” Kim Jong-un, se dedica a realizar pruebas nucleares sin sujetarse a
ninguna norma del Derecho Internacional, incluido el Tratado de No
Proliferación Nuclear del que, hay que recordar, ya no forma parte, Rusia
continúa con las pruebas regulares de cohetes de sus Fuerzas Nucleares
Estratégicas. Así, el 9 de septiembre de 2016 se llevó a cabo el lanzamiento
desde el cosmódromo de Plesetsk en el norte de la Rusia europea de un ICBM
Topol en la parte final de unos ejercicios de mando y control dirigidos por el
comandante en jefe de las Fuerzas Coheteriles Estratégicas general Karakayev. El cohete intercontinental realizó la
trayectoria balística programada y alcanzó el objetivo establecido en el
polígono de pruebas de Kura, en la península de Kamchatka en el Extremo Oriente
ruso, aproximadamente a 5.900 kilómetros del lugar de lanzamiento. Según
informó un portavoz del Ministerio de Defensa “se cumplieron en su totalidad
los objetivos” que consistían en comprobar las principales características del
cohete, ensayar una nueva ojiva avanzada destinada a superar los sistemas
antimisiles. Como decimos no se trata de una prueba excepcional sino de uno de
los disparos programados, uno más, dentro del programa de verificación
permanente al que Moscú –y también Washington- somete a los diferentes
componentes de sus Fuerzas de Disuasión Nuclear. Las grandes potencias
acordaron durante la Guerra Fría un
régimen de estabilidad estratégica y, de forma paralela, un régimen de no proliferación nuclear, con la finalidad precisamente
de disponer de la capacidad de represalia masiva en caso de ataque por parte de
otra potencia nuclear y de la negación de estas mismas capacidades al resto de
los actores del sistema internacional. Es verdad que más pronto o más tarde, el
resto de los miembros del Consejo de Seguridad lograron disponer de armas
nucleares e incluso otras potencias regionales lo consiguieron como es el caso
de Israel, la India, Pakistán o la autodesnuclearizada Sudáfrica. La proliferación nuclear es el mayor
peligro para el régimen de estabilidad estratégica y por ello las dos
grandes potencias se conciertan para su mantenimiento, tal es así que durante
los años sesenta del siglo pasado barajaron la posibilidad de anular el
emergente programa nuclear militar chino aunque diferencias políticas profundas
hicieron que esas conversaciones preliminares no se terminaran de concretar en
medidas de fuerza. Pero eso es, precisamente, lo que piden ahora la Presidenta de Corea del Sur Park
Geun-hye y su gobierno: que se lleve a cabo un ataque preventivo “para
neutralizar” las instalaciones nucleares y militares norcoreanas y si es
preciso contra la misma capital del régimen norteño, Pyongyang, para que deje
de una vez y para siempre de representar una amenaza para los vecinos
regionales. Pero en este mismo tiempo, Rusia e Irán han emprendido la segunda
fase de la construcción de la planta nuclear de Busher, en el sur del país del
Golfo Pérsico. El Director de la Agencia
de Energía Atómica iraní Alí Akbar
Salehi señaló en los actos de inicio de esta segunda fase el 10 de
septiembre de 2016 que el proyecto Busher-2 supone una nueva etapa en el
desarrollo nuclear de Irán. Bien entendido que este nuevo proyecto se
desarrolla en el marco del TNP y las directrices y salvaguardas que impone la
Agencia Internacional de la Energía Atómica, es decir, con la aceptación de las
grandes potencias tras los históricos acuerdos de julio de 2015. Sin embargo,
parece que la gran catástrofe nuclear se acerca, se perciben sus síntomas y los
realineamientos. Esto es consecuencia de que el sistema internacional ha cambiado demasiado rápido y, como recuerda
Kissinger en su libro más reciente, no existen principios generales para el
mantenimiento de la estructura internacional que sean aceptados por todos, sin
duda ello es consecuencia de la creciente e intensa debilidad de los Estados
Unidos.
Sobre Corea del Norte, la proliferación nuclear y las tesis de la “paciencia
estratégica” del Presidente Obama véase Lara, B.: “La penúltima provocación de
Corea del Norte”, Política Exterior
núm. 173, septiembre/octubre de 2016, pp. 90-97.
Porque tus ojos son la luz de mis días y el goce de mis noches.
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