“DAR UN PASO ATRÁS ESTÁ FUERA DE TODA DISCUSIÓN”

Son las palabras del presidente turco Erdogan contestando a las declaraciones de dirigentes políticos europeos que le piden contención en las acciones militares emprendidas desde el fin de semana pasado contra las fuerzas kurdas en territorio sirio e iraquí y que llaman a “un uso proporcionado de la fuerza” contra las milicias kurdas, a que no se abandone el proceso de paz y a “retomar el alto el fuego sin dilación”. Es preciso recordar que fue el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) el que dio por finalizado el alto el fuego de forma unilateral el pasado 12 de junio y que desde entonces se han perpetrado numerosos atentados terroristas en territorio turco contra las fuerzas militares y de policía que han causado la muerte de al menos diez miembros de las fuerzas de seguridad. En consecuencia, al calor de los ataques aéreos de la coalición internacional liderada por los Estados Unidos contra el Estado Islámico en Irak y Siria, las Fuerzas Armadas turcas iniciaron una operación militar a gran escala que tiene como objetivo reducir la capacidad militar de los islamistas en la frontera con Turquía –de hecho existe un acuerdo con los Estados Unidos para crear una zona libre de combatientes islámicos en la frontera turco-siria-, pero especialmente persigue destruir la capacidad operativa de las milicias kurdas una vez roto el alto el fuego por el PKK. Los aliados occidentales reunidos en el seno de la Alianza Atlántica conforme al artículo 4 del Tratado de Washington declaran que la “Alianza está unida frente al terrorismo” y reconocen el derecho de Turquía a defenderse de los ataques terroristas, pero a continuación –esencialmente alemanes, británicos y miembros de la propia Comisión Europea- piden al gobierno turco que limite sus acciones militares contra los kurdos. De nuevo estamos ante la misma pusilanimidad que muestran los políticos europeos cuando se trata de combatir a los enemigos de Occidente y que no se sostiene ni siquiera recurriendo a la doctrina de los derechos humanos. Pero los turcos, como los rusos, no son europeos. Por eso el propio presidente Erdogan decía que “quienes explotan la tolerancia y la paciencia de la gente y del Estado recibirán la respuesta que merecen lo antes posible”, y en consecuencia, “no es posible continuar con el proceso de paz con aquellos que atentan contra nuestra unidad nacional y contra nuestra hermandad”. A ver si los dirigentes políticos occidentales se apuntan a la defensa del Estado, que no es otra cosa que la defensa de nuestro modelo de sociedad, del marco de convivencia que se sostiene en la democracia, los derechos humanos y el desarrollo económico y social que caracteriza a la economía de mercado.

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