El Eurogrupo se creó con el Tratado de Lisboa y en su origen
se definió como la “reunión informal mensual de los ministros de Economía de
los países que formasen la zona del Euro”, reuniendo además al Presidente del Banco Central
Europeo, el Comisario de Asuntos Económicos y Monetarios y el propio Presidente
del Eurogrupo, no se le asignaron funciones legislativas ni de toma de
decisiones y entre sus tareas estaba la de estimular la integración entre los
socios europeos, lo que se hacía cada vez más complicado en el seno de un
Consejo de Asuntos Económicos y Financieros extraordinariamente ampliado. De
hecho, su única labor era la preparación de las reuniones del Consejo, pero
podía debatir sobre temas que les afectaban como la situación económica, la
estabilidad financiera o los presupuestos. Poco después, se ocupó también de las condiciones de los programas de
asistencia a los Estados miembros de la Eurozona que se enfrentaban a graves
dificultades financieras. Pero el Eurogrupo también se reúne como conferencia
intergubernamental de Jefes de Estado y de gobierno presididos por el
Presidente del Consejo Europeo, adoptando en este caso decisiones de alcance político que afectan a
los dieciocho Estados miembros que lo componen. Por ello, en la actualidad el Eurogrupo
se puede ver tanto como un sistema de cooperación reforzada dentro de la UE
como una organización supranacional distinta de la anterior, una organización
dentro de otra tanto en cuanto tiene sus propios miembros -no todos los Estados de la UE los son
de la Eurozona, aunque sí se coordinan entre ellos-, objetivos, reglas y procedimientos de adopción de decisiones diferentes, cosa esencial en los regímenes políticos integrados. Incluso se podría dar el supuesto de sucesión de organizaciones internacionales, la UE en su totalidad y el Eurogrupo, quien sucedería totalmente a la UE cuando todos los Estados miembros del Eurogrupo sean receptores de transferencias provenientes de los Estados miembros de la UE. Si alguno de ellos se quedara fuera, por las razones que fueran, el Eurogrupo sucedería a la UE en todo aquello que le haya sido transferido y quedaría la UE como organización residual con los poderes que fueren, los que le correspondan. Desde un punto
de vista político es evidente que el Eurogrupo representa al Directorio
europeo, el poder de las grandes potencias europeas sin el concurso de Gran
Bretaña, pues el objetivo político de sus miembros es, precisamente, la integración
política. Esto permite afirmar que el Eurogrupo será clave para definir la Europa del
futuro.
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