Las armas nucleares son una garantía para la seguridad
nacional de los países que las poseen porque, desde el mismo momento en que
acceden al átomo militar, gozan de inmunidad, y son también un aliciente para la
paz mundial porque evitan las guerras entre grandes potencias, ya que actúan
como inhibidores del enfrentamiento. El fundamento de su efectividad es el
miedo a sufrir daños de proporciones absolutamente catastróficas y, en ese
sentido, las armas nucleares mostraron todas sus bondades durante la Guerra Fría
-los Estados Unidos y la Unión Soviética no llegaron jamás a un enfrentamiento
directo- y en la posguerra fría, donde los conflictos asimétricos y las armas
avanzadas no han conseguido desplazar la avasalladora supremacía de las armas
nucleares. Su don y su virtud es que inhiben en conflicto y ni siquiera requieren
que los líderes de las potencias que las poseen sean inteligentes, porque
imponen la racionalidad hasta entre los estúpidos. Nueve países poseen armas nucleares,
pero solo dos están en condiciones de destruir completamente al otro, y al
resto con él, si se superara esa barrera racional del miedo. Y para recordar
que las armas nucleares están ahí y que están preparadas para cumplir su
función las dos grandes potencias se ejercitan periódicamente en su empleo. En
la Rusia de Putin este ejercicio se denomina, acertadamente, Grom (Trueno) y su
finalidad es validar los sistemas de mando y control que están a disposición del
Poder Político para poder responder a un ataque masivo contra el país. Esta
respuesta se basa en la disposición permanente de las Fuerzas Nucleares
Estratégicas, compuestas por la famosa tríada nuclear, preparada para descargar
toda la fuerza del poder militar sobre el territorio del país cuyos líderes
hubieran perdido el juicio, algo improbable, pero no imposible, y nunca
descartable. Por ello, el 9 de diciembre de 2020 las Fuerzas Nucleares
Estratégicas ejecutaron el ejercicio Grom-20 bajo la supervisión del presidente
Putin y lo hicieron de forma pública, patente, con toda la difusión que dan los
medios de la sociedad de la información, masivamente, para que el mundo real -y
también el virtual- se entere de que las armas nucleares están presentes, se
encuentran preparadas y se usarán en caso necesario, aunque en un
enfrentamiento entre grandes potencias sería el primer y último caso. Después
de una respuesta nuclear masiva -como enfatizan los dirigentes políticos y militares
rusos- solo quedará el silencio, según reza el lema de las Fuerzas Coheteriles Estratégicas,
porque, perdida la razón, solo quedará la devastación. Por tanto, que siga el equilibrio, equilibrio estratégico en el lenguaje de las grandes potencias.
GROM-20: DEMOSTRACIÓN DE PODERÍO NUCLEAR RUSO EN UN MUNDO MÁS INSEGURO
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Bien explicado, con mucha razón.
ResponderEliminarEsperemos que nunca pierdan la cordura, por el bien de todos.
Esa tranquilidad de que alguien puede apretar un botón... y se acaba todo. No tiene parangón.
ResponderEliminarEs un arsenal que tiende a infinito, la característica de ser un arma exclusiva ya no es atractivo, cambia la teoría de juegos.
ResponderEliminarGracias por el envío, siempre interesante.
ResponderEliminarMuy interesante, enhorabuena.
ResponderEliminarBuen fin ese de evitar el conflicto e 'imponer la racionalidad hasta en los estupidos'. Interesante. Mis felicitaciones por el artículo.
ResponderEliminarPues que tengas razón y lo que impere sea la razón y no la destrucción, pero con tarados como Trump no confio mucho en la humanidad.
ResponderEliminarMuy bien escrito y muy interesante la cuestión de la racionalidad y la posesión de armas nucleares.
ResponderEliminarMuy buena tu columna sobre el ejercicio nuclear ruso.
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