A principios de octubre de 2017 las autoridades
regionales de la remota ciudad ártica de Pevek, situada en la península de
Chukotka en el Extremo Oriente ruso cerca del estrecho de Bering, junto con los
representantes de la corporación estatal Rosatom, inauguraron oficialmente los
trabajos de construcción de la infraestructura portuaria que acogerá la primera
central nuclear civil flotante de la historia. Al mismo tiempo, se inició la
construcción de la necesaria infraestructura terrestre que requerirá, entre otras
obras el tendido de doscientos treinta y cinco kilómetros de líneas de alta
tensión que permitirá conectarse con la central nuclear de Bilibino, que, de
este modo, podrá ser gradualmente retirada de servicio a partir de 2019. Además,
las autoridades regionales han planteado la necesidad de construir un nuevo
aeropuerto que pueda dar servicio al personal y equipos que requerirán las
nuevas infraestructuras, lo que plantearon como una demanda básica al Primer
Ministro Medvedev en una reunión celebrada en Murmansk en el mes de abril de
2017 a la que asistieron todos los gobernadores de las regiones del norte de
Rusia.
La nueva central nuclear flotante “Académico Lomonosov” , que se construye actualmente en los Astilleros del Báltico en San Petersburgo, es un proyecto prioritario del gobierno ruso destinado a potenciar el desarrollo de las regiones del Extremo Oriente ártico y debe servir para impulsar nuevos proyectos industriales como la mina de cobre de Peschanka, que tendrá una producción estimada de un millón doscientas mil toneladas anuales en 2020. La central nuclear está equipada con dos reactores atómicos KLT-40 con capacidad para producir setenta megavatios de energía eléctrica, lo que es suficiente para suministrar a una ciudad de 200.000 habitantes –Pevek tiene en la actualidad una población de 4.500 personas-. El proceso de construcción y puesta en marcha de la nueva central nuclear flotante no ha estado exento de polémica tanto dentro como fuera de Rusia. Así, debido a las presiones de los gobiernos de los Estados bálticos y de Noruega, Rosatom anunció en julio de 2017 que en cuanto se termine su construcción, la central nuclear “Académico Lomonosov” será remolcada desde el mar Báltico hasta la ciudad de Murmansk, en la península de Kola, para proceder a la carga del combustible nuclear, lo que debe tener lugar durante la primera mitad de 2018. Esto supone que no se pondrán a prueba los reactores atómicos antes de ser remolcada al norte respondiendo a las protestas de grupos medioambientales y de los gobiernos de la región. Hay que tener en cuenta que en Múrmansk se encuentra el puerto base de la flota de rompehielos nucleares de la Atomflot y, por tanto, cuenta con la infraestructura necesaria para cargar y recargar el combustible nuclear para los reactores atómicos marítimos, incluidos los KLT-40 que son una versión modificada de los que equipan a los rompehielos nucleares civiles. Posteriormente, la central “Académico Lomonosov” navegará a lo largo de la ruta del norte hasta Pevek en el Extremo Oriente ártico, a donde deberá llegar en septiembre de 2019 y la producción de energía eléctrica se iniciará a finales de ese mismo año. Según se ha informado en diferentes medios, Rosatom tiene planes para construir más centrales nucleares de este tipo, que se destinarán tanto a prestar servicio en las regiones polares de Rusia como se podrán alquilar a otros países con necesidades similares.
Muy interesante esta información, tanto por la envergadura tecnológica que subyace como por el interrogante que suscita sobre la eterna postergación de las energías renovables.
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