Título del ensayo de mi autoría publicado el día 29 de septiembre en
el sitio web de la Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos de
Chile en el que se analizan las obligaciones impuestas por el Tratado de la UE
a los Estados miembros en caso de agresión a uno de ellos y la situación actual
que se plantea con una Ucrania inestable y una Rusia que aspira a imponer sus
propios intereses de seguridad en una zona que es absolutamente prioritaria
para su seguridad nacional. El ensayo comienza como sigue:
“El establecimiento de sanciones financieras, de defensa y petroleras
a Rusia por los Estados Unidos y, singularmente, por la Unión Europea (UE)
estaba claro que no iba a quedar sin respuesta por parte de Rusia. Es más,
pensar lo contrario raya en la ingenuidad más absoluta propia de algunos
dirigentes de pequeños Estados europeos y de los burócratas de Bruselas. De
hecho, algunos de estos enfatizaron amargamente que la aprobación de
represalias comerciales por parte de Rusia el día 7 de agosto de 2014 estaba
“políticamente motivada”. Lo cual es evidente, porque precisamente las gravosas
sanciones aprobadas por el Consejo de la UE que se publicaron en el Diario
Oficial de la UE el 31 de julio de 2014 eran exactamente eso: medidas políticas
como respuesta a “las acciones de Rusia que desestabilizan la situación en
Ucrania”. De hecho, frente a las veleidades de los dirigentes europeos, tanto
el portavoz del Kremlin Dmitri Peskov como el Primer Ministro Dmitri Medvédev
han anunciado que el gobierno ruso prepara nuevas medidas de represalia contra
los Estados Unidos y la UE si estos recrudecen las suyas. Y es que seguimos en
la misma situación de impotencia política que asume voluntariamente la UE, es
decir, el Directorio europeo, y cuya manifestación perfecta es el clamoroso
silencio del gobierno alemán ante la implicación de occidentales y rusos en la
guerra civil ucraniana. Sin embargo, las consecuencias que puede tener la
implicación europea en dicho conflicto y, más aún, un eventual enfrentamiento
político con Rusia no querido por nadie, son gravísimas. La posición de la UE
ahora no puede ser la misma que la que hace unos pocos años, porque el sistema
europeo de seguridad cambió a finales de 2009 con la entrada en vigor del
Tratado de la Unión Europea (TUE) y, más concretamente, con la introducción de
la cláusula de defensa colectiva del artículo 42.7. En ese momento nos
planteamos la siguiente cuestión: la UE tiene veintisiete Estados miembros,
algunos bastante díscolos que comparten frontera con Rusia: ¿no se encontrarían
la UE y los
Estados miembros ante una situación comprometidísima si Rusia actuara en el
Báltico o Europa oriental como había hecho en Georgia en el verano de 2008?
También, en esos momentos, afirmamos que se había producido la comunitarización
de la seguridad colectiva europea. Pues bien, la situación de guerra civil en
la que se encuentra sumida Ucrania y en la que están interviniendo
indirectamente potencias extranjeras ha puesto de nuevo sobre la mesa el debate
sobre la seguridad europea: por un lado, los que sostienen la existencia de un
sistema de defensa europeo autónomo y, por otro, los que quieren mantener las
estructuras de seguridad de la Guerra Fría a toda costa, esto es, el
mantenimiento de la Organización del Pacto Atlántico (OTAN) frente a una Rusia
que ya no está acorralada por nadie porque puede esperar años a que Kiev o sus
aliados se sometan o imponer un nuevo presidente. (…)”.
El texto completo está disponible en http://www.anepe.cl/2014/08/la-clausula-de-defensa-colectiva-del-tratado-de-la-union-europea-ante-el-conflicto-de-ucrania/
A ti, que guardas mis noches y anhelas mis días.
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