Parece un clamor la decisión de atacar a Irán; incluso el Ministro de Defensa israelí, Ehud Barak, ha declarado que "la ventana de oportunidad" para un ataque militar se está cerrando (citado en Harel, A.: "Netanyahu frente al cambio árabe y la amenaza iraní", Política Exterior núm. 145, 2012). Desde hace varios años, Israel ha tratado de implicar a los Estados Unidos en una acción militar decisiva contra las instalaciones nucleares iraníes pero el Presidente Obama se ha resistido hasta ahora a las presiones. De hecho, el Secretario de Defensa americano, Leon Panetta, ha tenido que advertir al menos en dos ocasiones al gobierno israelí de que se abstenga de adoptar medidas unilaterales que impliquen en uso de la fuerza militar contra Irán. Mientras tanto, se han llevado a cabo acciones denominadas de "guerra secreta" o "encubierta" –o de "guerra irrestricta" si se prefiere– cuya finalidad ha sido tratar de degradar el programa nuclear iraní. Estas acciones han implicado desde un programa para facilitar la fuga de científicos iniciado en 2005, el uso de programas informáticos ofensivos de última generación –introducción del gusano informático Stuxnet en la planta nuclear de Natanz en septiembre de 2010– hasta el secuestro y asesinato sistemático de especialistas nucleares iraníes desde enero de 2010 –atentado frustrado contra Fereydun Abbasi, director de la Agencia de Energía Atómica iraní, y asesinatos del ingeniero Mahzhid Shajriari, de los investigadores Masoud Ali-mohammadi y Dariush Rezainejad o, más reciente, del químico Ahmadi Roshan, director del centro nuclear de Natanz– (véase Tobey, W.: "Nuclear scientists as assassination targets", Bulletin of the Atomic Scientists, 12 de enero de 2012, en http://www.thebulletin.org/web-edition/features/nuclear-scientists-assassination-targets). El gobierno iraní ha acusado reiteradamente a Israel y a los Estados Unidos de llevar a cabo estas y otras acciones terroristas en su territorio, lo que ha sido negado por ambos países. Pero pocos Estados disponen de la capacidad para llevar a cabo este tipo de acciones planificadas y, más importante si cabe, son capaces de adoptar las decisiones para ejecutarlas. Es oportuno recordar que en 2010 el responsable del Mi6, John Sawers, declaró en una intervención pública que "el régimen de no proliferación nuclear no puede ser abordado únicamente por la diplomacia convencional. Necesitamos operaciones de inteligencia para que sea más difícil para los países como Irán desarrollar armas nucleares" (citado en http://sp.rian.ru/opinion_analysis/20120116/152460444.html). Para complicar la guerra propagandística soterrada, a finales de octubre de 2011 funcionarios de la Administración Obama no tuvieron empacho en acusar a Irán de planificar el asesinato del embajador de Arabia Saudí en los Estados Unidos (en Kroening, M.: "Time to attack Iran", Foreign Affairs enero/febrero de 2012, disponible en http://www.foreignaffairs.com/articles/136917/matthew-kroenig/time-to-attack-iran).
Ahora bien, desde diversos ámbitos se ha advertido de las consecuencias de emprender una nueva guerra en la región: ruptura del equilibro estratégico, posibilidad de acciones de represalia de Irán con misiles, gravísimas consecuencias económicas en medio de la crisis financiera global… Y estas objeciones han venido tanto desde los científicos políticos como de los responsables de seguridad y defensa, incluso del propio Israel, entre los más destacados el anterior Director del Mosad, Meir Dagan, y el general Gabi Ashkenazi, anterior jefe de las Fuerzas Armadas israelíes.
Por su parte, Rusia ha anunciado que hará todo lo posible por impedir una intervención militar en Irán. Pero el Ministro de Exterior Sergei Lavrov no se fía, con razón, de la intenciones occidentales: "lo que hacen ahora Occidente y algunos otros países adoptando nuevas sanciones unilaterales contra Irán, nada tiene que ver con el afan por blindar el régimen de no proliferación de armas nucleares. Apunta seriamente a causar un efecto asfixiante sobre la economía iraní y la situación de la población, probablemente con la esperanza de provocar su descontando" (declaraciones en http://sp.rian.ru/neighbor_relations/20120118/152486516.html), esto es, más o menos lo que ocurrió antes con Irak, recientemente con Libia o ahora con Siria. Por ello, el gobierno ruso rechaza las sanciones aprobadas recientemente por los Estados Unidos, la Unión Europea y otros países en la forma de reducción de las importaciones de petróleo iraní y de restricciones a las transacciones con el Banco Central de Irán. Es evidente que la posición de Rusia como miembro permanente del Consejo de Seguridad es relevante en el conflicto y, por ello, el Subsecretario del Consejo de Seguridad Nacional de Irán se encuentra el día 18 de enero de visita oficial en Moscú para despachar con los responsables de la política exterior y de seguridad rusos (http://sp.rian.ru/international/20120118/152489652.html); dicho en palabras sencillas: el gobierno iraní busca la protección rusa frente a una más que probable agresión occidental.
Sin embargo, parece que se ha llegado a un punto de inflexión en la decisión política de ejecutar una acción militar masiva y a gran escala destinada a cercenar las capacidades industriales y tecnológicas de Irán que, en condiciones actuales, le permitirían hacerse con el arma nuclear. Y este ataque militar será llevado a cabo por los Estados Unidos haciendo uso de su inmenso poder aéreo. "Desafío Austero" es el nombre del operativo militar desplegado en la región para amenazar a Irán con el pretexto de las maniobras navales iraníes en el Estrecho de Ormuz –el Presidente Obama comunicó al ayatolá Ali Jamenei por canales reservados que no dudará en recurrir a la guerra para impedir el cierre del Estrecho (declaraciones recogidas en The New York Times de 12 de enero de 2012, en http://www.nytimes.com/2012/01/13/world/middleeast/us-warns-top-iran-leader-not-to-shut-strait-of-hormuz.html?pagewanted=all )– y, finalmente, participar en el ataque masivo contra las instalaciones iraníes junto con los bombarderos estratégicos que alcanzarían sus objetivos volando directamente desde territorio de los Estados Unidos.
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