La Doctrina Militar de Rusia aprobada por el Presidente Medvédev el 5 de febrero de 2010 refuerza la idea permanente de las elites rusas sobre la necesidad de un espacio de seguridad más allá de sus propias fronteras. Por ello, en el Documento se considera fundamental la cooperación militar con las repúblicas ex-soviéticas de Armenia, Bielorrusia, Kazajstán, Kirguizistán, Tayikistán y Uzbekistán, cooperación que se implementa a través de dos vías: mediante tratados bilaterales con cada una en los sectores más diversos (economía, finanzas, industria, cooperación y seguridad) o con acuerdos entre grupos de países, proceso que Rusia focaliza en el marco de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC). El fundamento de esta cooperación es que Rusia no tolera la injerencia de potencias ajenas en el espacio territorial de la antigua Unión Soviética, incluida el Asia central.
El Tratado de Seguridad Colectiva se firmó el 15 de mayo de 1992 con el objetivo de combatir las amenazas comunes con un período de vigencia de cinco años prorrogables. El art. 4 del Tratado establece que “en caso de un acto de agresión contra cualquier Estado participante en el Tratado, los demás Estados le brindarán la ayuda necesaria, incluida ayuda militar, y le prestarán apoyo a partir de los medios disponibles y conforme al derecho a la defensa colectiva refrendado en el artículo 51 de la Carta de la ONU”. Al mismo tiempo se establece un mecanismo de consultas en caso de amenazas a la seguridad, la integridad territorial o la soberanía (art. 2 del Tratado). Entre los Estados firmantes se encontraban Azerbaiyán y Georgia que se retiraron posteriormente. Durante la celebración la celebración de la 10ª Sesión del Consejo de Seguridad Colectiva en Moscú el 14 de mayo de 2001 los Estados miembros acordaron la creación de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva y el 7 de octubre de 2002 se firmaron en Chisinau el Estatuto y el Acuerdo sobre las Reglas Jurídicas de la OSTC. Durante largo tiempo, la OSTC ha sido considerada como una organización vacía de contenido más allá de las declaraciones de buenos deseos de Moscú, en palabras de Lukiánov, un “club de amigos de Rusia” sin adquirir obligaciones concretas (declaraciones disponibles aquí).
Sin embargo, el escenario estratégico que se abrió en el Asia Central tras la irrupción militar de los Estados Unidos en 2001 potenció un renovado papel para esta estructura político-militar como instrumento de control y contrapoder de Rusia en la región y hoy en día ha sido reconocido como actor de interés por la ONU y la Alianza Atlántica. Las relaciones con la Alianza Atlántica son complejas debido al entrecruzamiento de intereses globales y regionales entre sus respectivos Estados miembros, dominadas por las respectivas potencias rectoras. Las relaciones con la ONU son más fluidas porque, sencillamente, son menos exigentes en términos estratégicos: ¿quién podría excluir la cooperación en materia antiterrorista o en la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado, o un genérico apoyo a la paz y a la seguridad internacionales?
Para potenciar los mecanismos de seguridad colectiva frente a una agresión el 4 de enero de 2009 los Estados miembros acordaron la creación de una Fuerza Colectiva de Reacción Rápida. En el documento firmado en Moscú se enfatiza que esta fuerza militar se utilizará para rechazar cualquier agresión dirigida contra los Estados miembros, operaciones contra el terrorismo, el extremismo, el crimen organizado transnacional y el narcotráfico, así como en situaciones de desastre natural y catástrofes industriales.
Más allá de esta región Rusia mira al Asia-Pacífico como un espacio geoestratégico clave, lo que es inevitable como consecuencia de su pertenencia a la región y la necesidad de desarrollo económico de Siberia y del Extremo Oriente ruso. Para contener las aspiraciones chinas, Rusia ha tratado de impulsar el foro regional de la Asociación de Países de Asia Suroriental sobre la seguridad (ASEAN) y la Organización de Cooperación de Shanghai, creada a iniciativa de Rusia y que integra además a China, Kazajstán, Kirguizistán y Tayikistán. Las fluidas relaciones políticas con China y la India han mejorado sustancialmente los intercambios comerciales en particular en materia tecnológica e industrial. Mención especial requieren los acuerdos institucionales y de cooperación con China, tras la entrada en vigor del Acuerdo Adicional sobre la Frontera Estatal Común de 2005, por el que se superaron los contenciosos territoriales pendientes, acuerdos que se extienden a la cooperación militar, los ejercicios conjuntos los intercambios económicos que ya superan los 30.000 millones de dólares, y la construcción de redes de transporte de energía. En el ámbito político, destaca la Declaración Conjunta sobre el Orden Mundial del Siglo XXI formulada en 2004 que pone de manifiesto la existencia de intereses comunes en los problemas claves de la sociedad internacional y para la formación de un "orden internacional justo y responsable". En lo que atañe a la cooperación industrial-militar, el Director del Centro de Análisis de Comercio Mundial de Armas, Igor Korotchenko, informó recientemente que Rusia suministrará a China en los próximos tres años armamento y equipo militar por un valor de 1.300 millones de dólares. Hay que recordar que las exportaciones de armamento ruso a China alcanzaron en el período 2002-2009 los 14.055 millones de dólares (información disponible en Ria-Novosti).
Véase el sitio web de la OTSC.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario