NUEVO ORDEN GLOBALIZADO

Comunicación para las III Jornadas Manuel Bulnes sobre Seguridad, Defensa y Sociedad, Santiago de Chile, 1 de noviembre de 2010.

RESUMEN: Después de una breve etapa que hemos denominado en otro lugar de hegemonía imperfecta, el sistema internacional evoluciona rápidamente hacia un nuevo equilibrio en el que el reparto del poder entre las grandes potencias determinará nuevas zonas de influencia, confluencia y conflicto. El sistema europeo de seguridad vigente desde el final de la Segunda Guerra Mundial no responde a las nuevas relaciones de poder en el continente. Por un lado, los Estados Unidos basculan rápidamente hacia la cuenca del Pacífico, su zona de influencia "natural"; por otro, la Federación de Rusia se encuentra en un momento clave de su historia reciente, sus renovadas capacidades económicas le permiten extender su influencia más allá de las fronteras de la antigua Unión Soviética. En medio, los Estados europeos miembros de la Unión Europea crean con el Tratado de Lisboa un nuevo régimen de seguridad que, entre otras materias, prevé expresamente la respuesta ante "una agresión armada en su territorio". Por ello, planteamos: ¿mantiene la Alianza Atlántica su vigencia como sistema de seguridad colectiva regional? ¿La expansión de la Alianza a operaciones fuera de zona no implicó una huida hacia adelante para evitar su disolución? Gran número de académicos y políticos europeos cuestionan directamente las relaciones con los Estados Unidos y la vigencia de los vínculos transatlánticos: ¿deberían refundarse las relaciones de seguridad entre Europa y los Estados Unidos? La idea subyace en la propuesta de un nuevo Tratado de Seguridad Europea hecha pública por el Presidente Medvédev a finales de noviembre de 2009. Esto supone que los Estados Unidos y Rusia crearán un "Acuerdo de Yalta II" por el que se regularán los principios básicos, reglas y procedimientos de resolución de conflictos en la región para evitar un vacío de poder tras la retirada estratégica de los Estados Unidos después de sesenta y cinco años de permanencia en el continente.

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