El 24
de julio de 2019 el gobierno chino hizo público el nuevo documento de seguridad
nacional de China denominado "Defensa Nacional de China en una Nueva Era",
también conocido como Libro Blanco de la Defensa de China. Aunque se trata de
un documento que debe ser analizado pausadamente, podemos adelantar los temas
fundamentales. El primero es el reforzamiento del control político del Partido
Comunista Chino sobre las Fuerzas Armadas –denominadas históricamente Ejército
Popular de Liberación, o ELP por sus siglas en inglés– conforme al «principio general
de que la Comisión Militar Central (CMC) ejerce el liderazgo completo” sobre el
estamento militar. Para ello se ha creado un nuevo órgano denominado Comisión
de Inspección Disciplinaria que depende directamente de la CMC. Pero, en la
China actual esto significa la concentración del poder en la cumbre en la
persona del presidente Xi Jinping, que aspira a ejercer un liderazgo férreo
sobre las principales estructuras políticas del Estado, porque con Xi, la CMC
ha dejado de ser un órgano colegiado, aunque formalmente parezca que mantiene
dicha estructura, para convertirse en un órgano asesor del jefe del Estado, que
ostenta el poder político. Por ello, las apelaciones a la CMC deben entenderse
en cuanto al ejercicio del liderazgo y la adopción de decisiones al presidente
Xi, incluido lo relativo a la decisión de usar las armas nucleares, como
veremos a continuación. Segundo, la culminación de la reorganización de las
Fuerzas Armadas en seis componentes, que son el Ejército de Tierra (PLAA), la
Marina (PLAN), la Fuerza Aérea (PLANAF), la Fuerza de Cohetes (PLARF), la
Fuerzas de Apoyo Estratégico (PLASSF) y la Fuerza Conjunta de Apoyo Logístico
(PLAJLSF), y la creación de cinco nuevos Mandos de Teatro (TC), que siguiendo
el modelo ruso constituyen mandos estratégicos conjuntos que agrupan todas las
fuerzas militares en la respectiva demarcación militar tanto en tiempo de paz
como en caso de guerra: Oriental, Sur, Occidental, Norte y Central. El objetivo
declarado de las reformas militares es disponer de unas Fuerzas Armadas «capaces
de combatir y ganar guerras». El tercer tema es el mantenimiento de la política
de no primer uso de armas nucleares, incluida la declaración de que China no
empleará armas nucleares «en ningún momento y bajo ninguna circunstancia» contra
Estados no nucleares o situados en zonas declaradas libres de armas nucleares.
La política nuclear china se continuará basando en los principios de disuasión
y suficiencia, para lo que mantendrá un arsenal nuclear mínimo que sea imprescindible
para «garantizar la seguridad estratégica nacional».
Web dedicada a temas de Derecho Internacional, Relaciones Internacionales y Ciencia Política en forma de artículos y comentarios desde la comunidad de la Universidad de La Laguna (Tenerife, España). «Contemplando el centro de la Historia»
LA APUESTA FRANCESA POR LA SUPREMACÍA ESTRATÉGICA: SUBMARINOS NUCLEARES CON MISILES GUIADOS Y SATÉLITES ESPACIALES
En la
entrada FRANCIA
Y LA MILITARIZACION DEL ESPACIO del mes de febrero de 2019 comentamos en
informe aprobado por la Asamblea Nacional francesa el 15 de enero de 2019 sobre
las necesidades del sector espacial de defensa en el que se destacaba la casi
absoluta dependencia de la estructura socioeconómica nacional de los sistemas
de espaciales hasta el extremo de indicar que ya “no podemos prescindir de
ellos”. La preocupación de los diputados franceses surgió por las informaciones
cada vez más preocupantes de que otras potencias se están dotando con aparatos
espaciales que son capaces –o lo serán en un espacio de tiempo muy breve– de
interferir, controlar, manipular y destruir otros satélites en el espacio al
extremo de afirmar que “la guerra en el espacio ha comenzado y Francia debe
saber realizar acciones ofensivas”. Por tanto, Francia se enfrenta a un
escenario de vulnerabilidad de sus sistemas espaciales que debe ser atajado o,
al menos, contrarrestado. En el documento parlamentario se establecen los
pasos, las infraestructuras, los medios y los recursos necesarios para construir una respuesta
nacional creíble, es decir, tener la capacidad de “neutralizar una amenaza en
el espacio”, y entre ellos se proponía la creación de un organismo militar
independiente dedicado a la defensa de los satélites espaciales. Sobre la base
de estas propuestas el presidente Macron anunció durante el discurso conmemorativo
de la Fiesta Nacional del 14 de julio de 2019 la creación de un nuevo Mando
Espacial dentro de las Fuerzas Armadas. La misión de este nuevo mando militar,
que se pondrá en marcha el próximo mes de septiembre, es la protección de los
satélites que Francia tiene en el espacio, lo que, en palabras del presidente, es
una “auténtica cuestión de seguridad nacional”. Y, parece que siguiendo la
estela de otros visionarios dirigentes mundiales, ha anunciado que se
convertirá en el germen de las futuras Fuerzas Aeroespaciales nacionales, que
tendrán el cometido de garantizar la defensa de los intereses nacionales en los
espectros aéreo y espacial del conflicto. Debemos recordar que el presidente
Macron estuvo dos días antes en Cherburgo donde asistió a la botadura oficial –la
no oficial se producirá a finales de este mismo mes– del primer submarino
nuclear de ataque de la nueva clase Barracuda, bautizado Suffren, y que dotará por primera vez a las Fuerzas Submarinas de
la Marine Nationale de la capacidad de lanzamiento de misiles de crucero de
largo alcance. Por sus declaraciones parece que el presidente Macron ha
entendido rápidamente una regla básica de la guerra posmoderna: la efectividad de
las armas guiadas de precisión depende de la existencia de un sistema de
comunicaciones espaciales autónomo que no pueda ser apagado por terceros –y que
ya existe gracias al programa europeo Galileo– y de la capacidad de mantener la
integridad de ese sistema en caso de conflicto. Por eso planteamos en
una entrada anterior en qué punto de degradación de dichos sistemas comenzarían
las grandes potencias a activar las defensas estratégicas. En realidad, en un mundo crecientemente multipolar se complicada cada vez más la ecuación de la
estabilidad estratégica.
¿NUEVOS SATÉLITES INSPECTORES RUSOS EN EL ESPACIO?
Cinco días después del lanzamiento de un
cohete propulsor que puso en el espacio treinta y tres satélites espaciales que
analizamos en la entrada anterior, el 10 de julio de 2019 el Ministerio de
Defensa ruso anunció que las Fuerzas Espaciales (KO) habían llevado a cabo el
lanzamiento de un cohete Soyuz-2.1v equipado con una etapa superior Volga desde
el cosmódromo de Plesetsk que llevaba a bordo cuatro aparatos espaciales
destinados a "estudiar los efectos de factores naturales y artificiales
del espacio exterior en las naves espaciales de la agrupación de satélites
rusa". Poco después, el Ministerio de Defensa consiguió establecer
comunicaciones estables con los aparatos y asumió el control operacional de los
mismos, que recibieron las denominaciones estándar de Cosmos-2535 a 2538. Esta
declaración del Departamento de Comunicación del Ministerio de Defensa ruso en su sitio web oficial y el hecho de que no hubiera notificación previa del
lanzamiento como es habitual –de hecho, ni se comunicaron las habituales NOTAM
para la restricción de los vuelos comerciales en la zona–, indica que se trató
de un lanzamiento clandestino, que podría estar relacionado con el programa de
inspección espacial y vigilancia satelital de Rusia o programa Nivelir. Este
programa de "satélites inspectores" fue puesto en marcha secretamente
por el Ministerio de Defensa en junio de 2017 con el lanzamiento de los satélites Cosmos-2519 y 2521 y posteriormente con el Cosmos-2523 –ha habido una gran
confusión con la denominación de estos aparatos que posiblemente se hizo de
forma intencionada– que empezaron a maniobrar en órbita para simular una nave
espacial de inspección que recopilaba datos sobre los activos de vehículos
espaciales de una potencia extranjera. La existencia de este programa fue
reconocida oficialmente por el Ministro de Defensa, general Sergei Shoigú, el
23 de agosto de 2017 como comentamos en el blog en la entrada COHETES Y MÁS COHETES de diciembre de 2017. Estos aparatos espaciales se han diseñados y
puesto en órbita con la misión de acercarse a otros satélites u objetos
espaciales –por ejemplo, satélites fuera de servicio, restos de lanzamientos
anteriores o simplemente basura espacial–, pero aclarando que siempre que se
trate de objetos nacionales (sic), según precisó el propio Ministerio de
Defensa. Esta declaración quizás ha llevado más temor que certidumbre a los destinatarios
de la misma, que no son otros que otras potencias espaciales, como vimos con el
informe de la Asamblea Nacional francesa sobre capacidades espaciales
nacionales en la entrada FRANCIA Y LA MILITARIZACIÓN DEL ESPACIO de febrero de 2019. A la luz de
estos y otros desarrollos -los Estados Unidos están inmersos en un programa espacial secreto liderado por el programa X-37B– no cabe ninguna duda de que nos hallamos
inmersos en una auténtica carrera espacial que tiene dos objetivos: por un
lado, disponer de las capacidades necesarias para atacar y destruir sistemas
espaciales ajenos en caso de conflicto abierto y, por otro, mantener y asegurar
la supervivencia de los sistemas propios. Lo que cabe preguntarse es hasta qué
punto las grandes potencias consideran la integridad de su sistema espacial
como cassus belli en la escalada del conflicto, es decir, en qué punto de
degradación de los sistemas espaciales comenzarían a activarse los sistemas de
defensa estratégica. Porque tampoco nadie duda a estas alturas que la
existencia del Estado depende de la integridad de sus sistemas de
comunicaciones que, a su vez, están garantizadas por constelaciones de
satélites estacionados en el espacio. Es un tema complejo y que generará
grandes debates en los próximos años según se vaya acercando el momento del
enfrentamiento definitivo por la hegemonía.
Hasta tocar las estrellas...
Hasta tocar las estrellas...
QUINTO LANZAMIENTO DESDE EL COSMÓDROMO DE VOSTOCHNY Y OTRAS OPERACIONES DESDE PLESETSK Y BAIKONUR
El 5 de julio de 2019 Roscosmos lanzó con éxito desde el nuevo cosmódromo de
Vostochny un cohete Soyuz-2.1b que puso en órbita el satélite de detección meteorológica
Meteor-M 2-2, que cubre el hueco que dejó el satélite homónimo Meteor-M 2-1, lanzado
en noviembre de 2017 y que se perdió debido a un fallo catastrófico de la etapa
impulsora Fregat-M. El nuevo satélite
está diseñado para captar imágenes globales y locales de las nubes, la
superficie terrestre, el hielo y la cubierta de nieve en los rangos visible,
infrarrojos y de microondas con la finalidad de suministrar información precisa
a los servicios meteorológicos nacionales. En la misma misión se pusieron en
órbita otros treinta y dos satélites y equipos espaciales de los Estados
Unidos, Reino Unido, Alemania, Tailandia y la República Checa (satélite Lucky-7
desarrollado con capital privado por investigadores de la Universidad Técnica
de Praga) y de varias universidades de Alemania Ecuador, Estonia y Francia y
Rusia. Se trata del quinto lanzamiento efectuado desde Vostochny y el primero
de naturaleza civil –el primer lanzamiento se realizó el 28 de abril de 2016–,
de modo que, además de paliar la pérdida de noviembre de 2017, supone un
impulso para el nuevo cosmódromo Vostochny (Космодром Восточный, Kosmodrom
Vostochny), que se ha construido en un tiempo
récord sobre una antigua base de cohetes estratégicos en la región del Amur, en
el Extremo Oriente ruso. Este es un proyecto estrella del programa espacial
ruso, destinado a conseguir la independencia total en el lanzamiento de cohetes
espaciales, porque hasta ahora Rusia sigue necesitando el cosmódromo de
Baikonur, que desde 1991 pertenece a Kazajistán. De este modo, Rusia dispondrá
de dos instalaciones principales de lanzamiento: por un lado, el sitio de Plesetsk,
situado en la región de Arkhangelsk, en el norte de la Rusia europea, y el
nuevo centro de Vostochny. La inversión ha sido enorme y no ha estado exenta de
problemas, incluida una huelga de trabajadores de empresas constructoras subcontratadas
que requirió la intervención del mismo presidente Putin. Rusia tiene
actualmente tres programas nacionales de desarrollo prioritarios: el Ártico, el
del Extremo Oriente y el espacial, y con el proyecto del cosmódromo de Vostochny
apuntala los dos últimos programas, puesto que se espera que Vostochny se
convierta en un polo de atracción de inversión de empresas públicas y privadas
y de personal altamente especializado, que vendría a paliar la curva
demográfica negativa que sufre esta parte del país en los últimos quince años.
Para reforzar la prioridad del sector espacial como motor de desarrollo del
país el presidente Putin nombró el 24 de mayo de 2018 a Dmitry Rogozin, uno de
los hombres de confianza de Kremlin, como nuevo director de Roscosmos, hasta
entonces viceprimer ministro de Defensa desde 2011.
El 13 de julio de 2019, después de varios aplazamientos, un cohete Protón-M, que despegó de Baikonur, se encargó de poner en órbita el observatorio espacial germano-ruso Spektr-RG que tiene como misión estudiar el universo visible en el rango de los rayos x, crear un mapa detallado y localizar agujeros negros en el espacio. El 20 de julio despegó también desde Baikonur un cohete Soyuz-FG con tres cosmonautas que volaron hasta la Estación Espacial Internacional (EEI) a bordo de una nave rusa Soyuz MS-13. Diez días después, el 30 de julio se lanzó desde Plesetsk un cohete portador Soyuz-2.1a que puso en órbita un nuevo satélite de la serie Meridian para el Ministerio de Defensa -sistemas de los que ya hemos dado cuenta en entradas anteriores-. Finalmente, el 31 de julio otro cohete Soyuz-2.1 despegó de Baikonur con una nave automatizada de carga Progress con suministros y equipos para la EEI.
El 13 de julio de 2019, después de varios aplazamientos, un cohete Protón-M, que despegó de Baikonur, se encargó de poner en órbita el observatorio espacial germano-ruso Spektr-RG que tiene como misión estudiar el universo visible en el rango de los rayos x, crear un mapa detallado y localizar agujeros negros en el espacio. El 20 de julio despegó también desde Baikonur un cohete Soyuz-FG con tres cosmonautas que volaron hasta la Estación Espacial Internacional (EEI) a bordo de una nave rusa Soyuz MS-13. Diez días después, el 30 de julio se lanzó desde Plesetsk un cohete portador Soyuz-2.1a que puso en órbita un nuevo satélite de la serie Meridian para el Ministerio de Defensa -sistemas de los que ya hemos dado cuenta en entradas anteriores-. Finalmente, el 31 de julio otro cohete Soyuz-2.1 despegó de Baikonur con una nave automatizada de carga Progress con suministros y equipos para la EEI.