El Departamento de Estado americano publicó el 5 de marzo de
2021 los datos correspondientes al volumen de las armas nucleares estratégicas
que mantienen en servicio los Estados Unidos y Rusia, conforme a las cláusulas
de intercambio de información previstas en el Tratado de Reducción de Armas
Estratégicas (Nuevo START) firmado en Praga el 8 de abril de 2010 -los datos
están disponibles en el sitio
web del Departamento de Estado-. Después de un poco complicado “tira y
afloja” diplomático teñido de resabios de campaña electoral presidencial, los
presidentes Putin y Biden acordaron in extremis el pasado 26 de enero de
2021 la prórroga del Nuevo START, ya que el tratado vencía definitivamente el 5
de febrero de 2021. El plazo acordado fue el máximo previsto en el propio
tratado: cinco años -véase la entrada «AHORA
ME VES»: LOS ESTADOS UNIDOS Y RUSIA ACUERDAN PRORROGAR EL TRATADO NUEVO START,
de enero de 2021-. Las bondades del Nuevo START son intrínsecas a su misma existencia,
no solo porque estableció unos límites más reducidos para los arsenales nucleares
estratégicos de las dos grandes potencias -1.550 ojivas nucleares desplegables
en 800 vectores de lanzamiento (misiles balísticos de largo alcance basados en
tierra (ICBM) en silos y en plataformas móviles, misiles embarcados en submarinos
nucleares estratégicos (SLBM) y bombarderos estratégicos, de los que solo 700
pueden estar operativos al mismo tiempo), sino porque establece canales de transparencia
e intercambio de información absolutamente decisivos para generar confianza y
previsibilidad en las estrategias de disuasión nuclear de ambas potencias. De
este modo, hasta diciembre de 2020 se habían realizado 328 inspecciones in
situ e intercambiado 21.293 notificaciones sobre sus respectivos arsenales estratégicos.
Veamos, pues, los datos más recientes disponibles. A 1 de septiembre de 2020 ambas
potencias nucleares cumplían escrupulosamente los límites establecidos en el
Nuevo START: los Estados Unidos tenían en servicio 1.457 ojivas nucleares para
un total de 800 vectores de lanzamiento, de los que solo 675 estaban en operativos
al mismo tiempo, mientras que Rusia tenía 1.447 ojivas nucleares (10 menos que
los Estados Unidos), 764 vectores de lanzamiento (36 menos), de los que solo 510
permanecían en estado operativo (165 menos) -los números anteriores correspondientes
a marzo de 2020, están disponibles en la entrada ESTADO
DE LOS ARSENALES NUCLEARES DE LAS GRANDES POTENCIAS A MARZO DE 2020, de
abril de 2020-. Estos datos apuntan a que Rusia ha realizado una reducción más
acusada que los Estados Unidos, tanto desde los números iniciales intercambiados
en el momento de la entrada en vigor del tratado (5 de febrero de 2011) como
desde también desde la fecha de entrada en vigor de los límites establecidos (5
de febrero de 2018) -véase la entrada DIEZ
AÑOS DEL TRATADO DE ARMAS ESTRATÉGICAS: LA VISIÓN RUSA, de abril de 2020, y
los datos más recientes que aportan Hans Kristensen y
Matt Korda en “Russian Nuclear Weapons, 2021”,
Bulletin of the Atomic Scientists núm. 2, 2021, pp. 90-108-.Pero
esta conclusión puede resultar a priori engañosa, si no se tiene en
cuenta, además del volumen de ojivas estratégicas no operativas y almacenadas, el
volumen de las armas nucleares tácticas que mantiene activas (1.912) frente a
la exigua cantidad de las que disponen los Estados Unidos: aproximadamente 350,
de ellas una cantidad entre 130-150 desplegadas en Europa y Turquía -para el
poderío nuclear americano véase LA
FUERZA DE ATAQUE NUCLEAR DE LOS ESTADOS UNIDOS EN 2020, de mayo de 2020-.
La posesión de este arsenal nuclear táctico o de teatro se basa en uno de los
principios fundamentales de la estrategia nuclear rusa: la paridad con los
Estados Unidos. En consecuencia, la parte rusa compensa sobradamente su
aparente inferioridad en armas nucleares estratégicas con la posesión de un
ingente arsenal nuclear táctico a disposición de los tres componentes de sus
Fuerzas Armadas: Fuerzas Terrestres, Marina y Fuerzas Aeroespaciales -sobre la
capacidad de ataque nuclear ruso LAS
FUERZAS NUCLEARES DE RUSIA EN 2020, de mayo de 2020-. Es preciso recordar, además,
que a pesar de que nueve Estados poseen armas nucleares, los Estados Unidos y
Rusia continúan sumando el 92% de todas las armas nucleares existentes en el
mundo -sobre la capacidad y disponibilidad del, controvertido para algunos,
arsenal nuclear de la China comunista véase DE
VUELTAS CON EL ARSENAL NUCLEAR DE CHINA: CUANDO LAS INVENCIONES RAYAN EL
DISPARATE, de febrero de 2020-. Por ello, sigue resultando “tan sencillo”
que Moscú y Washington se pongan de acuerdo en las reglas fundamentales de su
posesión y uso, mediante la existencia de un régimen explícito. De este modo,
como hemos dicho en repetidas ocasiones -véase más reciente PRUEBAS
DE MISILES ESTRATÉGICOS, EJERCICIOS DE GUERRA NUCLEAR Y PRÓRROGA DEL TRATADO
NUEVO START, de octubre de 2020-, el tratado Nuevo START es un acuerdo
fundamental entre los Estados Unidos y Rusia, que crea normas
obligatorias para ambas, forma parte del núcleo del régimen de
estabilidad estratégica y cuya vigencia responde al interés nacional de
las dos grandes potencias. Por eso, su mantenimiento, junto con el
funcionamiento del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, garantiza la paz y
la seguridad internacionales, y su deterioro o, peor, su inexistencia,
abriría la puerta a una nueva carrera de armamentos, facilitaría la escalada en
las crisis, permitiría la creación de coalición de conveniencia inesperadas, no
favorables para los intereses de cada una de ellas y, en última instancia,
podría desembocar en un conflicto de proporciones incalculables.
“The
hanging tree”.