Justo antes de la declaración de la pandemia mundial del
covid-19 sintetizamos nuestras reflexiones teóricas sobre las perspectivas
estratégicas del régimen internacional en la entrada UN
MUNDO RESTAURADO de marzo de 2020. Ahí hablamos de grandes potencias, de
regímenes de seguridad y de cambios en el sistema mundial para concluir que
estamos a las puertas de un nuevo régimen internacional con nuevas reglas,
normas y procedimientos de adopción de decisiones que traerán la paz y la
seguridad. Pero también hablamos de las grandes incógnitas que se abren ante el
cambio: si se producirá una gran guerra entre grandes potencias, fenómeno que
es casi inevitable en la configuración de un nuevo régimen, si el mundo que
surja, con guerra o sin ella, será un mundo globalizado o por el contrario
compartimentado, y finalmente, si se mantendrá la democracia como la conocemos
hasta ahora o será una víctima más en la lucha por el poder mundial.
Posteriormente, hemos dedicado tres entradas en abril de 2020 a analizar los
efectos políticos de la pandemia en la estructura internacional. En la primera,
¿DÓNDE
ESTÁ EUROPEA?, hemos visto cómo la ausencia de liderazgo en el seno de las
instituciones europeas y la carencia de una visión realmente comunitaria de la
Unión Europea determinó rápidamente que cada uno de los Estados que la componen
tomara sus propias medidas, sin coherencia ni coordinación con unas
instituciones europeas que se vieron superadas por los acontecimientos y por
las medidas nacionales. Ni las no pedidas disculpas de la presidenta de la
Comisión Europea, Ursula von der Leyden, ni las más recientes declaraciones de la
comisaria de Salud Stella Kyriakides, que pretenden hacer en la salida de la
crisis lo que no supieron hacer ni pudieron hacer antes, resultan sumamente alarmantes,
porque aspiran a concentrar más competencias, mientras que hemos visto que países como Italia o España
quedaron literalmente a su suerte. Por eso hay que tener claro que
en la lucha por mantener la democracia también existe un peligro por parte de
las instituciones europeas, que con cada crisis o con cada evento grave tratan
de ampliar sus competencias por si aportar soluciones a los problemas reales. Por tanto, desde la perspectiva de la gestión de esta
crisis está claro que el Estado sigue siendo la estructura más adecuada para proteger
la salud y el bienestar de los ciudadanos. Esto no significa, como pretenden
algunos, querer o pretender “menos Europa”, sencillamente se trata de ser
conscientes de las limitaciones de la estructura comunitaria, que no lo puede
todo, y de su relación con los Estados miembros soberanos –aquí la apelación a
Hobbes es inevitable–. Y por ello se ha vuelto a poner sobre la mesa el debate
sobre el proyecto común europeo, como enfatizó el primer ministro portugués
Costa el 11 de abril de 2020 cuando habló de que es el momento “de la
clarificación política en Europa” –cuando no hay grandes líderes,
inevitablemente los pequeños destacan–. Pero tampoco hay que creer a pies
juntillas en la santidad de los Estados: durante un espacio extremadamente corto de tiempo estamos asistiendo, inermes, a una ofensiva limitadora de las
libertadas públicas, especialmente en el espacio cibernético, lo que lleva a
plantearse si la democracia puede estar en peligro también por este lado. Cada vez se alzan más voces
en este sentido, a pesar de que al principio se pretendió acallarlas, y la respuesta
puede causar pavor, por lo que se debe estar atentos a los cambios que se
implementen después de la crisis. Porque, precisamente, son los valores los que
diferencian un bando, el mundo libre, del otro, el totalitario, y son los
valores de la democracia, los derechos humanos y la libertad de mercado los que
permitieron la expansión de la globalización, las redes sociales y la sociedad
de la información. Esto enlaza con la entrada ¡QUÉ
VIENEN LOS CHINOS! OTROS EJEMPLO DE LA FÁBULA DE PEDRO Y EL LOBO, donde estudiamos
el impacto estratégico que puede tener la crisis del covid-19 en la relación
entre las grandes potencias, singularmente entre el Bloque occidental
encabezado por los Estados Unidos y China. Parece que las primeras están
decididas a pedirle cuentas por el estallido de la pandemia mundial, la
reiterada falta de transparencia de las políticas chinas en materias claves que
afectan a la paz y a la seguridad y, en definitiva, la ausencia de democracia
en la “primera fábrica del mundo”, algo que había sido tolerado hasta ahora. Es
evidente que lo que subyace en este debate es la lucha por la hegemonía mundial
y que los Estados Unidos no están dispuestos a dejarse arrebatar a manos del
gigante asiático. Por eso hablamos de la inevitabilidad de la guerra. Finalmente,
en la entrada UN
DISCURSO PARA UNA NUEVA EUROPA QUE CHOCA FRONTALMENTE CON LA REALIDAD nos
hemos ocupado del papel que puede desempeñar Europa en la reconfiguración del
nuevo orden mundial. Son reflexiones de larga data que tienen su fundamento
teórico en la doctrina realista de las Relaciones Internacionales. Pues bien,
en estos días han aparecido tres ensayos que sirven para acotar de forma
extraordinaria los temas planteados, y son documentos que destacan por su
anticipación, claridad y extraordinaria solvencia académica. En primer lugar, el
Dr. Iván Witker, profesor de
Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos de Chile, analiza las
repercusiones geopolíticas que tendrá el descubrimiento de la vacuna contra el
covid-19, que califica de “hazaña prometeica”, y su impacto en la distribución
del poder mundial postcrisis (El
Líbero, 20 de abril de 2020). Para ello se apoya en la tesis de
Kissinger de que esta epidemia ha iniciado el cambio hacia un nuevo orden
mundial (en TheWall Street Journal,3 de abril de 2020). Sin embargo, sus efectos “no serán
ni benevolentes ni menos equitativas”, estima que “intereses comerciales,
aunque especialmente políticos, marcarán la nueva era post-vacuna”, por ello la
carrera desaforada por obtenerla no responde a criterios estrictamente
sanitarios sino a la búsqueda de “nuevas fuentes de autoridad y legitimidad en
el plano internacional”. Por ello, emplea la expresión “cambio metamórfico”. En
el nuevo orden mundial “lo desequilibrante no serán más las capacidades
militares, sino de cuán dotadas estén de know how científico, el
principal resorte del nuevo poder global”. En ese cambio se da por perdida la ilusión
de la hiperglobalización, como consecuencia del “reforzamiento de las fronteras
nacionales y los checkpoints (puertos, aeropuertos)” y el
establecimiento de “la cibervigilancia en la cotidianeidad de las personas y
también los países”, lo que califica de “algo sencillamente inaudito”. Segundo,
el profesor Dr. Lorenzo Cotino Hueso,
catedrático de la Universidad de Valencia, afirma que la inteligencia
artificial y el big data han fallado estrepitosamente como mecanismos
para adelantarse a la crisis, pero al mismo tiempo considera que son esenciales
en la lucha contra la pandemia y en la búsqueda de la vacuna salvadora (IEEE,
23 de abril de 2020). Dice que “China exportó el covid-19 a todo el mundo”,
pero teme que las medidas de control social y vigilancia biométrica que se
están imponiendo no sean circunstanciales –justificadas “mientras dure la
guerra”–, sino que estén para quedarse y que cuando nos demos cuenta ya será demasiado
tarde. En consecuencia, aboga por el empleo de sistemas y aplicaciones no
invasivas en la vida personal, que en todo caso preserven la privacidad y el
anonimato y que establezcan períodos de caducidad de los datos. En tercer
lugar, el coronel José Luis Calvo Albero,
académico del Instituto Español de Estudios Estratégicos, plantea la pregunta
crucial: “¿Puede el covid-19 cambiar el mundo?” (IEEE,
24 de abril de 2020). Afirma que ninguna pandemia ha afectado por sí misma a
la distribución del poder establecido en cada período histórico que cita,
aunque sí ha coadyubado a que el cambio se produzca. Nos parece particularmente
lúcido el análisis que realiza sobre el papel de las organizaciones
multilaterales, que ha sido prácticamente nulo, durante el desarrollo de la
crisis del covid-19, la lucha de poder interior en Washington –tesis que
sostiene desde hace tiempo el Dr. Manuel Medina, catedrático de la Universidad
Complutense de Madrid– y el mantenimiento de la hegemonía americana, planteamientos
con los que estamos completamente de acuerdo. Finalmente, como en el caso de
los colegas anteriores comentados, Calvo Albero incide en el impacto de los sistemas de
localización permanente y vigilancia mediante datos biométricos en las
libertades públicas y termina con una frase realmente aleccionadora, en la que
expresa que “si algo nos enseña la historia es que al mundo no lo cambian las
pandemias, sino los seres humanos”. Por consiguiente, se trata de ensayos de obligada
lectura y reflexión, porque lo que está en juego en estos momentos es nuestra
visión del mundo, de la democracia y de la libertad y cómo quedará
reconfigurado el orden mundial después de la crisis.
Un cambio en el control de la sociedad.
ResponderEliminarLeí el artículo. Muy interesante, pero presentas un futuro lleno de incógnitas y, muchas, asustan.
ResponderEliminarMuy acertado. Estamos en una situación internacional nueva y complicada y con líderes con perfil muy bajo, pero con estos tenemos que salir adelante.
ResponderEliminarSoy siempre optimista, pero creo que tienes lamentablemente razón.
ResponderEliminarEstimado Luis, interesante tus reflexiones, así como las de los académicos que haces referencia.Todos,en alguna medida,podrían tener razón, y en dicha dimensión me llama la atención el silencio de las "escuelas de prospectiva" que una vez más (Primavera Árabe),no diseñaron escenarios como los que estamos viviendo. Tarea para ellos. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, un fuerte abrazo.
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