El Presidente
Putin dirigió el 1 de marzo de 2018 el
discurso anual a las dos cámaras del
Parlamento de la Federación Rusa reunidas en sesión conjunta para exponer las
directrices de política nacional, política exterior y seguridad y defensa. En
esta ocasión el discurso sorprendió a propios y a extraños y ha tenido un
alcance mediático quizás no esperado ni por el mismo gabinete presidencial
dirigido por Dmitry Peskov. El Presidente Putin realizó una exposición exhaustiva
y muy mediática de los sistemas armas de alcance estratégico que ha estado
desarrollando Rusia durante la última década y que son una respuesta a la defensa antimisiles que están desplegando los Estados Unidos cerca
de las fronteras rusas en sus flancos occidental, sur y oriental. Como explicó
el Presidente Putin, los programas militares que se hacían públicos en su
intervención eran la respuesta a la desafección americana del sistema de
estabilidad estratégica acordado en los Acuerdos
de Moscú de 1972 formalizados entre Brezhnev y Nixon y, más concretamente,
a la retirada del Tratado ABM (Tratado
sobre Misiles Antibalísticos) aprobada por el Presidente Bush hijo a finales de
2001. La respuesta rusa tiene que ver indudablemente con el sentimiento de
inseguridad que está arraigado profundamente en las élites dirigentes de Moscú.
Desde esta concepción, consideran que en cualquier iniciativa de los Estados
Unidos que no esté acordada con Rusia subyace la intención de socavar la base
del poder y la influencia política rusa en el exterior. La Doctrina Militar de diciembre de 2014 no hizo más que recoger las crecientes
desavenencias entre Rusia y el Bloque occidental después del período de la
hegemonía imperfecta: ahora se percibe a los Estados Unidos y a la Alianza
Atlántica como la principal amenaza para la seguridad y la continuidad de Rusia
como potencia mundial. La Estrategia de
Seguridad Nacional de diciembre de 2015 afirma explícitamente: “la
aplicación por la Federación de Rusia de una política exterior e interna e independiente
es lo que da lugar a la oposición de los Estados Unidos y sus aliados, que están
tratando de mantener su dominio en los asuntos mundiales.” En este documento se
establece como una de las prioridades nacionales el mantenimiento de la
estabilidad estratégica basada en el
principio de igualdad entre los dos grandes poderes militares del sistema
internacional global. Para restablecer el poderío militar estratégico y
mantener el principio de paridad en 2011 se aprobó el Programa Estatal de Armamento 2011-2017 que ha contado con un presupuesto
de 285.000 millones de dólares. Este Programa ha fortalecido los sistemas de
disuasión estratégica nuclear con la construcción de una nueva flota de
submarinos nucleares portamisiles de cuarta generación Borei/Bulavá, la
renovación de las Fuerzas de Cohetes Estratégicos que alcanzaba a finales de
2017 el setenta por ciento de los sistemas desplegados en tierra y la modernización
y construcción de nuevos bombarderos estratégicos Tu-160M/M2; y los sistemas de disuasión estratégica no nuclear
con el desarrollo de nuevas armas guiadas de precisión de largo alcance y su extensión
a todos los componentes de las Fuerzas Armadas: los sistemas Iskander-M para las Fuerzas Terrestres y el desarrollo de nuevos misiles de crucero, los misiles de crucero Kalibr y Onyx de uso
universal en todos los buques de superficie de porte corbeta en adelante y en
los submarinos nucleares y convencionales y los misiles de baja firma radar
Kh-101 para los bombarderos de la Aviación de Largo Alcance -el Jefe del Estado Mayor General, general Guerásimov, confirmó el 24 de marzo de 2018 en una conferencia en la Academia Militar de Estado Mayor que Rusia tiene grupos de portadores de misiles de crucero en todos los Mando Estratégicos Conjuntos (declaraciones en RT, 24 de marzo de 2018). El gobierno ruso
llevaba al menos dos años trabajando en la extensión de este programa de
armamentos hasta que el 24 de febrero de 2018 el Presidente Putin indicó en un
acto público celebrado en Ufá que la industria militar rusa tendría estabilidad
para trabajar en los próximos diez años debido a la carga de trabajo del nuevo
programa de armamentos. Dos días después, el Secretario presidencial Dmitry
Peskov afirmó que el Presidente Putin había aprobado el 31 de diciembre de 2017
mediante un decreto secreto el Programa de
Armamentos 2018-2027 con un presupuesto de 340.000 millones de dólares. En
este nuevo programa marco plurianual se establecen las prioridades para la próxima
década, que siguen siendo las mismas: las armas de precisión de largo alcance,
las fuerzas de disuasión nuclear –entre las que se incluyen un nuevo SSBN de
quinta generación Borei-B y el ICBM pesado Sarmat-, y las tecnologías asociadas
a la robótica militar en todo el espectro del combate. A pesar de la vigencia
de las sanciones occidentales impuestas en el verano de 2014 como consecuencia
de la implicación en el conflicto separatista en Ucrania Oriental y la
contracción del presupuesto de Defensa que ya se ha aplicado en el ejercicio de
2017, sorprendentemente Rusia continúa avanzando en todos estos programas. De este
modo, el Presidente Putin podía exponer de forma ostentosa los éxitos militares
alcanzados por la ingeniería y la industria militar rusa que recordaba al
discurso del Presidente Reagan de 23 de marzo de 1983 sobre la Iniciativa de
Defensa Estratégica: un nuevo misil hipersónico Kinzhal de 2.000 kilómetros de
alcance con carga nuclear o convencional que se declara que está operativo en
el Distrito Militar Sur desde diciembre de 2017, un nuevo misil con carga
nuclear Avangard que es el resultado del desarrollo del Proyecto 4202 destinado
a la obtención de una ojiva hipersónica y que, en palabras del Presidente Putin
“ningún DAM es capaz de interceptarlo”, el nuevo cohete estratégico pesado
basado en silos Sarmat con capacidad para transportar hasta dieciséis ojivas
nucleares MIRV, incluidas ojivas hipersónicas, y señuelos y con un alcance
superior a los 10.000 kilómetros, un nuevo cohete estratégico con motor nuclear
que tendría un alcance prácticamente ilimitado, un nuevo sistema robótico
submarino dotado con carga nuclear que sería el resultado del programa o
desarrollo conocido hasta ahora como Status-6 y, finalmente, un sistema de armas
laser transportable y que ya se encontraría en servicio en las Fuerzas Terrestres (sobre el origen de estos programas véase la información que recoge Pavel Podvig en la entrada "Document details Soviet response to the Star Wars missile defense program", de 21 de marzo de 2018). Las dos cuestiones principales que se plantean son: cómo los rusos han
alcanzado el éxito en el desarrollo de ojivas y misiles hipersónicos donde los
Estados Unidos hasta ahora han fracasado, y que estos sistemas estratégicos ya
se encuentran operativos, como ocurre con el misil hipersónico Kinzhal o las
armas laser citadas, muy próximos a entrar en servicio como el cohete
estratégico pesado Sarmat o lo harán en un futuro cercano al tratarse de programas de armamento prioritarios. Según expresó el Presidente Putin: estas armas
permitirán consolidar “un equilibrio estratégico y un balance de fuerzas en
el mundo.” –una sinopsis de la exposición de los sistemas de armas está
disponible en RT, 1 de marzo de 2018-. Respecto a la política de uso de armas nucleares el Presidente Putin enfatizó:
“considero mi deber declarar lo siguiente: cualquier uso de armas nucleares –de
potencia baja, mediana o de cualquier otra- contra Rusia o sus aliados lo
consideraremos como un ataque nuclear contra nuestro país. La respuesta será
inmediata y con todas las consecuencias que de ello se derivarían.” –declaraciones
que se recogen en RT, 1 de marzo de 2018- En definitiva, el discurso de 1 de
marzo de 2018 es una apelación al poder
dominador de las armas nucleares y una amenaza latente para la guerra, lo que
concuerda con la visión de las élites políticas y militares rusas sobre el
conflicto moderno que se caracteriza por un período inicial de guerra
destructivo y rápido, que es más decisivo que nunca. Es más, para enfrentarlo a
un nivel disuasivo, Rusia se reserva el
derecho a acudir a una respuesta nuclear ante un ataque convencional que amenace
la existencia misma del Estado y considera el uso de las armas nucleares para
detener la escalada de un conflicto, aunque nunca se ha aceptado a nivel
teórico la doctrina de la guerra nuclear limitada.
Leyendo, Luis, este texto y lo que en él demuestras, me pregunto si en Rusia no tiene mayor peso de lo que nos parece el delicado equilibrio o, más bien, desequilibrio que es propio de su ámbito geográfico... Poniendo a Estados Unidos como excusa.
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