El 5 de febrero de 2018 era la fecha en la que los Estados Unidos y
Rusia debían cumplir los límites cuantitativos establecidos en el Tratado de
Reducción de Armas Estratégicas (START) que firmaron los presidentes Obama y
Medvedev en Praga el 10 de abril de 2010 en sustitución de los dos acuerdos
anteriores de 1991 y 2002. A la fecha, cada una de las partes debía disponer de
un máximo de 1.550 ojivas nucleares estratégicas operativas en las dos
categorías de lanzadores regulados en el Tratado: sistemas de lanzamiento desplegados
(700) y no desplegados (800 en la suma de ambos). Según los datos más recientes
publicados, en agosto de 2017 los Estados Unidos estaban por debajo de los límites
previstos, mientras que en el mes de octubre Rusia todavía seguía por encima,
aunque escasamente en seis ojivas, lo que significaba una reducción dirigida
directamente a cumplir los límites establecidos por el Tratado. Esto es así
porque según los datos oficiales publicados conforme a las estipulaciones de
intercambio de información del propio tratado START, a 1 de septiembre de 2017
los Estados Unidos tenían 1.393 ojivas nucleares estratégicas, 660 lanzadores
desplegados y un total de 800 vectores de lanzamiento y Rusia 1.561, 501 y 790
respectivamente -véase la entrada del blog correspondiente-. Pero, según los datos más recientes publicados por la parte rusa, el número de ojivas nucleares estratégicas a 5 de febrero de 2018 era de 1.444, los sistemas desplegados 527 y la suma de no desplegaos un total de 779 -información disponible el sitio web del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia-. Hay que tener en cuenta
que, a pesar de los acontecimientos que se han desarrollo en los últimos siete
años de creciente tensión e incertidumbre en las relacionales bilaterales, los
Estados Unidos y Rusia han continuado intercambiando datos sobre el estado de
sus fuerzas nucleares y han realizado y permitido las visitas de inspección
mutuas, incluidas otras medidas de transparencia que se recogen en el propio
tratado START y en otros acuerdos bilaterales -la información completa está disponible en el sitio web del Departamento de Estado). De este modo, el Secretario
General de la OTAN Jens Stoltenberg pudo
afirmar en un seminario celebrado en Oslo el mismo 5 de febrero de 2018 que las
dos grandes potencias cumplían escrupulosamente las especificaciones previstas
en el Tratado, incluidas las limitaciones específicas para ambas categorías de
lanzadores: misiles basados en tierra (ICBM), misiles embarcados en submarinos
(SLBM) y bombarderos estratégicos -declaraciones en The Independent Barents Observer-. La portavoz del Departamento de Estado americano, Heather Nauert, enunció la posición
oficial del gobierno americano el mismo día 5 de febrero de 2018: “El
cumplimiento del START incrementa la seguridad de los Estados Unidos y de nuestros
aliados y torna las relaciones estratégicas entre los Estados Unidos y Rusia más estables,
transparentes y previsibles. (...) Esto es de especial importancia en estos
tiempos en los que la confianza ha decaído y la amenaza de un error o una
interpretación incorrecta ha crecido. (…) Los Estados Unidos mantienen su apego
a los esfuerzos de control de armas que garantizan la seguridad de los Estados
Unidos, sus aliados y socios. Los Estados Unidos continuaran cumpliendo el
nuevo Tratado START y mantiene su curso de trabajo con otros Estados, incluida
Rusia, para crear las condiciones que permitan apoyar el objetivo final de
erradicar las armas nucleares en todo el mundo.” Por ello, manifestó que “los
Estados Unidos esperan que las partes sigan cumpliendo el Tratado START. Los
Estados Unidos y Rusia intercambiaran datos sobre sus respectivos arsenales
estratégicos durante el mes que viene, como lo hemos hecho dos veces al año
durante los últimos siete años.” -declaraciones que se recogen en Sputnik, 5 de febrero de 2018- En esta línea, el embajador americano en
Moscú, John Huntsman aseguró el 30 de
enero de 2018 que su gobierno no se plantea abandonar el Tratado de Fuerzas
Nucleares de Alcance Intermedio de diciembre de 1987 (Tratado INF) pero que sí
exigen que Rusia haga un compromiso escrupuloso del mismo: “es importante
subrayar una vez más, que no vamos a abandonarlo pero queremos que todos los
participantes del Tratado lo cumplan.” -declaraciones en Sputnik, 30 de enero de 2018-. Por su parte, el embajador ruso en
Washington, Anatoli Antonov, declaró
el 3 de febrero de 2018 que “actuamos con responsabilidad en lo que se refiere
a nuestros compromisos en el marco de todos los acuerdos internacionales, los
cumplimos estrictamente." (declaraciones en Sputnik, 3 de febrero de 2018). Esto significa que, a pesar de las declaraciones
públicas más o menos coherentes –como las recientes denuncias del Presidente Putin sobre posibles
subterfugios en el cumplimiento de los límites cuantitativos por parte de los
Estados Unidos, declaraciones que se recogen en Sputnik el 11 de enero de 2018 y que comenta Pavel Podvig en la entrada más reciente de su blog- o más o menos disparatadas -como la del Presidente Trump cuando dijo en febrero de 2017 que el Tratado era
“un mal acuerdo” para los Estados Unidos, entrevista en Reuters el 23 de febrero de 2017-, tanto Moscú como Washington siguen
considerando que el Tratado sirve perfectamente a los intereses nacionales de
sus respectivos países: en primer lugar, porque mantienen un extraordinario
nivel de disuasión frente a cualquier otra potencia militar convencional;
segundo, en conexión con el Tratado de No Proliferación Nuclear, el Tratado
START les permite seguir ejerciendo un quasi-monopolio nuclear ya que entre ambas
acumulan más del noventa y dos por ciento de las armas nucleares que existen en
el mundo; y, tercero, les sirve para mantener el régimen de estabilidad
estratégica establecido desde la Guerra Fría pues, como indica la recientísima Nuclear Posture Review de los Estados
Unidos aprobada por el Presidente Trump el 3 de febrero de 2018: “el control de
armas puede propiciar la seguridad de los Estados Unidos, ayudando a controlar
la competencia estratégica entre los Estados.” -el documento completo está disponible en el sitio web del Departamento de Defensa-. Pero observando el mundo podemos
ver que China, o incluso la India, ambas potencias nucleares que han escalado a
los primeros puestos de la economía mundial, están muy por detrás en capacidad
nuclear, en el volumen de sus fuerzas y en la capacidad de combate de sus
vectores de lanzamiento (270 y 130 cargas nucleares respectivamente según las
estimaciones más recientes), situación que se mantendrá durante mucho tiempo. Pero
para que puedan seguir manteniendo la posición de privilegio los Estados Unidos
y Rusia acometen grandes y costosísimos programas destinados a la renovación de
la tríada nuclear: nuevos misiles basados en tierra, incluidos los sistemas
móviles y nuevos desarrollos en sistemas ferroviarios en el caso de Rusia,
nuevos submarinos nucleares portamisiles y los SLBM, en el caso de los Estados
Unidos con un desarrollo conjunto de un misil común para la Armada y las
Fuerzas Aéreas, y los bombarderos estratégicos con sendos programas del Tu-160M2
y más adelante del PAK-DA en Rusia y el nuevo B-21 Raider de los Estados Unidos. Pero más destacable aún es que, a
nivel estratégico ambas grandes potencias han manifestado en las respectivas
doctrinas nucleares de febrero de 2010 y febrero de 2018 respectivamente que
las armas nucleares podrían ser usadas en caso de que se produjera un ataque
convencional contra el territorio nacional o contra sus aliados, aunque esto se
considere solo eventualmente en casos excepcionales o cuando se halle en
peligro la existencia misma del Estado, lo que es coherente con el dictamen
formulado por el Tribunal Internacional de Justicia en la famosa sentencia
sobre el uso o la amenaza de uso de armas nucleares de 1996.
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