El 5 de junio de 2025 la empresa aeronáutica checa Aero Vodochody entregó el primer lote de tres entrenadores a reacción L-39NG contratados por el Ministerio de Defensa húngaro para contar con sus propias capacidades de adiestramiento avanzado, que faciliten la transición de los nuevos pilotos a los cazas a reacción JAS-39 Gripen en servicio en su Fuerza Aérea. Los aviones lucen una librea gris en dos tonos y se recibieron con numerales 142 a 144 Negro en los laterales a la altura de la cabina (hay que destacar que lucen doble numeral, con un código de cuatro dígitos típico de la Fuerza Aérea Húngara en el lateral de cola). Como anotamos en una entrada anterior de diciembre de 2022, el 29 de noviembre de 2022 Aero Vodochody (o simplemente Aero, de propiedad mayoritaria del grupo húngaro HSC Zrt desde septiembre de 2021), con sede en Praga y fundada en 1919, retomó la producción de sus afamados entrenadores L-39 Albatros después de un parón de veinte años en la construcción de aviones, dedicándose durante ese período al mantenimiento y modernización, así como al diseño, búsqueda de clientes y preparación de planes de construcción. En este período se firmaron contratos de venta con la República Checa (LOM Praha, 4 aviones), Vietnam (12 en servicio en el 910º Regimiento de la Escuela de Oficiales de la Fuerza Aérea), Hungría (12, con opción de otros 12) y Ghana (6). Asimismo, hay negociaciones avanzadas con la Fuerza Aérea argelina, donde hace pocos meses se desplazó un aparato para realizar pruebas dinámicas in situ. Otros clientes por los que apostó la compañía se frustraron por motivos no relacionados precisamente con las capacidades y precio del L-39NG. De hecho, el éxito del nuevo entrenador debería de estar asegurado en los mercados internacionales, puesto que su antecesor L-39 fue el avión de entrenamiento “universal” de los países del Pacto de Varsovia, así como de los países que estaban bajo la influencia soviética, con más de 2.900 entregados. En los años ochenta entregaba solo a la Fuerza Aérea Soviética 150 ejemplares al año, mientras hoy en día la cadencia de producción 12 aviones al año. Sin embargo, como sabemos, en los acuerdos Estado a Estado siempre intervienen factores externos que inclinan la balanza no a favor del producto en términos técnicos u operativos, sino principalmente a cuestiones políticas; un ejemplo de caso es la compra de los cazas supersónicos Mirage F-1 por parte de España asociada a la consecución de la adhesión a las entonces Comunidades Europeas, entre muchos productos “ofertados” por el gobierno “amigo” francés para lograr su apoyo político. Mientras tanto, Aero Vodochody mantiene acuerdos de producción de partes, equipos y sistemas con otros grandes constructores aeronáuticos occidentales (Alenia, Boeing, Embraer).
Web dedicada a temas de Derecho Internacional, Relaciones Internacionales y Ciencia Política en forma de artículos y comentarios desde la comunidad de la Universidad de La Laguna (Tenerife, España). «Contemplando el centro de la Historia»
LA VIGENCIA DE LAS CONCLUSIONES SOBRE «EL PODERÍO NUCLEAR DE RUSIA: NUEVOS PLANTEAMIENTOS SOBRE CAPACIDADES Y DOCTRINA DE EMPLEO» CON OCASIÓN DE LOS ATAQUES UCRANIANOS CONTRA BASES DE LA AVIACIÓN ESTRATÉGICA RUSA
El 1 de junio de 2025 dos bases de la Aviación de Largo Alcance (Aviación Estratégica rusa), uno de los componentes de la triada nuclear, sufrieron ataques de proximidad con medios modestos (vehículos aéreos no tripulados con carga explosiva) pero muy efectivos que dañaron y destruyeron varios bombarderos estratégicos T-95MS (Bear-H en terminología OTAN). Se trata de una acción de gran impacto, que ha sido convenientemente amplificada por la propaganda de guerra y que, en estos momentos, tiene un objetivo político muy definido que es tratar de obligar a los dirigentes rusos a aceptar un alto el fuego de treinta días que permitiría a las fuerzas ucranianas rehacerse del daño continuo que están sufriendo tanto en el frente de batalla como en la retaguardia como consecuencia de la campaña de bombardeo ruso como parte de sus doctrina de operaciones estratégicas de destrucción de infraestructuras críticas. Pero, más allá de las intenciones inmediatas de los decisores ucranianos, esos ataques ponen sobre la mesa una cuestión fundamental: un ataque a los vectores de lanzamiento de armas estratégicas puede activar una respuesta nuclear. Entonces, la pregunta básica es ¿cuán cerca estamos de un escenario de respuesta nuclear por parte de Rusia? El empleo de un misil balístico de alcance intermedio (IRBM) denominado Oreshnik con ojivas hipersónicas de explosivo convencional contra una fábrica de cohetes en Járkov el 21 de noviembre de 2024 puso de manifiesto que Rusia cuenta con capacidad para escalar sin emplear municiones nucleares. No obstante, la amenaza de su uso es latente, como enuncia su propia doctrina de empleo de armas nucleares, declaran sus máximos responsables políticos cada vez que tienen ocasión y teorizan sus principales especialistas en teoría del conflicto y guerra nuclear. Desde nuestro enfoque los dirigentes rusos saben que han recuperado la iniciativa estratégica que perdieron en el primer mes de la guerra (febrero-marzo de 2022) y no observan que la parte ucraniana con o sin apoyo de Occidente (descontados los Estados Unidos) esté en condiciones de fortalecer sus acciones, sino todo lo contrario, por lo que persiguen con ahínco su colapso militar y político. De este modo, estimamos que mantienen toda su vigencia las conclusiones que anotamos en el Panorama nuclear global (en concreto pp. 104-106), publicado el 28 de abril de 2025:
“El inicio de la guerra en Ucrania ha sometido al mundo a una sensación de vértigo que ha sido usada de forma despiadada por los dirigentes rusos cada vez que han percibido que Occidente se acercaba peligrosamente a su operación militar en Ucrania.
Los historiadores dedicarán bastante tiempo a estudiar y completar las informaciones sobre este periodo en un ámbito tan significativo y también tan exclusivo en cuanto al manejo de la información, pero baste recordar algunos momentos puntuales en los que el Kremlin esgrimió la amenaza nuclear: durante los días iniciales de la invasión (con Occidente en estado de sorpresa); en septiembre de 2022, cuando, mientras se replegaban de Járkov, completaban la anexión de los territorios del sur de Ucrania; más tarde, como argumento para bloquear la entrega a las fuerzas ucranianas de proyectiles contracarro con núcleo de uranio empobrecido; durante la primavera de 2023, como recordatorio de que Crimea era una línea roja durante los preparativos de la fracasada ofensiva ucraniana contra Zaporiyia, y, más recientemente, cuando, tanto antes como después del verano de 2024, varias potencias europeas y Estados Unidos jugaron con la baza de conceder a Ucrania autorización para emplear misiles de largo alcance de origen occidental contra instalaciones críticas en profundidad en el territorio ruso.
En todos esos momentos, la retórica nuclear marcada por el Kremlin y enunciada por sus funcionarios cualificados (Medvedev, Peskov, Riabkov, Nebenzia, Zajárova) ha respondido a las necesidades de cada momento. Pero, además, esa retórica tan amenazante ha sido apoyada desde el mundo académico ruso, donde se ha acuñado la doctrina Karaganov que, básicamente, pide la restauración de la disuasión por el miedo, es decir, mediante el empleo ejemplificador de armas nucleares contra un país de la OTAN que no las tenga tras la culminación de una escalada en la que no habría funcionado la disuasión. Este es el lenguaje que emplean las grandes potencias.
La actualización de la doctrina nuclear rusa el 19 de noviembre de 2024 surgida al calor de la guerra en Ucrania no supone cambios significativos respecto al documento anterior, de junio de 2020; amplía los supuestos de empleo, pero no rebaja el umbral de uso. Su actualización se asocia a la necesidad de generar disuasión ante el anuncio de las potencias occidentales de levantar las restricciones que aplicaban a Ucrania en el empleo de misiles de largo alcance contra territorio ruso.
Sin embargo, el peligro de una guerra nuclear ha pasado porque en el Kremlin estiman que han recuperado la iniciativa estratégica en la guerra y no observan que la otra parte esté en condiciones de fortalecer sus acciones, sino todo lo contrario. Mientras la amenaza nuclear bloquea el poder de decisión de Occidente, consideran que su ventaja militar convencional sobre el terreno es el mayor activo para preparar una negociación favorable a sus intereses en Ucrania.
Pero, si no se impone la racionalidad, la guerra solo puede llevar más daño y destrucción y continuará la amenaza latente de que una gran potencia con armas nucleares no aceptará una derrota cuando están en juego sus intereses vitales. En el caso de Rusia es así porque se juega su propio territorio (históricamente consideran que es así)."
PRESENTACIÓN DEL CUADERNO DE ESTRATEGIA «PANORAMA NUCLEAR GLOBAL» EN EL CESEDEN
- Vicente Garrido Rebolledo: “Introducción”.
- Carlos Frías Sánchez: “El futuro de la disuasión nuclear: análisis de las estrategias de las grandes potencias nucleares”.
- Luis V. Pérez Gil: “Poderío nuclear de Rusia: nuevos planteamientos sobre capacidades y doctrinas de empleo”.
- Manuel Herrera Almela: “Panorama nuclear en el Indopacífico: una región en constante ebullición”.
- María Emilia Peña Ruiz: “El antagonismo entre Irán e Israel en un contexto nuclear”.
- Carlos Aragón Gil de la Serna y Raquel Sanz Pascasio: “Perspectivas de futuro del régimen de no proliferación.”
Para asistir de forma presencial, aquí.
También se puede seguir en línea en el canal de Youtube, en horario de 18.00 a 19.30 hora de Europa central.
El cuaderno de estrategia se puede descargar completo aquí.
APLICACIÓN DEL PRINCIPIO DE CONTENCIÓN EN UN CONFLICTO ARMADO ENTRE POTENCIAS NUCLEARES. EL CHOQUE DE INDIA Y PAKISTÁN EN MAYO DE 2025
Del 7 al 10 de mayo de 2025 se produjo el enésimo enfrentamiento militar entre India Y Pakistán, dos potencias nucleares no reconocidas legalmente a la luz del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) de marzo de 1968, pero que por diferentes motivos, es decir, los intereses de las grandes potencias, no han sido repudiadas o apartadas de la sociedad internacional, como Corea del Norte o el caso de Irán y su incipiente programa nuclear militar. Veamos los hechos y extraigamos algunas conclusiones de interés. El 7 de mayo de 2025 la Fuerza Aérea india llevó a cabo ataques contra bases terroristas en territorio paquistaní bajo la denominación de operación Sindoor, como la publicitaron las autoridades indias, que tenía como objetivo ejecutar una acción de castigo como respuesta al atentado que mató a veintiséis ciudadanos indios el 22 de abril de 2025 en la región de Cachemira. Este territorio fronterizo se encuentra en disputa entre ambos países desde su independencia del Reino Unido en 1947, que tuvo a bien (a mal para los países independizados) dividir el antiguo imperio de la India en tres Estados distintos, hoy cuatro como consecuencia de sucesivas guerras que se han producido posteriormente. Como sabemos ahora, las Fuerzas Armadas paquistaníes esperaban una reacción militar india y estaban preparadas (operación Bunyan al-Marsoos) respondiendo con un ataque con una cincuentena de vehículos aéreos no tripulados contra territorio indio, al estilo de que lo ocurre a diario en la guerra en Ucrania. Que fuera exitoso o no es indiferente, puesto que el objetivo del gobierno paquistaní era demostrar firmeza frente a una agresión india contra su territorio. India ha tenido varias ocasiones de castigar el apoyo paquistaní a organizaciones y grupos terroristas que campan en territorio fronterizo, los enfrentamientos en la línea de contacto en Cachemira son frecuentes y ocasionan bajas, pero ninguna de las dos partes ha tomado hasta ahora la resolución para resolver de forma definitiva el conflicto por la fuerza. Pareció que este no era el caso. Después de ese intercambio inicial (que se saldó con el derribo de varios aviones indios), la Aviación india ejecutó dos operaciones militares sucesivas. Primero, un ataque selectivo contra instalaciones de la defensa antiaérea paquistaní, esencialmente radares de largo alcance, que arrojan un resultado mixto a la luz de las imágenes satelitales que se han podido examinar. Después, una serie de ataques selectivos contra bases aéreas paquistaníes diseminadas por todo el país, que fue más contundente, no por el daño causado, que es relativamente escaso, sino por su precisión empleando misiles de crucero SCALP de origen francés y Brahmos ruso-indios (estos más pesados y con más carga de combate). Este segundo ataque tenía como objetivo enviar un mensaje político-estratégico a las autoridades paquistaníes en el sentido de que las Fuerzas Armadas indias están preparadas para atacar y destruir cualquier base militar en cualquier lugar de Pakistán, lo que incluye sus depósitos, instalaciones y puestos de mando nuclear. Es preciso destacar, que aunque el bombardeo inicial del 7 de mayo se llevó a cabo exclusivamente en la zona fronteriza de Cachemira donde operan las bandas terroristas, los ataques selectivos del 8 a 10 de mayo tuvieron como objetivo instalaciones de defensa aérea y bases aéreas ubicadas en a lo largo de toda la parte oriental del país, así como cerca de Islamabad, capital de Pakistán, donde está la sede del Mando de las Fuerzas Estratégicas paquistaníes. En este estado de cosas el día 10 de mayo de 2025 ambas partes anunciaron que habían alcanzado un acuerdo de cese el fuego completo después de una mediación del gobierno americano. Este es un factor que descartaban a priori los especialistas en la región -léase a Jaffery o Mecklin- debido a un supuesto desentendimiento americano por intereses prioritarios en otras áreas, desconociendo su papel de potencia hegemónica global (sería una suerte de “vender la piel del oso antes de matarlo”, según el refranero español), pero ese es un tema que trataremos en otra oportunidad. Lo que corresponde valorar en este momento es: ¿la mediación estadounidense respondió a un interés legítimo de ambas partes de evitar un choque nuclear, que podría derivar no tanto de una decisión explícita, sino más probablemente de un error de cálculo o de un accidente? Es preciso tener en cuenta que después de la guerra de 1971 India y Pakistán aceleraron sus respectivos programas nucleares militares, que incluyeron la ejecución de pruebas nucleares y la producción de misiles balísticos como vectores primarios de lanzamiento de esas armas, de modo que en la actualidad cuentan con 164 y 170 ojivas nucleares aproximadamente -se pueden consultar los datos en el Nuclear Notebook del Boletín de los Científicos Atómicos, como parte del proyecto que elabora Hans Kristensen y su equipo-. Sin embargo, a pesar de la aparente paridad nuclear entre los dos países, su tamaño económico, demográfico o militar es incomparable, cayendo favorablemente del lado de la India. De hecho, si se asienta definitivamente un sistema multipolar mundial, India sería la cuarta potencia del mismo, como han puesto de manifiesto varios académicos reconocidos, el más destacado George Friedman. Su condición de potencia mundial solo necesita de reconocimiento jurídico-internacional, es decir, la obtención de un puesto permanente con derecho de veto en el directorio mundial, como el que gozan los Estados Unidos, la China comunista y Rusia. En consecuencia, esta disparidad de poder explica las diferentes estrategias y enfoques sobre su respectivo poderío nuclear: mucho más amplio en el caso de la India, incluida una incipiente fuerza de contragolpe (second strike) con sus submarinos nucleares estratégicos (SSBN); o enfocado exclusivamente a disuadir un ataque convencional masivo por parte de aquella en el caso de Pakistán. En consecuencia, debido a su enorme desbalance militar convencional la doctrina paquistaní contempla un empleo temprano en un conflicto y un uso táctico de la mayor parte de sus armas nucleares -en este punto se recomienda el reciente documento de análisis IEEE de Guillem Colom sobre el tema-. Como conclusiones fundamentales, se observa que la India preparó un conflicto de escala para dañar el poderío militar paquistaní (operación Sindoor), las fuerzas armadas paquistaníes estaban preparadas de antemano para ese ataque y respondieron con contundencia (operación Bunyan al-Marsoos), pero sin que sus medios de combate (Aviación o misiles de largo alcance) traspasaran la frontera común, lo que indica contención ante las acciones militares indias; por su parte, la Aviación india lanzó una serie de bombardeos de precisión contra el sistema de defensa antiaéreo y bases aéreas paquistaníes en la parte oriental del país como parte de una mensaje estratégico que buscaba bloquear una segunda respuesta paquistaní, pero sin escalar el conflicto más allá. Las cuestiones que se plantean son las siguientes: ¿Por qué India desaprovechó la oportunidad de aplicar el máximo poder militar a Pakistán y acabar de una vez con el problema de Cachemira, las bandas terroristas y el apoyo que reciben del gobierno paquistaní? ¿Se ha comportado como una potencia racional evitando un conflicto a gran escala que podría desembocar en el empleo de armamento nuclear? La situación internacional actual plantea oportunidades para el uso del poder militar para la resolución de conflictos de larga data sin temor a un excesivo rechazo internacional (por ejemplo, la liquidación del problema de Nagorno-Karabaj por Azerbaiyán en septiembre de 2022; la guerra israelí contra Gaza desde octubre de 2023, el cambio violento de gobierno en Siria en diciembre de 2024 o los recientes choques en Libia) porque las grandes potencias están concentradas en tratar de mantener su propio poder en disputas directas entre ellas. Podemos extraer dos reglas fundamentales: la primera es que las armas nucleares mantienen toda su vigencia porque disuaden a sus poseedores de hacer la guerra entre ellos. La segunda es que asistimos a una nueva vigencia del uso de la fuerza para la resolución de las controversias internacionales, porque así lo quieren y lo aceptan las grandes potencias. Toda una lección para navegantes, como también reza un conocido dicho español.
«NEGOCIACIONES RUSO-ESTADOUNIDENSES EN LA GUERRA EN UCRANIA»
Este es el título
del documento de análisis más reciente que he publicado en el Instituto Español
de Estudios Estratégicos (IEEE)
dedicado a examinar las negociaciones que han llevado a cabo a todos los niveles
funcionarios rusos y estadounidenses en el contexto de la guerra en Ucrania.
Aunque se pueda pensar que estas negociaciones son relativamente recientes en
el tiempo, en realidad se han mantenido a lo largo de la guerra, las sanciones y
los intentos de aislamiento que ha tratado de imponer Occidente a la Rusia putiniana
como consecuencia de su agresión a Ucrania. Como demostramos en este documento
las relaciones entre grandes potencias se basan no solo en sus respectivos intereses
(que los tienen), sino también y más importante si cabe, en el mantenimiento del
funcionamiento del régimen de seguridad global, porque es lo que garantiza la
paz y la estabilidad. Por consiguiente, apuntamos que después de tres años de
guerra, Rusia no ha podido ser detenida en su agresión contra Ucrania. A pesar
del apoyo militar y financiero de un número significativo de países occidentales,
las fuerzas rusas han continuado ganando terreno en el sur de Ucrania durante
el último año y medio, tratando de hacerse con todos los territorios que se
anexionaron el 30 de septiembre de 2022. Pero, las demandas rusas van más allá,
persiguiendo objetivos estratégicos que tratan de resolver el dilema de
seguridad de las élites rusas acentuado por la ampliación de la OTAN hasta las
mismas fronteras rusas. La segunda llegada al poder del presidente
estadounidense, Donald Trump abre nuevas expectativas en los dirigentes rusos
para alcanzar esos objetivos. En un sistema internacional complejo e inestable,
los Estados Unidos y Rusia ven oportunidades para llegar a acuerdos destinados
a mantener, el statu quo mundial mediante la creación de zonas de
influencia. El artículo se estructura en una introducción general donde hablamos
del teorías y autores sobre el poder, la influencia y la hegemonía y fundamentamos
nuestro análisis en el paradigma realista. A continuación desarrollamos el tema
principal en cuatro epígrafes: las negociaciones previas a la invasión rusa,
los contactos diplomáticos durante la guerra en Ucrania, la situación en el
frente ruso-ucraniano y las elecciones presidenciales estadounidenses y el
inicio de las negociaciones para resolver el conflicto de Ucrania, etapa en la
que nos encontramos en este momento, con la convocatoria de la novena ronda de negociaciones
en Estambul el 15 de mayo de 2025. Por tanto, al tratarse de un tema abierto,
hemos planteado unas consideraciones generales finales, que tendrán que ser actualizadas
cuando se alcance un acuerdo de paz o finalice el conflicto, aunque pensamos
que ese escenario todavía está lejos. Sin embargo, nos jugamos no solo la paz
en Ucrania, sino también el futuro de Europa (como hemos venido apuntado en
diversos trabajos) y muy probablemente estemos a las puertas de cambios
significativos en la estructura mundial.
Referencia bibliográfica completa: Pérez Gil, L.: «Negociaciones ruso-estadounidenses en la guerra en Ucrania», Documento de Análisis IEEE núm. 35/2025, 14 de mayo de 2025, en https://www.defensa.gob.es/documents/2073105/2564257/negociaciones_ruso-estadounidenses_en_la_guerra_en_ucrania_2025_dieeea35.pdf
¡250.000 visitas!