El primer ministro
paquistaní, Imran Khan, recordaba el 28 de febrero de 2019 que “con las armas
que tenemos ambos no podemos permitirnos un error de cálculo”. Esto es así
porque, tanto la India como Pakistán son potencias nucleares, aunque no estén
reconocidas como tales por el Tratado de No Proliferación Nuclear de 1968. Por
ese motivo, después de una nueva escalada en el conflicto que mantienen de
forma permanente desde la independencia en 1947 pedía: “Sentémonos juntos y
arreglemos esto dialogando”. Posiblemente estas buenas y renovadas intenciones
del primer ministro Khan venían después de los llamamientos realizados desde
Washington, Moscú, incluida la visita de Sergey Lavrov a Nueva Delhi (27-28 de
febrero de 2019), Pekín, Turquía y las diferentes monarquías del Golfo, la más
cercana de todas ellas al régimen militar de paquistaní, Arabia Saudí, de
reconducir el enfrentamiento con la India por vías pacíficas. Los choques
militares mutuos de los días 26 y 27 de febrero de 2019, incluido el derribo de
aviones de combate, han puesto de manifiesto que la India ya ha llegado al
hartazgo por el apoyo descarado que presta Islamabad a los grupos terroristas
musulmanes en la región fronteriza de Cachemira, que no cesan de atentar contra
los ciudadanos e intereses indios dentro y fuera de la India y, más importante
aún, que los dirigentes paquistaníes carecen de cualquier apoyo internacional
en caso de un conflicto bélico con la India. Por su parte, es evidente que
Nueva Delhi ha ido acrecentando su influencia internacional con una política
exterior basada en asociaciones estratégicas bilaterales con las principales
potencias y que actualmente se extiende a los Estados Unidos, Rusia -que su
tradicional proveedor de armamento-, la Unión Europa, Japón y Australia. De
este modo, mientras Pakistán se ve acorralado y abandonado incluso por China en
el conflicto, ya que no se juega nada en un enfrentamiento entre las dos
potencias nucleares del subcontinente indio, India se permite realizar una
ejemplificadora operación de castigo al interior del territorio pakistaní con profusión
de medios y recursos aéreos al más puro estilo de las incursiones aéreas
israelíes contra sus vecinos de Oriente Medio -de hecho, las armas guiadas
lanzadas el día 26 de febrero son de fabricación israelí- como respuesta al
gravísimo atentado terrorista del 14 de febrero de 2019 en el que murieron
cuarenta y dos miembros de la policía en la parte india de Cachemira. Y lo hace
sin ningún temor a represalias internacionales. Hasta se puede decir que Nueva
Delhi es de los pocos países inmunes a las sanciones internacionales, como lo
está demostrando recientemente ante el régimen de sanciones americanas a Irán
tras el abandono por parte de los Estados Unidos del del JCPOA de julio de 2015,
y ello gracias a las alianzas estratégicas globales que unen sus intereses con
los de “la más grande democracia del mundo”. Según los datos más recientes y
fiables aportados
por Hans Kristensen y Matt Korda (2018) la India posee unas 130-140
cargas nucleares lanzables desde aviones de combate, misiles de corto y medio
alcance y desde 2018 desde el primer submarino nuclear portamisiles clase
Arihant, un auténtico hito en el desarrollo del programa nuclear nacional, y
dispone del plutonio militar suficiente para fabricar otras 60-70 cargas
nucleares. No está claro que las autoridades indias se adhieran a la política
de no primer uso, lo que genera mayores incertidumbres en caso de escalada en un
conflicto militar, pero lo que parece claro como indican los autores anteriores
es que la modernización nuclear india está poniendo un énfasis creciente en la
relación estratégica con China -reiterando nuestra tesis de la preparación de
la próxima gran guerra-. Por su parte, Pakistán tiene unas 100-120 cargas nucleares y continúa destinando un presupuesto enorme a la División de Planes Estratégicos de las Fuerzas Armadas -organización responsable del programa nuclear militar- lo que ha permitido la apertura de una cuarta plante de producción de plutonio en enero de 2015 en Khursab. Este arsenal es objeto de permanente preocupación por parte de las grandes
potencias -interesadas en el mantenimiento del régimen de estabilidad
estratégica y uno de cuyos fundamentos es la no proliferación nuclear- porque Pakistán
ha sido el gran facilitador de la proliferación prestando asistencia a los
programas nucleares de Corea del Norte, Libia, Irán, Siria, y muy posiblemente en
tiempos muy recientes y con resultados alarmantes a Arabia Saudí. Sin embargo, En un informe de ese año el
analista Daniel DePetris enfatizaba que “el gobierno de los Estados
Unidos no solamente vigila el programa nuclear paquistaní. Se prepara para una
catástrofe y trata de convencer a Islamabad de que deje de invertir en la
expansión de su programa”, en referencia a la eventual pérdida de control del
arsenal nuclear por parte de las autoridades paquistaníes, que están sentadas sobre
una auténtica bomba de relojería de organizaciones terroristas creadas y
financiadas por el propio régimen para ganar influencia o crear inestabilidad
entre sus vecinos: Afganistán, India e Irán. Pero, de nuevo, para las
autoridades paquistaníes las armas nucleares son la última garantía de
seguridad que tiene en caso de un enfrentamiento militar con la India -Islamabad
acepta expresamente el primer uso de armas nucleares- y, de hecho, se han
convertido en el medio de salvación política del régimen militar que impera en
el país, porque esgrimiendo la posesión de la bomba atómica consigue que
Estados como Arabia Saudí les sigan financiando. Por tanto, a escala regional las
armas nucleares demuestran que son un limitador incuestionable en la escalada
del conflicto y garantizan la paz entre actores estatales, porque el enfrentamiento
siempre acarreará en última instancia daños de proporciones catastróficas.
Estimado Luis, interesante lo que está ocurriendo nuevamente en la zona de Cashemira, sólo me pregunto si constituirá "un final para una muerte anunciada". Espero que no escale el conflicto, ya que crisis como la señalada finalmente se propagan como reguero de pólvora, sin conocer dónde y cuándo explotan en su real magnitud. Habrá que estar atentos a su evolución. Saludos
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