El 15 de enero de 2018
los regimientos de cohetes estratégicos de la 54º División de Cohetes de la Guardia de Teykovo iniciaron el despliegue de unidades móviles de cohetes
estratégicos Topol-M y Yars desde Ivanono hacia las regiones de Irkutsk
para realizar misiones de patrullaje en la programación anual de ejercicios de
combate de las Fuerzas de Cohetes Estratégicos (RVSN). Durante los ejercicios
los militares practican la superación de obstáculos en el terreno, el
enmascaramiento y el cambio de posiciones de disparo, la interacción con otras
unidades y el lanzamiento simulado de cohetes. Se trata de probar la
disponibilidad para el combate que, según confirmó en diciembre pasado el propio comandante de
las RVSN, general Karakayev, es del noventa y seis por ciento del conjunto de
la Fuerza "que permanecen en alerta constante para un lanzamiento inmediato" (entrevista en Krasnaya Zvezda, 14 de diciembre de 2017). El mismo día saltaron las alarmas en los medios de detección y
seguimiento occidentales cuando dos bombarderos portadores de misiles de crucero Tu-160 de la Aviación de Largo
Alcance realizaron un vuelo a larga distancia con una duración de más de trece
horas. Los bombarderos despegaron de la base aérea avanzada de Olenya, en la
península de Kola, emprendieron el vuelo en dirección norte hacia aguas
internacionales para girar en el Cabo Norte hacia el sur bordeando la costa
noruega para alcanzar el mar del Norte; a mitad del vuelo, realizaron un giro de
ciento ochenta grados hacia el noroeste a la altura de Gran Bretaña retomando
la misma ruta para regresar al espacio aéreo ruso. En el vuelo estuvieron
apoyados por aviones cisterna Il-78 que les suministraron combustible y fueron
escoltados por aviones interceptores Mig-31 de la Defensa Aérea de la Flota del
Norte en diferentes momentos. Desde su inicio el vuelo se siguió desde el control de control de la OTAN en Uedem (Alemania), que es el encargado
de controlar la zona norte de la Alianza Atlántica en Europa. De este modo, cuando los
bombarderos rusos se acercaron a la costa holandesa, salieron a su encuentro
sendos cazas F-16AM belgas –que tienen por rotación la responsabilidad de
la protección del espacio aéreo conjunto del Benelux- para hacer acto de
presencia, identificarlos y escoltarlos durante la parte del vuelo asignada por
el centro de control aliado. Posteriormente, fueron relevados en la misión por
dos Eurofighter Typhoon de la RAF de la base de Lossiemouth; en apoyo de los
cazas británicos despegó desde la base aérea de Brize-Norton un avión de
repostaje en vuelo A-330 MRTT Voyager. Curiosamente, en el operativo aliado no
participaron los cazas noruegos basados en Bodo y Orland, lo que se debió a las
condiciones meteorológicas imperantes en la zona según informaron fuentes
noruegas, aunque los bombarderos rusos fueron seguidos por los
radares de la defensa aérea nacional. Es previsible que en estos
ejercicios hayan estado implicadas las Fuerzas Submarinas Estratégicas
con alguno de sus submarinos nucleares portamisiles asignados a la Flota del
Norte. En los medios de comunicación occidentales, azuzados por los propios
portavoces militares, se habló directamente de "interceptación" para referirse
a este tipo de acciones –que según la definición del Diccionario de la Real
Academia Española es la acción de “apoderarse de algo antes de que llegue a su
destino. Detener algo en su camino. Interrumpir, obstruir una vía de
comunicación”-, cosa que evidentemente no se dio, ni se puede dar; es más en dichas informaciones se hablaba directamente de "amenaza rusa". Sin embargo, el Ministerio de
Defensa de Rusia responde de forma unánime en estos casos: "todos los
vuelos de los aviones rusos se llevan a cabo en estricta conformidad con las
reglas internacionales para el uso del espacio aéreo sin violar las fronteras
de otros Estados" (declaración en la web oficial del Ministerio de Defensa). Como expresó el analista Viktor Baranets, coronel retirado de las
Fuerzas Armadas rusas: "en los estados mayores de la OTAN miran de
forma poco normal estas situaciones. Los vuelos operados por la aviación rusa
en concordancia con las normas internacionales se perciben como una amenaza
militar. Todo eso es necesario para desplegar una propaganda, para morder a
Rusia de alguna manera (...) Nosotros no amenazamos a nadie."
(declaraciones en Sputnik, 16 de
enero de 2018). Está claro que, después de un período de ausencia
absoluta Rusia ha recuperado la capacidad de actuar en los espacios alejados
del globo que son de su interés mostrando las capacidades de despliegue
estratégico, tal como hacen los Estados Unidos con los desplazamientos
frecuentes de sus bombarderos estratégicos a Europa y, más reciente, a la
península de Corea para mostrar al régimen de Pyongyang que no se va a permitir
que amenace impunemente a países aliados. Por ello, los desplazamientos de
sistemas estratégicos terrestres y los vuelos de los bombarderos portadores de
misiles hay que ponerlos en su contexto: un ejercicio de entrenamiento de las
Fuerzas Nucleares Estratégicas destinado a validar las capacidades de los
sistemas de disuasión nuclear en el marco de la programación anual del Mando
Militar ruso, como anunció el mismo general Karakayev (entrevista citada, Krasnaya Zvezda del 14 de diciembre de
2017). Pero lo que resulta preocupante es que cada vez son más frecuentes las acusaciones mutuas entre Moscú y Washington de injerencia en las esferas de influencia y de incumplimiento de los tratados de desarme en una suerte de nueva paz armada. Es precio tener en cuenta que las injerencias en las zonas estratégicas del adversario afectan al régimen de estabilidad mundial, podemos decir, una especie de derecho consuetudinario regimental, lo que es altamente peligroso porque las grandes potencias han de mantener intactas las líneas fundamentales del núcleo y no jugar a averiguar si los demás partícipes han interiorizado cuáles son esas líneas. Puede ocurrir que lo que una de las partes suponga que forma parte de los círculos exteriores, otra parte considere que está afectando al propio núcleo sistémico estratégico y se destruya el régimen, con las consecuencias que podemos imaginar. Las dos grandes potencias existentes desde 1945 sabían cuáles eran las líneas fundamentales, por eso el régimen de estabilidad estratégica ha durado tanto tiempo, es lo que realmente ha mantenido la paz a nivel
global durante más de setenta años. Pasó la guerra de Corea, la del Suez, la crisis cubana, Vietnam, y el régimen se mantuvo porque sabían cuál era su límite. Ahora ya no son dos, sino tres grandes potencias, las zonas de influencia cambiaron desde 1989, se globalizó la estrategia y, trabajosamente, se ha intentado reconstruir un régimen en el que los partícipes no parecen tener claros cuáles son sus líneas fundamentales, sus límites. No han hablado de eso, cosa que hicieron frecuentemente en el período diplomático del sistema mundial, hasta el punto de transformar un régimen implícito en mixto. Ese es el enorme fallo, que pueda desaparecer el entramado de tratados que mantenían la estructura del sistema, en cuyo caso el peligro de ruptura sería máximo.
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