Web dedicada a temas de Derecho Internacional, Relaciones Internacionales y Ciencia Política en forma de artículos y comentarios desde la comunidad de la Universidad de La Laguna (Tenerife, España). «Contemplando el centro de la Historia»
LA INDIA PARTICIPA EN LA CARRERA ESPACIAL
En artículos recientes hemos enfatizado la absoluta prioridad que
otorgan las grandes potencias a sus sistemas satelitales de comunicaciones,
vigilancia y reconocimiento, siguiendo la máxima de Friedman de que la próxima
guerra se librará en el espacio. En este sentido, además de expandir el número
y funciones de los satélites espaciales en servicio, refuerzan sus sistemas de
posicionamiento global autónomos –GPS, Glonass, Galileo o Beidou-, incrementan
las capacidades de sus armas antisatélite y prueban nuevos sistemas robóticos
espaciales destinados a capturar, anular o destruir los satélites de los
potenciales adversarios. Con ello lo que se busca es paralizar las infraestructuras
básicas y cortar los flujos de información dejando al adversario inerme, sin
posibilidad de defensa porque no puede “ver” lo que está sucediendo en el
“campo de batalla”. La destrucción física de las infraestructuras llegará de la
mano de las armas guiadas de precisión que requieren de la preservación de los
satélites propios. Es la culminación de las guerras tecnológicas, de las
guerras de tercera generación, siguiendo a Federico Aznar Fernández-Montesinos
en su ensayo sobre “Las generaciones de las guerras” (Documento de Análisis del IEEE 59/2015). Como
respuesta las potencias secundarias, también las emergentes, realizan inversiones
ingentes en sus propios programas espaciales, lo que ha dado lugar a que nos hallemos actualmente ante una segunda
carrera espacial. Estos programas espaciales dan un salto cualitativo cuando no
solo desarrollan los programas por necesidades propias, sino que prestan servicios para otros
operadores, sean gobiernos, agencias gubernamentales o clientes privados. A
esta carrera se ha sumado la India de forma exitosa, con un programa espacial
en continua expansión –treinta y seis satélites propios ya lanzados al espacio-,
que parece la respuesta al incremento de las capacidades espaciales chinas, pero
que también presta servicios a clientes extranjeros –cincuenta y siete
satélites de todos los tipos ya puestos en órbita por la agencia espacial
india-. Pues, bien según informó la Agencia
india de Investigación Espacial, el pasado 25 de diciembre un cohete
lanzador PSLV-C29 llevó al espacio seis satélites de
Singapur: un satélite principal de reconocimiento científico de 400 kilos de
peso, dos microsatélites de 123 y 78 kilos, y tres nanosatélites que efectuaran
experimentos científicos, estudios del clima y análisis de la superficie
terrestre. El lanzamiento se produjo desde el centro espacial de Satish Dhawan
situado en Shriharikota, en la costa suroriental de la India. Del desarrollo de
los programas espaciales de las grandes potencias y de las emergentes puede
deducirse el principio general de que si alguna potencia consigue poner armas
en el espacio, también habrá armas de respuesta. Esto es así porque la
disuasión y el control de armamentos están estrechamente vinculados a la
cambiante tecnología armamentista.
¿EL PROGRAMA DE SSBN DE CHINA SIGNIFICA EL FIN DE LA POLÍTICA DE NO PRIMER USO?
Este es el sugerente título del artículo publicado
por Richard Woolgar-James en el mes de noviembre de 2015 en el sitio web del Bulletin of the Atomic Scientists donde se
exponen brevemente las principales características del arsenal nuclear de
China, la doctrina nuclear vigente y la política de no primer uso de armas
nucleares actualmente en vigor basada en una estrategia de seguridad nacional
estrictamente defensiva –la política nuclear china se denomina “Estrategia
nuclear de autodefensa” basada en la posesión de un arsenal “suficiente y
efectivo” y solo contempla su uso en caso de eventual ataque nuclear-. Sin
embargo, a Woolgar-James le preocupa especialmente el programa de submarinos nucleares portamisiles (SSBN)
Tipo 094, ya que una vez que entren en servicio dotarán a China de la capacidad
de realizar patrullas oceánicas permanentes de disuasión nuclear como ocurre
con las otras grandes potencias nucleares occidentales. Para ello los SSBN irán
armados con una docena de misiles balísticos (SLBM) y con los objetivos de
ataque pre-programados, lo que supone una alteración sustancial de la doctrina
nuclear actual, aunque entendemos que este cambio no afecta al proceso de
adopción de decisión en el uso de las armas nucleares: solo el
presidente de la Comisión Militar Central, no el presidente de China, tiene la
autoridad para ordenar el lanzamiento de las armas nucleares después de que la
decisión sea adoptada conjuntamente por el Comité Permanente del Politburó y la
Comisión Militar Central. Con este planteamiento, Woolgar-James analiza la
política de no primer uso de armas nucleares ya que la flota de SSBN dotará al
país por primera vez de la capacidad de responder a un ataque nuclear o de
contragolpe creíble –la fuerza de ICBM actual en silos es extremadamente
vulnerable a un primer ataque nuclear efectuado por los Estados Unidos o Rusia-
como también, y más importante, de la capacidad de realizar un primer ataque nuclear
–lo que supondría una violación flagrante de la política de no primer uso-.
Pero, desde una visión defensiva de la posesión del arma nuclear lo que ocurre
con China es la consecuencia natural de su crecimiento como potencia y de la ampliación
de su esfera de influencia en el Pacífico; como dice el propio autor: “Los
submarinos portamisiles son la realización de un sueño de China de disponer de
una fuerza nuclear que proteja al país de una guerra nuclear pero también de la
coerción convencional”. Y no solo se tienen en cuenta las nuevas armas tecnológicas
como los misiles de crucero supersónicos y los sistemas de ataque global como
el Prompt Global Strike, sino la amenaza de una guerra convencional con los
Estados Unidos o contra una coalición de Estados liderados por aquél. En este
sentido, aunque a veces se habla también del incremento de la capacidad de
disuasión china frente a la India, la modernización y expansión de las fuerzas militares
convencionales y nucleares chinas están orientadas a prevenir una guerra contra
los Estados Unidos o el Bloque Occidental, una guerra que entendemos
convencional, pero con el peligro latente de escalada a la guerra nuclear. Este
peligro fue analizado por Washington desde los mismos inicios del programa
nuclear militar chino en los años cincuenta y al menos en dos ocasiones hubo conversaciones
con los dirigentes soviéticos para llevar a cabo un ataque preventivo que
destruyera las capacidades nucleares chinas. Esto hoy es impensable por la amplitud
del arsenal nuclear chino, así que los Estados Unidos y las otras potencias tendrán
que aceptar que pronto los SSBN de la Marina del Ejército Popular estén patrullando
bajo el mar en el océano Pacífico -lo que no obsta para que la fuerza submarina
americana esté en disposición permanente de destruir dicha capacidad en caso de
conflicto militar abierto-. Por tanto, como decimos en un artículo propio
reciente: “con el escenario geopolítico actual, las autoridades chinas
optarán por la prudencia en sus aspiraciones estratégicas: mantendrán su
política de no primer uso de armas nucleares, la doctrina de no uso de armas
nucleares contra Estados no nucleares y se decantarán por el segundo escenario
de fuerza descrito, con un estatuto similar al de las potencias nucleares
secundarias del Consejo de Seguridad dotadas de una fuerza de disuasión nuclear
de contragolpe: Francia y Gran Bretaña. De este modo, alcanzarán el objetivo estratégico
nacional propuesto pero no disputarán la supremacía global de los Estados
Unidos y Rusia.” (en Pérez Gil, L.: “Los SSBN de la Marina del
Ejército Popular de China", Revista
General de Marina (Madrid), t. 267, diciembre de 2014, pp. 929-944, p. 944;
disponible aquí).
Referencia completa: Woolgar-James,
R.: “China´s nuclear submarines: the end of “No First Use”, The Bulletin of the Atomic Scientists,
19 de noviembre de 2015, disponible en el sitio web de la Federación de Cientificos Atómicos.