GLOBAL THUNDER, EJERCICIO DE GUERRA NUCLEAR A LA AMERICANA

El Mando Estratégico de los Estados Unidos (STRATCOM por sus siglas en inglés) activó el lunes 29 de octubre de 2018 el ejercicio anual de las fuerzas nucleares estratégicas denominado Global Thunder que tiene "un enfoque específico en la preparación nuclear" y que viene a ser una respuesta al ejercicio de guerra nuclear global llevado a cabo por las Fuerzas Nucleares Estratégicas de Rusia el día 11 de octubre, del que nos ocupamos en la entrada EJERCICIO DE GUERRA NUCLEAR GLOBAL 2018. El STRATCOM a través de sus fuerzas componentes tiene responsabilidades globales asignadas en el Plan de Mando Unificado que incluyen la disuasión estratégica, el ataque nuclear, las operaciones espaciales, las operaciones conjuntas en el espacio electromagnético, el ataque global y la detección y defensa antimisiles. En consecuencia, el ejercicio está destinado a evaluar las capacidades de la Fuerza de Ataque Nuclear para "disuadir, detectar y, si es necesario, derrotar ataques estratégicos" contra los Estados Unidos o sus aliados. Como indica el jefe del Mando Estratégico, general John Hyten: "la triada nuclear es la columna vertebral de la disuasión estratégica. Ejercicios como estos integran nuestras capacidades únicas en toda la fuerza conjunta para disuadir y defender a la Nación. Nuestras fuerzas deben estar listas y preparadas para ejecutar órdenes globalmente, donde sea y cuando sea necesario". Y esta disuasión debe incluir a los Estados Unidos y a sus aliados; como dice el general Hyten: "la disuasión en el siglo XXI tiene que ser un enfoque global, y debe involucrar a nuestros socios y aliados. Es por eso que Global Thunder es un ejercicio multinacional que opera a escala global", visión que se recoge en el documento 21st Century Nuclear Deterrence and Missile Defense disponible aquí. Como continuación del desarrollo de estas capacidades, el 6 de noviembre de 2018 el Mando de Ataque Global de la Fuerza Aérea efectuó el lanzamiento de un misil intercontinental Minuteman III equipado con una ojiva desarmada desde la base de Vandenberg en California y que alcanzó con éxito el objetivo programado en un área no especificada del océano Pacífico. La Fuerza Aérea informó que la finalidad de la prueba era comprobar la fiabilidad y precisión del sistema del que el Mando de Ataque Global tiene cuatrocientos cincuenta misiles en servicio, pero no aportó más información sobre el alcance de la misma. Se trata del cuarto lanzamiento de este tipo realizado por la Fuerza Aérea en lo que va de año, con dos pruebas exitosas llevadas a cabo el 26 de abril y el 14 de mayo y una fracasada el 31 de julio, cuando un misil lanzado desde un silo de la base de Vandenberg tuvo que ser destruido en vuelo debido a una anomalía de vuelo no especificada. Como ya escribimos en la entrada EMPEZAR A GANAR GUERRAS de febrero de 2017 la Administración Trump ha continuado adelante con los programas de modernización de la Fuerza de Disuasión Estratégica iniciados en el período de la presidencia Obama, entre ellos el nuevo misil conjunto de la Fuerza Aérea y la Marina, que sustituirá a los Minuteman III y a los Trident D5 actualmente en servicio. El objetivo es continuar manteniendo la brecha tecnológica militar que les separa del resto de las potencias iguales del sistema internacional. 
"Thunder", Imagine Dragons (mayo de 2017): 

TQM

LA CONFERENCIA DE LAS CUATRO POTENCIAS SOBRE SIRIA

En el sistema internacional globalizado posterior a la etapa de la hegemonía imperfecta se suceden nuevas coaliciones de Estados que dejarían atónito al más afamado de los internacionalistas clásicos. Desde las coaliciones ad hoc lideradas por las potencias occidentales en las guerras de Afganistán, Irak o Libia, a las extrañas y llamativas combinaciones de potencias regionales en las guerras civiles de Siria o Yemen, hasta las más pacíficas conferencias de los BRICS, de la ASEAN o de los países ribereños del Caspio, todas ellas se suceden a un ritmo casi frenético, al que imponen los acontecimientos internacionales a golpe de titular de noticiero, de sitio web de noticias o, más aceleradamente aún, de los que crean trending topics en tal o cual red social. De este modo, los gobiernos se ven compelidos a reaccionar ante cualquier evento, a tomar una “posición decisiva” ante cada acontecimiento y, por supuesto, a reunirse en cumbres o conferencias internacionales que son de dudosa o nula eficacia, incluso cuando participan alguna o algunas de las grandes potencias. Porque, no nos engañemos, ¿cuáles son las conferencias que funcionan? Aquellas en las que participan y acuerdan las grandes potencias del sistema internacional, singularmente cuando se conciertan en el seno del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ya que, por mandato del artículo 25 de la Carta, el resto de los Estados están obligados a cumplir las resoluciones del Consejo en lo que atañe a la paz y a la seguridad internacionales, esto es, el Directorio mundial, a veces tan útil y otras parece que tan superfluo. Porque como las decisiones exigen la unanimidad de los miembros permanentes -o al menos el voto no negativo de cualquier de ellos, porque el resto, los miembros no permanentes, no cuentan- solo cabe el acuerdo en los asuntos de procedimiento, en los que no se juegan sus intereses nacionales, y, paradójicamente, en los de extrema gravedad, aquellos en los que las partes del sistema consideran que se puede poner el peligro el mantenimiento del régimen internacional. En los demás casos no aprueban nada cuando a alguno de los miembros permanentes no le interesa, y se dejará a conferencias y organizaciones internacionales la resolución de los mismos por mecanismos que van desde los buenos oficios y la diplomacia preventiva hasta el uso de la fuerza en violación de la Carta de las Naciones Unidas, como ocurrió con la guerra de Yugoslavia en 1999, la invasión de Irak en 2003 o la reintegración de Crimea en 2014. Un ejemplo reciente de conferencia internacional para tratar de resolver un conflicto es la que reunió a Rusia, Turquía, Alemania y Francia en Estambul el 29 de octubre de 2018. Visto que las Naciones Unidas no pueden decidir un asunto por el derecho de veto de quienes realmente mandan, se reúnen los implicados más otros países añadidos para hacer bulto y procuran llegar a conclusiones asumibles por el Consejo que, si es preciso, lo someterán a votación y posiblemente salga adelante. Lo normal es que algún miembro permanente se abstenga, como Gran Bretaña y los Estados Unidos en este caso, y eso no impide una votación afirmativa. Por eso, los dirigentes de aquellas potencias se reunieron para acordar los mecanismos de transición política en Siria después de la guerra -esto es, cuando las organizaciones terroristas y rebeldes hayan sido derrotadas o hayan abandonado el país por los buenos oficios de una o varias potencias extranjeras-, tarea que encomiendan a un comité constitucional en Ginebra que debe preparar el modelo de transición política en Siria, por supuesto sin excluir a nadie, es decir, al presidente Assad, como dejó muy claro de antemano Rusia y han terminado aceptando los líderes occidentales. El principio fundamental aceptado es el de mantener la unidad del país árabe, ya que singularmente Turquía no está dispuesta a admitir la existencia de ningún pseudoprotectorado kurdo tutelado por Occidente en Siria o en Irak y, de hecho, esta oposición absoluta fue el desencadenante de la intervención militar turca en el noroeste de Siria en enero de 2018 como reacción a la creación de la YPD por los Estados Unidos. La presencia turca se mantiene hasta ahora con los acuerdos con Rusia de 17 de septiembre de 2018, que incluyen un área desmilitarizada en Idlib que realmente a nadie interesa, pero que concede el tiempo necesario para que se puedan sacar del territorio sirio a los aliados de cada uno de los bandos que han participado en la guerra. Por eso el presidente Putin decía: “a pesar de que el nivel de violencia en Siria se ha reducido significativamente, la eliminación de todos los elementos radicales acumulados sigue siendo una tarea importante. No debemos permitir que los bandidos que han recibido experiencia en combate continúen las actividades criminales, creen células dormidas en nuestros países, recluten partidarios y prediquen la ideología extremista y el terror.” Por supuesto Rusia “se reserva el derecho de brindar apoyo efectivo a las acciones decisivas del gobierno sirio para eliminar este foco de amenaza terrorista.” Por su parte, Macron y Merkel consiguieron que se organice una segunda conferencia para resolver el problema de los refugiados sirios, que es lo que realmente les interesa. Más allá, como dijo el presidente Putin, es “el propio pueblo sirio [el que] debe determinar el destino de su propio país”, sabiendo perfectamente que el destino lo va a determinar Rusia. Así es la política internacional: el uso de palabras sabidas y recomendadas a las que estamos acostumbrados y que nunca quieren decir lo que dicen. Quizás por ello, el 29 de octubre de 2018 el gobierno ruso nombró como nuevo embajador en Siria a Alexander Efimov, actual embajador ante los Emiratos Árabes. Será un gran triunfo de Rusia en una posición clave en Oriente Medio y una reafirmación de autoridad. 

"ALGUNOS HOMBRES BUENOS"

Es el título de la película que se proyectó el 24 de octubre de 2018 en el Aula de Cine de la Universidad de La Laguna (ULL), dentro del ciclo dedicado al actor Jack Nicholson. La película fue presentada por Manuel García de Mesa, abogado, coordinador y cofundador del Aula de Cine Jurídico del Colegio de Abogados de Santa Cruz de Tenerife y miembro del Aula de Cine de la ULL. En el debate posterior a la proyección participaron la abogada Gladys García Acosta, el abogado Dr. Santiago Yanes Pérez, también coordinador y cofundador del Aula de Cine del Colegio de Abogados, el periodista Dr. Antonio Herrero y el Dr. Luis V. Pérez Gil. “Algunos hombres buenos” (1992) es una película de Rob Reiner (productor y director) basada en la novela homónima de Aaron Sorkin, que en su época ya fue un éxito comercial debido a la participación de los dos jóvenes actores Tom Cruise y Demi Moore, pero también de un extraordinario Jack Nicholson y al sólido guion obra del propio Aaron Sorkin -con un presupuesto de aproximadamente 40 millones de dólares recaudó 243 millones-. En la película destacan dos temas de interés desde el Derecho Internacional y las Relaciones Internacionales. El primero está relacionado con el estatuto legal de la base naval de Guantánamo (Cuba), donde transcurren los acontecimientos que dan lugar al juicio penal militar posterior que se desarrolla en Washington DF. Esta base aeronaval americana se estableció inmediatamente después de la guerra hispano-americana de 1898 y tiene su base legal en el Tratado de 23 de febrero de 1903 de arrendamiento perpetuo del territorio que ocupan las actuales instalaciones (117,6 km2) y según establece el tratado, la soberanía es cubana y “los Estados Unidos ejercen la jurisdicción y los señoríos completos”. El pago de la renta se estableció por un tratado posterior de 1934 que se mantiene hasta la actualidad a pesar del rechazo reiterado del gobierno cubano desde la revolución en 1961. Sin embargo, Guantánamo es hoy conocida mundialmente por establecerse en ella en 2002 un Centro de Detención para terroristas yihadistas capturados por los Estados Unidos en cualquier parte del mundo durante la Guerra Global contra el Terrorismo. A pesar de múltiples declaraciones políticas sobre su cierre, incluidas de los presidentes Bush y Obama, de reiteradas resoluciones judiciales de tribunales americanos condenatorias sobre su existencia y las prácticas que en dicho Centro de Detención se han desarrollado, la realidad es que sigue existiendo y funcionando al margen de las normas más básicas del Derecho Internacional sobre derechos humanos, el Derecho de los conflictos bélicos y el Derecho internacional Humanitario. La segunda cuestión que interesa es las dos visiones sobre las Fuerzas Armadas y la condición y el ejercicio de la profesión militar en las sociedades democráticas que se contraponen durante el desarrollo del proceso penal militar -es decir, durante toda la película-, debate teórico para el que nos remitimos a la clásica obra de Samuel Huntington El soldado y el Estado (1964). Porque el crimen que se juzga es el resultado de un denominado “código rojo”, que no es más que la aplicación de medidas disciplinarias militares más allá de toda regulación legal, concepto que se repite reiteradamente a lo largo de la película; pero la milicia no escapa, no puede hacerlo, al control democrático en las sociedades avanzadas, porque está al servicio mismo del Poder político y de los ciudadanos. 

40º ANIVERSARIO DE LA ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE PROFESORES DE DERECHO INTERNACIONAL Y RELACIONES INTERNACIONALES

El 19 de octubre de 2018 se celebró en la Escuela Diplomática en Madrid un encuentro de profesores de Derecho Internacional Público y Privado y Relaciones Internacionales organizado para conmemorar los cuarenta años de la Asociación Española de Profesores de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales (AEPDIRI) en la que nos agrupamos y a la que damos nombre la mayor parte de los que nos dedicamos a la docencia y la investigación en estas materias, y que nació, precisamente, en el año en el que se aprobó y entró en vigor la Constitución que rige nuestro país desde entonces. Periódicamente se organizan jornadas ordinarias de la Asociación, y también jornadas extraordinarias sobre temas que interesan a la dogmática y a la ciencia, pero en esta ocasión se trataba de hablar de la Asociación misma y también de los profesores, de los que antecedieron a los fundadores, desde principios del siglo XX sirviendo en las más altas instituciones internacionales, de los más afamados iusinternacionalistas españoles, unos presentes y otros ya ausentes y de los más jóvenes académicos e investigadores y, como no, del futuro de la Asociación. Como cabía esperar la jornada contó con la intervención de los maestros -no estaban todos, pero los que estaban sí eran los mejores- repartidos en varias mesas que se fueron sucediendo a un ritmo trepidante, lo que sirvió para poner de manifiesto la vitalidad y la pujanza de la AEPDIRI y la relevancia que tienen estas disciplinas en el desarrollo de la política exterior española, en el ámbito de las conferencias y las organizaciones internacionales y particularmente en la Unión Europea y las Naciones Unidas. La jornada fue presentada por la presidenta de la Asociación, la catedrática Dra. Caterina García Segura, y el Director de la Escuela Diplomática, embajador Fernando Fernández-Arias Minuesa, e inmediatamente se inició con una primera mesa dedicada a “Los cuarenta años de la AEPDIRI: crónica de una vida anunciada”, en la que la profesora Dra. Eulalia Petit de Gabriel (Secretaria) y el profesor Dr. Enrique Martínez Pérez (Tesorero) realizaron una semblanza de las reuniones preliminares, la fundación y la vida organizativa de la Asociación hasta la actualidad, y que incluyó la proyección de un documental homenaje a los iusinternacionalistas del pasado y del presente, cuya enumeración excede ampliamente el espacio que nos hemos propuesto al escribir esta entrada. La mesa II contó con la participación de los catedráticos Dres. Manuel Pérez González, Oriol Casanovas y la Rosa, Jorge Cardona Llorens y Luis Hinojosa Martínez que debatieron sobre “La naturaleza académica de la AEPDIRI”.
En la Mesa III, moderada por la catedrática Dra. Paz Andrés Sáenz de Santa María, concurrieron las catedráticas Dras. Concepción Escobar Hernández, Alegría Borrás Rodríguez y Araceli Mangas Martín y los catedráticos Dres. Pedro de Miguel Asensio y Mariano Aznar Gómez que hablaron de “La AEPDIRI: una prolija actividad científica en la difusión y formación del Derecho Internacional y las Relaciones Internacionales”.
La mesa IV, moderada por la catedrática Dra. Ana Salinas de Frías, estuvo dedicada a “La contribución de la AEPDIRI a la construcción del Derecho Internacional y de la UE” con la intervención de los catedráticos Dres. José Antonio Pastor Ridruejo, Carlos Jiménez Piernas, actualmente jefe de la Asesoría Jurídica Internacional del Ministerio de Asuntos Exteriores, Antonio Remiro Brotóns Y Gregorio Garzón Clariana y la catedrática Dra. Elisa Pérez Vera.

Por la tarde se desarrolló la mesa V dedicada a debatir sobre el “Pasado, presente y futuro de la AEPDIRI” con la participación de los catedráticos Dres. Javier Liñán Nogueras, José Manuel Sobrino Heredia y Carlos Esplugues Mota, y la presidenta de la Asociación, catedrática Dra. Caterina García Segura, a quien correspondió a continuación la clausura de la jornada, que se cerró con el compromiso de seguir adelante con los retos que presentan la docencia y la investigación de nuestras disciplinas en el marco actual de la docencia europea.
El programa completo de la Jornada se puede consultar en el siguiente enlace


 

PROMOVIENDO LA CULTURA DE DEFENSA

En esta entrada colgamos la presentación audiovisual preparada para el curso NOOC "La Defensa, un bien público", organizado por el Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y de Formación del Profesorado (INTEF) del Ministerio de Educación y Formación Profesional del Gobierno de España. Esta actividad formativa está destinada a adquirir y manejar los conceptos básicos relacionados con la seguridad y la defensa en la sociedad actual, los denominados intereses de seguridad y la manera de protegerlos, así como las amenazas y desafíos que pueden afectar a la seguridad nacional e internacional en un mundo globalizado. De forma adicional, se dan orientaciones para el uso de herramientas y recursos destinados a abordar la formación en los aspectos claves de la Defensa como bien y servicio público, todo ello destinado a potenciar la cultura de Defensa. 


EJERCICIO DE GUERRA NUCLEAR GLOBAL 2018

El 11 de octubre de 2018 el presidente Putin ordenó al Estado Mayor General la activación de las Fuerzas Nucleares Estratégicas para llevar a cabo el ejercicio práctico anual de guerra nuclear global que, como viene siendo habitual, tiene lugar durante el mes octubre -véase la entrada del blog EJERCICIO DE GUERRA NUCLEAR GLOBAL de octubre de 2017-. La entidad de los ejercicios a gran escala Vostok-2018, que se desarrollaron entre el 11 y el 17 de septiembre y en los que participaron 296.000 militares, más de mil aviones, helicópteros y vehículos aéreos no tripulados, treinta y seis mil vehículos de todo tipo, incluidas unidades de las Fuerzas Aerotransportadas (VDV), la Aviación de Transporte y la Aviación de Largo Alcance con sus bombarderos estratégicos, hizo pensar que finalizarían con el disparo de varios cohetes estratégicos desde diferentes plataformas de lanzamiento para implicar a las Fuerzas Estratégicas, pero al no realizarse durante dicho evento, era casi seguro que se produciría en un ejercicio independiente pero implicando a las tres ramas o componentes de la Fuerza de Disuasión Nuclear de Rusia: las Fuerzas de Cohetes Estratégicos (RVSN), las Fuerzas Submarinas Estratégicas de la Armada y los bombarderos estratégicos de la Aviación de Largo Alcance de las Fuerzas Aeroespaciales (VKS). Sin embargo, en esta ocasión no se han disparado ICBM, posiblemente porque se canceló o hubo algún incidente que impidió el lanzamiento tal como estaba previsto, puesto que se habían decretado restricciones al tráfico aéreo en zonas potenciales de lanzamiento del norte de la Rusia europea como ha destacado Pavel Podvig en su blog.  Por ello, las Fuerzas Submarinas Estratégicas y la Aviación de Largo Alcance fueron las encargadas de llevar a cabo la parte práctica del ejercicio. Dos submarinos nucleares portamisiles (SSBN) llevaron a cabo el lanzamiento simultáneo de sendos SLBM desde los dos extremos de país: un R-29RMU2 Sineva -o 2.1 Liner-, disparado por el SSBN K-114 Tula de la Flota del Norte desde el mar de Barents y otro SLBM sin identificar, pero probablemente un R-29R desde el SSBN K-44 Ryazan de la Flota del Pacífico, desde el mar de Okhostk; ambos cohetes balísticos se cruzaron en sus trayectorias balísticas sobre el Ártico y alcanzaron los objetivos programados en los polígonos de Kura (península de Kamchatka) y Chizha (península de Kanin) respectivamente, aunque no hay información oficial al respecto. Lo que sí recogió el comunicado oficial del Ministerio de Defensa fue que los lanzamientos de los SLBM fueron detectados y seguidos por el sistema de alerta espacial EKS y por los radares de alerta temprana terrestre. Por su parte, los bombarderos de la Aviación de Largo Alcance Tu-160, Tu-95MS y Tu-22M3 despegaron desde las bases aéreas de Engels (Saratov), Kubinka (Amur) y Shaykovka (Kaluga), armados los dos primeros con los novedosos misiles de crucero Kh-101 con capacidad nuclear que alcanzaron objetivos establecidos en los polígonos de Pemboy (república de Komi) y Teretka (Kazakstán).  
De este modo, el Mando militar ruso pone a prueba los sistemas de guerra nuclear con que cuenta el Presidente para responder a una agresión exterior que ponga en peligro la integridad de Rusia o la existencia misma del país o de sus aliados como aclara la Doctrina Militar vigente de diciembre de 2014 -en las entradas más recientes del blog de este mismo mes de octubre de 2018 he dejado las reflexiones sobre el camino al que estamos abocados en caso de que se iniciara un intercambio nuclear, que sería per se masivo entre grandes potencias-.

ESTADO DE LOS ARSENALES NUCLEARES DE LAS GRANDES POTENCIAS A 1 DE SEPTIEMBRE 2018

El Departamento de Estado americano ha publicado los datos de los arsenales nucleares estratégicos de las dos grandes potencias a 1 de septiembre de 2018 conforme a las cláusulas de información contenidas en el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (Nuevo START) firmado en Praga el 8 de abril de 2010. Conforme a los datos más recientes los Estados Unidos disponen de 1.398 ojivas nucleares, 800 vectores de lanzamiento entre misiles basados en tierra (ICBM), misiles lanzables desde submarinos (SLBM) y bombarderos estratégicos y 659 sistemas desplegados. Las cifras en el período anterior -5 de febrero de 2018- eran de 1.350 ojivas nucleares, 800 y 652 lanzadores totales y disponibles respectivamente. En términos porcentuales, supone que han incrementado el número de ojivas estratégicas un 3,5% y los sistemas de lanzamiento desplegados un 1,07%, y mantienen el máximo que autoriza el Tratado para todos los sistemas, desplegados y no desplegados, lo que no es casual y ha sido discutido por Rusia que considera que de esta manera se enmascaran sistemas operativos bajo la condición de sistemas "de entrenamiento", clasificación no prevista en el Tratado. Por su parte, Rusia dispone de 1.420 ojivas nucleares estratégicas, 775 sistemas de lanzamiento, de los cuales 517 se hallan desplegados en la actualidad. En el período anterior eran 1.444, 779 y 527 respectivamente. Esto significa que Rusia continúa con las reducciones en los tres ítems regulados por el Tratado: 1,6% menos de ojivas nucleares, 1,90% menos de sistemas de lanzamiento desplegados y 0,51% menos en los sistemas totales, pero hay que tener en cuenta que está reducción es puntual ya que está previsto que a finales de 2018 o en 2019 entre en servicio el cuarto SSBN Borei, equipado con 16 SLBM R-30 Bulavá (SS-N-32 en nomenclatura OTAN). Como indicamos en la entrada anterior sobre este tema, las dos superpotencias nucleares cumplieron con los límites que establece el propio Tratado START a la fecha de entrada en vigor de los mismos, el 5 de febrero de 2018, y que son 1.550 ojivas nucleares, 800 sistemas de lanzamiento y 700 sistemas desplegados, lo que pone de manifiesto la voluntad de ambas superpotencias nucleares de cumplir con uno de los instrumentos jurídicos más importantes para el funcionamiento del sistema de estabilidad estratégica. Esto es así porque cualquier alteración o incumplimiento del Tratado START en vigor sería percibido de inmediato por la otra parte como el inicio de un período de escalada, que hasta ahora ninguno de los dos se ha permitido iniciar, a pesar del conflicto de Ucrania, la disputa por la reintegración de Crimea o la intervención de ambas partes en la guerra civil en Siria. Seguir dentro del paradigma realista, pese a la enorme crisis sistémica, demuestra que dos de las tres grandes potencias conocen el alcance de la contención impuesta por el “tratado de los tratados”, límite al que llegaron hace casi ocho años los Estados Unidos y Rusia, con resultados más que satisfactorios. Esto revela la importancia de la contención impuesta por los tratados internacionales en vigor que, de momento, mantienen el régimen estratégico entre las dos superpotencias nucleares evitando la escalada, una nueva carrera de armas de destrucción en masa y, en definitiva, el riesgo de un intercambio nuclear de consecuencias catastróficas, como hemos anotado en la entrada anterior. 

DE VUELTAS CON LA IDEA DE GUERRAS Y ATAQUES PREVENTIVOS

El 2 de octubre de 2018 corrió la noticia de que la embajadora de los Estados Unidos en la OTAN, Kay Bailey Hutchison, había declarado que Rusia debía detener el desarrollo encubierto de misiles de crucero prohibidos o los Estados Unidos intentarían destruirlos antes de que comenzaran a operar. El titular de prensa era elocuente: “Los Estados Unidos destruirán las ojivas rusas prohibidas si fuera necesario”, aunque se afirmaba a continuación que Washington seguía comprometido con la búsqueda de una solución diplomática (véase en Reuters, 2 de octubre de 2018). Poco después la embajadora Hutchison escribió un tuit -Twitter es el oráculo de la “Nueva Era”- en el que afirmaba que cuando dijo esas palabras no pensaba en un ataque preventivo contra Rusia, a pesar de que amenazó con destruir los sistemas de misiles de crucero rusos -como si esto fuera posible-, cuyo desarrollo han denunciado reiteradamente los funcionarios americanos por constituir una violación del Tratado de Misiles de Alcance Medio (INF) de 8 de diciembre de 1987 -texto disponible aquí-. En concreto, en la prohibición que establece el tratado de que las partes puedan desarrollar, disponer y desplegar misiles balísticos terrestres con un alcance entre 500 y 5.500 kilómetros. Es más, la señora Hutchison afirmó que lo que deseaba decir era que “Rusia tiene que volver a cumplir con el INF o tendremos que igualar sus capacidades para proteger los intereses de los Estados Unidos y la OTAN”. Precisamente de lo que acusan a su vez los altos funcionarios de Moscú. Pero realmente lo que dijo la señora Hutchison es que “en ese momento, estaríamos contemplando la capacidad de acabar con un misil que podría golpear a cualquiera de nuestros países”. Como decimos en español castizo, ahí queda eso. Pero, como las desgracias no vienen solas, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, se sumó para aclarar que “continuamos preocupados con el insuficiente cumplimiento por parte de Rusia de sus compromisos internacionales, incluyendo el Tratado INF”, y que “tras varios años de negativas, Rusia reconoció la existencia de un nuevo sistema de misiles llamado 9M729; Rusia no ha dado respuestas convincentes sobre este nuevo misil” (declaraciones que recoge Sputnik, 2 de octubre de 2018) -sobre la manera de expresar sus ideas el secretario de la Alianza, véase la entrada EL LENGUAJE DE GUERRA FRÍA DE STOLTENBERG, de octubre de 2015-. Hay que aclarar que el misil 9M729 (SSC-8) -que es un desarrollo terrestre del misil embarcado 3M14 Kalibr (SS-N-30A) probado reiteradamente en la guerra de Siria- es el último misil incorporado al sistema de misiles de corto alcance con capacidad nuclear Iskander-M, del que Rusia tiene desplegadas doce brigadas por todo el territorio nacional, incluida una en la región de Kaliningrado, y que fue probado en un lanzamiento real durante los ejercicios Zapad-2017 en septiembre de 2017, precisamente en el Distrito Militar Occidental de Rusia. Ya el presidente de la Comisión de Defensa de la Duma rusa, Vladimir Shamanov, declaró en octubre de 2016 que el despliegue del sistema Iskander-M en Kaliningrado era una respuesta a la amenaza potencial que suponen para Rusia la instalación de sistemas de defensa antimisiles americanos en Europa, en concreto en Polonia y Rumanía, antiguos aliados del Bloque soviético y hoy leales miembros de la Alianza Atlántica (declaraciones en Lenta.ru, 15 de octubre de 2016). Como no podía ser de otra manera, desde el otro lado han negado reiteradamente estas acusaciones diciendo que no hay nada de desarrollos de misiles que violen el INF (por ejemplo, las recientes declaraciones del viceministro de Defensa, general Alexander Fomín, en Sputnik, 14 de agosto de 2018) a pesar de que en Siria los Kalibr vuelan desde todas partes para destruir objetivos terroristas: desde el Mediterráneo, lanzados por buques de superficie o submarinos, y desde el mar Caspio, lo que sirvió para confirmar en octubre de 2015 que su alcance era muy superior al estimado por los analistas occidentales y que hoy se considera próximo a los 2.500 kilómetros. Así, que la respuesta rusa a las declaraciones de Hutchison y de Stoltenberg vino de la mano de la portavoz del Ministerio de Exteriores, María Zakhárova que, como siempre, no se mordió la lengua: “parece que las personas que realizan este tipo de declaraciones no se dan cuenta del nivel de su responsabilidad y del peligro de la retórica agresiva”(declaraciones que se recogen en RT, 2 de octubre de 2018). Y, en efecto, resulta llamativo cómo altos responsables de la política exterior y de seguridad de algunos países -o más bien, de los países más importantes- juegan con conceptos que son realmente peligrosos: en este caso, el de la guerra preventiva, como si se pudiera ganar una guerra de este tipo contra una superpotencia nuclear. Como hemos dicho en otro lugar, a principios de los años sesenta los planificadores occidentales plantearon la posibilidad teórica de una guerra nuclear limitada entre grandes potencias, desarrollos que se plasmaron más adelante en la Estrategia de Respuesta Flexible adoptada por la Alianza Atlántica en 1968. Los dirigentes políticos y militares occidentales consideraron que si un agresor tiene motivos para pensar que un ataque puede provocar una respuesta nuclear que contenga un peligro de escalada incontrolable se vuelve imposible estimar de antemano el coste de la devastación que podría suceder, lo que se define como la probabilidad de sufrir un daño inaceptable. Sin embargo, en 1980 la Administración Carter adoptó la estrategia de contrapeso que estableció planes para librar y ganar una guerra nuclear de forma políticamente aceptable. En este contexto se planteó la posibilidad de la guerra nuclear limitada que, en un enfrentamiento entre grandes potencias, exige la autorrestricción del poder político de no escalar en el conflicto militar. Desde un punto de vista técnico, una guerra de este tipo solo sería posible con cargas de baja potencia -las denominadas mini-nukes-, lo que, en consecuencia, excluye el uso de ojivas termonucleares. Sin embargo, la mayoría de los teóricos han considerado que el mundo está más seguro si los líderes políticos mantienen el convencimiento de que un intercambio nuclear nunca puede ser limitado y este convencimiento refuerza la disuasión. Por ello, sabiamente los analistas soviéticos nunca contemplaron la opción de una guerra nuclear limitada o controlada, esto es, iniciado el intercambio nuclear se aplicaría el masivo poder de combate hasta lograr la victoria. Sin embargo, como vemos, en el nuevo período de paz armada en el que nos encontramos los Estados Unidos, Gran Bretaña y Rusia siguen coqueteando con la idea de atacar objetivos no estratégicos con armas nucleares de baja potencia y ahora también la posibilidad de atacar objetivos estratégicos con misiles balísticos y de crucero equipados con cargas no nucleares de gran potencia -véase la entrada reciente EL PODER DOMINADOR DE LAS ARMAS NUCLEARES Y LA AMENAZA DE LA GUERRA-, lo que complica extraordinariamente el funcionamiento de la disuasión y, por tanto, pone en grave peligro la seguridad mundial dejándonos al albur de una apreciación errónea de una acción del adversario que active los mecanismos para la destrucción total. ¿Realmente hemos de pensar en una nueva guerra? Naturalmente que sí. No solo porque existen tres grandes potencias nucleares con sus intereses estratégicos propios, sino porque la guerra, que es la esencia de la existencia de comunidades humanas organizadas en función de unas estrategias y unos fines propios, forma parte del "ser" de esas comunidades. La violencia como causa de muerte, siempre ha sido un elemento propio del ser humano y la escalada en sus grados la hemos observado a través del perfeccionamiento tecnológico hasta llegar al punto de no retorno: la guerra nuclear total. Siempre hemos pensado que la existencia del átomo y de la guerra nuclear son el límite racional de la violencia. Pensamos que nadie puede condenar racionalmente a cientos de miles o millones de personas a una destrucción absoluta y, muy especialmente, a una degradación irreversible del medio en el que vive el ser humano. Ese es el límite racional, un límite absoluto a las guerras de toda clase: el que tuviese armas nucleares estaría a salvo, luego la paz era necesaria y posible. Pero ¿tal cosa es cierta o es una invención de una categoría de pensamiento, la que afirma "eso no puede ser"? Ahora surge la duda de que, pese a todo, incluida la destrucción del planeta, es posible arriesgarse a un combate a muerte -tan propio de la naturaleza humana por otra parte- siempre que una comunidad humana, sola o aliada con otras, combata en la hora final y puedan, algunos de su estirpe, sobrevivir de alguna manera en un mundo muerto

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