PRIORIDADES ESTRATÉGICAS DE LA NUEVA LEY DE PROGRAMACION MILITAR FRANCESA

El presidente Emmanuel Macron aprobó el 13 de julio de 2018 la nueva Ley de Programación Militar 2019-2025 en la que se establecen las prioridades de equipamiento y armamento de las Fuerzas Armadas francesas y que recoge el objetivo de destinar el 2% del PIB a la defensa al final del período. Francia aporta actualmente el 4,8% del gasto militar global de los países miembros de la Alianza Atlántica, solo por debajo de los Estados Unidos y Gran Bretaña. En el presupuesto anual de defensa se dedica aproximadamente un 25% a equipamiento -el 48% se destina a personal, el 2,9% a infraestructuras y el 24% a otros conceptos- en el que se incluyen las Fuerzas Nucleares Estratégicas. Hay que tener en cuenta que después de una década de presupuestos de defensa en continuo descenso, en agosto de 2017 el gobierno anunció un aumento extraordinario de 1.800 millones de euros hasta alcanzar los 34.200 millones de euros, lo que representó un incremento del 5% respecto al año anterior. En esta nueva línea, el Ministerio de Defensa francés espera lograr la cifra de 50.000 millones de euros en 2025, con lo que se alcanzaría ese objetivo del 2% del PIB establecido por la Alianza Atlántica. Después de unos inicios complicados, que llevaron incluso al cese del comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, por fin la Asamblea Nacional aprobó la nueva Ley de Programación Militar en marzo de 2018, el Senado lo hizo a finales de mayo y pasó a la firma del Presidente de la República después de la aprobación del texto definitivo final por una comisión conjuntas de ambas Cámaras parlamentarias. La Ley de Programación Militar aprobada en julio de 2018 busca consolidar el desarrollo de las Fuerzas Armadas francesas, incrementando ciertas capacidades estratégicas como son la modernización de las fuerzas nucleares, la aviación de repostaje en vuelo y la inversión en innovación, inteligencia y cooperación estratégica. Para ello se contará con un presupuesto plurianual de 295.000 millones de euros hasta 2025. La Fuerza de Disuasión Nuclear francesa, la Force de Frappe, se basa en los cuatro submarinos nucleares lanzamisiles (SSBN) de la clase Le Triomphant equipados con SLBM de la Force Oceánique Stratégique y los dos escuadrones de aviones de combate Rafale F3 de las Forces Aériennes Strátegiques del Armée de l´Air y los Rafale-M de la Aviation Navale todos ellos con capacidad para lanzar el misil de crucero ASMP-A con carga nuclear. Estas capacidades permiten oponerse de forma autónoma a cualquier amenaza a los intereses nacionales y para ello desde noviembre de 1972 un SSBN se encuentra permanentemente de patrulla en el mar preparado para descargar un ataque nuclear bajo las órdenes del Poder político. Para asegurar esta disponibilidad la Ley de Programación Militar prevé la modernización de sendas fuerzas de ataque nuclear, la aérea y la embarcada. Según las previsiones establecidas se terminará la modernización de los SSBN en servicio equipados con los nuevos SLBM M51.1/2 y se iniciarán los trabajos para un nuevo SSBN denominado SNLE 3G y el desarrollo de una versión avanzada del SLBM M-51.3. En cuanto al componente aéreo, en 2018 el avión de combate con capacidad nuclear Mirage-2000N será sustituido completamente por el Rafale “nuclear”, el misil ASMP-A será sometido a una actualización para mantener las capacidades operativas, al mismo tiempo que avanzarán los trabajos de diseño para un nuevo misil de crucero nuclear denominado ASN 4G; además, entre 2019 y 2025 se incorporarán los primeros doce aviones de repostaje en vuelo A-330MRTT de los quince comprados a Airbus Defence -a la espera de que se eleve su número a dieciocho como solicitó el general Lanata en su comparecencia en la Asamblea Nacional en octubre de 2017-, que tienen la misión fundamental de extender el alcance de las fuerzas aéreas de ataque nuclear. De este modo, Francia se asegura mantener intacta su capacidad para asestar de forma independiente un ataque de proporciones catastróficas contra cualquier adversario que amenace su seguridad o atente contra la integridad territorial nacional, como establece la Revisión Estratégica de la Defensa y la Seguridad Nacional aprobada por el presidente Macron el 13 de octubre de 2017. Pero hay que tener en cuenta que aquí también se incluye la seguridad de sus aliados europeos, como estableció la doctrina enunciada por el presidente Chirac en agosto de 1995 -y cuyos efectos políticos y jurídicos analizamos en el ensayo “Hacia un sistema europeo de disuasión nuclear” de diciembre de 2005-, que fue refrendada por el presidente Sarkozy en Cherburgo de marzo de 2008 y que no ha sido contradicha por los presidentes Hollande y Macron. El Ministro de Defensa de Estonia, Jüri Luik, dijo en enero de 2018 con ocasión del despliegue de Policía Aérea en el Báltico que “es extremadamente importante en términos políticos que Francia es un gran país europeo, una potencia nuclear”. Pero la cuestión no radica en quien tiene “el dedo en el botón nuclear”, prerrogativa que corresponde solo al Presidente de la República, sino en la existencia o no de una estrategia europea concertada en el ámbito nuclear basada en la existencia de una obligación de defensa colectiva entre los socios europeos. Como enunció el presidente Chirac el 8 de junio de 2001: “Evocaba hace un rato el desarrollo por ciertos Estados de capacidades balísticas que podrían darles los medios, algún día, para amenazar el territorio europeo con armas nucleares, biológicas o químicas. Si estuvieran animados por intenciones hostiles hacia nosotros, los dirigentes de estos Estados deben saber que se expondrían a daños absolutamente inaceptables para ellos. (…) En todo caso, corresponde al Presidente de la República apreciar, en una situación dada, el ataque efectuado contra nuestros intereses vitales. Esta apreciación tendría en cuenta naturalmente la solidaridad creciente entre los países de la Unión Europea”. El mismo día, el primer ministro Allain Juppé añadió al discurso presidencia lo siguiente: “la cooperación no puede ignorar ya la dimensión nuclear de nuestra seguridad”. Para ello Francia estaría dispuesta a implicar a Alemania -y también a Gran Bretaña en aquel momento- en futuras conversaciones dirigidas a crear un sistema europeo de “disuasión concertada” que incorporara la Force de Frappe, que había sido mantenida hasta la fecha al margen de cualquier estructura de cooperación internacional. Posteriormente, la Ministra de Defensa, Michelle Alliot-Marie, aseguró el 2 de noviembre de 2003 que “nuestra fuerza de disuasión nos protege y protege a una gran parte de Europa”. Estas declaraciones sucesivas de los máximos responsables de la política de defensa francesa pusieron de manifiesto la intención de extender el sistema de disuasión nuclear francés a los socios europeos, estableciendo como primer paso un mecanismo de consultas para el empleo de las armas nucleares. La incorporación de la cláusula de defensa colectiva del Tratado de Bruselas de 1948 en el artículo 42.7 del Tratado de la Unión Europea el 1 de diciembre de 2009 supuso el enganche de la política de disuasión nuclear -que ya existía en el ámbito de la Alianza Atlántica- a una defensa europea autónoma. Y para entender este cambio sustancial es preciso tener en cuenta que, según el Tratado de la Unión Europea, uno de los objetivos de la política exterior y de seguridad de la Unión es asegurar la integridad e independencia de la Unión -con la redacción actual “defender sus valores, intereses fundamentales, seguridad independencia e integridad” (artículo 21.2)-. Los Estados a los que alcanza dicha garantía son los que aceptaron la vigencia del artículo 42.7, todos excepto Irlanda, con lo que podemos afirmar que se creó una cooperación estructurada de facto en el seno de la Unión Europea, en concreto en materia de seguridad y defensa colectiva, como hemos tratado in extenso en otro lugar. En consecuencia, los Estados miembros se obligan a que en caso de una presunta agresión -no hay órgano que determine que esta existe- todos los Estados miembros se declaran agredidos y han de reaccionar automáticamente prestando todo su apoyo y ayuda a aquel o aquellos que sufran una agresión armada en su territorio. Estos Estados constituyen y forman parte de una alianza militar y lo más llamativo es que el sostenedor de este importantísimo acuerdo es precisamente la potencia que cada vez tiene menos peso en la Unión Europea, como es Francia, pero que como recordaba el Ministro de Exteriores estonio antes citado, es “una potencia nuclear”. Pero para que las fuerzas estratégicas francesas pasen a ser un medio primario que garantice la integridad y la seguridad de la Unión de y de los Estados miembros resulta necesario alcanzar un consenso absoluto sobre los intereses básicos comunes, crear un mecanismo permanente de consultas entre los gobiernos europeos en materia de disuasión, establecer un mando estratégico unificado capaz de tomar decisiones sobre el alcance y los objetivos del sistema y un período de adaptación de las estructuras institucionales a la nueva realidad estratégica y, lo que es más importante, se tiene que producir un acuerdo permanente en cuanto a la necesidad y conveniencia de un sistema europeo de disuasión nuclear

“TQM…”

2 comentarios:

  1. Estimado colega, nuevamente debo felicitarlo por este oportuno artículo, el cual convoca a reflexionar sobre aspectos tan importantes como el establecimiento de presupuestos "plurianuales" que otorguen estabilidad de programas de defensa, los que a su vez debiesen estar iluminados por la identificación de amenazas, estas últimas incluidas las nucleares. Por ello, me atrevo a señalar que constituye un muy buen elemento de juicio y que puede servir a especialistas en defensa de la región Suramericana que se encuentran abocados en el análisis de estos temas. Saludos

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  2. Muy interesante. De hecho ese es el obstáculo, como dijo Hamlet. Ya con motivo del Tratado del Eliseo le preguntó Adenauer a De Gaulle si estaría dispuesto a extender su paraguas nuclear a Alemania y De Gaulle dijo no. Si Alemania se suma a la force de frappe y a eso se añade el sillón en el Consejo de Seguridad podemos tener una Europa Unida. Caso contrario, imposible.

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