AVANCES HACIA EL DESPLIEGUE DE LOS SSBN CHINOS

En el ensayo “Los SSBN de la Marina del Ejército Popular de China” (Revista General de Marina, t. 267, diciembre de 2014, pp. 929-944) analizamos el estado actual de la fuerza de submarinos nucleares portadores de cohetes estratégicos de China (SSBN) y realizamos un análisis prospectivo del desarrollo de dicha fuerza en función de determinadas variables relacionadas con las capacidades tecnológicas, presupuestarias, industriales y de doctrina de empleo en función de las decisiones estratégicas que podría adoptar el Poder político nacional. Estas decisiones podrían ir desde el mantenimiento del statu quo en el primer escenario, denominado de bastión, hasta lograr la paridad estratégica con los Estados Unidos y Rusia en submarinos y cohetes lanzables desde submarinos (SLBM) en el escenario más ambicioso. Esta posición pasa por aumentar el número de SSBN de los actuales tres Tipo 094 a diez  –dos Tipo 094 y ocho Tipo 096 equipados con 196 SLBM-, así como desarrollar la infraestructura necesaria para dos escuadras en sendas Flotas, entrenar las tripulaciones precisas y disponer de las capacidades de mando y control para la transmisión de órdenes del centro de mando político-militar a los comandantes de los submarinos desplegados a larga distancia. De ahí nace también la prioridad del desarrollo de un sistema de posicionamiento global por satélite al menos a escala regional que pueda cubrir la mayor parte del océano Pacífico y el Índico –véase la entrada EL SISTEMA SATELITAL BEIDOU AVANZA HACIA LA COBERTURA GLOBAL de febrero de 2016-. El siguiente paso es comenzar a realizar y mantener patrullas de combate permanentes en ambos océanos asegurando al Poder político nacional la capacidad de asestar un ataque decisivo cuando estuviera en peligro la existencia misma del Estado. La doctrina oficial militar china que se enuncia en el Libro Blanco de la Defensa de 2013 dice que en tiempo de paz las armas nucleares no apuntan a ningún país”, es decir, no existen códigos de objetivos instalados en los sistemas de guías de los cohetes, las ojivas nucleares se encuentran almacenadas en instalaciones centralizadas y no están disponibles inmediatamente para las unidades operativas –en concreto, La Fuerza de Cohetes del Ejército Popular de Liberación creada en diciembre de 2015, que es la responsable de las armas nucleares- y el proceso de adopción de decisiones en materia nuclear es complejo y colegiado ya que la decisión de empleo corresponde al Comité Central del Politburó y a la Comisión Militar Central. Los avances más recientes de los Estados Unidos en armas hipersónicas y el anunciado despliegue del sistema móvil de defensa antimisiles THAAD (Terminal High Altitude Area Defense) en Corea del Sur –las bases de Daegu, provincia de Gyeongsang, y de Pyeongtaek, provincia de Gyeongii-, socavando la función disuasoria de los ICBM chinos, plantean la tentación de emprender un ataque preventivo contra la fuerza nuclear de un potencial adversario como ya se planteó con la Unión Soviética al inicio de la Guerra Fría y, posteriormente, con el programa nuclear militar chino en 1962 y en 1973, sin que avanzaran las conversaciones con los soviéticas en este sentido. Como consecuencia de la nueva vulnerabilidad de la Fuerza de Disuasión Nuclear se ha generando en los responsables políticos y militares chinos una profunda incertidumbre sobre cómo afrontar –y superar- un enfrentamiento con los Estados Unidos. Por ello, en la actualidad el Poder político chino se enfrenta a dos escenarios de conflicto fundamentales en los que se considera necesario disponer de un instrumento militar decisivo que le permita: a) disuadir de un ataque preventivo contra la fuerzas nucleares propias efectuado con armas hipersónicas, ya sea con cargas convencionales o nucleares; b) imponerse en una crisis internacional de carácter territorial frente a los Estados Unidos y la coalición de aliados regionales como la que se está gestando en el Mar Meridional, en el interior de lo que se denomina “la primera cadena de islas”, su propio hinterland marítimo, sin alcanzar la escalada bélica. Esto es así porque, como sabemos, la posesión de las armas nucleares disuade del enfrentamiento militar directo entre las grandes potencias, de ello que los responsables militares chinos necesiten imperiosamente disponer de una capacidad de respuesta –en el Libro Blanco de la Defensa de 2013 se enuncia como “disuasión estratégica y de contraataque estratégico”- que cause daños catastróficos a cualquier potencial adversario en caso de ataque con armas nucleares. Hasta ahora ningún SSBN chino ha salido más allá de las aguas territoriales ni ha llevado a cabo patrullas operacionales, ni tan siquiera han cargado los SLBM, y el Mando militar carece de la experiencia básica para manejar una flota de submarinos estratégicos. Esto significa que la posesión de una flota más o menos extensa de SSBN no garantiza por sí misma que China disponga de una fuerza de disuasión nuclear embarcada como componente creíble de una fuerza de represalia nuclear. Sin embargo, en fuentes especializadas occidentales se considera que China ya se encuentra en el punto de poder enviar a mares abiertos submarinos nucleares equipados con cohetes estratégicos -véase Kristensen y Norris: "Chinese nuclear forces, 2016", Bulletin of the Atomic Scientists núm. 4, 2016, pp. 205-211-, lo que supuestamente haría como respuesta a la decisión de Washington de desplegar sus sistemas de defensa antimisiles en Corea del Sur, aunque las motivaciones chinas son más profundas como hemos visto. El gran Kissinger dice en su libro más reciente que “las tensiones potenciales entre una potencia establecida y otra en ascenso no son nuevas. Es inevitable que la potencia en ascenso impacte en algunas esferas hasta entonces tratadas como prerrogativa exclusiva de la potencia establecida. Del mismo modo, la potencia en ascenso sospecha que su rival intentará aplastar su crecimiento antes de que sea demasiado tarde.” (Orden mundial. Penguin Random House. Barcelona, 2016, p. 232). Y trae a colación un estudio realizado en la Universidad de Harvard que muestra que de quince casos históricos en los que interactuaron una potencia en ascenso y una establecida, diez terminaron en guerra (citado en ibídem). Como hemos dicho en otro lugar, esto nos lleva a plantearnos las siguientes cuestiones: a) ¿aceptarán las dos grandes potencias nucleares del sistema internacional global la nueva situación de intrusión estratégica? b) ¿Buscarán en algún momento concertarse entre ellas para impedir, o al menos limitar, la capacidad de segunda respuesta de la fuerza nuclear china? c) ¿Se impondrá el principio de inevitabilidad del conflicto entre una potencia en ascenso y una potencia establecida?

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