UN NUEVO COHETE DE LAS FUERZAS NUCLEARES ESTRATÉGICAS HACIENDO DE LAS SUYAS…

El 10 de octubre de 2013 las Fuerzas Coheteriles Estratégicas de Rusia efectuaron el lanzamiento de un cohete Topol con la finalidad de probar las características aerodinámicas de “una nueva cabeza de combate para cohetes estratégicos” (ICBM). El cohete fue disparado desde el centro de pruebas de Kapustin Yar, realizó todas las fases de vuelo de forma programa e impactó en el polígono de pruebas de Sary-Shagan, Kazajistán. La prueba anterior de un cohete de estas características tuvo lugar el 7 de junio de 2012. 
El astronauta italiano Luca Parmitano tomó las fotos que se adjuntan desde la Estación Espacial Internacional:


 
"Tus ojos encierran la felicidad de la primera milmillonésima parte del segundo en el que se creó el universo"

MÁS QUE UN PUÑADO DE EUROS: EL PROGRAMA ESPACIAL GALILEO EN EL PRESUPUESTO DE DEFENSA DE 2014

El Secretario de Estado de Defensa Pedro Argüelles informó a la Comisión del Defensa del Congreso el 7 de octubre que el Anteproyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado para 2014 contempla una dotación de tres millones noventa mil euros para el programa europeo de posicionamiento global por satélite “Galileo”. La financiación española se concreta a través de una transferencia del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial, organismo público encargado de la certificación de la señal nacional ofrecida por este sistema de satélites. El Secretario de Estado de Defensa aclaró que “con Galileo aseguramos que España cuenta con autonomía en la utilización de esta señal y en la certificación de las industrias proveedoras de sistemas”. La aportación del gobierno española a la Agencia Espacial Europea en 2014 ascenderá a 1.175 millones de euros.
El sistema Galileo estará formado por un conjunto de treinta satélites (dieciocho satélites en 2014 y treinta en 2020) en órbita terrestre media distribuidos en tres planos inclinados con un ángulo de 56 grados del ecuador a 23.616 kilómetros de altitud, en cada plano se sitúan diez satélites con uno de reserva que puede reemplazar a cualquier satélite que falle en el mismo plano. Los primeros satélites, de pruebas, denominados Giove-A y B se lanzaron desde el cosmódromo de Baikonur el 25 de diciembre de 2005 y el 25 de abril de 2008 respectivamente. Los dos primeros satélites de serie se pusieron en órbita el 21 de octubre de 2011 y otros dos más el 12 de octubre de 2012. Poco después, el 12 de marzo de 2013 ingenieros del Laboratorio de Navegación de Noordwijk de la Agencia Espacial Europea fijaron por primera vez una posición recurriendo exclusivamente a las señales emitidas por los cuatro satélites que ya se encuentran operativos. Las principales empresas europeas del sector aeroespacial participan en el programa: EADS, Hispasat, Indra y AENA (España), Inmarsat (Gran Bretaña), Finmeccanica (Italia), Alcatel y Thales Alenia Space (Francia) y Deutsche Telekom y German Aerospace Centre (Alemania).
Cuando esté plenamente operativo, el Sistema Galileo asegurará la total independencia europea en la gestión de la navegación y las comunicaciones globales y sus aplicaciones militares serán inevitables. En este sentido, hay que recordar que desde el principio, los Estados Unidos se opusieron al proyecto europeo porque suponía crear unas capacidades europeas de carácter estratégico con aplicaciones militares claramente al margen de la Alianza Atlántica (en este sentido se expresó el Secretario de Defensa Adjunto Paul Wolfowitz en la carta que remitió a los Ministros de Defensa de los Estados miembros de la Unión Europea en diciembre de 2001).

Enlace de la Agencia Espacial Europea: http://www.esa.int/esl/ESA_in_your_country/Spain   
Enlace del Programa Galileo: http://www.satellite-navigation.eu/


ARSENALES NUCLEARES ESTRATÉGICOS DE LAS GRANDES POTENCIAS A SEPTIEMBRE DE 2013

Como avanzamos periódicamente en este blog, en aplicación de las cláusulas de intercambio de información previstas en el Tratado START de 8 de abril de 2010, el Departamento de Defensa de los Estados Unidos ha publicado los números básicos de los arsenales nucleares estratégicos de las dos grandes potencias a 1 de septiembre de 2013: Rusia dispone de 894 sistemas de lanzamiento, desplegados y no desplegados, de estos 473 en servicio activo, y 1.400 ojivas nucleares operativas; por su parte, los Estados Unidos mantienen 1.015 vectores de lanzamiento totales con 809 desplegados y 1.688 ojivas nucleares en estado operativo. Hace un año Rusia disponía de 884 y 491 sistemas en ambos estatus y de 1.499 ojivas nucleares, mientras que los Estados Unidos tenían 1.034 y 806 respectivamente y 1.722 ojivas. Los límites fijados por el Tratado START al final del período de siete años desde su entrada en vigor son 800 sistemas de lanzamiento entre ICBM, SLBM y bombarderos de largo alcance y 1.550 ojivas nucleares operativas.
Es interesante enlazar estos datos con la reflexión que proponemos en la entrada anterior (“LAS DEMOCRACIAS SON PACÍFICAS, PERO SOLO ENTRE ELLAS”, http://www.ullderechointernacional.blogspot.com.es/2013/10/las-democracias-son-pacificas-pero-solo.html) para afirmar la tesis de que las armas nucleares son la garantía de la seguridad, y de la primacía, de los Estados democráticos que conforman el bloque occidental en el sistema internacional global.

Sobre el poder nuclear actual de los Estados Unidos véase la entrada "El poderío nuclear americano en 2013": http://ullderechointernacional.blogspot.com.es/2013/03/el-poderio-nuclear-americano-en-2013.html En el caso de Rusia véase "Poder nuclear de Rusia en 2012": http://ullderechointernacional.blogspot.com.es/2012/04/fuerzas-nucleares-de-rusia-en-2012.html  

La referencia a 1 de septiembre de 2013 se puede consultar en: http://www.state.gov/t/avc/rls/215000.htm  
"Claro, más claro..."

LAS DEMOCRACIAS SON PACIFICAS, PERO SOLO ENTRE ELLAS

La implicación de las grandes potencias occidentales en los conflictos bélicos más recientes de Libia (2011), Malí (2013) y Siria (2013) para mantener sus intereses estratégicos ha puesto de nuevo sobre la mesa un debate académico que data del final de la Primera Guerra Mundial: ¿son más pacíficas las democracias que otros regímenes políticos? Kenneth Waltz escribió en 1979 que “los Estados de poder supremo tienen que usar la fuerza con cada vez menos frecuencia. El poder mantiene el poder y el uso de la fuerza es siempre la destrucción del poder. Cuanto más ordenada es una sociedad, y más competente es su gobierno, tanta menos fuerza deben emplear sus fuerzas policiales.” (Theory of International Relations; se cita por la trad. al español Teoría de la política internacional. Grupo Editor Latinoamericano. Buenos Aires, 1988, p. 272). En la sociedad internacional globalizada esta regla mantiene su validez. Como enfatizo en mi libro más reciente (Elementos para una teoría de la política exterior. Tirant lo Blanch. Valencia, 2012, pp. 160-162):

Se puede afirmar, pues, sin temor a equivocarse que la fuerza se usa y se continuará usando en la sociedad internacional porque los estadistas consideran la amenaza o su uso una herramienta efectiva para alcanzar los fines y objetivos nacionales. De hecho, los últimos acontecimientos internacionales han alentado un sentimiento favorable en la opinión pública al empleo de la violencia extrema como instrumento legítimo de la política exterior. Esto se conforma con el enfoque del realismo político: los Estados deben luchar cuando sea necesario para conseguir el interés nacional y, supuestamente, el modelo de organización política interna tendrá escasa influencia. Sin embargo, para los transnacionalistas, las democracias son inherentemente pacíficas o, por lo menos, más que los Estados dotados con otros regímenes políticos. Claro que las concepciones marxistas veían a las democracias capitalistas agresivas por definición y argumentaban que los Estados socialistas eran más pacíficos que los otros. Numerosos estudios en diferentes países no han encontrado una relación consistente entre la frecuencia del estallido de conflictos internacionales y el que los sistemas políticos de los Estados beligerantes fueran democráticos o no, lo que pone de manifiesto que la teoría del belicismo de los gobiernos autoritarios no se sostiene. De hecho, las democracias no han demostrado ser más pacíficas en general, y, además, la experiencia de la Segunda Guerra Mundial afirmó el principio de la voluntad de las potencias democráticas en la victoria incondicional dando primacía a los objetivos militares en detrimento de los políticos. Moller dice que la tesis simplista de que las democracias son pacíficas «no resiste un estudio más profundo», pero la de que «las democracias no emprenden guerras de agresión contra otras democracias» parece tener buenos fundamentos. Russett demuestra que si se toman pares de Estados, entonces las democracias son más pacíficas entre sí, y por eso formula la regla «la paz entre las democracias deriva en parte de una restricción cultural al conflicto», primariamente de la creencia de que sería moralmente negativo luchar contra otra democracia. Conforme a esto parece que el sistema constitucional o el régimen político sí que tendrían su influencia cuando se tratase de pares de democracias, no en ningún otro caso. Hay autores que añaden el requisito de un alto nivel de desarrollo económico y, por tanto, de interdependencia para considerar a los Estados democráticos más pacíficos que el resto. De esta regla deben excluirse las grandes potencias y las potencias hegemónicas, más inclinadas al empleo de la amenaza y la fuerza para aplicar su voluntad, lograr sus objetivos o impedir su consecución por otros. Como hemos dicho, los Estados Unidos se han enfrascado en guerras regionales y conflictos localizados bajo el enunciado de salvar al mundo para la democracia, de forma que han llevado innumerables sufrimientos a otros pueblos y la destrucción política y material de Estados sin conseguir los objetivos planteados. Como denunció Kennan, la introducción de principios ideológicos o morales en la política exterior lleva a los Estados a buscar objetivos nacionales ilimitados, a elegir la guerra total y a imponer la rendición incondicional a los adversarios derrotados.

Para este debate véase: Doyle, M.: «Liberalism and World Politics», American Political Science Review núm. 4, 1986, pp. 1151-1169; Huntington, S.: La tercera ola. La democratización a finales del siglo XX. Paidós. Barcelona, 1994 (trad. de The Third Wave. Democratization in the late twentieth century. University of Oklahoma. Norman, 1991); Kennan, G.: American Diplomacy, 1900-1950. University of Chicago Press. Chicago, 1951, en especial pp. 91-103; Moller, B.: «Conceptos sobre seguridad: nuevos riesgos y desafíos», Desarrollo Económico núm. 143, 1996, pp. 769-791; Mueller, J.: Retreat from doomsday: The obsolescence of Major Wars. Nueva York, 1989; Rosecrance, R.: La expansión del Estado comercial. Comercio y conquista en el mundo moderno. Alianza Ed. Madrid, 1987 (trad. de The rise of the trading State. Commerce and conquest in the modern world. Basic Books. Nueva York, 1986); Russett, B.: «Peace between participatory polities: A cross-cultural test to the “Democracies rarely fight each other” hypothesis», World Politics núm. 44, 1992, pp. 573-599; del mismo: Grasping the democratic peace. Princeton University Press. Princeton, 1993; Starr, H.: «Democracy and War: Choice and security communities», Journal of Peace Research núm. 2, 1992, pp. 207-213; Vecino, M. A.: «¿Son pacíficas las democracias? Un debate de nuestro tiempo», Política Exterior núm. 71, 1999, pp. 133-139; Weart, S.: Never at war. Why democracies will not fight one another. Yale University Press. New Haven, 1998.

RESOLUCION DEL CONSEJO DE SEGURIDAD DE DESARME DE SIRIA

El Consejo de Seguridad aprobó por unanimidad la Resolución 2118 (2013), de 27 de septiembre de 2013, en la que impone el desarme de armas químicas de Siria bajo control internacional. Esta resolución es la concreción de las negociaciones llevadas a cabo por Rusia y los Estados Unidos en Ginebra desde el pasado 9 de septiembre, cuando el Ministro de Exteriores Sergei Lavrov propuso esta medida que fue rápidamente aceptada por el gobierno de Damasco siempre que conllevara una garantía de seguridad, es decir, que los Estados Unidos se comprometieran a no llevar a cabo acciones militares contra el régimen del Presidente Asad, y que se concretaron en el Acuerdo para la Eliminación de las Armas Químicas Sirias de 14 de septiembre de 2013. En la resolución el Consejo de Seguridad encomienda a la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas desempeñar las tareas necesarias para detallar las instalaciones y los medios químicos disponibles, los lugares de concentración, los procesos de destrucción y la verificación del desarme efectivo, a más tarde para el 30 de junio de 2014. En caso de que el gobierno sirio no colabore con el organismo internacional el Consejo de Seguridad “tomará acciones bajo el Capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas” (punto 22), esto es, la adopción de medidas coercitivas incluido el uso de la fuera armada. En cualquier caso, estas medidas solo pueden ser adoptadas por el Consejo en una votación en la que se obtenga el voto afirmativo o, al menos, la abstención de los cinco miembros permanentes: los Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Rusia y China. El Secretario General de Naciones Unidas Ban Ki-Moon calificó la adopción de esta resolución como “histórica” (http://www.bbc.co.uk/mundo/ultimas_noticias/2013/09/130926_ultnot_siria_onu_resolucion_ao.shtml), apelando a que “la comunidad internacional ha hablado”; aunque no existe ninguna comunidad internacional, lo que existe realmente desde 1945 son Rusia y los Estados Unidos, pues hasta ahora el bloque occidental no se había atrevido a someter a votación un texto definitivo por temor a que Moscú impusiera el veto, lo que suponía que el Consejo de Seguridad se definiera de una vez por todas en este asunto, imposibilitando en consecuencia la política de intervención (“de manos libres”) propugnada por Washington, París y Londres bajo el principio de responsabilidad de proteger, principio que no aceptado por Rusia, China ni tampoco por otras potencias emergentes. El Secretario de Estado americano John Kerry incluso ha apelado “al bien común” para justificar el acuerdo que ha permitido alcanzar esta resolución, pues los Estados Unidos son depositarios de los valores que guían al mundo globalizado con las luces de la virtud. Eso sí, también recordó que si el régimen de Asad no cumple, “habrá consecuencias”, es decir, no descarta el recurso a la fuerza armada si fuera preciso, lo que es propio de las grandes potencias. Por su parte, el Ministro de Exteriores Lavrov se ha limitado a decir que la resolución descarta el uso automático de la fuerza y cualquier otra medida de las previstas en el Capítulo VII de la Carta (http://sp.rian.ru/international/20130929/158195556.html). Por tanto, esta situación es muy ilustrativa de lo que significa el Consejo de Seguridad en el momento actual, igual que ha sido desde la creación de la Organización: no hay unas Naciones Unidas antes y otras ahora, son las mismas y es el mismo Consejo con idénticos poderes. Por eso, hemos dicho que las Naciones Unidas son esencialmente necesarias en cuanto son un reflejo jurídico de la sociedad internacional, que adoptan decisiones vinculantes desde su fundación hasta hoy porque son un régimen absolutamente necesario para el mantenimiento jurídico de la estructura sistémica.    
 
El texto completo de la Resolución 2118 (2013) está disponible en la web oficial del Consejo de Seguridad: http://www.un.org/es/comun/docs/?symbol=S/RES/2118(2013)